Arbeloa estrena ‘killer’
Jaime Barroso recoge el testigo de Hugo de Llanos e Iker Bravo. En siete partidos de Liga con el Juvenil A, nueve goles. El Madrid se impuso a Barça y Atleti por su fichaje en 2022.
El Juvenil A del Madrid cuenta sus duelos de División de Honor por triunfos. Diez de diez. Un rumbo que pudo dejar de lucir impoluto el sábado. El Diocesano se adelantó y amenazó el pleno... hasta que apareció Jaime Barroso. Primero quitó el envoltorio a un caramelo de Óscar Mesa, después aprovechó una arrancada de Valde. Ante el portero, tac. Una pequeña vaselina y partido volteado. Doblete. Su octavo y noveno zarpazo de la temporada en siete partidos ligueros (por lesión se ha perdido tres). Pichichi del grupo. Buscará desenfundar de nuevo el domingo en el miniderbi. Con el Atleti a cinco puntos, ganar en el Cerro puede ser decisivo. Hugo de Llanos ya solo aparece en la Youth e Iker Bravo se ha ganado el salto a la Sub-21 desde el Udinese. Eran los artilleros del curso pasado. En este, Jaime ha recogido el testigo.
Tiene 17 años (23 de septiembre de 2007) y el gol es su leitmotiv, su llave para abrir puertas. Las de la Selección, (ya ha sido llamado por la Sub-18, amén de Sub-16 y Sub-17) y las de La Fábrica. El Madrid se fijó en su olfato cuando trituraba redes en el Rayo Vallecano. Era 2022 y sus 29 tantos con el Cadete B de La Franja colocaron su nombre en las mejores agendas del panorama nacional. En las de Chamartín, pero también descolgaron el teléfono Barcelona, Atleti o Valencia. No obstante, el proyecto presentado y su corazón decantaron la balanza. Un sentimiento, el de Jaime, que le viene de cuna, de sus visitas al Bernabéu cuando era niño de la mano de su padre y de su abuelo, socio del Madrid y gran apoyo del joven ariete.
En Valdebebas cayó de pie. En la 2022-23, 35 tantos. La mayoría con el Cadete A de Pau Quesada, pero también debutó y goleó con los juveniles, para dar un salto doble la pasada campaña. El natural, al Juvenil B, pero no tardó, tras marcar 10 tantos en 725 minutos, en subir otra planta más. Medio curso de aprendizaje en el A (tres tantos en 630′), para arrancar la 2024-25 con galones. Una lesión con la Sub-18 en el parón de octubre le trastabilló, pero contra el Milan, en la Youth (tres semanas de baja) disputó la media hora final y ante el Diocesano regresó a la titularidad. Y volvió como se fue, goleando y por partida doble. Con el traje de nuevo killer de Arbeloa.
¿Cómo juega?
Jaime Barroso es un delantero zurdo puro, un 9. Por dorsal y espíritu. Con clarividencia en el mano a mano (ambos tantos al Diocesano fueron a un palmo del portero), un estupendo uso de su corpachón y peligroso en el desmarque de ruptura. Pero, sobre todo, con gol. Es el mejor resumen. Aunque comenzó como extremo izquierdo, en Vallecas no tardaron en detectar que su relación con la portería rival debía potenciarse y centraron su posición. Desde entonces, perforar redes ha sido su forma de vida. Como la de sus grandes ídolos, los Ronaldos, Cristiano y Nazario. Al primero lo pudo disfrutar en directo, en esas visitas familiares al coliseo blanco, al segundo lo escudriña en vídeos, buscando inputs para mejorar. Detalles que han ido modelando un perfil aún, como es lógico, con aristas por pulir. Pero con un crecimiento muy bien valorado tanto desde Valdebebas, de ahí que le blindaran el pasado diciembre con una cláusula de rescisión de 50 millones de euros, como desde la RFEF.
De Barroso a Jaime
Fuera del terreno de juego, Jaime es un chico tranquilo que guarda con cariño una anécdota que siempre le hace sonreír: en su primer año en La Fábrica tuvo que cantar y bailar delante de sus compañeros. Una ‘actuación’ que borró de un plumazo cualquier conato de vergüenza. Muy familiar y unido a sus dos hermanos, el deporte le apasiona. En los veranos acostumbraba a jugar al tenis y en su tiempo libre es habitual verle aparecer por el Wizink con su abuelo para ver al Madrid de baloncesto. Mientras que en su horizonte, amén del Atlético el domingo, está la universidad. Le ronda la mente alguna carrera relacionada con la economía, para enfocarla, cómo no, al deporte. Y, por supuesto, su gran anhelo: jugar algún día en el Santiago Bernabéu. Paso a paso, gol a gol.
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