CASTILLA - ELDENSE | ENTREVISTA AS
Casado: “Éramos el caramelito, pero dimos un meneo al Cádiz en el Carranza y aquí marcamos 5”
Jorge Casado fue uno de los héroes del ascenso a Segunda del Castilla en 2012 y se pasa por la redacción de AS para rememorarlo, ahora que el filial blanco tiene a dos asaltos repetir hazaña.
Jorge Casado (33 años) llegó al Castilla tras maravillar en la cantera Rayo y, a la segunda, paladeó el ascenso a Segunda División con una generación titánica: Morata, Joselu, Jesé, Nacho, Carvajal, Lucas Vázquez... El 27 de mayo de 2012, el vallecano celebraba tras triturar al Cádiz. Luego sería el Mirandés el que sucumbía para que el filial blanco fuera equipo de plata como campeón de bronce. Once años después, ahora que el Castilla de Raúl tiene a dos asaltos vestirse de herederos, Jorge visita la redacción de AS, como ya hiciera el día de la hazaña. (Muestra una foto de aquel momento en la que también aparecen Lucas Vázquez y Carvajal) “¡He cambiado a mejor!”, bromea. En aquel entonces era una de las promesas más rutilantes de La Fábrica. Debutó con Mourinho con el primer equipo y al hablar del portugués solamente conjuga el verbo agradecer. Betis, Ponferradina, Zaragoza y Xhanti griego fueron sus siguientes pasos hasta llegar a un Rayo Majadahonda que ahora capitanea. Jorge Casado se muestra en una entrevista con mucho fútbol, pero también con mucha vida, mucha reflexión y mucha verdad: ascensos, descensos psicología deportiva, la sociedad, la diferencia entre Mourinho y Ancelotti...
El domingo estuvo en el Di Stéfano.
Fíjate, he jugado ahí como rival, pero el otro día fui como aficionado. Llevo abonado desde 1996 y quería estar para apoyarles. Fue bonito, muchos recuerdos. Ahí viví un ascenso y la única diferencia con el partido del Cádiz era que no tenían las gradas supletorias tras la portería. Estaba igual de lleno.
Imagino que disfrutó.
Sí, muchísimo. Para mí este año siempre han sido, a pesar de rivales, claros candidatos al ascenso, a pesar de ese último bache en Liga. Pero yo los veo muy capacitados. Tienen un equipazo. Los analizas uno a uno y da gusto verlos.
¿Se esperaba tanta superioridad?
Me esperaba a un Barça un poco más valiente. Vinieron a jugar con el resultado. Es normal, tenían dos goles de ventaja, pero yo me olía que si había un gol, el Castilla le daba la vuelta. Y así fue. Un gol psicológico antes del descanso y luego los cambios en la segunda parte fueron clave. Arribas es muy diferencial, se notó cuando entró. Y Gonzalo e Iker Bravo aportaron mucha frescura. El equipo cambió totalmente.
Se notaba la tensión. De mini tenía poco y mucho de Clásico.
Yo he jugado cuatro miniclásicos en Segunda. Y aunque sea un partido más... no lo es. Hay mucha rivalidad e historia por detrás. Sea en filiales, juveniles, torneos de chicos más pequeños... Se notan los piques. Luego al final te das un abrazo y acaba todo, pero durante el partido te matas por el escudo.
Usted los conoce bien. No hace mucho les hicieron una avería (el Rayo Majadahonda remontó en los últimos minutos).
(Risas) Sí, les ganamos en el descuento. Fue el primer partido que perdían en casa. Tienes que estar con mil ojos con ellos, son muy buenos.
¿Se nota mucho la motivación extra al jugar contra el Madrid? Ha vivido las dos caras de la moneda.
Bueno. Yo no, porque lo he vivido desde dentro y soy madridista hasta la médula. Soy socio desde el 96 y mi padre y mi hermano desde el 89. Pero sí es cierto que cuando era pequeño y estaba en la cantera del Rayo, jugaba contra el Madrid con muchísima rabia (risas). Sí que se tiene (motivación). Siempre es un partido con mucha repercusión. (Piensa) Sí, sí se juega con un puntito más.
