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REAL MADRID

Las 36 Ligas del Real Madrid

La primera liga llegó en la temporada 1931-1932, la cuarta edición de la historia de LaLiga. Hasta hoy, es el equipo español con más títulos ligueros.

El Madrid estrenó su palmarés en el campeonato de Liga en la cuarta edición de la historia. Los blancos conformaron un gran equipo, perfectamente estructurado en todas sus líneas, motivó el primer título blanco. Zamora (el primer fichaje galáctico: costó 150.000 pesetas de la época), Ciriaco, Quincoces, Leoncito, Lazcano, Olivares... fueron los grandes héroes de la primera Liga blanca. El inicio de un romance eterno. Todos ellos dirigidos por Lippo Hertzka, un entrenador húngaro que apenas estuvo dos temporadas en el banquillo del Madrid, aunque fue tiempo suficiente para conquistar la primera Liga con el equipo blanco. Hertzka era un gran conocedor del fútbol, aunque en el club no se le consideraba demasiado trabajador. Esto fue lo que motivó definitivamente su cese como técnico madridista en 1932.  Aquel primer Madrid campeón de Liga jugó bajo la dirección de Lippo Hertzka, que fiel al estilo de juego de la época, disponía sobre el campo un sistema 1-2-3-5. La ventaja de aquel equipo era la solidez defensiva que aportaba la pareja Ciriaco-Quincoces. Ambos habían llegado del Alavés junto con Olivares. La directiva blanca pagó 60.000 pesetas de la época por los tres, pero consideró a los zagueros en 25.000 pesetas cada uno, y en 10.000 al delantero. Tanto Ciriaco como Quincoces se entendían a la perfección y formaron, junto a Zamora, un muro infranqueable: el Madrid no perdió ningún partido (10 victorias y ocho empates en 18 encuentros). El guardameta, además, sólo encajó 15 goles en 17 partidos. Los tres formaron una zona defensiva de época. El centro del campo destacaba por el gran entendimiento de la tripleta Leoncito (fue el único jugador que participó en los 18 encuentros ligueros)-Prats-Ateca. En la delantera, Luis Regueiro ejercía de líder (era uno de los jugadores con más clase de la época) y Manuel Olivares era la referencia goleadora (marcó 11 de los 37 goles madridistas en Liga), mientras que Lazcano, que ponía el desborde desde el extremo, fue el pilar para que los blancos se proclamaran campeones de Liga en casa de su máximo rival, el Barcelona, en Les Corts tras empatar a dos tantos.
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1931-32.- Primera Liga. El principio de todo

El Madrid estrenó su palmarés en el campeonato de Liga en la cuarta edición de la historia. Los blancos conformaron un gran equipo, perfectamente estructurado en todas sus líneas, motivó el primer título blanco. Zamora (el primer fichaje galáctico: costó 150.000 pesetas de la época), Ciriaco, Quincoces, Leoncito, Lazcano, Olivares... fueron los grandes héroes de la primera Liga blanca. El inicio de un romance eterno. Todos ellos dirigidos por Lippo Hertzka, un entrenador húngaro que apenas estuvo dos temporadas en el banquillo del Madrid, aunque fue tiempo suficiente para conquistar la primera Liga con el equipo blanco. Hertzka era un gran conocedor del fútbol, aunque en el club no se le consideraba demasiado trabajador. Esto fue lo que motivó definitivamente su cese como técnico madridista en 1932. Aquel primer Madrid campeón de Liga jugó bajo la dirección de Lippo Hertzka, que fiel al estilo de juego de la época, disponía sobre el campo un sistema 1-2-3-5. La ventaja de aquel equipo era la solidez defensiva que aportaba la pareja Ciriaco-Quincoces. Ambos habían llegado del Alavés junto con Olivares. La directiva blanca pagó 60.000 pesetas de la época por los tres, pero consideró a los zagueros en 25.000 pesetas cada uno, y en 10.000 al delantero. Tanto Ciriaco como Quincoces se entendían a la perfección y formaron, junto a Zamora, un muro infranqueable: el Madrid no perdió ningún partido (10 victorias y ocho empates en 18 encuentros). El guardameta, además, sólo encajó 15 goles en 17 partidos. Los tres formaron una zona defensiva de época. El centro del campo destacaba por el gran entendimiento de la tripleta Leoncito (fue el único jugador que participó en los 18 encuentros ligueros)-Prats-Ateca. En la delantera, Luis Regueiro ejercía de líder (era uno de los jugadores con más clase de la época) y Manuel Olivares era la referencia goleadora (marcó 11 de los 37 goles madridistas en Liga), mientras que Lazcano, que ponía el desborde desde el extremo, fue el pilar para que los blancos se proclamaran campeones de Liga en casa de su máximo rival, el Barcelona, en Les Corts tras empatar a dos tantos.

Una vez conquistada la primera Liga de su historia, el objetivo de la entidad madridista era repetir éxito. Para ello, decidió fortalecer la plantilla, pero también empezó su revolución en el banquillo. El inglés Robert Firth fue elegido para suplir a Lippo Hertzka: la directiva consideraba que el húngaro no tenía fuerza con los jugadores, se le consideraba poco trabajador. Para más inri, una eliminación copera ante el Deportivo de La Coruña, entonces en Segunda División, sentó muy mal para gran parte de la afición. 

Míster Firth aterrizó en el Madrid en el verano de 1932, procedente del Racing de Santander. Su cometido era difícil, pues su predecesor le había dejado una Liga como listón y todo lo que no fuese igualar aquel éxito podía considerarse una decepción. Desde la salida de Hertzka en el mes de agosto, hasta la llegada de Firth en septiembre, Santiago Bernabéu ejerció de entrenador interino del equipo. Mr. Firth sólo entrenó al Madrid durante una temporada, pese a que finalmente lograría revalidar el título de Liga, cumpliendo el principal objetivo de la temporada. Le sustituiría en el cargo Francisco Bru.

La llegada del británico no supuso ningún cambio de importancia en la filosofía de juego del Madrid. Ni siquiera cambiaron demasiado las piezas. La defensa se mantuvo inalterable y rindió al mismo nivel del año anterior. En la delantera, Eugenio sacó a Lazcano del once titular y rindió a un nivel excelente. La línea que más varió fue la del centro del campo. Pedro Regueiro, hermano de Luis, Valle y Gurruchaga formaron un nuevo trío en el centro del campo. Los tres eran jugadores de corte ofensivo y eso se notó en el estilo de juego del equipo. Leoncito jugó menos, pero era la solución para determinados partidos o situaciones. En la segunda vuelta, Samitier fue casi fijo en la delantera desde su llegada. Precisamente, una de las grandes noticias de la temporada fue la salida de Samitier del Barcelona, tras catorce años liderando al equipo azulgrana. La directiva culé decidió darle la baja junto a otros compañeros de la plantilla y El Mago, como era conocido, fichó por el Madrid en enero de 1933: jugaría la segunda mitad de la temporada y la siguiente al completo. En ese año y medio, disputaría 22 partidos con 12 goles anotados.

El Madrid ya había logrado su primer título y el objetivo era repetir el éxito. La temporada comenzó con una inesperada derrota en Sarriá frente al Español (terminó la primera vuelta como líder del torneo), pero poco a poco los blancos fueron corrigiendo su temporada basándose de nuevo en el muro defensivo Zamora (jugó todos los partidos ligueros y volvió a ser el meta menos goleado con 17)-Ciriaco-Quincoces, que cada vez estaba más perfeccionada y los registros de Olivares respondían a las expectativas (anotó 15 goles en 14 encuentros). Era la confirmación de un equipo ganador, que inscribió, por segunda vez, el nombre del club en una competición de la que terminaría siendo el absoluto dominador.
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2.- 1932-33.- Segunda Liga. Retiene el título

Una vez conquistada la primera Liga de su historia, el objetivo de la entidad madridista era repetir éxito. Para ello, decidió fortalecer la plantilla, pero también empezó su revolución en el banquillo. El inglés Robert Firth fue elegido para suplir a Lippo Hertzka: la directiva consideraba que el húngaro no tenía fuerza con los jugadores, se le consideraba poco trabajador. Para más inri, una eliminación copera ante el Deportivo de La Coruña, entonces en Segunda División, sentó muy mal para gran parte de la afición. Míster Firth aterrizó en el Madrid en el verano de 1932, procedente del Racing de Santander. Su cometido era difícil, pues su predecesor le había dejado una Liga como listón y todo lo que no fuese igualar aquel éxito podía considerarse una decepción. Desde la salida de Hertzka en el mes de agosto, hasta la llegada de Firth en septiembre, Santiago Bernabéu ejerció de entrenador interino del equipo. Mr. Firth sólo entrenó al Madrid durante una temporada, pese a que finalmente lograría revalidar el título de Liga, cumpliendo el principal objetivo de la temporada. Le sustituiría en el cargo Francisco Bru. La llegada del británico no supuso ningún cambio de importancia en la filosofía de juego del Madrid. Ni siquiera cambiaron demasiado las piezas. La defensa se mantuvo inalterable y rindió al mismo nivel del año anterior. En la delantera, Eugenio sacó a Lazcano del once titular y rindió a un nivel excelente. La línea que más varió fue la del centro del campo. Pedro Regueiro, hermano de Luis, Valle y Gurruchaga formaron un nuevo trío en el centro del campo. Los tres eran jugadores de corte ofensivo y eso se notó en el estilo de juego del equipo. Leoncito jugó menos, pero era la solución para determinados partidos o situaciones. En la segunda vuelta, Samitier fue casi fijo en la delantera desde su llegada. Precisamente, una de las grandes noticias de la temporada fue la salida de Samitier del Barcelona, tras catorce años liderando al equipo azulgrana. La directiva culé decidió darle la baja junto a otros compañeros de la plantilla y El Mago, como era conocido, fichó por el Madrid en enero de 1933: jugaría la segunda mitad de la temporada y la siguiente al completo. En ese año y medio, disputaría 22 partidos con 12 goles anotados. El Madrid ya había logrado su primer título y el objetivo era repetir el éxito. La temporada comenzó con una inesperada derrota en Sarriá frente al Español (terminó la primera vuelta como líder del torneo), pero poco a poco los blancos fueron corrigiendo su temporada basándose de nuevo en el muro defensivo Zamora (jugó todos los partidos ligueros y volvió a ser el meta menos goleado con 17)-Ciriaco-Quincoces, que cada vez estaba más perfeccionada y los registros de Olivares respondían a las expectativas (anotó 15 goles en 14 encuentros). Era la confirmación de un equipo ganador, que inscribió, por segunda vez, el nombre del club en una competición de la que terminaría siendo el absoluto dominador.

Habían transcurrido veintiún años desde que el Madrid conquistase su último título de Liga (temporada 1932-33). Demasiado tiempo para un club cuyas exigencias eran mucho más importantes. Pero todo eso iba a cambiar. Hacía diez años que Santiago Bernabéu había tomado el mando del club y su proyecto empezó a tomar forma con la llegada de Di Stéfano. Con la Saeta Rubia, el Real Madrid comenzaba una nueva era. Una época que le llevaría a ser considerado el mejor club del Siglo XX. Pero vayamos por partes: Bernabéu se fijó en el delantero de Millonarios en el Torneo que organizó para celebrar las Bodas de Oro del club en 1952. La Saeta maravilló por su juego a lo largo y ancho del estadio de Chamartín, y decidió incorporarlo a la disciplina blanca. Sin embargo, el Barcelona también se interesó por el argentino. Tras varios meses de conflictos entre todos los clubes interesados, el Madrid fue el equipo que finalmente se hizo con sus servicios. Y no se equivocaría. Aparte de Di Stéfano, Bernabéu también fichó a otros jugadores, como el extremo cántabro Paco Gento, los porteros Manolo Pazos y Juanito González, fichados para reforzar el puesto ante las dudas existentes en torno al rendimiento de Juanito Alonso. También llegaron los medios Becerril y Goñi; y los delanteros Atienza I, Juanito Vázquez, el uruguayo Britos y Pérez-Payá, quien tenía ficha de amateur con el Atlético. Al frente de todos, Bernabéu dio el sí al entrenador uruguayo Enrique Fernández. 

En realidad, Fernández fue fichado como nuevo entrenador del Real Madrid por el secretario técnico del club, Juan Antonio Ipiña, que fue su auténtico valedor. El técnico uruguayo llegaba avalado por las dos ligas que conquistó como entrenador del Barcelona en 1948 y 1949. Además, antes de la Guerra Civil había sido también jugador azulgrana. Sin embargo, no todo iban a ser facilidades: Fermández no era partidario del sistema WM, opinión que generó bastante polémica, puesto que era el sistema habitual de la época y, prácticamente, todos los 
equipos jugaban de esa manera. Ese encontronazo haría que, pese a que el Madrid ganó el título de Liga tras veintiún años de sequía, durase sólo un año y medio en el banquillo blanco, pero con él comenzó la época dorada del gran Real Madrid de los 50.

Fernández dispuso de una plantilla llena de recursos, en la que dispuso que los dos interiores (Olsen y Molowny fueron los más habituales) se asociaban bien con los medios (Miguel Muñoz y Zárraga) en las situaciones que así lo requerían. El juego de ataque fue demoledor, con un Di Stéfano espectacular: se proclamó máximo goleador con 27 goles marcados en 28 partidos.
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3.- 1953-54.- Tercera Liga. Di Stéfano trae la tercera tras 21 años de espera

Habían transcurrido veintiún años desde que el Madrid conquistase su último título de Liga (temporada 1932-33). Demasiado tiempo para un club cuyas exigencias eran mucho más importantes. Pero todo eso iba a cambiar. Hacía diez años que Santiago Bernabéu había tomado el mando del club y su proyecto empezó a tomar forma con la llegada de Di Stéfano. Con la Saeta Rubia, el Real Madrid comenzaba una nueva era. Una época que le llevaría a ser considerado el mejor club del Siglo XX. Pero vayamos por partes: Bernabéu se fijó en el delantero de Millonarios en el Torneo que organizó para celebrar las Bodas de Oro del club en 1952. La Saeta maravilló por su juego a lo largo y ancho del estadio de Chamartín, y decidió incorporarlo a la disciplina blanca. Sin embargo, el Barcelona también se interesó por el argentino. Tras varios meses de conflictos entre todos los clubes interesados, el Madrid fue el equipo que finalmente se hizo con sus servicios. Y no se equivocaría. Aparte de Di Stéfano, Bernabéu también fichó a otros jugadores, como el extremo cántabro Paco Gento, los porteros Manolo Pazos y Juanito González, fichados para reforzar el puesto ante las dudas existentes en torno al rendimiento de Juanito Alonso. También llegaron los medios Becerril y Goñi; y los delanteros Atienza I, Juanito Vázquez, el uruguayo Britos y Pérez-Payá, quien tenía ficha de amateur con el Atlético. Al frente de todos, Bernabéu dio el sí al entrenador uruguayo Enrique Fernández. En realidad, Fernández fue fichado como nuevo entrenador del Real Madrid por el secretario técnico del club, Juan Antonio Ipiña, que fue su auténtico valedor. El técnico uruguayo llegaba avalado por las dos ligas que conquistó como entrenador del Barcelona en 1948 y 1949. Además, antes de la Guerra Civil había sido también jugador azulgrana. Sin embargo, no todo iban a ser facilidades: Fermández no era partidario del sistema WM, opinión que generó bastante polémica, puesto que era el sistema habitual de la época y, prácticamente, todos los equipos jugaban de esa manera. Ese encontronazo haría que, pese a que el Madrid ganó el título de Liga tras veintiún años de sequía, durase sólo un año y medio en el banquillo blanco, pero con él comenzó la época dorada del gran Real Madrid de los 50. Fernández dispuso de una plantilla llena de recursos, en la que dispuso que los dos interiores (Olsen y Molowny fueron los más habituales) se asociaban bien con los medios (Miguel Muñoz y Zárraga) en las situaciones que así lo requerían. El juego de ataque fue demoledor, con un Di Stéfano espectacular: se proclamó máximo goleador con 27 goles marcados en 28 partidos.

