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SEVILLA

Iheanacho por En Nesyri

Seis jornadas han bastado para ver que la plantilla del Sevilla se sigue devaluando. Ninguno de los fichajes mejora o iguala a los que se han ido

Orta, con Agoumé y Iheanacho.
Toni Rodríguez

Aunque haya quien prefiera mirar al dedo, el entrenador, en lugar de a la luna, la dirección deportiva, lo cierto es que el problema del Sevilla, por tercera temporada consecutiva, va mucho más allá del banquillo. Lo que empezó en la última temporada de Monchi, la 22/23, lo ha confirmado Víctor Orta en su dos temporadas en Nervión. La plantilla del Sevilla sigue devaluándose y nadie de los que llegan mejoran o ni siquiera igualan a los que se van. Todo lo contrario, los empeoran y por mucho.

Víctor Orta lo tenía claro en la presentación de García Pimienta: “Estoy en mi mejor momento y va a ser mi mejor verano”. Y su verano y el de sus ayudantes, Alberto Cordero y Gaby Ruiz, se puede resumir en el título del artículo. Iheanacho por En Nesyri. Un delantero top mundial por uno que se encontraba sin equipo y que por lo visto hasta la fecha, debía estar pensando más en un retiro dorado que en continuar en la élite, por muchos capotes que le esté echando el entrenador.

Otra pata del banco es la del entrenador, un García Pimienta que no ha engañado a nadie y que siempre ha tenido sobre sí la espada de Damocles de haber sido elegido por Orta. Porque por Orta también fue elegido el inefable Diego Alonso, mientras que Quique el salvador de la pasada temporada, tuvo sus más y sus menos con el director deportivo. Quique marcó el camino y dio la receta para salvarse con holgura y sacar la mejor versión de piezas como Kike Salas o Isaac Romero que podrían dejar elevados beneficios. Tres centrales y dos puntas. Pues el Sevilla planificó la temporada con todo lo contrario en el banquillo.

¿De qué tiene culpa García Pimienta? De haberse creído que tendría a un equipazo a sus órdenes. Y de haber tragado con ello. Se equivoca, claro, pero con piezas defectuosas es más complicado acertar. Alguien debería explicar por qué vale nada menos que 4 millones de euros la mitad del pase de un Agoumé que nadie sabe si ataca o defiende. O por qué se confecciona una plantilla en la que a su tercer partido, Saúl tiene que ser capitán. O simplemente, por qué todo el que viene es peor que el que se va.

La dirección deportiva puede estar tranquila mientras en la cúpula se siga con la lucha de poder en la que no toda la culpa va a ser siempre del invasor. El entrenador, pues ya se ve en el disparadero. Lo normal cuando viene Iheanacho por En Nesyri.

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