Y usted, como madridista, ¿cómo encajó la llamada del Madrid?
Pues mira, lo mío fue un poco curioso. En principio iba a firmar por el Valencia, por el filial, y mis agentes iban camino de Valencia para negociar. Pero el Madrid se metió en medio y me dijo: “Esperad, vamos a hacer una oferta”. Yo en principio fichaba para el Real Madrid C y sinceramente quería irme al Valencia, tener una experiencia fuera de casa. Mi padre me aconsejó y me dijo: “El Madrid era una gran oportunidad, valóralo”. Firmé y todo salió redondo, porque el primer día entrené con el C y el segundo me reuní con Ramón Martínez, Jorge Valdano, Pardeza y Alejandro Menéndez, el técnico, y me dijeron que a partir de ese día era jugador del Castilla.
Un entrenamiento y bingo.
Un entrenamiento y cuatro años en el Castilla. Estoy muy agradecido. Crecí en la cantera del Rayo y también les estoy muy agradecido, porque me inculcó unos valores y me dio la oportunidad de empezar a meterme en el mundo del fútbol. Fuimos campeones de Copa, de División de Honor, fuimos a la Copa del Rey, a la Copa Campeones. Pero el Madrid me ha dado todo lo que tengo hoy, los valores. El Madrid para mí es excelencia, todo lo que tengo es gracias a ellos: una casa, mis coches y el cartel que te abre el Madrid al debutar con la primera plantilla. Yo firmé por el Madrid siendo aficionado del Real Madrid y socio y a la semana siguiente estaba jugando un partido de entrenamiento contra los que eran mis ídolos. Una locura. Estoy entrenando en el Castilla y de repente me dicen: “Venga, que tienes que ir corriendo con el primer equipo a Santander”. Me convocó Mourinho para ir a un partido de Liga. Son momentos increíbles. Es algo que no se puede definir, hay que vivirlo. Luego: las giras de pretemporada, la Champions, mi debut en Copa del Rey contra la Ponferradina. Es el punto de inflexión de mi vida deportiva. Es verdad que tenía buena proyección, pero el Madrid me ha dado ese plus para para poder llegar.
¿Un trampolín?
Tal cual. Mira, el otro día estaba en Ponzano con un amigo y me reconocieron. “Tú eres Casado, el que jugaba en el Madrid”. La gente me sigue parando y se acuerda de mí. La gente de fútbol claro. Es brutal el cambio. Prensa, televisión, todo. El Castilla tiene la repercusión de un equipo de Primera División. Nos televisaban en abierto todos los partidos, los hoteles estaban llenos de gente recibiéndonos...
Es algo brutal. Me acuerdo de mi convocatoria para la gira de Los Ángeles, en mi segunda temporada en el Madrid. Estaba en Ibiza de vacaciones con Tomás Mejías y Javi Velayos. Me fui a acostar de madrugada, a las siete y pico. Y a las nueve y algo los dirigentes del club me llaman. Yo, dormido: “Oye Jorge, que la semana te vas de gira con el primer equipo”. Se me quitó todo de golpe, la resaca y todos los males (risas). Es una locura lo que viví. De ver a tus ídolos a compartir desayunos, comidas, cenas... Todo.
¿Alguno le apadrinó especialmente?
Los españoles. Al final, es normal. Cuando jugaba en Grecia me juntaba con los que hablaban castellano: argentinos, latinos. Sergio Ramos, Arbeloa, Casillas, todos nos trataban muy bien. Pero Marcelo y Pepe eran increíbles.
¿Sí?
Sí, sí. Todo el día de bromas. Éramos uno más. Y Mourinho igual. Le tengo que agradecer mucho. Era un tío que se acercaba mucho a la cantera. En las primeras noches, después de cenar teníamos tiempo libre y se venía con los jóvenes, Nacho, Joselu, Jesé, Mejías, Jesús Fernández y yo, y nos contaba historias de cuando estaba en el Chelsea, en el Inter. Mil historias. Es un tío súper cercano.