Como ya sucediese en la década de los 30 con la conquista de las dos primeras Ligas, la consecución de la tercera animó a Santiago Bernabéu a intentar revalidar el título liguero. Para ello decidió continuar con su política de grandes fichajes y contrató al hispano-argentino
Héctor Rial, que a la larga se demostrará como un extraordinario complemento para Di Stéfano y Gento. Así se gestó un Real Madrid imparable, una máquina que ganó su cuarta Liga con una autoridad insultante sobre todos sus rivales. También hubo relevo en el banquillo. Al uruguayo Fernández le sustituyó el cordobés Pepe Villalonga a finales de diciembre. Se decidió prescindir de los servicios del técnico uruguayo a causa de las malas relaciones que mantenía con Juan Antonio Ipiña, el secretario técnico madridista, cuando éste había sido uno de sus valedores, sino el que más cuando se le ofreció dirigir a los blancos. Villalonga, que llegaba con Moleiro (exjugador del club en la década de los 40) como ayudante, mantuvo el esquema de Fernández, pero lo mejoró: a Marquitos, que era lateral le situó como central, con Navarro a su derecha y Lesmes a la izquierda. Muñoz y Zárraga seguían en el centro del campo. La llegada de Rial aportó muchos beneficios, sobre todo, a Gento que, aprovechando sus milimétricos pases, multiplicó su velocidad, y de paso su rendimiento. Y en todas partes Di Stéfano, El Omnipresente. 

Los blancos realizarían una formidable campaña: sumarían 46 puntos de 60 posibles (24 logrados en la primera vuelta y 22 en la segunda), con 20 triunfos en 30 partidos (empataría seis y perdería cuatro). Anotaría 80 tantos, de los cuales Alfredo Di Stéfano anotaría 25 (sólo el sevillista Juan Arza marcaría más que él: 28), y sólo encajaría 31. Curiosamente, a lo largo de la temporada, se acabaría de terminar el lateral del estadio de Chamartín, lo que permitía que hasta 120.000 espectadores podían ubicarse en el formidable coliseo blanco. Esa misma temporada, el 2 de enero de 1955, la Junta General y a propuesta de dos socios, Zapater y Caso, se decidió cambiar de nombre al estadio. De esa manera, en la jornada 19, celebrada el 16 de enero, el Madrid recibía al Hércules en su estadio rebautizado desde entonces como estadio Santiago Bernabéu. Los blancos golearon a los alicantinos por 3-0, con goles de Molowny y un doblete de Di Stéfano.

Los madridistas se proclamarían campeones en la penúltima jornada de Liga. Se medían al Atlético en el Stadium Metropolitano, pero no dieron ninguna opción a sus rivales por el título liguero, el Barcelona y el Athletic Club. Los de Vilallonga sentenciaron el encuentro en apenas 20 minutos, los que van del 11 al 31 con un 0-3 inapelable. Di Stéfano, en dos ocasiones, y Rial, dejaron bien a las claras que los blancos querían su segunda Liga consecutiva en este ciclo glorioso. Y la cuarta en el palmarés blanco.
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4.- 1954-55.- Cuarta Liga. Di Stéfano, Rial y Gento lideran el asalto al campeonato

Como ya sucediese en la década de los 30 con la conquista de las dos primeras Ligas, la consecución de la tercera animó a Santiago Bernabéu a intentar revalidar el título liguero. Para ello decidió continuar con su política de grandes fichajes y contrató al hispano-argentino Héctor Rial, que a la larga se demostrará como un extraordinario complemento para Di Stéfano y Gento. Así se gestó un Real Madrid imparable, una máquina que ganó su cuarta Liga con una autoridad insultante sobre todos sus rivales. También hubo relevo en el banquillo. Al uruguayo Fernández le sustituyó el cordobés Pepe Villalonga a finales de diciembre. Se decidió prescindir de los servicios del técnico uruguayo a causa de las malas relaciones que mantenía con Juan Antonio Ipiña, el secretario técnico madridista, cuando éste había sido uno de sus valedores, sino el que más cuando se le ofreció dirigir a los blancos. Villalonga, que llegaba con Moleiro (exjugador del club en la década de los 40) como ayudante, mantuvo el esquema de Fernández, pero lo mejoró: a Marquitos, que era lateral le situó como central, con Navarro a su derecha y Lesmes a la izquierda. Muñoz y Zárraga seguían en el centro del campo. La llegada de Rial aportó muchos beneficios, sobre todo, a Gento que, aprovechando sus milimétricos pases, multiplicó su velocidad, y de paso su rendimiento. Y en todas partes Di Stéfano, El Omnipresente. Los blancos realizarían una formidable campaña: sumarían 46 puntos de 60 posibles (24 logrados en la primera vuelta y 22 en la segunda), con 20 triunfos en 30 partidos (empataría seis y perdería cuatro). Anotaría 80 tantos, de los cuales Alfredo Di Stéfano anotaría 25 (sólo el sevillista Juan Arza marcaría más que él: 28), y sólo encajaría 31. Curiosamente, a lo largo de la temporada, se acabaría de terminar el lateral del estadio de Chamartín, lo que permitía que hasta 120.000 espectadores podían ubicarse en el formidable coliseo blanco. Esa misma temporada, el 2 de enero de 1955, la Junta General y a propuesta de dos socios, Zapater y Caso, se decidió cambiar de nombre al estadio. De esa manera, en la jornada 19, celebrada el 16 de enero, el Madrid recibía al Hércules en su estadio rebautizado desde entonces como estadio Santiago Bernabéu. Los blancos golearon a los alicantinos por 3-0, con goles de Molowny y un doblete de Di Stéfano. Los madridistas se proclamarían campeones en la penúltima jornada de Liga. Se medían al Atlético en el Stadium Metropolitano, pero no dieron ninguna opción a sus rivales por el título liguero, el Barcelona y el Athletic Club. Los de Vilallonga sentenciaron el encuentro en apenas 20 minutos, los que van del 11 al 31 con un 0-3 inapelable. Di Stéfano, en dos ocasiones, y Rial, dejaron bien a las claras que los blancos querían su segunda Liga consecutiva en este ciclo glorioso. Y la cuarta en el palmarés blanco.

La temporada 1956-57 fue una de las más exitosas de la historia del Real Madrid. Y es que en aquella campaña, Villalonga logró la mezcla perfecta: su equipo funcionó como una máquina: los jugadores ya se conocían a la perfección y los que llegaban sólo lo hacían para mejorar lo que ya se tenía. De esa manera, los éxitos siguieron llegando: si en su primera campaña (llegó a finales de diciembre de 1953) ganó la Liga, en la campaña 1955-56 conquistó la primera Copa de Europa. Como recompensa, Bernabéu renovó el contrato a todos los componentes de la plantilla. Pero el presidente quería más. Inconformista, anhelaba que la espléndida dinámica en la que estaba el equipo blanco no se podía detener. Para ello fichó a Raymond Kopa, otro de los grandes delanteros del firmamento futbolístico de por aquel entonces. Y como no podía ser menos, los blancos volvieron a ganar la Liga, a defender el título de la Copa de Europa y a retener la Copa Latina. El conjunto blanco, cuya plantilla no tenía parangón en el mundo, conquistó su quinta Liga, su segunda Copa de Europa y su segunda Copa Latina. Fue un triplete que no hacía sino demostrar la hegemonía del Madrid. La capacidad ganadora de aquel equipo parecía no tener límites. Como ejemplo de esa superioridad está el caso de Rial que, víctima de una larga lesión (jugó los dos primeros partidos de Liga y sólo volvió para jugar los tres últimos encuentros del Campeonato) fue solventada por Joseíto y Mateos con notable calidad. Atienza II se acopló a la defensa, mientras que el recién llegado Kopa se tuvo que tirar al extremo derecho para hacerse con un hueco en el ataque.

Pero en la Liga apenas tuvo rival, el Barcelona, pero en cuanto los blancos notaron su aliento (en la jornada 24 se pusieron a sólo dos puntos de los madridistas tras una racha de cinco victorias en seis encuentros), aceleraron para dejar sellada su victoria liguera. Los de Villalonga fueron de menos a más a lo largo de la competición. Al igual que en la edición de 1954-55, volvieron a ganar 20 de los 30 partidos, pero en esta ocasión perdieron seis encuentros (por cuatro en la de 1954-55), y empataron otros cuatro. El partido clave se jugaba en Zaragoza: si el Madrid ganaba se llevaría el título. Pero los maños no se lo iban a poner fácil. Wilson, un delantero gallego que había salido del Madrid ese mismo verano, adelantó a los zaragocistas a los 10 minutos. Pero fue Mateos, Fifirichi, el amigo y el socio perfecto de Di Stéfano quien, con dos tantos, daría el triunfo a los blancos. La quinta Liga estaba en el bote.
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5.- 1956-57.- Quinta Liga. Tercera Liga en cuatro años y triplete

La temporada 1956-57 fue una de las más exitosas de la historia del Real Madrid. Y es que en aquella campaña, Villalonga logró la mezcla perfecta: su equipo funcionó como una máquina: los jugadores ya se conocían a la perfección y los que llegaban sólo lo hacían para mejorar lo que ya se tenía. De esa manera, los éxitos siguieron llegando: si en su primera campaña (llegó a finales de diciembre de 1953) ganó la Liga, en la campaña 1955-56 conquistó la primera Copa de Europa. Como recompensa, Bernabéu renovó el contrato a todos los componentes de la plantilla. Pero el presidente quería más. Inconformista, anhelaba que la espléndida dinámica en la que estaba el equipo blanco no se podía detener. Para ello fichó a Raymond Kopa, otro de los grandes delanteros del firmamento futbolístico de por aquel entonces. Y como no podía ser menos, los blancos volvieron a ganar la Liga, a defender el título de la Copa de Europa y a retener la Copa Latina. El conjunto blanco, cuya plantilla no tenía parangón en el mundo, conquistó su quinta Liga, su segunda Copa de Europa y su segunda Copa Latina. Fue un triplete que no hacía sino demostrar la hegemonía del Madrid. La capacidad ganadora de aquel equipo parecía no tener límites. Como ejemplo de esa superioridad está el caso de Rial que, víctima de una larga lesión (jugó los dos primeros partidos de Liga y sólo volvió para jugar los tres últimos encuentros del Campeonato) fue solventada por Joseíto y Mateos con notable calidad. Atienza II se acopló a la defensa, mientras que el recién llegado Kopa se tuvo que tirar al extremo derecho para hacerse con un hueco en el ataque. Pero en la Liga apenas tuvo rival, el Barcelona, pero en cuanto los blancos notaron su aliento (en la jornada 24 se pusieron a sólo dos puntos de los madridistas tras una racha de cinco victorias en seis encuentros), aceleraron para dejar sellada su victoria liguera. Los de Villalonga fueron de menos a más a lo largo de la competición. Al igual que en la edición de 1954-55, volvieron a ganar 20 de los 30 partidos, pero en esta ocasión perdieron seis encuentros (por cuatro en la de 1954-55), y empataron otros cuatro. El partido clave se jugaba en Zaragoza: si el Madrid ganaba se llevaría el título. Pero los maños no se lo iban a poner fácil. Wilson, un delantero gallego que había salido del Madrid ese mismo verano, adelantó a los zaragocistas a los 10 minutos. Pero fue Mateos, Fifirichi, el amigo y el socio perfecto de Di Stéfano quien, con dos tantos, daría el triunfo a los blancos. La quinta Liga estaba en el bote.

Tras conquistar el triplete un año antes, el Real Madrid agrandó aún más su extenso palmarés con la conquista de dos nuevos títulos. El equipo blanco se proclamó campeón de Liga en el estadio Metropolitano y ganó su tercera Copa de Europa consecutiva frente al Milán. La máquina blanca seguía imparable, sumando títulos a su palmarés y reforzando su fama mundial. Y como era costumbre en Santiago Bernabéu, reforzó aún más a la plantilla blanca: trajo al meta argentino Rogelio Domínguez y al defensa uruguayo Santamaría, uno de los mejores zagueros del momento. Además, y de manera imprevista se produjo un suceso que sorprendió a todo el madridismo. Pepe Villalonga, el hombre que había terminado de engrasar la máquina blanca, dimitió como entrenador madridista debido a unas discrepancias con respecto a su contrato que no se lograron resolver. Según otras fuentes, Bernabéu situó a Ipiña como coordinador de los aspectos físico y técnico del equipo, y Villalonga, que no quiso aceptar imposiciones, decidió abandonar su cargo.  En su lugar llegó Luis Antonio Yiyo Carniglia, que ya había visitado Chamartín en la temporada anterior como entrenador del Niza. Santiago Bernabéu puso en las manos del argentino el mayor reto de su vida: entrenar al mejor equipo del mundo.

Efectivamente, el Madrid empezó como un tiro: se aupó al primer puesto de la tabla en la segunda jornada de Liga, estuvo invicto en los ocho primeros partidos de competición (ganó seis partidos anotando 20 goles), pero en diciembre sobrevino un bajón inesperado: únicamente sumó un punto de seis que estaban en juego. Empezaron rumores sobre la vida disoluta de los jugadores, de posibles roces dentro del vestuario entre los propios jugadores y algunos futbolistas con el entrenador, se achacaba también a los viajes que tenía que hacer por Europa… Pero aún quedaba la segunda parte de la temporada. Y ahí el Madrid volvió a sacar su ‘punch’: ganó 22 de los últimos 24 puntos que había en juego. En la penúltima jornada volverían a proclamarse campeones de Liga al empatar con el Atlético en el Metropolitano gracias a un gol de Rial a falta de 15 minutos para el final del encuentro. De esa manera, los blancos igualaban al Athletic Club y al Barcelona en el palmarés liguero a seis títulos cada uno. El Madrid había recortado la diferencia existente en apenas cinco años…
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6.- 1957-58.- Sexta Liga. Sigue la marcha triunfal

Tras conquistar el triplete un año antes, el Real Madrid agrandó aún más su extenso palmarés con la conquista de dos nuevos títulos. El equipo blanco se proclamó campeón de Liga en el estadio Metropolitano y ganó su tercera Copa de Europa consecutiva frente al Milán. La máquina blanca seguía imparable, sumando títulos a su palmarés y reforzando su fama mundial. Y como era costumbre en Santiago Bernabéu, reforzó aún más a la plantilla blanca: trajo al meta argentino Rogelio Domínguez y al defensa uruguayo Santamaría, uno de los mejores zagueros del momento. Además, y de manera imprevista se produjo un suceso que sorprendió a todo el madridismo. Pepe Villalonga, el hombre que había terminado de engrasar la máquina blanca, dimitió como entrenador madridista debido a unas discrepancias con respecto a su contrato que no se lograron resolver. Según otras fuentes, Bernabéu situó a Ipiña como coordinador de los aspectos físico y técnico del equipo, y Villalonga, que no quiso aceptar imposiciones, decidió abandonar su cargo. En su lugar llegó Luis Antonio Yiyo Carniglia, que ya había visitado Chamartín en la temporada anterior como entrenador del Niza. Santiago Bernabéu puso en las manos del argentino el mayor reto de su vida: entrenar al mejor equipo del mundo. Efectivamente, el Madrid empezó como un tiro: se aupó al primer puesto de la tabla en la segunda jornada de Liga, estuvo invicto en los ocho primeros partidos de competición (ganó seis partidos anotando 20 goles), pero en diciembre sobrevino un bajón inesperado: únicamente sumó un punto de seis que estaban en juego. Empezaron rumores sobre la vida disoluta de los jugadores, de posibles roces dentro del vestuario entre los propios jugadores y algunos futbolistas con el entrenador, se achacaba también a los viajes que tenía que hacer por Europa… Pero aún quedaba la segunda parte de la temporada. Y ahí el Madrid volvió a sacar su ‘punch’: ganó 22 de los últimos 24 puntos que había en juego. En la penúltima jornada volverían a proclamarse campeones de Liga al empatar con el Atlético en el Metropolitano gracias a un gol de Rial a falta de 15 minutos para el final del encuentro. De esa manera, los blancos igualaban al Athletic Club y al Barcelona en el palmarés liguero a seis títulos cada uno. El Madrid había recortado la diferencia existente en apenas cinco años…

La temporada 1960-61 dejó una sensación agridulce por la eliminación de la Copa de Europa tras ganar las cinco primeras ediciones del torneo y, sobre todo, por las circunstancias que rodearon aquella decepción. Pese a ello, el Real Madrid reaccionó ante la adversidad y ganó su séptima Liga a falta de cinco jornadas para el final del Campeonato, batiendo todos los récords del torneo. Después de ganar dos Copas de Europa más, pero perder la Liga a manos del Barcelona (1958-59 y 1959-60, ésta por el coeficiente goleador, que fue favorable a los azulgrana), los blancos se repondrían en la edición de 1960-61… con unos datos estratosféricos: 24 victorias, cuatro empates y únicamente dos derrotas en el campeonato, con 89 goles a favor por 25 goles encajados. Encadenó una racha de 26 encuentros sin perder y ganó su séptima Liga a falta de cinco jornadas para el final del Campeonato (le sacó una ventaja de 12 puntos al segundo clasificado, precisamente el Atlético de Madrid). Sólo el Sevilla fue capaz de sacar un punto de su visita al Bernabéu...

