PRIMERA RFEF | CASTILLA 0 - IBIZA 1
Fiesta ibicenca en el barro
El ‘baby Castilla’ sucumbe en el patatal del Di Stéfano y abre su herida del gol: ni uno en 180′. Sólo Asencio repite del año pasado. Marcó Naranjo.
Dos derrotas y cero goles. Ese es el balance del ‘baby Castilla’ en el arranque de curso. Un filial digno de Cambio Radical: sólo Asencio continúa con respecto al once de la temporada pasada (y Manuel Ángel, pero ha sido baja por molestias). Echen la vista atrás un momento: Cañizares, Tobias, Carrillo, Marvel, Obrador, Mario Martín, Theo Zidane, Nico Paz y Álvaro Rodríguez. Ninguno sigue. Nueve de los once habituales, fuera. Raúl arranca un coche nuevo. Con piezas mezcladas entre el C y, sobre todo, el Juvenil A. Que promete pero, por ahora, se cala.
Fue una derrota con brotes verdes: el juego fue malo, plano, lento. Muy previsible. Muy mejorable. Pero en jugadores como Yusi, De Llanos o Víctor Muñoz hay destellos. En este tipo de escenarios, además de París, siempre quedarán las individualidades. Y en un Castilla que requiere más trabajo, al menos queda el consuelo que tiene materia con la que trabajar. El problema está arriba: no hay pegada. No hay gol. Ni uno en 180 minutos. El equipo genera y llega, pero no atina. Asoma un problema por debajo de la puerta.
Un ‘patatal’
Tampoco ayudó el estado del césped del Di Stéfano: un patatal como pocas veces. Acostumbra este estadio a rozar lo inmaculado y, precisamente por ello, se eleva la sorpresa. No sirve de excusa para nadie. Salvo los responsables del mismo. El Ibiza, que no estuvo bien en la primera parte, subió una marcha en la segunda y le valió. Porque hasta entonces se aferró a la firmeza de Ramón Juan, guardameta y guardián a tiempo completo. Fue el MVP con diferencia. Y no por cantidad, sino por calidad: tuvo dos o tres intervenciones sobresalientes.
Hasta el punto de eclipsar la noche de Naranjo, del banquillo a la gloria en apenas una hora. Entró por el lesionado Mo Dauda, estiró al equipo y, ya en la segunda parte, halló el oro con un testarazo. Centro desde la derecha, gana la espalda a la defensa y remata a la red. La toca Fran González, pero no desvía lo suficiente. Si no llega un gigante de dos metros, poco que añadir.
Sin Gonzalo y el ‘amuleto’
A partir de ahí, paso al frente del filial, reanimado por la electricidad de Yusi, voltios de desfibrilador pegado a la cal. Una vez, otra y otra. Centros cargados de veneno que no llegaban a perforar vena. Un diluvio de sí pero noes. Lo rozó el filial. Porque las tuvo. Pero le falta pólvora y, en noches así, echa de menos a Gonzalo y Jéremy de León, ambos lesionados. Le habrían venido como agua de mayo.
El Castilla perdió. Segunda jornada y segunda derrota. Otra vez sin ver puerta. No es un mayday, porque incluso en el peor de los escenarios sería tremendista acudir ya a él, pero es innegable que este equipo aún no ha dado con la tecla. Su fútbol es muy mejorable y su pegada, ídem. Por ahora, alerta amarilla. Y fiesta ibicenca. Incluso sobre el barro del Di Stéfano. De hecho, sobre el barro del Di Stéfano.