Ya que habla de Pepe, debutó a su lado contra la Ponferradina.
Daba gusto. Tienes el balón en los pies y ocho compañeros a quien pasar. Y Pepe todo el rato me hablaba. Como si tuviera un loro radiando todo el partido. Pensaba, “¡Qué fácil es esto!” (risas). También lo noté al salir del Rayo y llegar al Castilla. Los medios que tiene el Madrid son mejores. Me acuerdo que después del primer entrenamiento llegué a casa y le dije a mis padres: “No he jugado al fútbol en mi vida”. Una locura. Nacho, Juanfran, Joselu, Álex, Carvajal, Fran Rico... No había controlado muy bien el balón cuando me la limpiaban. Todos iban por delante. Luego te adaptas, claro. Todo fue sobre ruedas. En el Madrid tienes todas las facilidades para ser futbolista. Aunque también para confundirte.
¿Es complicado de gestionar esa atención mediática?
Sí. Yo tuve mi época tonta. Eres un niño, te empieza a entrar dinero.. Que si compras cosas de marca, que si coches... Te confundes. El Madrid está muy encima también, no te dejan salir del carril, te transmiten valores.
Teníais una generación de oro. Para ti que les defendías en los entrenamientos, ¿quién era el más desequilibrante?
Por ejemplo Joselu, dentro del área es imparable. Es de los mejores jugadores con los que he compartido vestuario. A Morata le das un balón largo y es gol, con la zancada y la potencia que tiene. Marcaron 30 y 20 goles, una locura. Pero para mí, de los que he jugado, el que tenía un don era Jesé. Si no llega a lesionar y a ocurrir ciertas cosas... Ese tío era una locura. Talento puro. Y era diferente, muy diferente. Cuando tenía el día, cuando quería te solucionaba el partido. Fran Rico también y eso que venía ya con la rodilla chunga. Y Nacho era un líder.
¿Ya se le veía esa personalidad?
Nacho era un año más pequeño que yo. El primer capitán era Fran Rico, pero era un líder. Te juega en cualquier parte de la defensa e incluso de mediocentro lo hizo ese año. Su hermano Álex, Juanfran, Carvajal... Qué te voy a decir (risas).
Es que vaya generación.
La generación que viene es muy buena, pero para mí, aquella generación es incomparable.
Al Cádiz le pasaron por encima, un parcial de 8-1.
Me acuerdo que nos trataban como los tontitos, los caramelitos del sorteo. El Cádiz tenía un presupuesto enorme, el Atlético Baleares también, el Mirandés de Pablo Infante, el mítico de Copa... En las entrevistas previas al sorteo todos querían al Castilla. Y el Castilla pegó un meneo al Cádiz allí en el Carranza y aquí en casa les metimos cinco.
¿Se sentían imparables?
Éramos un grupo de amigos, íbamos a comer juntos, salíamos juntos...
Puede parecer, desde fuera, que los jugadores del Castilla van de estrellitas...
No, no, para nada. Yo si te soy sincero, tenía esa impresión también, eh. Es que tenemos una sociedad que siempre prejuzga todo. Si vas bien peinado, bien vestido y con tatuajes. “Este es un chulo, un prepotente”. Pero luego los tratas y eran chavales normales. Somos chavales que salían juntos, íbamos juntos a la Universidad, a la Camilo José Cela. Yo estudiaba Magisterio.
Un grupo de chavales de 20 años.
Claro, íbamos al cine, salíamos de fiesta, éramos un grupo. Me acuerdo el día antes del partido del Cádiz, el hotel tenía un jardín y nos liamos allí a pegarnos entre nosotros de cachondeo. Éramos un grupo de amigos.
Usted también estuvo en la fase de ascenso anterior.
Sí, cuando perdimos contra el Alcoyano. Creo que nos confundimos por jugar en el Bernabéu. No lo habíamos tocado nunca. Nos lo ofrecieron, para que hubiera más gente y tal, y nos quedó grande. No estuvimos a la altura (perdieron 0-2). En la vuelta hicimos un buen partido (2-2), pero no pasamos. Al año siguiente no cometimos el mismo error.