Una vez más, la regeneración de la plantilla llevada a cabo por Santiago Bernabéu había dado sus frutos: la marcha de Lesmes en el lateral izquierdo había sido suplida con acierto por Casado, que era extremo y se reconvirtió en un lateral de largo recorrido. El cambio más significativo se había dado en el centro del campo donde la pareja Santisteban-Zárraga dio paso a otra más móvil, formada por Vidal y Pachín. En el ataque, Canario, Del Sol y sobre todo Puskas (con un increíble promedio rematador), llegado en 1958, le dieron nuevos aires al ataque, abriendo nuevas alternativas en el juego. 

La otra gran novedad en este nuevo título liguero radicaba en el banquillo: a este nuevo real Madrid lo dirigía Miguel Muñoz. El técnico, un año después de su retirada como jugador y líder del equipo dentro y fuera de los terrenos de juego, Muñoz se puso al mando de un equipo en el que muchos de sus jugadores habían compartido vestuario con él. Era un nuevo reto para el madrileño, que había permanecido diez temporadas como futbolista madridista. Llegó para sustituir a Manuel Fleitas Solich a mediados de la temporada anterior (1959-60) y acabó conquistando la quinta Copa de Europa blanca. Fue un gran estreno en el banquillo que continuaría un año después ganando la séptima Liga. Sin embargo, el comienzo de este campeonato no fue nada fácil. Los blancos cayeron en el derbi madrileño ante el Atlético, donde se había proclamado campeón en las ediciones de 1954-55 y 1957-58, pero hay arrancaron una racha de 26 encuentros seguidos sin perder en Liga: fue el Valladolid quien puso freno ganando a los madridistas 3-1.
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7.- 1960-61.- Séptima Liga. La primera de Puskas

La temporada 1960-61 dejó una sensación agridulce por la eliminación de la Copa de Europa tras ganar las cinco primeras ediciones del torneo y, sobre todo, por las circunstancias que rodearon aquella decepción. Pese a ello, el Real Madrid reaccionó ante la adversidad y ganó su séptima Liga a falta de cinco jornadas para el final del Campeonato, batiendo todos los récords del torneo. Después de ganar dos Copas de Europa más, pero perder la Liga a manos del Barcelona (1958-59 y 1959-60, ésta por el coeficiente goleador, que fue favorable a los azulgrana), los blancos se repondrían en la edición de 1960-61… con unos datos estratosféricos: 24 victorias, cuatro empates y únicamente dos derrotas en el campeonato, con 89 goles a favor por 25 goles encajados. Encadenó una racha de 26 encuentros sin perder y ganó su séptima Liga a falta de cinco jornadas para el final del Campeonato (le sacó una ventaja de 12 puntos al segundo clasificado, precisamente el Atlético de Madrid). Sólo el Sevilla fue capaz de sacar un punto de su visita al Bernabéu... Una vez más, la regeneración de la plantilla llevada a cabo por Santiago Bernabéu había dado sus frutos: la marcha de Lesmes en el lateral izquierdo había sido suplida con acierto por Casado, que era extremo y se reconvirtió en un lateral de largo recorrido. El cambio más significativo se había dado en el centro del campo donde la pareja Santisteban-Zárraga dio paso a otra más móvil, formada por Vidal y Pachín. En el ataque, Canario, Del Sol y sobre todo Puskas (con un increíble promedio rematador), llegado en 1958, le dieron nuevos aires al ataque, abriendo nuevas alternativas en el juego. La otra gran novedad en este nuevo título liguero radicaba en el banquillo: a este nuevo real Madrid lo dirigía Miguel Muñoz. El técnico, un año después de su retirada como jugador y líder del equipo dentro y fuera de los terrenos de juego, Muñoz se puso al mando de un equipo en el que muchos de sus jugadores habían compartido vestuario con él. Era un nuevo reto para el madrileño, que había permanecido diez temporadas como futbolista madridista. Llegó para sustituir a Manuel Fleitas Solich a mediados de la temporada anterior (1959-60) y acabó conquistando la quinta Copa de Europa blanca. Fue un gran estreno en el banquillo que continuaría un año después ganando la séptima Liga. Sin embargo, el comienzo de este campeonato no fue nada fácil. Los blancos cayeron en el derbi madrileño ante el Atlético, donde se había proclamado campeón en las ediciones de 1954-55 y 1957-58, pero hay arrancaron una racha de 26 encuentros seguidos sin perder en Liga: fue el Valladolid quien puso freno ganando a los madridistas 3-1.

Los años pasaban y la plantilla del Real Madrid iba cambiando progresivamente, rejuveneciéndose con nuevos valores del fútbol español, aunque los cracks como Di Stéfano, Puskas y Gento seguían en el equipo. Luis del Sol, que había llegado en 1960 procedente del Betis, era el líder de una generación que venía empujando con fuerza. Con todos esos mimbres, el Madrid fue el mejor una campaña más: en esta ocasión conquistó su primer doblete de Liga y Copa y rozó su sexta Copa de Europa: el Benfica lo evitó derrotándole en la final…

En 1961, el sueño de Bernabéu era volver a ganar la Copa de Europa. Quizá como manera para resarcirse de la eliminación de la temporada anterior a manos del Barcelona… y con unos arbitrajes algo llamativos. Eso sí, tampoco se podían obviar los campeonatos nacionales (Liga y Copa). Llegaron jugadores como Justo Tejada (procedente del Barcelona), Vicente Miera (del Racing), Félix Ruiz (Osasuna), Pepillo (que volvía de estar cedido en el River Plate). Y a todo eso le dio forma Miguel Muñoz. El técnico madridista decidió darle continuidad a esa plantilla, con los recambios que habían llegado. Por ejemplo, Justo Tejada se hizo con un puesto en el extremo derecho, completando una gran campaña (24 partidos y nueve goles marcados). Miera se hizo fuerte en el lateral izquierdo apartando a Marquitos de la titularidad. Y arriba, Di Stéfano, Puskas, Del Sol y Gento seguían con la dinamita puesta: los blancos arrancaron la Liga con ocho victorias consecutivas. Tras caer en Oviedo, volvieron a encadenar otra racha de otros cinco encuentros sin perder. 

El peor momento de la temporada llegó en el mes de febrero. Afectado físicamente por los partidos de Copa de Europa, sólo fue capaz de sumar tres puntos de ocho posibles, pero no afectó a su liderato: en la vigesimocuarta jornada liquidó al Oviedo (4-1), dejando al segundo clasificado a siete puntos. Poco a poco fue mejorando en el aspecto físico, lo que le permitió proclamarse campeón en el mes de marzo tras derrotar al Mallorca en el estadio Santiago Bernabéu. Centrados en las dos competiciones restantes, los blancos eliminarían a San Sebastián, Elche, Barcelona y Zaragoza para plantarse en la final copera ante el Sevilla, al que derrotarían por 2-1. Era la primera Copa de Di Stéfano, Gento y Puskas. 

Pero no todo iba a ser felicidad: el Benfica le remontó en la final de la Copa de Europa (ganaron los encarnados por 5-3) para apartarle se su sexta Copa de Europa… mientras que la directiva se vio obligada a traspasar a Luis del Sol a Italia como solución de emergencia a los problemas económicos que acuciaban a la entidad madridista.
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8.- 1961-62.- Octava Liga. Primer doblete de Liga y Copa

Los años pasaban y la plantilla del Real Madrid iba cambiando progresivamente, rejuveneciéndose con nuevos valores del fútbol español, aunque los cracks como Di Stéfano, Puskas y Gento seguían en el equipo. Luis del Sol, que había llegado en 1960 procedente del Betis, era el líder de una generación que venía empujando con fuerza. Con todos esos mimbres, el Madrid fue el mejor una campaña más: en esta ocasión conquistó su primer doblete de Liga y Copa y rozó su sexta Copa de Europa: el Benfica lo evitó derrotándole en la final… En 1961, el sueño de Bernabéu era volver a ganar la Copa de Europa. Quizá como manera para resarcirse de la eliminación de la temporada anterior a manos del Barcelona… y con unos arbitrajes algo llamativos. Eso sí, tampoco se podían obviar los campeonatos nacionales (Liga y Copa). Llegaron jugadores como Justo Tejada (procedente del Barcelona), Vicente Miera (del Racing), Félix Ruiz (Osasuna), Pepillo (que volvía de estar cedido en el River Plate). Y a todo eso le dio forma Miguel Muñoz. El técnico madridista decidió darle continuidad a esa plantilla, con los recambios que habían llegado. Por ejemplo, Justo Tejada se hizo con un puesto en el extremo derecho, completando una gran campaña (24 partidos y nueve goles marcados). Miera se hizo fuerte en el lateral izquierdo apartando a Marquitos de la titularidad. Y arriba, Di Stéfano, Puskas, Del Sol y Gento seguían con la dinamita puesta: los blancos arrancaron la Liga con ocho victorias consecutivas. Tras caer en Oviedo, volvieron a encadenar otra racha de otros cinco encuentros sin perder. El peor momento de la temporada llegó en el mes de febrero. Afectado físicamente por los partidos de Copa de Europa, sólo fue capaz de sumar tres puntos de ocho posibles, pero no afectó a su liderato: en la vigesimocuarta jornada liquidó al Oviedo (4-1), dejando al segundo clasificado a siete puntos. Poco a poco fue mejorando en el aspecto físico, lo que le permitió proclamarse campeón en el mes de marzo tras derrotar al Mallorca en el estadio Santiago Bernabéu. Centrados en las dos competiciones restantes, los blancos eliminarían a San Sebastián, Elche, Barcelona y Zaragoza para plantarse en la final copera ante el Sevilla, al que derrotarían por 2-1. Era la primera Copa de Di Stéfano, Gento y Puskas. Pero no todo iba a ser felicidad: el Benfica le remontó en la final de la Copa de Europa (ganaron los encarnados por 5-3) para apartarle se su sexta Copa de Europa… mientras que la directiva se vio obligada a traspasar a Luis del Sol a Italia como solución de emergencia a los problemas económicos que acuciaban a la entidad madridista.

Pese a haber ganado la Liga y la Copa en la campaña anterior, el juego del Madrid era objeto de duras críticas. Su fútbol no convencía (se acusaba de conservadurismo a Miguel Muñoz por no dotar al equipo de un juego más directo y de no agitar mucho las alineaciones pese a los refuerzos anuales que le proporcionaba Bernabéu) y su mal comienzo de juego (que no de resultados) en la temporada no ayudó a calmar los ánimos. Sin embargo, la reacción fue fulminante. El equipo blanco arrasó en la Liga, conquistándola a cinco jornadas del final, y acalló a todos sus críticos.

La plantilla se reforzó con jugadores como Amancio (Deportivo y apuesta personal de Bernabéu), Zoco (Osasuna, fichado la temporada anterior), Evaristo (Barcelona), Daucik y Lucien Müller, e invitaba a soñar a realizar una campaña como la anterior, pero con la firme intención de reconquistar la Copa de Europa. Sin embargo, el suelo europeo se esfumó a las primeras de cambio: fue eliminado por el Anderlecht en la primera eliminatoria. Los belgas desquiciaron a los blancos con una magistral estrategia del fuera de juego. Tampoco facilitó las cosas que ni siquiera pudiera derrotar al Manchester United en el encuentro homenaje a Zárraga. 

Las críticas se cebaron con los de Muñoz, que en Liga mostraron otra cara radicalmente distinta: logró cinco victorias en los cinco primeros encuentros, y desde la jornada séptima no volvería a abandonar la cabeza de la tabla. Al término de la primera vuelta dominaba con diez partidos ganados, dos empatados y tres derrotas. Significativa fue un contundente 5-2 a cargo del Mallorca. Pero la segunda vuelta fue una sucesión de victorias a cargo de los blancos: de 30 puntos sólo se perdieron tres (una derrota en Zaragoza ya siendo campeones y un empate en Pamplona, ante Osasuna). Sobre todo, brilló una exhibición ante el Barcelona en el mismo Camp Nou al que goleó 1-5, con un imparable Puskas, que logró un formidable hat-trick. Los blancos, tras derrotar al Atlético en un memorable partido en el Bernabéu (resuelto por 4-3) se convertían así en el primer equipo en ganar tres Ligas consecutivas. Haciendo historia.
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9.- 1962-63.- Novena Liga. Tercera Liga consecutiva

Pese a haber ganado la Liga y la Copa en la campaña anterior, el juego del Madrid era objeto de duras críticas. Su fútbol no convencía (se acusaba de conservadurismo a Miguel Muñoz por no dotar al equipo de un juego más directo y de no agitar mucho las alineaciones pese a los refuerzos anuales que le proporcionaba Bernabéu) y su mal comienzo de juego (que no de resultados) en la temporada no ayudó a calmar los ánimos. Sin embargo, la reacción fue fulminante. El equipo blanco arrasó en la Liga, conquistándola a cinco jornadas del final, y acalló a todos sus críticos. La plantilla se reforzó con jugadores como Amancio (Deportivo y apuesta personal de Bernabéu), Zoco (Osasuna, fichado la temporada anterior), Evaristo (Barcelona), Daucik y Lucien Müller, e invitaba a soñar a realizar una campaña como la anterior, pero con la firme intención de reconquistar la Copa de Europa. Sin embargo, el suelo europeo se esfumó a las primeras de cambio: fue eliminado por el Anderlecht en la primera eliminatoria. Los belgas desquiciaron a los blancos con una magistral estrategia del fuera de juego. Tampoco facilitó las cosas que ni siquiera pudiera derrotar al Manchester United en el encuentro homenaje a Zárraga. Las críticas se cebaron con los de Muñoz, que en Liga mostraron otra cara radicalmente distinta: logró cinco victorias en los cinco primeros encuentros, y desde la jornada séptima no volvería a abandonar la cabeza de la tabla. Al término de la primera vuelta dominaba con diez partidos ganados, dos empatados y tres derrotas. Significativa fue un contundente 5-2 a cargo del Mallorca. Pero la segunda vuelta fue una sucesión de victorias a cargo de los blancos: de 30 puntos sólo se perdieron tres (una derrota en Zaragoza ya siendo campeones y un empate en Pamplona, ante Osasuna). Sobre todo, brilló una exhibición ante el Barcelona en el mismo Camp Nou al que goleó 1-5, con un imparable Puskas, que logró un formidable hat-trick. Los blancos, tras derrotar al Atlético en un memorable partido en el Bernabéu (resuelto por 4-3) se convertían así en el primer equipo en ganar tres Ligas consecutivas. Haciendo historia.

