Jaime Barroso, un ‘killer’ en los hornos de La Fábrica
El pichichi del Real Madrid C también fue héroe en la Youth League. Tiene 17 años y lleva cuatro tantos en tres partidos. Cada 48 minutos, gol.

Dos partidos, dos triunfos y liderato. Ese ha sido el comienzo inmaculado del Real Madrid C. Con un denominador común: Jaime Barroso. Su segundo apellido es Porteros. Su hobbie, hacerles la vida imposible. De los cuatro tantos del segundo filial, tres llevan su firma. Uno al Moscardó (1-2), doblete a Las Palmas Atlético (2-0). Y de postre, tanto y medio en la Youth: provocó el autogol de Calisto con un testarazo y selló una remontada de ADN ante el Marsella desde los 11 metros. En resumen, tres partidos, cuatro zarpazos. Cada 48 minutos, gol. Un killer en los hornos de La Fábrica.
Hablamos de un delantero con todas las letras. Que ha crecido admirando a los Ronaldos, Cristiano y Nazario. Que fija centrales, que brega, que entiende la profesión. Y, sobre todo, que remata. Lo ha hecho toda la vida. Así abrió las puertas de Valdebebas en 2022 cuando goleaba en el Rayo, así quiere seguir derribándolas. En una semana (23 de septiembre) cumple la mayoría de edad y el regalo se lo está haciendo al Madrid, un festín anotador. Con el Juvenil A, donde está su ficha, y con el Real Madrid C, su realidad. El curso pasado fue el pichichi de Arbeloa. Ya lo es de Joselu Sánchez. Jaime Barroso, en el nombre del gol.
Rara avis
Es su leitmotiv, marcar. Porque aunque de joven comenzó como extremo izquierdo, no tardaron en detectar que su hábitat natural era el área. Pues es un ariete puro. Un 9, de dorsal y espíritu. Un rara avis estos días, donde falsear delanteros se ha convertido en moda. Con clarividencia para el mano y buen uso de un cuerpo que va cincelando día a día. Especialmente en los últimos meses, donde el foco en la nutrición y el trabajo extra se ha disparado. Consciente de que vive un contexto importantísimo.

A punto de cumplir los 18. Como futbolista clave en Real Madrid C, como fichaje de campanillas para Julián López de Lerma en la Youth (que pregunten al Marsella). En el escalón previo a un Castilla que ha perdido los dientes sin Rachad, Barroso afila sus garras.
¿Y Jaime?
Hemos hablado de Barroso, pero fuera del terreno de juego, Jaime es un chico tranquilo. Muy familiar y unido a sus dos hermanos, con el deporte como nexo. En los veranos acostumbraba a jugar al tenis y en su tiempo libre es habitual verle aparecer por el Wizink con su abuelo para ver al Madrid de baloncesto. Porque es madridista hasta la médula.
Apunten. En 2016 tomó parte en una excursión familiar. Rumbo a la Undécima, contra el Atleti en Milán. En la ida se vio todas las finales del Madrid de la Champions que pudo. Un viaje de 11 horas sin pegar ojo. Un recuerdo imborrable. Como ese anhelo que le persigue en sueños: jugar algún día en el Santiago Bernabéu. Paso a paso, gol a gol.
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