Aprendieron de los errores. ¿Les ofrecieron el Bernabéu?
Sí, pero dijimos que no. Además iban a poner grada supletoria. Y el cambio fue enorme.
¿Tanto cambia el conocer más o menos un campo?
Sí, sí. Yo cuando jugaba en el Rayo teníamos un campo de césped artificial que me encantaba. Era una auténtica castaña (risas), estaba fatal, pero me sabía cada bote que daba el balón en el campo. El campo suma mucho.
Y ascienden.
Y el primer partido jugamos contra el Villarreal de Marcos Senna, Mario Gaspar, Manu Trigueros, Marcelino como entrenador... Perdimos 2-1, pero jugamos bien. El segundo partido ganamos al Barça en el miniclásico. Había equipazos. En la vuelta, a ese Villarreal que terminó ascendiendo le metimos 5-0. Acabamos cerca de los puestos de playoff y por delante del Barça B. Encima llegaron Fabinho y Casemiro.
Que Fabinho ahí era lateral derecho.
Sí, quien iba a imaginar que llegaría donde está, en el equipo que está, y como pivote. Era una buenísima persona, era encantador. Y Casemiro, en cuanto se puso en forma, se notaba. Marcaba la diferencia.
No obstante, a pesar de esas llegadas, fue un grupo muy continuista.
Sí, con alguno estuve los cuatro años. Ese año de Segunda fue increíble. El siguiente, mi último en el Castilla, fue muy raro. Yo también quería salir. Me llamó el Celta para jugar en Primera y querían pagar por mi traspaso, pero al final no pudo ser.
No le dejaron.
No me dejaron y de todo un poco. Me veía con edad para ir a Primera, pero bueno, cosas del fútbol. El año lo empezamos fatal, perdiendo siete partidos. Luego echaron al míster y recondujimos con Manolo Díaz. Pero al final, malos resultados al final y perdimos el último partido con el Murcia cuando nos jugábamos la salvación (1-0).
¿Es duro ver marchar a Toril después de tantos éxitos juntos?
Es fútbol, pero te da mucha pena. Sobre todo cuando haces un vínculo con el entrenador, uno de los que más me ha marcado en mi carrera. Es quien mejor rendimiento me ha sacado. Me dio mucha pena, pero es el fútbol, como digo. En el fútbol se hacen amistades diferentes a la vida normal. Pasas mucho tiempo con tus compañeros, los ves más que a la familia y eso da mucha unión.
Antes hablaba de la pretemporada, esa última fue con Ancelotti, ¿no? Muy diferente a Mourinho, entiendo.
Sí. Siendo sinceros, Mourinho me dio la vida. Ancelotti me convocó en Champions, entrenaba un par de días con ellos a la semana, pero no tiene ese vínculo con la cantera que sí tiene Mourinho, que hizo debutar a muchísima gente: Sarabia, Juankar, Juanfran, Pedro Mendes, Joselu, Nacho ya había debutado pero le hizo volver a jugar, Morata, José Rodríguez, Jesé, yo... A Ancelotti también le respeto mucho, pero siempre habría que tener una puerta abierta para dar libertad a los chavales de la cantera. Por ejemplo, Arribas está capacitado para jugar en la primera plantilla, Rafa Marín en defensa, Álvaro y Mario Martín me parecen dos jugadorazos...
Hicieron un partidazo contra el Barça.
Aparte de Arribas, el que hace funcionar a todo el equipo es Mario. Me gusta. Cuando jugamos contra ellos me pareció un espectáculo.
¿Es quién más le gusta del Castilla?
Arribas, Arribas. Cuando venía con el balón controlado cuando nos enfrentamos decía: “A ver por dónde me sale este cabrón” (risas). Cómo conduce la pelota, con el balón pegado al pie. Te sorprende. Es muy bueno. Es futbolista claramente de Primera.
¿Cómo ve la eliminatoria ante el Eldense?