Era un equipo diseñado para batir todos los récords y año tras año lo iba cumpliendo. Además de convertirse en el primer club en ganar cuatro ligas consecutivas, también fue el primero que alcanzó la decena de títulos, todo un hito para un equipo destinado a grabar su nombre como el del indiscutible rey de la principal competición española... pero lo que nadie se aventuraba a saber era que también sería la última Liga de Alfredo Di Stéfano. La Saeta abandonaría la disciplina madridista al término de esta temporada.

La única novedad en el equipo blanco fue la incorporación de Zoco a la titularidad. El navarro se alineó en el centro del campo, lo que motivó a que Pachín, su gran e íntimo amigo, se readaptase al lateral zurdo. Zoco formó tándem con Müller, aunque él era el culpable de la solidez y consistencia en el medio del campo blanco. Eso hizo que los blancos obtuviesen una gran fortaleza defensiva (el equipo sólo recibió 23 goles). Eso compensó el flojo registro goleador, algo inesperado por lo bajo de lo esperado: los madridistas marcaron 61 goles (22 menos que en la Liga 1962-63). Sin embargo, la temporada empezó con susto: en Venezuela, a donde acudió el Madrid a participar en la Pequeña Copa del Mundo, Alfredo Di Stéfano fue secuestrado durante tres días por un comando del Frente de Liberación Nacional, cuya intención era obtener repercusión mundial para dar a conocer la causa por la que luchaban. Tras esos tres días agónicos, fue liberado en una calle de Caracas. Una vez superado el susto, los blancos volvieron a sus objetivos primordiales: Copa de Europa, Liga y Copa. Sería ante el Atlético (5-1) y el Barcelona (4-0) donde realizaron sus mejores partidos en la primera vuelta. Pero fue en la segunda parte del campeonato donde los blancos volvieron a dar el do de pecho: sumaron 25 puntos por 19 del Barcelona (derrotaron a los azulgrana en el Camp Nou a falta de cuatro jornadas para el final del campeonato): le sobró para remontarle los dos puntos que le aventajaba el conjunto azulgrana al final de la primera vuelta y conquistar su cuarta Liga consecutiva y la décima en total. Pero un mes después, los blancos perdieron ante el Inter en la final de la Copa de Europa. Ahí comenzarían una lucha encarnizada entre Miguel Muñoz y Di Stéfano. Bernabéu, cual rey Salomón, apostó por el entrenador. Di Stéfano se marcharía con ocho Ligas en 11 temporadas…
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10.- 1963-64.- Décima Liga. La última de Di Stéfano

Era un equipo diseñado para batir todos los récords y año tras año lo iba cumpliendo. Además de convertirse en el primer club en ganar cuatro ligas consecutivas, también fue el primero que alcanzó la decena de títulos, todo un hito para un equipo destinado a grabar su nombre como el del indiscutible rey de la principal competición española... pero lo que nadie se aventuraba a saber era que también sería la última Liga de Alfredo Di Stéfano. La Saeta abandonaría la disciplina madridista al término de esta temporada. La única novedad en el equipo blanco fue la incorporación de Zoco a la titularidad. El navarro se alineó en el centro del campo, lo que motivó a que Pachín, su gran e íntimo amigo, se readaptase al lateral zurdo. Zoco formó tándem con Müller, aunque él era el culpable de la solidez y consistencia en el medio del campo blanco. Eso hizo que los blancos obtuviesen una gran fortaleza defensiva (el equipo sólo recibió 23 goles). Eso compensó el flojo registro goleador, algo inesperado por lo bajo de lo esperado: los madridistas marcaron 61 goles (22 menos que en la Liga 1962-63). Sin embargo, la temporada empezó con susto: en Venezuela, a donde acudió el Madrid a participar en la Pequeña Copa del Mundo, Alfredo Di Stéfano fue secuestrado durante tres días por un comando del Frente de Liberación Nacional, cuya intención era obtener repercusión mundial para dar a conocer la causa por la que luchaban. Tras esos tres días agónicos, fue liberado en una calle de Caracas. Una vez superado el susto, los blancos volvieron a sus objetivos primordiales: Copa de Europa, Liga y Copa. Sería ante el Atlético (5-1) y el Barcelona (4-0) donde realizaron sus mejores partidos en la primera vuelta. Pero fue en la segunda parte del campeonato donde los blancos volvieron a dar el do de pecho: sumaron 25 puntos por 19 del Barcelona (derrotaron a los azulgrana en el Camp Nou a falta de cuatro jornadas para el final del campeonato): le sobró para remontarle los dos puntos que le aventajaba el conjunto azulgrana al final de la primera vuelta y conquistar su cuarta Liga consecutiva y la décima en total. Pero un mes después, los blancos perdieron ante el Inter en la final de la Copa de Europa. Ahí comenzarían una lucha encarnizada entre Miguel Muñoz y Di Stéfano. Bernabéu, cual rey Salomón, apostó por el entrenador. Di Stéfano se marcharía con ocho Ligas en 11 temporadas…

La temporada 64-65 es histórica dentro de la historia del Real Madrid. Al término de la campaña 1963-64, Miguel Muñoz, con el beneplácito de Santiago Bernabéu, había dado la baja a Alfredo Di Stéfano como primera medida de renovación de una plantilla gloriosa que no había quedado indemne al paso de los años. Eso abría un debate tanto dentro de la plantilla como en el entorno (aficionados, directiva, prensa…). Existían dudas sobre la respuesta del equipo sin la presencia del que había sido su alma durante más de una década, y que había elevado el nivel de exigencia hasta límites insospechados. Sin embargo, este nuevo Madrid haría historia al lograr su quinta Liga consecutiva: seguía batiendo récords temporada a temporada…

Así las cosas, la principal tarea de Muñoz fue intentar que la ausencia de Di Stéfano (ese verano firmó por el Español) se notara lo menos posible en el juego del equipo. Importante fue la aparición de Pirri, porque aportó mucha fuerza y despliegue al ataque jugando como interior. Grosso cumplió en una doble función: anotó 17 goles en 28 partidos e intentar hacer olvidar a Di Stéfano (algo casi imposible cuando el primer partido de la temporada fue un Español-Real Madrid). Además, Muñoz, astuto, supo darle más valor a pesos pesados como Amancio, Puskas, Gento y Santamaría. Y la mezcla entre veteranos y jóvenes dio sus frutos. 

Sin embargo, el fantasma de Di Stéfano aún flotaba en el ambiente. El sorteo emparejó al Español con los blancos en la primera jornada liguera. La expectación generada hizo que el partido fuese televisado para toda España. Ganaron los blancos (1-2) con dos tantos de Puskas. El ambiente comenzaba a relajarse. Los dos siguientes encuentros borraron de un plumazo cualquier atisbo de duda: los blancos se impusieron a Las Palmas (6-0) y al Córdoba (6-1). Pero la etérea silueta de La Saeta siempre sobrevolaba el estadio Santiago Bernabéu cada vez que había un tropiezo y se agigantaba hasta ser una minicrisis si el resbalón era una derrota, cosa que sucedió ante el Valencia (0-0) y Zaragoza (1-1), y una derrota ante el Betis en Sevilla (3-1). El mejor remedio fue sacudirse la crisis derrotando al Barcelona (4-1) y al Atlético (0-1). En la jornada 11, los blancos ya volvían a dominar la tabla clasificatoria, puesto con el que acabarían la primera fase de la temporada.

La segunda vuelta fue un mano a mano con el Atlético de Madrid que se dirimiría en las cinco últimas jornadas de Liga: tras ganar al Barcelona, con una remontada made in Pirri y Serena, pero el encuentro clave sería la visita del Atlético de Madrid al Bernabéu. Los rojiblancos ganaron con un tanto de Mendonça a falta de 15 minutos para el final del encuentro. Salían del coliseo madridista con dos puntos de ventaja a falta de cuatro partidos por disputarse y, sobre todo, con el cartel de máximo favorito a levantar la Copa de campeón liguero. En la siguiente jornada, los atléticos cayeron en Elche y los blancos ganaron al Murcia (4-1). De nuevo, todo igualado. A dos jornadas para el final, los madridistas derrotaron por la mínima al Athletic (1-0), pero los atléticos perdieron en Valencia (3-1). Los blancos eran virtuales campeones de Liga. Para afianzarlo, derrotaron al Sevilla en la última jornada, mientras que el Atlético caía derrotado en casa ante el Zaragoza (2-3)… Los blancos ganaban su quinta Liga consecutiva. La primera sin Di Stéfano.
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11.- 1964-65.- Undécima Liga. Ganar sin Di Stéfano

La temporada 64-65 es histórica dentro de la historia del Real Madrid. Al término de la campaña 1963-64, Miguel Muñoz, con el beneplácito de Santiago Bernabéu, había dado la baja a Alfredo Di Stéfano como primera medida de renovación de una plantilla gloriosa que no había quedado indemne al paso de los años. Eso abría un debate tanto dentro de la plantilla como en el entorno (aficionados, directiva, prensa…). Existían dudas sobre la respuesta del equipo sin la presencia del que había sido su alma durante más de una década, y que había elevado el nivel de exigencia hasta límites insospechados. Sin embargo, este nuevo Madrid haría historia al lograr su quinta Liga consecutiva: seguía batiendo récords temporada a temporada… Así las cosas, la principal tarea de Muñoz fue intentar que la ausencia de Di Stéfano (ese verano firmó por el Español) se notara lo menos posible en el juego del equipo. Importante fue la aparición de Pirri, porque aportó mucha fuerza y despliegue al ataque jugando como interior. Grosso cumplió en una doble función: anotó 17 goles en 28 partidos e intentar hacer olvidar a Di Stéfano (algo casi imposible cuando el primer partido de la temporada fue un Español-Real Madrid). Además, Muñoz, astuto, supo darle más valor a pesos pesados como Amancio, Puskas, Gento y Santamaría. Y la mezcla entre veteranos y jóvenes dio sus frutos. Sin embargo, el fantasma de Di Stéfano aún flotaba en el ambiente. El sorteo emparejó al Español con los blancos en la primera jornada liguera. La expectación generada hizo que el partido fuese televisado para toda España. Ganaron los blancos (1-2) con dos tantos de Puskas. El ambiente comenzaba a relajarse. Los dos siguientes encuentros borraron de un plumazo cualquier atisbo de duda: los blancos se impusieron a Las Palmas (6-0) y al Córdoba (6-1). Pero la etérea silueta de La Saeta siempre sobrevolaba el estadio Santiago Bernabéu cada vez que había un tropiezo y se agigantaba hasta ser una minicrisis si el resbalón era una derrota, cosa que sucedió ante el Valencia (0-0) y Zaragoza (1-1), y una derrota ante el Betis en Sevilla (3-1). El mejor remedio fue sacudirse la crisis derrotando al Barcelona (4-1) y al Atlético (0-1). En la jornada 11, los blancos ya volvían a dominar la tabla clasificatoria, puesto con el que acabarían la primera fase de la temporada. La segunda vuelta fue un mano a mano con el Atlético de Madrid que se dirimiría en las cinco últimas jornadas de Liga: tras ganar al Barcelona, con una remontada made in Pirri y Serena, pero el encuentro clave sería la visita del Atlético de Madrid al Bernabéu. Los rojiblancos ganaron con un tanto de Mendonça a falta de 15 minutos para el final del encuentro. Salían del coliseo madridista con dos puntos de ventaja a falta de cuatro partidos por disputarse y, sobre todo, con el cartel de máximo favorito a levantar la Copa de campeón liguero. En la siguiente jornada, los atléticos cayeron en Elche y los blancos ganaron al Murcia (4-1). De nuevo, todo igualado. A dos jornadas para el final, los madridistas derrotaron por la mínima al Athletic (1-0), pero los atléticos perdieron en Valencia (3-1). Los blancos eran virtuales campeones de Liga. Para afianzarlo, derrotaron al Sevilla en la última jornada, mientras que el Atlético caía derrotado en casa ante el Zaragoza (2-3)… Los blancos ganaban su quinta Liga consecutiva. La primera sin Di Stéfano.

El Real Madrid de los Ye-Yés logró la Sexta Copa de Europa en 1966. Sin embargo, no pudo lograr el título liguero en la campaña 1965-66. Ese título enfiló rumbo al sur de Madrid, a las vitrinas del Atlético de Madrid. Ese año, los rojiblancos abandonarían las instalaciones del Stadium Metropolitano para mudarse al moderno Estadio del Manzanares. Los blancos perdieron el título en la recta final del campeonato ante su vecino rojiblanco. La pérdida escoció mucho y los vigentes campeones de Europa no tardaron en subsanar el subcampeonato anterior y en llevar la duodécima Liga a las vitrinas del club.

Miguel Muñoz seguía contando con el beneplácito de Santiago Bernabéu. La Copa de Europa lograda en Bruselas ante el Partizán yugoslavo (victoria por 2-1), terminó de afianzarle como técnico blanco. Tras cinco temporadas intentando reeditar el título europeo (con dos finales perdidas), pasó la gran prueba que era conquistar el máximo título continental. Ahora, su objetivo era reconquistar la Liga y por ello apenas trastocó la plantilla, pero hubo una sensible baja: la del central Santamaría, otro de los pilares del Madrid de Di Stéfano al que el paso del tiempo tampoco perdonó. Además, siguió contando con la base del equipo que conquistó La Sexta. El eje Pirri-Zoco-Velázquez, junto con la ayuda de Grosso, que bajaba a ayudarles, era la línea que sostenía el juego de los madridistas.

