CASTILLA - ELDENSE | MARIO MARTÍN
Mario Martín, el cerrojo de Raúl
El técnico felicitó al pivote tras su gran partido contra el Barça Atlètic y le ha convertido en su extensión en el campo. Por su pasado como ‘diez’ se explica su perfil de pivote con buen trato de balón.
Trabajo, trabajo y trabajo. El leitmotiv de Raúl también lo es de su extensión en el terreno de juego. El Siete, tras remontar al Barça Atlètic, se fue a por Mario Martín (19 años). Los goleadores fueron Dotor (22), Iker Bravo (18) y Arribas (21), pero Mario brilló en tareas de intendencia y el técnico quiso reconocer su trabajo dando el equilibrio al Castilla felicitándole personalmente. Desde el silencio, como acostumbra, fue una de las piezas clave del 3-0 al filial azulgrana. Como ha sido una de las grandes estrellas de un equipo que tiene a dos asaltos contra el Eldense recoger el testigo del Castilla de la 2011-12, el último que ascendió a Segunda. El primero, mañana (19:30 horas) en un Di Stéfano que promete la efervescencia del pasado domingo (ya está colgado el ‘no hay billetes’). El segundo, el domingo 25 (20:00 horas) en Elda. En ambos, Raúl podrá confiar en que su cerrojo echará la llave al centro del campo. El entrenador puede volver a echar mano de su ‘factor X’.
El técnico del Castilla y su stopper tienen una conexión especial, explican desde el entorno del futbolista a este periódico. “A Mario le gusta que haya justicia con el trabajo, que juegue quien lo merezca y eso con Raúl lo ha tenido siempre”, señalan. Antes incluso de cumplir la mayoría de edad, Mario conquistó una plaza con el Castilla sin siquiera pasar por el Juvenil A, directo desde el B. Y hasta ahora, donde no se entienden los onces del Siete sin el 6. Ni las victorias del Castilla sin su rendimiento rocoso: medalla de oro castillista en duelos ganados (342), recuperaciones en campo rival (116), recuperaciones tras pérdida (181), entradas (28), disputas aéreas (82) y defensivas (134); medalla de plata en recuperaciones totales (329) e interceptaciones (176). Un compendio numérico que adereza con un trato aseado del esférico: quinto en pases con éxito (1.111) o en pases largos acertados (78), cuarto en envíos exitosos al último tercio del campo (149). Cortesía de su pasado.
Madridista y goleador de cuna
Admirador de Cristiano Ronaldo por su ética de trabajo, cuando el sonsecano se topó con Raúl, en el Cadete B, comenzó a mirarle con idolatría por tener valores comunes. Trabajar en silencio desde la humildad, lejos de focos y caprichos. Hablar en el campo en lugar de a través de unas redes sociales que utiliza con timidez. Una personalidad que no ha cambiado desde que aterrizó en La Fábrica en la 2015-16 para jugar la Promises. Aquel Mario era un diez, muy goleador (superó los 60 tantos en la 2014-15 con el Toledo), que enamoraba en el Odelot Toletum. Según ha podido saber AS, Villarreal y Atleti también andaban detrás del por entonces atacante, pero cuando el Madrid llamó a la puerta, Mario, madridista de cuna, optó por el club de sus amores. En la Promises fue uno de los máximos goleadores, en una edición donde también despuntó el ahora red devil Garnacho.
Aunque desde el club blanco tenían otros planes y poco a poco fue retrasando su posición, al identificar en él cualidades, como su sacrificio innato, para ser el pivote que es hoy en día. Algo que Raúl potencia, pues en ocasiones frena su ímpetu ofensivo para aprovechar su conocimiento del juego y buen posicionamiento para protegerse del rival. Un pivote del Siglo XXI, con vuelo, llegada y un trato de balón heredado de sus inicios. Un futbolista que, con 18 años, sumó sus primeros minutos con el primer equipo (ante el Atleti en Copa) y viajó al Mundial de Clubes. Prueba de la confianza que le profesa un Ancelotti también enamorado de su actitud y sus aptitudes. Ahí apretaron los focos, pero a Mario no le deslumbran y, quienes mejor le conoce, insisten que su mayor preocupación es el día a día.
Rutina
Lejos de dejarse seducir por las bonanzas de la capital, Mario tomó una decisión poco habitual cuando firmó su última renovación. Al contrario de la voluntad general del canterano blanco, ávido de cumplir la mayoría de edad para abandonar la residencia y disfrutar de la independencia de un apartamento, el manchego pidió seguir viviendo en la Ciudad Real Madrid. Un lugar que proporciona todas las herramientas al futbolista para triunfar, pero que pone vallas al ocio de la persona. Horarios definidos, menús ideados por el nutricionista del club, gimnasio para seguir trabajando después de los entrenamientos... Una receta elegida por nuestro protagonista para mantener los pies en el suelo. Una rutina que le permite continuar, en la medida de lo posible, con sus estudios de Fisioterapia.
Esa rutina militar que se marca y el perfeccionismo con el que afronta su vida viene marcada, quizá, por los esfuerzos personales y familiares realizados hasta llegar al punto actual. Antes de mudarse a Madrid, su padre Alfredo, que llegó a ser futbolista en el Toledo en Segunda B, estuvo cuatro años conduciendo durante jornadas eternas con inicio y fin en Sonseca. 250 kilómetros diarios para que Mario pudiera entrenar en Valdebebas. Unos esfuerzos familiares que hace tiempo comenzaron a dar sus frutos. Especialmente cuando Raúl entró en escena.
“Muy mentalizado”
También se ha habituado a entrenar con el primer equipo, prácticas que disfruta especialmente por la velocidad con la que se ejecutan los movimientos y el aprendizaje que estas suponen. Eso sí, con los mayores, desde el respeto, se siente uno más. Su poderoso físico, pues a pesar de su 1,77m es un futbolista potente y que va estupendamente al choque sin arrugarse, le ayuda a acoplarse a la dinámica del Real Madrid adulto. Sin embargo, ahora el único foco en el horizonte de Mario Martín es el Eldense. Y es que, el cerrojo de Raúl “está muy mentalizado”. Del trabajo, trabajo, trabajo al ascenso, ascenso, ascenso.