Que la gente no se confunda por lo del otro día. El Eldense es un equipo veterano. El Barça es un filial y entre errores, desde el resto, se cometen más errores y se aprovechan menos. El Eldense tiene grandes jugadores, contra los que me he enfrentado estos años, y el Castilla tiene que tener cuidado. Es un equipo muy fuerte en su campo y deben sacar un buen resultado en la ida. No va a ser fácil.
Los filiales dejan jugar más.
Sí. Fíjate el Celta B. En la ida, en Balaídos, el Celta fue bien, pero en la vuelta el Eldense fue una apisonadora. No será fácil, pero tengo buen presentimiento.
¿Son quizá las desconexiones lo más peligros que tiene el Castilla en contra?
Es el problema de los filiales. Lo he vivido, nos pasa. Tu peor enemigo eres tú mismo, te desconectas. Nuestros resultados en mi primer año eran 3-5, 4-2... Marcaban muchos goles, pero también los encajabas.
¿No le desesperaba siendo defensa?
Si yo era más ofensivo que defensivo (risas). Ahora ya me he metido como central y me repatea que me marquen un gol, pero antes era más ofensivo. No marcaba mucho, pero solía terminar con siete u ocho asistencias. Tengo menos desborde... (risas), pero tengo buena pierna izquierda, buen centro.
Vosotros aprendisteis del error del año anterior. ¿Ve al Castilla en ese punto de madurez?
Sí, sí, después de cómo compitieron el otro día sí. Y aparte, Raúl por lo que le conozco, es un animal de la disciplina.
Antes hablaba de comprar ropas de marca y descarrilarse. Raúl se opone a eso.
Eso he escuchado, que tienen un régimen interno muy estricto y me parece bien. Raúl ha pasado por aquí y sabe lo que es en el futuro. Me estoy sacando el tercer nivel de entrenador. En el futuro, posiblemente sea igual. No por putear, sino por ayudar.
Para reconducir.
Sí, a mis compañeros jovencitos que suben se lo digo. Es normal que con 16 años estés con la tontería, pero intento que, si salen un poco del camino, si saca la patita, que vuelva a guardarla.
Habla como un veterano. ¿Se ve con carrete?
Ha sido un año un poco complicado por la lesión, la verdad, porque psicológicamente he estado bastante jodidillo. Sí, he pasado por momentos jodidos y cuando la cabeza no está bien, lo demás no funciona. Lesiones que nunca he tenido y he recaído. Lo he pasado muy mal. Pero con ayuda he salido adelante y me siento orgulloso. Fíjate, desde febrero para acá he jugado prácticamente todos los partidos, casi todos los minutos y y rindiendo a un gran nivel. Yo me veo jugando. Lo que tengo claro es que quiero retirarme yo, no que me retiren.
¿Eran las lesiones las que le atacaban la mente?
Eran temas personales, ha sido tema mío, cosas que pasan en la vida. No te das cuenta. No valoras las cosas en su momento y cuando salen a la luz, te pegan una hostia de cojones. Y te afecta. Al final te afecta en todo. Y fíjate que a nivel de números quizás ha sido mi mejor temporada, he marcado cinco goles, una asistencia y luego he jugado todos los partidos 90 minutos. A nivel colectivo hemos sufrido mucho, empezó la cosa mal y casi acaba muy mal. Pero bueno, al final logramos la permanencia y sobre todo pues durará lo que dure. Personalmente, como te decía, que me retire yo y que no venga alguien a decirme que ya no estoy para esto. Quizás me veo en el mejor momento de mi vida. Estoy muy bien físicamente.
Ahora los futbolistas estiran mucho más el chicle.
Ojalá me quitara yo unos años. Con el físico que tengo y con lo que sé, me encuentro muy bien.
¿Ha recurrido a un psicólogo deportivo? Antes era tema tabú, pero ya está más interiorizado.