Los vigentes campeones de Europa firmaron una gran primera vuelta en cuanto a resultados, pero recibieron críticas por su fútbol. Se les acusó de haber perdido el brillo en el juego, pero lo cierto es que al término de los quince primeros partidos ningún equipo fue capaz de derrotarles: los blancos sumaron 25 puntos con diez victorias (los triunfos valían dos puntos entonces) y cinco empates. Los de Muñoz no perderían hasta la jornada 20, cuando cayeron en el estadio de La Romareda ante el Zaragoza (2-1). Ese dominio ejercido en la primera vuelta se confirmó en la segunda, aunque los blancos conocieron sus dos únicas derrotas: la ya mencionada ante el Zaragoza, y otra ante el Barcelona en la jornada 25. Eso le dio alas a los azulgrana, pero no le dio tiempo a alcanzar a los madridistas: tres partidos más tarde, en la jornada 28, los blancos se proclamaron campeones de Liga gracias a su victoria ante el Córdoba por (3-0, goles de Grosso, Veloso y Amancio), mientras que el Barcelona se desplomaba en Las Palmas (2-0). Y es que el Madrid, pese a su juego rácano en el tramo final del campeonato, supo arrancar puntos en campos donde sus rivales pinchaban…
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12.- 1966-67.- Duodécima Liga. La Liga ye-yé

El Real Madrid de los Ye-Yés logró la Sexta Copa de Europa en 1966. Sin embargo, no pudo lograr el título liguero en la campaña 1965-66. Ese título enfiló rumbo al sur de Madrid, a las vitrinas del Atlético de Madrid. Ese año, los rojiblancos abandonarían las instalaciones del Stadium Metropolitano para mudarse al moderno Estadio del Manzanares. Los blancos perdieron el título en la recta final del campeonato ante su vecino rojiblanco. La pérdida escoció mucho y los vigentes campeones de Europa no tardaron en subsanar el subcampeonato anterior y en llevar la duodécima Liga a las vitrinas del club. Miguel Muñoz seguía contando con el beneplácito de Santiago Bernabéu. La Copa de Europa lograda en Bruselas ante el Partizán yugoslavo (victoria por 2-1), terminó de afianzarle como técnico blanco. Tras cinco temporadas intentando reeditar el título europeo (con dos finales perdidas), pasó la gran prueba que era conquistar el máximo título continental. Ahora, su objetivo era reconquistar la Liga y por ello apenas trastocó la plantilla, pero hubo una sensible baja: la del central Santamaría, otro de los pilares del Madrid de Di Stéfano al que el paso del tiempo tampoco perdonó. Además, siguió contando con la base del equipo que conquistó La Sexta. El eje Pirri-Zoco-Velázquez, junto con la ayuda de Grosso, que bajaba a ayudarles, era la línea que sostenía el juego de los madridistas. Los vigentes campeones de Europa firmaron una gran primera vuelta en cuanto a resultados, pero recibieron críticas por su fútbol. Se les acusó de haber perdido el brillo en el juego, pero lo cierto es que al término de los quince primeros partidos ningún equipo fue capaz de derrotarles: los blancos sumaron 25 puntos con diez victorias (los triunfos valían dos puntos entonces) y cinco empates. Los de Muñoz no perderían hasta la jornada 20, cuando cayeron en el estadio de La Romareda ante el Zaragoza (2-1). Ese dominio ejercido en la primera vuelta se confirmó en la segunda, aunque los blancos conocieron sus dos únicas derrotas: la ya mencionada ante el Zaragoza, y otra ante el Barcelona en la jornada 25. Eso le dio alas a los azulgrana, pero no le dio tiempo a alcanzar a los madridistas: tres partidos más tarde, en la jornada 28, los blancos se proclamaron campeones de Liga gracias a su victoria ante el Córdoba por (3-0, goles de Grosso, Veloso y Amancio), mientras que el Barcelona se desplomaba en Las Palmas (2-0). Y es que el Madrid, pese a su juego rácano en el tramo final del campeonato, supo arrancar puntos en campos donde sus rivales pinchaban…

El equipo seguía formado por la base de los Ye-Yés, que continuaban dominando el fútbol español bajo la tutela del incombustible Miguel Muñoz. Además, esta era la vigesimoquinta temporada de Santiago Bernabéu en el sillón presidencial y sus jugadores quisieron homenajearle con otro título de campeón de Liga. El Madrid seguía haciendo historia, aunque había novedades en el horizonte. Por primera vez hay rumores serios de una posible salida de Miguel Muñoz del banquillo blanco. Pero para el técnico madrileño, castizo y chulapo, eran noticias sin fundamento: “Me quedan aún muchos años como entrenador. Todavía estoy en fase de aprendizaje”, decía con socarronería. Lo cierto es que Santiago Bernabéu cumplía 25 años como presidente madridista y tanto Muñoz como los jugadores querían dedicarle un título de los considerados grandes: o bien la Copa de Europa o la Liga. Y lograron la segunda opción, aunque no fue nada fácil. La marcha de Puskas es otra despedida a una estrella del equipo que encandiló a Europa en la década de los 50.  El Madrid comenzó la disputa por el título de forma atronadora: ganó al Sevilla en el Sánchez Pizjuán y goleó (9-1) a la Real en el Bernabéu. Pero lo que parecía calma desapareció a partir de la tercera jornada, lo que se tradujo en fuertes críticas a jugadores como Sanchis (él mismo en un ejercicio de autocrítica reconoció que estaba bajo de forma), Velázquez y Amancio: a El Brujo se le acusó de individualista tras empatar con el Barcelona en el coliseo madridista. El gallego se defendió diciendo que sólo podía regatear porque no tenía a nadie al lado… Al término de la primera vuelta, los blancos van por detrás del Atlético, campeón de invierno.  Pero fue el arranque de la segunda vuelta la que determinaría un nuevo triunfo liguero de los blancos: ganó a Sevilla, Real Sociedad, Zaragoza y Español, haciéndose con el liderato en la decimosexta jornada. Y ya ningún otro equipo le descabalgaría de su primer puesto. En un tenso mano a mano con los azulgrana, los blancos jugaban en el Camp Nou a falta de cuatro jornadas para el final. Sin embargo, el Clásico estuvo marcado por la trágica muerte del uruguayo Benítez, defensa del Barcelona y uno de los mejores especialistas en frenar a Paco Gento. El encuentro previsto para el domingo 7 de abril, se disputaría el martes siguiente (día 9) y acabó empatado a un gol. Eso lo acabaría acusando el Barcelona, que empataría en su visita a Málaga. Los blancos, mientras, derrotaban al Pontevedra con un gol de Grosso. Todo quedaba a expensas de la visita de un Las Palmas convertido ahora en el aspirante al título si ganaba los dos partidos que restaban y los de Muñoz no puntuaban. Velázquez inauguró el marcador, Castellano puso la incertidumbre con un chutazo y fue Pirri el que dio al Madrid su decimotercera Liga para celebrar los 25 años de presidencia de Bernabéu.
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13.- 1967-68.- Decimotercera Liga. Homenaje a Bernabéu

El equipo seguía formado por la base de los Ye-Yés, que continuaban dominando el fútbol español bajo la tutela del incombustible Miguel Muñoz. Además, esta era la vigesimoquinta temporada de Santiago Bernabéu en el sillón presidencial y sus jugadores quisieron homenajearle con otro título de campeón de Liga. El Madrid seguía haciendo historia, aunque había novedades en el horizonte. Por primera vez hay rumores serios de una posible salida de Miguel Muñoz del banquillo blanco. Pero para el técnico madrileño, castizo y chulapo, eran noticias sin fundamento: “Me quedan aún muchos años como entrenador. Todavía estoy en fase de aprendizaje”, decía con socarronería. Lo cierto es que Santiago Bernabéu cumplía 25 años como presidente madridista y tanto Muñoz como los jugadores querían dedicarle un título de los considerados grandes: o bien la Copa de Europa o la Liga. Y lograron la segunda opción, aunque no fue nada fácil. La marcha de Puskas es otra despedida a una estrella del equipo que encandiló a Europa en la década de los 50. El Madrid comenzó la disputa por el título de forma atronadora: ganó al Sevilla en el Sánchez Pizjuán y goleó (9-1) a la Real en el Bernabéu. Pero lo que parecía calma desapareció a partir de la tercera jornada, lo que se tradujo en fuertes críticas a jugadores como Sanchis (él mismo en un ejercicio de autocrítica reconoció que estaba bajo de forma), Velázquez y Amancio: a El Brujo se le acusó de individualista tras empatar con el Barcelona en el coliseo madridista. El gallego se defendió diciendo que sólo podía regatear porque no tenía a nadie al lado… Al término de la primera vuelta, los blancos van por detrás del Atlético, campeón de invierno. Pero fue el arranque de la segunda vuelta la que determinaría un nuevo triunfo liguero de los blancos: ganó a Sevilla, Real Sociedad, Zaragoza y Español, haciéndose con el liderato en la decimosexta jornada. Y ya ningún otro equipo le descabalgaría de su primer puesto. En un tenso mano a mano con los azulgrana, los blancos jugaban en el Camp Nou a falta de cuatro jornadas para el final. Sin embargo, el Clásico estuvo marcado por la trágica muerte del uruguayo Benítez, defensa del Barcelona y uno de los mejores especialistas en frenar a Paco Gento. El encuentro previsto para el domingo 7 de abril, se disputaría el martes siguiente (día 9) y acabó empatado a un gol. Eso lo acabaría acusando el Barcelona, que empataría en su visita a Málaga. Los blancos, mientras, derrotaban al Pontevedra con un gol de Grosso. Todo quedaba a expensas de la visita de un Las Palmas convertido ahora en el aspirante al título si ganaba los dos partidos que restaban y los de Muñoz no puntuaban. Velázquez inauguró el marcador, Castellano puso la incertidumbre con un chutazo y fue Pirri el que dio al Madrid su decimotercera Liga para celebrar los 25 años de presidencia de Bernabéu.

La octava Liga que conquistó el Madrid con Miguel Muñoz (sus críticos seguían insistiendo en su marcha aduciendo que el Madrid no acababa de dar un paso al frente para adecuarse a los nuevos tiempos) sería la última que levantaría Paco Gento, el mejor extremo izquierda de todos los tiempos, como jugador madridista. Nadie hasta la fecha ha superado esa cifra. Los blancos, además, enlazaron una racha histórica: estuvieron veintisiete jornadas sin perder, marca que permanecería vigente hasta que la Real Sociedad lo superase en 1980 al estar treinta y dos jornadas invicta.  Sin fichajes de relumbrón con los que potenciar la plantilla, Muñoz, clásico en él, volvió a asentar el equipo de la 68-69 con la base del equipo que había ganado las dos Ligas anteriores. Apenas había cambios salvo cuando aparecían las lesiones o había sanciones que cumplir. La defensa fue una de las claves del triunfo final, lo que le permitió a Betancort ser el segundo portero menos goleado, aunque ya comenzaba a asomar un joven meta gallego llamado Miguel Ángel. Arriba, Amancio dio todo un recital a lo largo de las 30 jornadas de Liga: con libertad de movimientos, el gallego hacía mucho daño con su capacidad para desbordar y marcar goles. Su comienzo de temporada fue arrollador: marcó nueve goles en cinco partidos. El resto del equipo se agarró a él durante esa buena parte de la temporada. Al término de la primera vuelta, los blancos suman 27 puntos de los 30 posibles: sólo Pontevedra, Zaragoza y Elche (Araquistain, exportero blanco estuvo soberbio) lograron sumar un punto.  En la segunda vuelta, los blancos siguieron mostrándose intratables: ningún equipo les pudo hacer sombra… hasta la jornada 28, cuando en su visita al estadio Altabix, en Elche, fueron superados por el conjunto ilicitano, que les derrotó con un gol de Curro. Previamente, en la jornada 27, los madridistas se habían proclamado campeones de Liga al derrotar al Zaragoza con goles de Grosso y Velázquez. Así, Bernabéu tuvo su homenaje de parte de sus jugadores.
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14.- 1968-69.- Decimocuarta Liga. La última Liga de Gento

La octava Liga que conquistó el Madrid con Miguel Muñoz (sus críticos seguían insistiendo en su marcha aduciendo que el Madrid no acababa de dar un paso al frente para adecuarse a los nuevos tiempos) sería la última que levantaría Paco Gento, el mejor extremo izquierda de todos los tiempos, como jugador madridista. Nadie hasta la fecha ha superado esa cifra. Los blancos, además, enlazaron una racha histórica: estuvieron veintisiete jornadas sin perder, marca que permanecería vigente hasta que la Real Sociedad lo superase en 1980 al estar treinta y dos jornadas invicta. Sin fichajes de relumbrón con los que potenciar la plantilla, Muñoz, clásico en él, volvió a asentar el equipo de la 68-69 con la base del equipo que había ganado las dos Ligas anteriores. Apenas había cambios salvo cuando aparecían las lesiones o había sanciones que cumplir. La defensa fue una de las claves del triunfo final, lo que le permitió a Betancort ser el segundo portero menos goleado, aunque ya comenzaba a asomar un joven meta gallego llamado Miguel Ángel. Arriba, Amancio dio todo un recital a lo largo de las 30 jornadas de Liga: con libertad de movimientos, el gallego hacía mucho daño con su capacidad para desbordar y marcar goles. Su comienzo de temporada fue arrollador: marcó nueve goles en cinco partidos. El resto del equipo se agarró a él durante esa buena parte de la temporada. Al término de la primera vuelta, los blancos suman 27 puntos de los 30 posibles: sólo Pontevedra, Zaragoza y Elche (Araquistain, exportero blanco estuvo soberbio) lograron sumar un punto. En la segunda vuelta, los blancos siguieron mostrándose intratables: ningún equipo les pudo hacer sombra… hasta la jornada 28, cuando en su visita al estadio Altabix, en Elche, fueron superados por el conjunto ilicitano, que les derrotó con un gol de Curro. Previamente, en la jornada 27, los madridistas se habían proclamado campeones de Liga al derrotar al Zaragoza con goles de Grosso y Velázquez. Así, Bernabéu tuvo su homenaje de parte de sus jugadores.

“Renovarse o morir”, así dice el refranero español. Y eso es lo que hizo el Madrid de comienzos de la década de los 70 apara afrontar los nuevos tiempos. Los blancos habían realizado dos malas campañas en las temporadas 1969-70 y 1970-71. En la primera, acabaron en sexta posición, eso sí, empatados a puntos con Sevilla, Barcelona y Valencia, todos con 35 puntos… pero muy lejos del campeón, el Atlético de Madrid, aunque éste ganó la Liga en el último partido. La temporada siguiente, los blancos acabarían en cuarto lugar por detrás de Valencia, Barcelona y Atlético de Madrid. Además, la derrota en la final de la Recopa ante el Chelsea enfadó a Bernabéu. Éste consideró que había que hacer una fuerte, profunda y dolorosa renovación (le dieron la baja a Gento que llevaba desde 1953 en la plantilla blanca): en definitiva, salieron diez jugadores Betancort (34 años), Calpe (31), Espíldora (23), De la Fuente (23), Sanchís (33), Chato González (27), Fermín (23), Jiménez (24), Manolín Bueno (31) y Gento (38), y entraron siete: García Remón (21 años, portero), Verdugo (23, lateral), Antonio González (25 años y canterano), Anzarda, un extremo argentino con más gol que desborde para suplir a Gento. Y tres jóvenes jugadores del Racing: los ojeadores del club habían recomendado el fichaje de Aguilar (22 años), así que Bernabéu fue a verle en directo… y acabó enamorándose del delantero racinguista, Carlos Alonso, conocido como Santillana. También llegó Corral, un portero de 23 años. La cantidad pagada salvó al Racing de desaparecer.  Y Miguel Muñoz confió en la mezcla de veteranos y jóvenes recién llegados para armar un equipo que volviera a pelear por la Liga. Siguió confiando en Amancio, Pirri, Grosso y Velázquez, pero le dio la titularidad desde el primer partido a Aguilar, Anzarda, García Remón, Verdugo y Santillana. Ante el Betis, en la primera jornada, destacó la posición de Amancio, jugando de centrocampista. Los blancos se colocaron líderes en la segunda jornada y de ahí no bajaría en lo que restaba de temporada. Se proclamaron campeones de invierno con 26 de 34 posibles. La nueva savia mezclaba bien con los veteranos, aunque la Liga fue disputada hasta el final por el Barcelona, que achuchó hasta el último momento. Sin embargo, en la penúltima jornada, los azulgrana jugaban en Córdoba y los blancos se medían al Atlético en el Calderón. Ambos perdieron: los de Muñoz, goleados por los rojiblancos (4-1), pero en la ciudad cordobesa, los de Michels cayeron por un penalti convertido por Fermín, que había salido cedido al conjunto verdiblanco. En la última jornada, los blancos golearon al Sevilla (4-1) y alzaban su decimoquinta Liga. Sería además, la última Liga de Miguel Muñoz… El técnico abandonaría el Madrid mediada la campaña 1973-74.
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15.- 1971-72.- Decimoquinta Liga. Tras la renovación de la plantilla, triunfo

