“Mamá, tengo una buena noticia y una mala. La buena es que tengo una oferta, la mala es que es de Ucrania”
El donostiarra Jon Ceberio es uno de los tres futbolistas españoles que disputan la Premier League ucraniana con el Epicentr Kamyanets-Podilskyi.

Casi cuatro años después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, mientras buena parte del país sigue marcado por la incertidumbre, el fútbol ucraniano resiste. Lo hace como puede, entre viajes largos, estadios improvisados y toques de queda que convierten cada desplazamiento en una pequeña aventura. En ese escenario improbable, tres futbolistas españoles —Jon Ceberio, Nil Coch y Joaquinete Cifuentes— se han convertido en piezas clave del Epicentr Kamyanets-Podilskyi, un club joven que acaba de ascender a una Premier League ucraniana en la que pelea por consolidarse.
“Estamos muy bien. Nuestra ciudad, Kamyanets-Podilskyi, está cerca de la frontera con Rumanía y se vive con bastante tranquilidad”, explica Jon Ceberio (San Sebastián, 1996), centrocampista donostiarra de 29 años que llegó en agosto al Epicentr procedente del CD Lugo. “Es un club prácticamente nuevo que está intentando crecer paso a paso. El estadio donde lograron el ascenso el año pasado no cumplía los requisitos para jugar en Primera, así que disputamos los partidos como locales en Ternópil, a unas dos horas”, detalla. “Para ser su primera temporada en la Premier League, el club está bastante bien. Se nota que aún les falta experiencia, que son nuevos en muchas cosas, pero avanzan con buena dirección”, añade Ceberio.
El FC Epitsentr Kamianets-Podilskyi, fundado en 1960 y trasladado a Kamyanets-Podilskyi en 2022 desde Dunaivtsi, es un club en pleno auge. Apoyado por la cadena comercial Epitsentr K, logró el estatus profesional en 2020 y alcanzó la Premier League en la temporada 2024/25. “El presidente tiene mucho dinero y quiere hacer muchas cosas, incluso un estadio nuevo, pero con la guerra todo va despacio. Imagínate que los construyen y acaba destrozado”, explica Jon Ceberio, que llegó a Ucrania a través del mismo representante que gestionó los fichajes de Nil y Joaquinete: “Al principio te acojonas un poquito, claro, pero llevaba tiempo con ganas de salir al extranjero y vivir la experiencia de jugar fuera de España. Me convenció lo que me contaron y las condiciones, así que dije: ‘Pa’ lante’. Es una Primera División, juegas contra equipos como el Diamo Kiev o Shakhtar… Decidí venirme a la aventura y la verdad es que estoy muy contento”.
“Hijo, ¿a Ucrania, de verdad?
Jon Ceberio lo tuvo claro, no así su familia: “Llamé a mi madre y le dije: ‘Mamá, tengo una buena noticia y una mala. La buena, que tengo oferta de un país europeo; la mala, que es del último país al que te gustaría que me fuera’. Y me dijo: ‘Hijo, ¿a Ucrania, de verdad?’ Acertó a la primera. Estaba asustada, pero le comenté lo que me habían dicho Nil y Joaquín, que era seguro y estaba todo controlado. Mi novia igual, se quedó en shock, pero la oportunidad era muy buena".
Fuimos a jugar a Kiev y la madrugada anterior había habido un bombardeo a dos o tres kilómetros. Tú piensas: ‘Ah, pues no vamos ni de coña’. Y vas igual.
Jon Ceberio
Y Jon no se equivocaba. Porque, hasta ahora, su vida en Ucrania transcurre con “relativa normalidad”. “No es 100% como en España, obviamente. Hay toque de queda a las 12, que no es obligatorio, pero sí recomendable. Tampoco aconsejan coger el coche por la noche si no es estrictamente necesario. El resto es ‘normal’. Entiendo que no es la palabra exacta porque hay gente que está en la guerra, otros que han perdido su trabajo... Pero tu bajas a la calle y todo está abierto, la gente está tomando café en las terrazas”, expone Ceberio, que fue sorprendido por las alarmas antiaéreas durante sus primeros días en Ucrania: “Suenan cuando pasa algo, aunque sea en la otra punta del país. La primera vez que la escuché me quedé en shock”.
Para los futbolistas españoles del Epicentr, cualquier símbolo de guerra resulta tan inesperado como inverosímil. Los locales, sin embargo, parecen estar acostumbrados. “Fuimos a jugar a Kiev y la madrugada anterior había habido un bombardeo a dos o tres kilómetros. Tú piensas: ‘Ah, pues no vamos ni de coña’. Y vas igual. Los locales lo llevan de manera natural y eso nos da confianza. Parecen tenerlo todo bastante controlado”, explica Jon Ceberio, consciente de que la Premier League ucraniana esquiva los territorios más conflictivos: “Hay clubes con sede cerca de Rusia que hace ya mucho tiempo que no juegan en su ciudad. O el Shakhtar, que lleva ya años fuera de Donetsk. La zona más cercana al conflicto a la que viajamos creo que es Oleksandría. Todo lo demás se juega de Kiev hacia la frontera con Rumanía y Polonia”.
El fútbol, de hecho, sigue siendo un refugio para los aficionados. “Salimos a cada partido con la bandera de Ucrania en la espalda y se guarda un minuto de silencio por los fallecidos. Hay veces que el saque de honor lo hace alguien que ha perdido a un familiar e invitan a gente que ha estado en la guerra. A veces ves a personas con una pierna o un brazo amputado. El conflicto está muy presente”, explica Ceberio, que se ha encontrado con una liga “muy física y de duelos constantes”: “Tácticamente están algo por detrás de lo que tenemos en España. No hay mucha gente que entienda bien el fútbol o que sea tácticamente ordenado, pero lo compensan corriendo y siendo muy intensos. El Shakhtar y el Dinamo Kiev están un punto por encima, pero el resto es muy competitivo. No hay ningún equipo ante el que pienses: ‘No hay nada que hacer aquí’”.
Jon Ceberio se marchó solo a Ucrania —“es el primer año que me separo de mi novia y está costando un poquito”—, por lo que coincidir en el vestuario con otros dos futbolistas españoles, Nil Coch y Joaquinete Cifuentes, ha hecho que la adaptación sea mucho más llevadera. “Cuando tenemos dos días libres, nos escapamos juntos o quedamos para cenar o tomar un café. Que ellos llegaran antes y me transmitieran tranquilidad fue clave para decidirme a venir. En el campo también nos entendemos muy bien, así que no podría pedir más”, asegura.
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Ceberio actúa como centrocampista, Nil es defensa y Joaquinete, máximo goleador del equipo con tres tantos, juega en la delantera. “Nos costó arrancar, y en los últimos partidos hemos intentado estar más juntos y defender bien, pero al entrenador, Sergiy Nagornyak, le gusta tener el balón”, explica el donostiarra, que se perdió el último encuentro tras un choque que le provocó una herida en la rodilla que requirió diez puntos de sutura. “Me hicieron una avería tremenda, literalmente tengo un agujero en la rodilla. Lo bueno es que fue superficial. Espero estar pronto de vuelta para seguir ayudando al equipo”, concluye Ceberio desde un país, Ucrania, en el que está prohibido rendirse.
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