Sí. En una rueda de prensa por octubre, el equipo estaba totalmente bloqueado y decía eso, decía que la cabeza es muy hija de ... Si no quiere la cabeza, por muy bien que estés, no tiras hacia delante. A mí me pasó en el Betis. Llegué de pretemporada en uno de los mejores momentos de mi vida. En verano marqué dos goles y todo. Pero claro, yo salía de un mundo un poco irreal, que era el Castilla en el que teníamos, si se llenaba el campo, siete u 8000 personas. Y llego a Sevilla, a un Betis que venían de un descenso y todos los días 40.000 personas que si fallabas un pase... A mí eso me pudo, no supe gestionarlo ni en lo deportivo ni en lo personal. Yo salía de entrenar llorando y mi psicólogo, sinceramente, en ese momento eran mi pareja y mi hermano, que le llamaba todos los días llorando y llorando y llorando.
No supe gestionarlo, pero tampoco recurrí a un psicólogo. No recurrí porque yo consideraba que eso es de locos. Por ejemplo, en Zaragoza, la muerte de uno de mis mejores amigos me hizo recurrir a un psicólogo y me fue genial. Ahora estoy trabajando con uno. Te dan apoyo, te dan una visión que yo creo que todos deberíamos tener. Estaba muy confundido de lo que un psicólogo significa.
Al final, si se va al médico para un chequeo, ¿por qué no hacer lo mismo con la mente?
Ahí está. Es que es eso. ¿No revisamos los coches? Vamos a revisarnos a nosotros mismos. Nosotros en el club tenemos de todo. Tenemos un psicólogo deportivo y muy bien. Trabajo con el, y también con una persona del club, con Cris, y genial. Deberíamos hacerlo todos. Me acuerdo que mi madre me decía: “¿Qué te aporta un psicólogo que yo no te puedo aportar?”. Y le decía que justo eso. Tú eres mi madre y tú siempre vas a mirar lo mejor para mí y vas a querer lo mejor para mí, pero un psicólogo a veces te abre los ojos. Te das cuenta de que no es por esa puerta y tú sigues entrando y queriendo entrar. Y te caes y se te cae todo. Y es que a lo mejor es la puerta de al lado y estaba muy confundido. Es lo que te he dicho antes. Somos una sociedad un poco hipócrita y prejuzgamos demasiado.
Totalmente.
Ves a un tío por la calle tatuado hasta las cejas y... “¡Vaya pintas!”. Pero es que a lo mejor es el doctor que te va a salvar la vida más adelante. Mira lo que ha pasado estos días con Ruibal y con Borja Iglesias. ¿Qué más te da a ti cómo vistan o dejen de vestir? Efectivamente, ámate a ti mismo, abre tu armario y vístete como te apetezca. Píntate las uñas, las cejas, los morros o lo que tú quieras. Las redes sociales hacen muchísimo daño. Sólo queremos aparentar. En plan, mi vida es la hostia y luego, estás en la mierda. Como te he dicho antes, quizá estás bien físicamente, pero no de la cabeza. Vamos a mirar por nosotros mismos.
El problema, además, es que parece que sólo pensamos en tomar medidas cuando estamos mal. No hemos llegado al punto de ir a un psicólogo de manera natural. Al menos, yo no...
Claro, parece que estamos esperando a estar mal para tomar medidas y eso no debe ser así. Yo ahora, por ejemplo, no voy a dejar de ir. Son herramientas de trabajo que yo creo que tenemos que tener. Pero no solo en el fútbol, en todo, en la vida normal.
Un potencial maestro, muy familiar, con una espinita clavada
Desde luego... Para cerrar, me gustaría dispararle algunas preguntas rápidas. Por conocer un poco mejor a ese vestuario del Castilla y también a Jorge en lugar de a Casado.
Vamos allá.
¿Quién era el más bromista de ese vestuario?
Álex Fernández y Carvajal. Era de cachondeo, no de bromas pesadas. Desde por la mañana ya te empezaban a torcer la tuerca. Pero no podía decir nada, es que eran muy graciosos (risas)
¿El más cascarrabias?
Uf, no te sabría decir. El más serio, quizá, Nacho. Era muy correcto. Pero no cascarrabias. Nacho era capitán.
¿El más personaje?
¡Mandi! De los compañeros más zumbados que he tenido. Increíble. Mola un montón.