“Renovarse o morir”, así dice el refranero español. Y eso es lo que hizo el Madrid de comienzos de la década de los 70 apara afrontar los nuevos tiempos. Los blancos habían realizado dos malas campañas en las temporadas 1969-70 y 1970-71. En la primera, acabaron en sexta posición, eso sí, empatados a puntos con Sevilla, Barcelona y Valencia, todos con 35 puntos… pero muy lejos del campeón, el Atlético de Madrid, aunque éste ganó la Liga en el último partido. La temporada siguiente, los blancos acabarían en cuarto lugar por detrás de Valencia, Barcelona y Atlético de Madrid. Además, la derrota en la final de la Recopa ante el Chelsea enfadó a Bernabéu. Éste consideró que había que hacer una fuerte, profunda y dolorosa renovación (le dieron la baja a Gento que llevaba desde 1953 en la plantilla blanca): en definitiva, salieron diez jugadores Betancort (34 años), Calpe (31), Espíldora (23), De la Fuente (23), Sanchís (33), Chato González (27), Fermín (23), Jiménez (24), Manolín Bueno (31) y Gento (38), y entraron siete: García Remón (21 años, portero), Verdugo (23, lateral), Antonio González (25 años y canterano), Anzarda, un extremo argentino con más gol que desborde para suplir a Gento. Y tres jóvenes jugadores del Racing: los ojeadores del club habían recomendado el fichaje de Aguilar (22 años), así que Bernabéu fue a verle en directo… y acabó enamorándose del delantero racinguista, Carlos Alonso, conocido como Santillana. También llegó Corral, un portero de 23 años. La cantidad pagada salvó al Racing de desaparecer. Y Miguel Muñoz confió en la mezcla de veteranos y jóvenes recién llegados para armar un equipo que volviera a pelear por la Liga. Siguió confiando en Amancio, Pirri, Grosso y Velázquez, pero le dio la titularidad desde el primer partido a Aguilar, Anzarda, García Remón, Verdugo y Santillana. Ante el Betis, en la primera jornada, destacó la posición de Amancio, jugando de centrocampista. Los blancos se colocaron líderes en la segunda jornada y de ahí no bajaría en lo que restaba de temporada. Se proclamaron campeones de invierno con 26 de 34 posibles. La nueva savia mezclaba bien con los veteranos, aunque la Liga fue disputada hasta el final por el Barcelona, que achuchó hasta el último momento. Sin embargo, en la penúltima jornada, los azulgrana jugaban en Córdoba y los blancos se medían al Atlético en el Calderón. Ambos perdieron: los de Muñoz, goleados por los rojiblancos (4-1), pero en la ciudad cordobesa, los de Michels cayeron por un penalti convertido por Fermín, que había salido cedido al conjunto verdiblanco. En la última jornada, los blancos golearon al Sevilla (4-1) y alzaban su decimoquinta Liga. Sería además, la última Liga de Miguel Muñoz… El técnico abandonaría el Madrid mediada la campaña 1973-74.

La temporada 1973-74 fue dura en el Madrid. La Liga la ganó el Barcelona de Cruyff con una sonora y soberana goleada en el Bernabéu (0-5). Además, también supuso el adiós de Miguel Muñoz al banquillo madridista. Luis Molowny le reemplazó el 15 de enero de 1974. El canario salvó la campaña blanca al derrotar al Barcelona en la final de Copa jugada en el estadio Vicente Calderón (4-0), pero prefirió permanecer en la sombra y decidió seguir en su cargo sde secretario técnico. Bernabéu creyó conveniente hacer un cambio en el banquillo tras las 15 campañas de Miguel Muñoz. Modernizar al equipo. Miró a Yugoslavia y fichó a Miljan Miljanic para recuperar la hegemonía en la Liga. Su trabajo al frente del Estrella Roja y de la selección yugoslava llamaron la atención del presidente blanco, que quiso ir personalmente a Belgrado para conocerle de cerca. También trajo la llegada de una de las sensaciones del fútbol europeo: el alemán Paul Breitner: fueron los propios jugadores de la plantilla madridista los que solicitaron al presidente la llegada del melenudo jugador del Bayern muniqués. Cuando el nibelungo llegó a Madrid, Miljanic le señaló que actuaría por la banda derecha del centro del campo blanco, junto con Del Bosque, Velázquez y Netzer. Breitner había sido lateral zurdo tanto en el conjunto bávaro como en la selección germana… pero en sus comienzos como juvenil había jugado en esa demarcación.  Miljanic llegó de la mano de su preparador físico, Milan Radisic, que sometió a la plantilla durante la pretemporada a una carga de trabajo tan dura, que algunos veteranos se quejaron. Sn embargo, el esfuerzo trajo su recompensa: los blancos acabaron líderes con sólo una derrota, la que le infligió el Athletic en San Mamés en la jornada 14. Una semana después, el Madrid superaba al Barcelona con un protagonista estelar: un jovencísimo José Antonio Camacho secaba a Johan Cruyff en una intensa batalla (está considerado uno de los grandes duelos individuales en la historia del fútbol español). Así, los madridistas aventajaban en seis puntos al Zaragoza, segundo tras acabar la primera vuelta. Una ventaja que aumentaría a doble al final de la campaña. Con un ritmo infernal de competición, los blancos alzanzarían el título a falta de cinco jornadas para el final del campeonato: un gol de Pirri en Atocha ante la Real Sociedad. Había sido un campeonato cómodo para los blancos, que esperaban disputar una Liga de transición a la espera de ir conformando un equipo campeón. La diferencia con el Barcelona (tercero) fue de 13 puntos. Algo impensable al comienzo de la campaña.
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16.- 1974-75.- Decimosexta Liga. Miljanic llegó, vio y venció

La temporada 1973-74 fue dura en el Madrid. La Liga la ganó el Barcelona de Cruyff con una sonora y soberana goleada en el Bernabéu (0-5). Además, también supuso el adiós de Miguel Muñoz al banquillo madridista. Luis Molowny le reemplazó el 15 de enero de 1974. El canario salvó la campaña blanca al derrotar al Barcelona en la final de Copa jugada en el estadio Vicente Calderón (4-0), pero prefirió permanecer en la sombra y decidió seguir en su cargo sde secretario técnico. Bernabéu creyó conveniente hacer un cambio en el banquillo tras las 15 campañas de Miguel Muñoz. Modernizar al equipo. Miró a Yugoslavia y fichó a Miljan Miljanic para recuperar la hegemonía en la Liga. Su trabajo al frente del Estrella Roja y de la selección yugoslava llamaron la atención del presidente blanco, que quiso ir personalmente a Belgrado para conocerle de cerca. También trajo la llegada de una de las sensaciones del fútbol europeo: el alemán Paul Breitner: fueron los propios jugadores de la plantilla madridista los que solicitaron al presidente la llegada del melenudo jugador del Bayern muniqués. Cuando el nibelungo llegó a Madrid, Miljanic le señaló que actuaría por la banda derecha del centro del campo blanco, junto con Del Bosque, Velázquez y Netzer. Breitner había sido lateral zurdo tanto en el conjunto bávaro como en la selección germana… pero en sus comienzos como juvenil había jugado en esa demarcación. Miljanic llegó de la mano de su preparador físico, Milan Radisic, que sometió a la plantilla durante la pretemporada a una carga de trabajo tan dura, que algunos veteranos se quejaron. Sn embargo, el esfuerzo trajo su recompensa: los blancos acabaron líderes con sólo una derrota, la que le infligió el Athletic en San Mamés en la jornada 14. Una semana después, el Madrid superaba al Barcelona con un protagonista estelar: un jovencísimo José Antonio Camacho secaba a Johan Cruyff en una intensa batalla (está considerado uno de los grandes duelos individuales en la historia del fútbol español). Así, los madridistas aventajaban en seis puntos al Zaragoza, segundo tras acabar la primera vuelta. Una ventaja que aumentaría a doble al final de la campaña. Con un ritmo infernal de competición, los blancos alzanzarían el título a falta de cinco jornadas para el final del campeonato: un gol de Pirri en Atocha ante la Real Sociedad. Había sido un campeonato cómodo para los blancos, que esperaban disputar una Liga de transición a la espera de ir conformando un equipo campeón. La diferencia con el Barcelona (tercero) fue de 13 puntos. Algo impensable al comienzo de la campaña.

El Madrid revalidó el título de Liga en la que sería la segunda temporada de Miljan Miljanic en el banquillo madridista. Bernabéu incorporó al defensa valencianista Juan Cruz Sol, que vino para reforzar el lateral derecho con potencia y contundencia. Eso unido al tándem Pirri-Benito le imprimían fuerza desde atrás, mientras que Camacho se consolidó como uno de los mejores en su puesto. El centro del campo lo seguían formando Del Bosque, Breitner y Netzer, con la excepcional ayuda de Amancio que se descolgaba del ataque para ayudar. Precisamente, esta sería la última temporada del gallego: decidió retirarse tras ser expulsado en Múnich en las semifinales de la Copa de Europa. Y arriba seguía contando con Santillana como referencia ofensiva junto con Roberto Martínez. También llegaron refuerzos como Sánchez Barrios y Chupete Guerini, aunque su rendimiento fue menor de lo esperado.  Como ya había sucedido en la pasada Liga, los blancos comenzaron con buenos resultados, pero con un run-run entre los aficionados madridistas: en el primer encuentro liguero ante el Racing de Santander, Miljanic no alineó a Velázquez. El técnico yugoslavo tenía seis extremos y cantidad de recursos, pero sobre todo, lo veía incompatible con Netzer. Mientras iba transcurriendo la Liga, los buenos resultados y un pique exagerado con el Atlético de Madrid en pos de conseguir el primer puesto de la clasificación, las noticias se producían en el entorno del entrenador balcánico. Todo explotó tras caer en un partido de Europa ante el Derby County por 4-1 en tierras inglesas. Se supo que Miljanic quería incorporar un médico y a un compatriota suyo como secretario técnico, algo que irritó a Bernabéu. Precisamente, en la ultima jornada de la primera vuelta, un triunfo de los rojiblancos por la mínima les dio el título de campeones de invierno.  Los rojiblancos fueron el rival más duro en todo el campeonato. Los blancos arrancaron mal, tanto en juego como en resultados, pero no se descolgaba de los puestos de cabeza. Sería en la jornada 23 cuando los blancos se auparían al frente de la tabla clasificatoria tras derrotar a la Real Sociedad gracias a un solitario tanto de Santillana. Aún así, los blancos no acababan de desarrollar un juego lustroso, capaz de enganchar a la afición. La debacle ante el Bayern de Múnich, con la sanción por El Loco del Bernabéu y la posterior expulsión y decisión irrevocable de Amancio de retirarse esa misma temporada, provocó una grave crisis en el seno de la plantilla blanca. Una crisis que, sin embargo, no fue aprovechada por los rojiblancos. Esa eliminación dejó tocada a la plantilla. El mejor ejemplo fue una fea y agria discusión entre Netzer y Benito en otra derrota en San Mamés. Una crisis que se ahondó tras caer en el Bernabéu ante el Barcelona. Pero una semana después los blancos se proclamaban campeones de Liga al derrotar al Granada en Los Cármenes. Un Granada que dirigía nada más y nada menos que Miguel Muñoz.
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17.- 1975-76.- Decimoséptima Liga. Otra Liga para despedir a Amancio

El Madrid revalidó el título de Liga en la que sería la segunda temporada de Miljan Miljanic en el banquillo madridista. Bernabéu incorporó al defensa valencianista Juan Cruz Sol, que vino para reforzar el lateral derecho con potencia y contundencia. Eso unido al tándem Pirri-Benito le imprimían fuerza desde atrás, mientras que Camacho se consolidó como uno de los mejores en su puesto. El centro del campo lo seguían formando Del Bosque, Breitner y Netzer, con la excepcional ayuda de Amancio que se descolgaba del ataque para ayudar. Precisamente, esta sería la última temporada del gallego: decidió retirarse tras ser expulsado en Múnich en las semifinales de la Copa de Europa. Y arriba seguía contando con Santillana como referencia ofensiva junto con Roberto Martínez. También llegaron refuerzos como Sánchez Barrios y Chupete Guerini, aunque su rendimiento fue menor de lo esperado. Como ya había sucedido en la pasada Liga, los blancos comenzaron con buenos resultados, pero con un run-run entre los aficionados madridistas: en el primer encuentro liguero ante el Racing de Santander, Miljanic no alineó a Velázquez. El técnico yugoslavo tenía seis extremos y cantidad de recursos, pero sobre todo, lo veía incompatible con Netzer. Mientras iba transcurriendo la Liga, los buenos resultados y un pique exagerado con el Atlético de Madrid en pos de conseguir el primer puesto de la clasificación, las noticias se producían en el entorno del entrenador balcánico. Todo explotó tras caer en un partido de Europa ante el Derby County por 4-1 en tierras inglesas. Se supo que Miljanic quería incorporar un médico y a un compatriota suyo como secretario técnico, algo que irritó a Bernabéu. Precisamente, en la ultima jornada de la primera vuelta, un triunfo de los rojiblancos por la mínima les dio el título de campeones de invierno. Los rojiblancos fueron el rival más duro en todo el campeonato. Los blancos arrancaron mal, tanto en juego como en resultados, pero no se descolgaba de los puestos de cabeza. Sería en la jornada 23 cuando los blancos se auparían al frente de la tabla clasificatoria tras derrotar a la Real Sociedad gracias a un solitario tanto de Santillana. Aún así, los blancos no acababan de desarrollar un juego lustroso, capaz de enganchar a la afición. La debacle ante el Bayern de Múnich, con la sanción por El Loco del Bernabéu y la posterior expulsión y decisión irrevocable de Amancio de retirarse esa misma temporada, provocó una grave crisis en el seno de la plantilla blanca. Una crisis que, sin embargo, no fue aprovechada por los rojiblancos. Esa eliminación dejó tocada a la plantilla. El mejor ejemplo fue una fea y agria discusión entre Netzer y Benito en otra derrota en San Mamés. Una crisis que se ahondó tras caer en el Bernabéu ante el Barcelona. Pero una semana después los blancos se proclamaban campeones de Liga al derrotar al Granada en Los Cármenes. Un Granada que dirigía nada más y nada menos que Miguel Muñoz.