¿El hermano mayor entre tanto chaval?
Para mí, Tomás Mejías. Tengo una relación increíble con él desde que llegué. Pero a nivel general... Nacho y Tomás. Eran los más cabales.
¿Hubo fiesta después del ascenso?
Sí, sí. Cenamos en un sitio que nos invitó el dueño y luego al Garamond, el antiguo, el de la Puerta Alcalá.
¿Se hizo de día?
(Risas) Claro, lo necesario en esos momentos.
¿Alguna promesa por ascender?
No, no. Nadie se rapó ni se tiñó el pelo (risas).
¿Momento más extraño en el fútbol?
Cuando llegabas a un equipo nuevo, lo típico de cantar siempre da vergüenza. Pero lo más raro... Grecia. Allí vi cosas que... Joder.
¿Cómo qué?
Una locura. Veías a gente en el campo, un jugador sacando de banda y el aficionado justo detrás. Un fanatismo de locos. Estaba allí en la temporada que el presidente del PAOK bajó con la pistola al vestuario. Eran muy sinvergüenzas con los pagos. De todo.
¿Ídolo de infancia?
Roberto Carlos, como lateral izquierdo. Y más actual, Ramos. Como líder de un vestuario es increíble. El capitán era Casillas, pero Ramos era un líder. Es increíble.
¿Si no hubiera sido futbolista?
La enseñanza. Por eso estudié magisterio, me gusta mucho enseñar a los niños.. Hice un grado superior, el TAFAD, de Educación Física, y luego a la carrera. Pero como ya empecé con el fútbol y veía que iba bien, me centré en ello. Aparte, por mi padre y mi hermano. Si no hubiera sido por ellos no estaría donde estoy. Porque han hecho un esfuerzo enorme. Quedarse sin vacaciones, llevarme a todos lados. Y mi madre... Fíjate, mi madre está enferma y está casi ciega a día de hoy. Tiene esclerosis múltiple y me estuvo llevando en coche hasta llegar a ser incluso arriesgado. Pero es que no había otra, no teníamos medios. Soy lo que soy gracias a ellos.
¿Fue su padre el que le metió el gusanillo del fútbol?
Mi padre es mi mayor fan. Sí, mi padre y mi hermano, los dos. Si mi madre no estuviera en este estado, yo creo que mi padre iría a todos los viajes que pudiera. Mi padre ha jugado también al fútbol, no a nivel profesional, pero le encanta. Si está mi padre en casa, solo hay fútbol en la tele y mi hermano igual. Él también jugó, pero se rompió la rodilla y decidió dedicarse a los estudios y es ingeniero. Pero sí, es lo que he mamado en casa y salió bien, así que, adelante.
¿Tiene alguna espinita clavada?
Pues el no haber jugado en Primera División en España y eso que te contaba antes del Betis, que no supe gestionarlo. Pude haber puesto medios para solucionarlo y no lo hice. El fútbol son decisiones. Ese año, al salir del Castilla, tenía dos ofertas muy buenas. Una del Córdoba que acababa de subir a Primera y la otra del Betis, que había descendido. Lo puse en una balanza, me senté con mi familia y me decidí por el Betis. A lo mejor, en el Córdoba hubiera jugado 38 partidos en Primera. Quién sabe. Pero la mayor espinita es no haber sabido gestionar los momentos malos que pasé como sí estoy haciendo ahora.
Pero la madurez de entonces no es la de ahora.
Eso es. Esta temporada por ejemplo. Estaba hecha una mierda al principio y mira cómo acabé. Pues en ese momento, haber hecho lo mismo. Es decir: “Joder, que tú puedes con esto”. Y a mi no me gusta echar balones fuera. Que si la afición, el entrenador, el club... Eso a mí no me gusta. Si el problema es mío, es mío. Habré jugado mejor o peor en los lugares donde he estado, pero siempre he intentado dar el 100%. Pero el fútbol no es solo eso. El aficionado quiere siempre lo mejor sobre el campo, pero detrás hay una vida y si hay gente que no sabe gestionarlo... Hay mucha vida detrás de ser futbolista.