Pese a las dos Ligas ganadas con Miljan Miljanic al frente del banquillo blanco, Santiago Bernabéu tenía ciertas dudas para seguir con el entrenador balcánico. Había habido un par de feos detalles por parte del entrenador le habían situado al borde de la destitución: esos detalles eran que no había querido acudir a Belgrado a disputar el encuentro de vuelta de la Copa de Europa ante el Estrella Roja aduciendo motivos sentimentales (Bernabéu acudió a Belgrado para ficharle), así como el querer introducir en el organigrama blanco la presencia de un doctor y de un secretario técnico yugoslavos, habían molestado al presidente blanco. Por ese motivo, no dudó en despedirle tras caer en la primera jornada ante el Salamanca en la campaña 1977-78. El encargado de resolver la situación fue Luis Molowny, que era un hombre de la casa y que ya se había hecho cargo del equipo en la temporada 1973-74, cuando en enero de 1974, Miguel Muñoz decidió no continuar. Entonces, el canario fue capaz de ganarle la Copa al Barcelona con una goleada estrepitosa (4-0).  Ahora la situación era más peliaguda. Molowny se hacía cargo del equipo tras una derrota en la primera jornada liguera, entre rumores acerca de la salud de Bernabéu, fichajes como el de Juanito (Burgos y por el que se pagaron 27 millones de pesetas), Wolff, y Uli Stielike. En la séptima jornada, los blancos ya eran líderes de la clasificación. El partido clave de la primera vuelta, la visita al Camp Nou resultó con triunfo a favor de los blancos por 2-3, tras una exhibición de Juanito (al que en algunos sectores se acusaba de ser bastante chupón). Los madridistas se proclamaron campeones de invierno con seis puntos de ventaja sobre el Barcelona… pero el año 1978 arrancaría mal: el 1 de enero, en un encuentro ante el Racing, José Antonio Camacho sufriría la triada, una lesión que le mantendría apartado de los terrenos de juego hasta la campaña 1979-80.  La segunda vuelta, sin embargo, no fue tan cómoda como la primera. Los blancos no estuvieron tan regulares y perdieron puntos importantes en el camino. El primero en dar la voz de alarma fue García Remón, que se mostró tajante: “Se está pensando más en el Mundial que en la Liga. Hemos tirado una ventaja muy cómoda y ahora vamos a tener que luchar por la Liga partiendo de cero con el Barcelona cuando lo teníamos muy fácil”. El toque de corneta sirvió para que los blancos reaccionasen, pero pronto volvieron a las andadas: una derrota ante el Valencia y un triunfo del Barcelona en Salamanca estrechó la distancia a sólo un punto con ocho jornadas por delante. De nuevo apretaron los blancos, pero sería el Clásico quien dictaminaría quién ganaría la Liga a falta de cinco jornadas para el final. Y ahí, los de Molowny no fallaron. Golearon 4-0, con tantos de Jensen (2), Juanito y Santillana. El derbi ante el Atlético de la jornada siguiente fue otro recital madridista (1-3). A tres jornadas del final, una nueva victoria blanca ante el Cádiz (2-0), sumada a una derrota del Barcelona a manos del Sporting gijonés (1-0) le daba otro título liguero a los blancos.
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18.- 1977-78.- Decimoctava Liga. La primera Liga de Molowny

Pese a las dos Ligas ganadas con Miljan Miljanic al frente del banquillo blanco, Santiago Bernabéu tenía ciertas dudas para seguir con el entrenador balcánico. Había habido un par de feos detalles por parte del entrenador le habían situado al borde de la destitución: esos detalles eran que no había querido acudir a Belgrado a disputar el encuentro de vuelta de la Copa de Europa ante el Estrella Roja aduciendo motivos sentimentales (Bernabéu acudió a Belgrado para ficharle), así como el querer introducir en el organigrama blanco la presencia de un doctor y de un secretario técnico yugoslavos, habían molestado al presidente blanco. Por ese motivo, no dudó en despedirle tras caer en la primera jornada ante el Salamanca en la campaña 1977-78. El encargado de resolver la situación fue Luis Molowny, que era un hombre de la casa y que ya se había hecho cargo del equipo en la temporada 1973-74, cuando en enero de 1974, Miguel Muñoz decidió no continuar. Entonces, el canario fue capaz de ganarle la Copa al Barcelona con una goleada estrepitosa (4-0). Ahora la situación era más peliaguda. Molowny se hacía cargo del equipo tras una derrota en la primera jornada liguera, entre rumores acerca de la salud de Bernabéu, fichajes como el de Juanito (Burgos y por el que se pagaron 27 millones de pesetas), Wolff, y Uli Stielike. En la séptima jornada, los blancos ya eran líderes de la clasificación. El partido clave de la primera vuelta, la visita al Camp Nou resultó con triunfo a favor de los blancos por 2-3, tras una exhibición de Juanito (al que en algunos sectores se acusaba de ser bastante chupón). Los madridistas se proclamaron campeones de invierno con seis puntos de ventaja sobre el Barcelona… pero el año 1978 arrancaría mal: el 1 de enero, en un encuentro ante el Racing, José Antonio Camacho sufriría la triada, una lesión que le mantendría apartado de los terrenos de juego hasta la campaña 1979-80. La segunda vuelta, sin embargo, no fue tan cómoda como la primera. Los blancos no estuvieron tan regulares y perdieron puntos importantes en el camino. El primero en dar la voz de alarma fue García Remón, que se mostró tajante: “Se está pensando más en el Mundial que en la Liga. Hemos tirado una ventaja muy cómoda y ahora vamos a tener que luchar por la Liga partiendo de cero con el Barcelona cuando lo teníamos muy fácil”. El toque de corneta sirvió para que los blancos reaccionasen, pero pronto volvieron a las andadas: una derrota ante el Valencia y un triunfo del Barcelona en Salamanca estrechó la distancia a sólo un punto con ocho jornadas por delante. De nuevo apretaron los blancos, pero sería el Clásico quien dictaminaría quién ganaría la Liga a falta de cinco jornadas para el final. Y ahí, los de Molowny no fallaron. Golearon 4-0, con tantos de Jensen (2), Juanito y Santillana. El derbi ante el Atlético de la jornada siguiente fue otro recital madridista (1-3). A tres jornadas del final, una nueva victoria blanca ante el Cádiz (2-0), sumada a una derrota del Barcelona a manos del Sporting gijonés (1-0) le daba otro título liguero a los blancos.

El 2 de junio de 1978, en su modesto piso en la calle Jericó de Madrid y días antes de cumplir los 83 años de edad, fallecía Don Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid y que había estado ligado toda su vida a la entidad blanca. Al mandatario blanco se le había diagnosticado un cáncer el 23 de agosto de 1977 en Santa Pola. A pesar de las recomendaciones de los médicos, a primera hora del día 24 tomó el avión en Alicante para asistir esa noche al partido de homenaje a Manolo Velázquez. Al día siguiente fue internado en la clínica San Camilo donde se le diagnosticó una obstrucción intestinal. El 8 de septiembre se le intervino quirúrgicamente. Su gran fortaleza física, a pesar de sus 82 años, le permitió superar la operación y reincorporarse al club el día 4 de noviembre. Pero a finales de mayo de 1978, su situación empeoró notablemente. A comienzos de junio, el gran patriarca madridista moría.  Esta situación dejó en estado de shock a toda la entidad blanca. No en vano, en el club no se movía nada sin la autorización del presidente. Molowny, que ya había transmitido sus deseos de no seguir al frente del equipo, tuvo que seguir una campaña más. Pese a no tener refuerzos destacados, manejó muy bien la plantilla cuando las lesiones acuciaron al equipo (hasta cuatro jugadores tuvieron que pasar por quirófano: Miguel Ángel, Sol, San José y Camacho y Pirri estuvo un mes de baja por una lesión de cartílagos), tirando de los jóvenes como García Hernández e Isidro y de veteranos como Aguilar, que le dieron un gran resultado.  Y es que los blancos no partían como favoritos para ganar este Campeonato. Había diversos factores para ello: para empezar la muerte de Bernabéu que, a su vez, conllevaba cierta inestabilidad institucional y la ausencia de fichajes (llegaron García Hernández y Poli Rincón). Por otro lado, los desembolsos de equipos como el Barcelona (fichó a Krankl) y el Valencia (al equipo valencianista le apodaron Los millonarios tras contratar a Solsona y a Bonhoff) les situaban como claros pretendientes al título liguero. Pero pronto los blancos se pusieron manos a la obra y en la jornada sexta, tras derrotar al Athletic (2-1) en el Bernabéu se auparon a lo alto de la tabla. Sólo el Zaragoza fue capaz de derrotar a los blancos… y fue por un gol de San José en propia meta. En la segunda vuelta, ni las lesiones ni el bache de juego que sufrió el equipo fueron impedimento para que los blancos lograran su decimonovena Liga. Su rival en los 17 encuentros fue el Sporting de Gijón, pero los blancos se llevaron los dos puntos de su visita a El Molinón, gracias a un gol de Santillana. Fue a falta de dos jornadas para el final cunado sentenció el título tras golear al Rayo Vallecano (4-1). La decimonovena Liga fue el mejor homenaje a Don Santiago Bernabéu.
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19.- 1978-79.- Decimonovena Liga. Bernabéu, ‘in memoriam’

El 2 de junio de 1978, en su modesto piso en la calle Jericó de Madrid y días antes de cumplir los 83 años de edad, fallecía Don Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid y que había estado ligado toda su vida a la entidad blanca. Al mandatario blanco se le había diagnosticado un cáncer el 23 de agosto de 1977 en Santa Pola. A pesar de las recomendaciones de los médicos, a primera hora del día 24 tomó el avión en Alicante para asistir esa noche al partido de homenaje a Manolo Velázquez. Al día siguiente fue internado en la clínica San Camilo donde se le diagnosticó una obstrucción intestinal. El 8 de septiembre se le intervino quirúrgicamente. Su gran fortaleza física, a pesar de sus 82 años, le permitió superar la operación y reincorporarse al club el día 4 de noviembre. Pero a finales de mayo de 1978, su situación empeoró notablemente. A comienzos de junio, el gran patriarca madridista moría. Esta situación dejó en estado de shock a toda la entidad blanca. No en vano, en el club no se movía nada sin la autorización del presidente. Molowny, que ya había transmitido sus deseos de no seguir al frente del equipo, tuvo que seguir una campaña más. Pese a no tener refuerzos destacados, manejó muy bien la plantilla cuando las lesiones acuciaron al equipo (hasta cuatro jugadores tuvieron que pasar por quirófano: Miguel Ángel, Sol, San José y Camacho y Pirri estuvo un mes de baja por una lesión de cartílagos), tirando de los jóvenes como García Hernández e Isidro y de veteranos como Aguilar, que le dieron un gran resultado. Y es que los blancos no partían como favoritos para ganar este Campeonato. Había diversos factores para ello: para empezar la muerte de Bernabéu que, a su vez, conllevaba cierta inestabilidad institucional y la ausencia de fichajes (llegaron García Hernández y Poli Rincón). Por otro lado, los desembolsos de equipos como el Barcelona (fichó a Krankl) y el Valencia (al equipo valencianista le apodaron Los millonarios tras contratar a Solsona y a Bonhoff) les situaban como claros pretendientes al título liguero. Pero pronto los blancos se pusieron manos a la obra y en la jornada sexta, tras derrotar al Athletic (2-1) en el Bernabéu se auparon a lo alto de la tabla. Sólo el Zaragoza fue capaz de derrotar a los blancos… y fue por un gol de San José en propia meta. En la segunda vuelta, ni las lesiones ni el bache de juego que sufrió el equipo fueron impedimento para que los blancos lograran su decimonovena Liga. Su rival en los 17 encuentros fue el Sporting de Gijón, pero los blancos se llevaron los dos puntos de su visita a El Molinón, gracias a un gol de Santillana. Fue a falta de dos jornadas para el final cunado sentenció el título tras golear al Rayo Vallecano (4-1). La decimonovena Liga fue el mejor homenaje a Don Santiago Bernabéu.

Luis Molowny había cumplido la temporada anterior al llevar al equipo hasta el título de Liga, pero desde un principio había dejado claro que su paso por el banquillo era temporal, por lo que Luis de Carlos tuvo que buscar entrenador. A la palestra salieron los nombres de los entrenadores más prestigiosos del continente, como el alemán Udo Lattek. Al final, el presidente madridista optó por un remedio semicasero al inclinarse por el yugoslavo Vujadin Boskov, que había hecho un buen trabajo con el Zaragoza y gozaba de cierto prestigio europeo ganado en su paso por la selección yugoslava y por el Feyenoord holandés. La contratación de Boskov tuvo sus críticos por la experiencia vivida anteriormente con Miljan Miljanic.  Sin embargo, Boskov se desmarcó rápidamente de su compatriota, con el que había tenido algunos roces. “Por favor, no me comparen con Miljanic”, fue lo primero que dijo nada más aterrizar en Madrid. Nada más llegar al club se le solicitó que diera una lista de jugadores y Boskov colocó en primer lugar al inglés Laurie Cunningham. El extremo inglés había deslumbrado en España la temporada anterior en una eliminatoria de Recopa que enfrentó al Valencia con el West Bromwich Albion. Cunningham era la sensación del fútbol inglés y su fichaje se convirtió en el más caro de la historia del Real Madrid en aquel entonces: un millón de libras, 123 millones de pesetas. El precio del fichaje levantó ampollas, porque Cunningham tenía condiciones de crack mundial, pero aún era muy joven y no estaba consagrado. También sus emolumentos, dieciocho millones de pesetas, pusieron en guardia a los pesos pesados del vestuario, apodado ‘de los García’ al tener cinco jugadores que tenían ese apellido: García Remón, García Navajas, García Cortés. Pérez García y García Hernández. La temporada siguiente llegaría a jugar la final de la Copa de Europa, perdiendo ante el Liverpool en París.  Pero poco a poco los blancos se fueron despegando en el Campeonato junto a la Real Sociedad. Una Real que se proclamaría campeona de invierno tras apabullar a los madridistas en Atocha (4-0). El equipo blanco no acababa de encontrar solidez ni brillantez, pero los resultados le acompañaban en menor medida. La defensa era constantemente vapuleada: encajó 23 tantos en 18 partidos… En la segunda vuelta, más de lo mismo, hasta que en la jornada 22, un gol de Santillana a falta de tres minutos para el final volvió a dar el liderato. Un primer puesto que fue alternando entre donostiarras y madridistas hasta la penúltima jornada. Los blancos ganaban en Las Palmas y los txuri-urdin caían derrotados en Sevilla por un gran Bertoni. Tras 32 jornadas invictos, los donostiarras dejaban el título en manos de los madridistas. Los de Boskov se jugaban el título ante el Athletic. Y no fallaron. Ganaron 3-1. El último tanto lo anotó Pirri. De esa manera se despedía del Madrid.
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20.- 1979-80.- Vigésima Liga. Boskov, Cunningham y los García

Luis Molowny había cumplido la temporada anterior al llevar al equipo hasta el título de Liga, pero desde un principio había dejado claro que su paso por el banquillo era temporal, por lo que Luis de Carlos tuvo que buscar entrenador. A la palestra salieron los nombres de los entrenadores más prestigiosos del continente, como el alemán Udo Lattek. Al final, el presidente madridista optó por un remedio semicasero al inclinarse por el yugoslavo Vujadin Boskov, que había hecho un buen trabajo con el Zaragoza y gozaba de cierto prestigio europeo ganado en su paso por la selección yugoslava y por el Feyenoord holandés. La contratación de Boskov tuvo sus críticos por la experiencia vivida anteriormente con Miljan Miljanic. Sin embargo, Boskov se desmarcó rápidamente de su compatriota, con el que había tenido algunos roces. “Por favor, no me comparen con Miljanic”, fue lo primero que dijo nada más aterrizar en Madrid. Nada más llegar al club se le solicitó que diera una lista de jugadores y Boskov colocó en primer lugar al inglés Laurie Cunningham. El extremo inglés había deslumbrado en España la temporada anterior en una eliminatoria de Recopa que enfrentó al Valencia con el West Bromwich Albion. Cunningham era la sensación del fútbol inglés y su fichaje se convirtió en el más caro de la historia del Real Madrid en aquel entonces: un millón de libras, 123 millones de pesetas. El precio del fichaje levantó ampollas, porque Cunningham tenía condiciones de crack mundial, pero aún era muy joven y no estaba consagrado. También sus emolumentos, dieciocho millones de pesetas, pusieron en guardia a los pesos pesados del vestuario, apodado ‘de los García’ al tener cinco jugadores que tenían ese apellido: García Remón, García Navajas, García Cortés. Pérez García y García Hernández. La temporada siguiente llegaría a jugar la final de la Copa de Europa, perdiendo ante el Liverpool en París. Pero poco a poco los blancos se fueron despegando en el Campeonato junto a la Real Sociedad. Una Real que se proclamaría campeona de invierno tras apabullar a los madridistas en Atocha (4-0). El equipo blanco no acababa de encontrar solidez ni brillantez, pero los resultados le acompañaban en menor medida. La defensa era constantemente vapuleada: encajó 23 tantos en 18 partidos… En la segunda vuelta, más de lo mismo, hasta que en la jornada 22, un gol de Santillana a falta de tres minutos para el final volvió a dar el liderato. Un primer puesto que fue alternando entre donostiarras y madridistas hasta la penúltima jornada. Los blancos ganaban en Las Palmas y los txuri-urdin caían derrotados en Sevilla por un gran Bertoni. Tras 32 jornadas invictos, los donostiarras dejaban el título en manos de los madridistas. Los de Boskov se jugaban el título ante el Athletic. Y no fallaron. Ganaron 3-1. El último tanto lo anotó Pirri. De esa manera se despedía del Madrid.

Después de un lustro sin ganar la Liga (se repartieron entre Real Sociedad y Athletic (dos trofeos cada uno) y Barcelona, el Madrid daría un giro de 180º en la segunda mitad de la década de los 80. Todo arrancó en 1985. Ese año, Luis de Carlos decidió abandonar la presidencia del conjunto blanco y convocó elecciones. Unos comicios que ganó Ramón Mendoza al prometer que traería grandes fichajes. Dicho y hecho, comenzó a hacer realidad sus promesas: contrató a Gordillo y a Maceda. Decidió no renovar a Uli Stielike al seguir una vieja norma no escrita de Bernabéu de ofrecer sólo renovar temporada a temporada a los jugadores que superaban la treintena de años. Eso enfadó a cierta parte del madridismo, que se calló en cuanto supo que su relevo sería el prolífico goleador Hugo Sánchez, jugador, además, del Atlético de Madrid. La otra gran decisión de Mendoza fue ofrecer el cargo de entrenador a Luis Molowny, que había ganado la Copa de la UEFA y la Copa de la Liga. Molowny aceptó con la condición de que sólo estaría una campaña. La plantilla de ‘las Quintas’ (la del Buitre, y la de los ‘Machos’ formada por Hugo, Maceda y Gordillo) ya tenía director de orquesta. Y un director aceptado por todos.  La Liga empezó con buenos resultados, pero con escasez de juego. Sólo parecía funcionar bien la pareja Hugo Sánchez-Butragueño. Sin embargo, hubo dos puntos de inflexión: la derrota ante el Barcelona (2-0), el vigente campeón, y la debacle en Alemania ante el Borussia Mönchengladbach (5-1). Molowny fue cuestionado y por los círculos de la prensa empezó a sonar con fuerza el nombre de Leo Beenhakker. Los blancos ensayaron una posible remontada ante Las Palmas (5-1) y Celta (4-0). Y efectivamente, en una noche mágica, los blancos remontaron ante los germanos. A partir de entonces, y con la tranquilidad de saberse superiores a sus rivales, los blancos apretaron el acelerador hasta proclamarse campeones de invierno. Un logro que continuaría en la segunda vuelta, donde los madridistas se convirtieron en una máquina perfectamente engrasada para crear juego, ocasiones y culminarlas en goles. Los blancos sumaron 56 puntos de 68 posibles, con sólo cuatro derrotas, 17 victorias en el estadio Bernabéu (no cedió ni siquiera un empate, con 47 goles a favor y sólo nueve en contra), con 83 goles anotados (el Barça, segundo, sólo sumó 45 puntos y marcó 22 goles menos, 61) y con un estelar Hugo Sánchez, que anotó 22 goles para proclamarse máximo goleador del campeonato.
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21.- 1985-86.- Vigesimoprimera Liga. La primera de ‘La Quinta’

Después de un lustro sin ganar la Liga (se repartieron entre Real Sociedad y Athletic (dos trofeos cada uno) y Barcelona, el Madrid daría un giro de 180º en la segunda mitad de la década de los 80. Todo arrancó en 1985. Ese año, Luis de Carlos decidió abandonar la presidencia del conjunto blanco y convocó elecciones. Unos comicios que ganó Ramón Mendoza al prometer que traería grandes fichajes. Dicho y hecho, comenzó a hacer realidad sus promesas: contrató a Gordillo y a Maceda. Decidió no renovar a Uli Stielike al seguir una vieja norma no escrita de Bernabéu de ofrecer sólo renovar temporada a temporada a los jugadores que superaban la treintena de años. Eso enfadó a cierta parte del madridismo, que se calló en cuanto supo que su relevo sería el prolífico goleador Hugo Sánchez, jugador, además, del Atlético de Madrid. La otra gran decisión de Mendoza fue ofrecer el cargo de entrenador a Luis Molowny, que había ganado la Copa de la UEFA y la Copa de la Liga. Molowny aceptó con la condición de que sólo estaría una campaña. La plantilla de ‘las Quintas’ (la del Buitre, y la de los ‘Machos’ formada por Hugo, Maceda y Gordillo) ya tenía director de orquesta. Y un director aceptado por todos. La Liga empezó con buenos resultados, pero con escasez de juego. Sólo parecía funcionar bien la pareja Hugo Sánchez-Butragueño. Sin embargo, hubo dos puntos de inflexión: la derrota ante el Barcelona (2-0), el vigente campeón, y la debacle en Alemania ante el Borussia Mönchengladbach (5-1). Molowny fue cuestionado y por los círculos de la prensa empezó a sonar con fuerza el nombre de Leo Beenhakker. Los blancos ensayaron una posible remontada ante Las Palmas (5-1) y Celta (4-0). Y efectivamente, en una noche mágica, los blancos remontaron ante los germanos. A partir de entonces, y con la tranquilidad de saberse superiores a sus rivales, los blancos apretaron el acelerador hasta proclamarse campeones de invierno. Un logro que continuaría en la segunda vuelta, donde los madridistas se convirtieron en una máquina perfectamente engrasada para crear juego, ocasiones y culminarlas en goles. Los blancos sumaron 56 puntos de 68 posibles, con sólo cuatro derrotas, 17 victorias en el estadio Bernabéu (no cedió ni siquiera un empate, con 47 goles a favor y sólo nueve en contra), con 83 goles anotados (el Barça, segundo, sólo sumó 45 puntos y marcó 22 goles menos, 61) y con un estelar Hugo Sánchez, que anotó 22 goles para proclamarse máximo goleador del campeonato.

La campaña 1986-87 iba a ser la más larga de la historia. Los clubes decidieron probar con la experiencia de una liguilla de play-off al final de la temporada regular con el objetivo de recaudar más dinero: se decidió reformar el sistema tradicional de doble vuelta, de todos contra todos, añadiendo un play-off final donde los 18 equipos participantes se dividirían en tres grupos de seis en función de su clasificación. En cada grupo volverían a enfrentarse entre sí a doble vuelta y los puntos obtenidos se sumarían a los conseguidos en la primera fase. El Madrid ganaría las dos fases con juego y estilo.  Una vez ganada la Liga y la Copa de la UEFA, Ramón Mendoza cumplió su palabra. Permitió que Molowny dejase el banquillo madridista. Su sucesor fue Leo Beenhakker, aunque el técnico holandés fue la tercera opción: las dos primeras fueron Menotti (con el que Mendoza no tuvo un buen feeling desde el principio) y Luis Aragonés, que rechazó por motivos obvios cualquier ofrecimiento blanco. Se rumoreó que también hubo reuniones con Javier Clemente, pero gente del entorno blanco convencieron al presidente blanco de que su estilo futbolístico no sería del agrado de la afición. El elegido fue el técnico holandés. Como refuerzos llegaron Buyo, portero del Sevilla y por el que se pagaron 70 millones de pesetas. Además, llegó el central Mino para cubrir la baja de Maceda que, lesionado, tenía que retirarse. Se reincorporaron Pardeza y Solana. Fueron baja dos clásicos como Miguel Ángel y García Remón. También se iría el defensa San José.  Beenhakker mantuvo la base del equipo que logró la Liga la campaña pasada. Con Buyo ganó seguridad y, al jugar cerca del borde del área, permitía adelantar a la defensa. La baja de Maceda y el mal rendimiento de Mino hizo que Gallego y Salguero se turnasen para formar pareja con Sanchís en el eje de la zaga. Pero la gran y espectacular aparición fue la de un centrocampista yugoslavo, Milan Jankovic. En marzo de 1987 se le diagnosticó una hepatitis, por lo que tuvo que frenar. Esa baja la aprovechó Mendoza para fichar a Jankovic, que se había presentado en un partido de Copa de Europa con el Estrella Roja, precisamente ante los blancos. Con su llegada el Madrid dio un salto cualitativo en su juego. Jankovic era el que mejor se asociaba con todos los jugadores del centro del campo hacia adelante: Míchel, Martín Vázquez, Gordillo, Butragueño y Hugo Sanchez. Fue el dinamizador de La Quinta. Pero al Madrid le costó arrancar, quizá porque no acababa de adaptarse al librillo de Beenhakker. Eso lo aprovechó el Barça para coronarse campeón de invierno. Sin embargo, en la segunda vuelta, supieron revertir la situación y llegar en primera posición para disputar el play-off. Una fase final, en la que tampoco fallaría. Sí lo haría el Barcelona en la penúltima jornada al caer en Gijón. El Madrid, por el contrario, ganaba al Zaragoza con un estelar Butragueño. Los blancos repetían título, algo que no lograban desde los años 70: 1978-79 y 1979-80.
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22.- 1986-87.- Vigesimosegunda Liga. Gana la Liga más larga, la Liga del play-off

La campaña 1986-87 iba a ser la más larga de la historia. Los clubes decidieron probar con la experiencia de una liguilla de play-off al final de la temporada regular con el objetivo de recaudar más dinero: se decidió reformar el sistema tradicional de doble vuelta, de todos contra todos, añadiendo un play-off final donde los 18 equipos participantes se dividirían en tres grupos de seis en función de su clasificación. En cada grupo volverían a enfrentarse entre sí a doble vuelta y los puntos obtenidos se sumarían a los conseguidos en la primera fase. El Madrid ganaría las dos fases con juego y estilo. Una vez ganada la Liga y la Copa de la UEFA, Ramón Mendoza cumplió su palabra. Permitió que Molowny dejase el banquillo madridista. Su sucesor fue Leo Beenhakker, aunque el técnico holandés fue la tercera opción: las dos primeras fueron Menotti (con el que Mendoza no tuvo un buen feeling desde el principio) y Luis Aragonés, que rechazó por motivos obvios cualquier ofrecimiento blanco. Se rumoreó que también hubo reuniones con Javier Clemente, pero gente del entorno blanco convencieron al presidente blanco de que su estilo futbolístico no sería del agrado de la afición. El elegido fue el técnico holandés. Como refuerzos llegaron Buyo, portero del Sevilla y por el que se pagaron 70 millones de pesetas. Además, llegó el central Mino para cubrir la baja de Maceda que, lesionado, tenía que retirarse. Se reincorporaron Pardeza y Solana. Fueron baja dos clásicos como Miguel Ángel y García Remón. También se iría el defensa San José. Beenhakker mantuvo la base del equipo que logró la Liga la campaña pasada. Con Buyo ganó seguridad y, al jugar cerca del borde del área, permitía adelantar a la defensa. La baja de Maceda y el mal rendimiento de Mino hizo que Gallego y Salguero se turnasen para formar pareja con Sanchís en el eje de la zaga. Pero la gran y espectacular aparición fue la de un centrocampista yugoslavo, Milan Jankovic. En marzo de 1987 se le diagnosticó una hepatitis, por lo que tuvo que frenar. Esa baja la aprovechó Mendoza para fichar a Jankovic, que se había presentado en un partido de Copa de Europa con el Estrella Roja, precisamente ante los blancos. Con su llegada el Madrid dio un salto cualitativo en su juego. Jankovic era el que mejor se asociaba con todos los jugadores del centro del campo hacia adelante: Míchel, Martín Vázquez, Gordillo, Butragueño y Hugo Sanchez. Fue el dinamizador de La Quinta. Pero al Madrid le costó arrancar, quizá porque no acababa de adaptarse al librillo de Beenhakker. Eso lo aprovechó el Barça para coronarse campeón de invierno. Sin embargo, en la segunda vuelta, supieron revertir la situación y llegar en primera posición para disputar el play-off. Una fase final, en la que tampoco fallaría. Sí lo haría el Barcelona en la penúltima jornada al caer en Gijón. El Madrid, por el contrario, ganaba al Zaragoza con un estelar Butragueño. Los blancos repetían título, algo que no lograban desde los años 70: 1978-79 y 1979-80.

La segunda temporada de Leo Beenhakker al frente del Real Madrid fue la más espectacular hablando del juego desplegado. La Quinta estaba en plena madurez y el Madrid arrasó. Se volvió a disputar la Liga como se venía haciendo, dejando el experimento del play-off abandonada en un cajón. Eso sí, su gran sueño, ganar la Copa de Europa, algo que no se conseguía desde 1966, no pudo ser. Los blancos se quedarían a las puertas, aunque se le reconoció como el campeón moral. El tercer título consecutivo supuso que la copa de la Liga se la quedara en propiedad. Paco Llorente y Miguel Tendillo fueron las incorporaciones blancas. El primero, sobrino de Gento, se acogió al Decreto 1.006 para rescindir su contrato con el Atlético de Madrid y poder firmar con los madridistas. El segundo le daría una mejor salida al balón desde la zaga.  Pero sería el sorteo de la Copa de Europa la que condicionaría toda la pretemporada y el comienzo liguero. Nada más y nada menos que se tenían que enfrentar al Nápoles de Maradona. Eso provocó que Beenhakker diseñara una preparación para que el equipo estuviera a tope desde el mes de septiembre. El resultado de esa puesta a punto ideal tan temprana fue que los ocho primeros partidos de Liga se saldaran con otras tantas victorias. Hubo goleadas escandalosas (Sporting (7-0) y Zaragoza (1-7)), y toda Europa empezó a hablar del fútbol de alta escuela que practicaba el Madrid. La eliminatoria con el Nápoles reforzó esa sensación. Los blancos no aminoraron el ritmo, pero el Atlético de Madrid le bajó de las nubes al ganarle (0-4) en el derbi jugado en el Bernabéu. Luego le derrotaría el Real Betis (2-1) y Athletic y Murcia supieron frenarle con sendos empates. Aún así, los blancos se irían con cinco puntos de ventaja al término de la primera vuelta.  Mientras los blancos iban superando obstáculos en la Copa de Europa. El desgaste se iba haciendo más evidente, pero nadie era capaz de hacerle sombra a los de Beenhakker que, con un fútbol excelso iban goleando dejando un gran sabor de boca a los aficionados. Sin embargo, fue el PSV holandés quien pondría punto final a la trayectoria blanca en Europa. Aún con el dolor de la reciente eliminación europea, cuatro días después goleaba al Betis (6-0) para proclamarse campeón liguero. Era la tercera Liga consecutiva, lo que le otorgaba la Copa en propiedad. Un consuelo a corto plazo para hacer olvidar la eliminación europea…
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23.- 1987-88.- Vigesimotercera Liga. El mejor fútbol de La Quinta

La segunda temporada de Leo Beenhakker al frente del Real Madrid fue la más espectacular hablando del juego desplegado. La Quinta estaba en plena madurez y el Madrid arrasó. Se volvió a disputar la Liga como se venía haciendo, dejando el experimento del play-off abandonada en un cajón. Eso sí, su gran sueño, ganar la Copa de Europa, algo que no se conseguía desde 1966, no pudo ser. Los blancos se quedarían a las puertas, aunque se le reconoció como el campeón moral. El tercer título consecutivo supuso que la copa de la Liga se la quedara en propiedad. Paco Llorente y Miguel Tendillo fueron las incorporaciones blancas. El primero, sobrino de Gento, se acogió al Decreto 1.006 para rescindir su contrato con el Atlético de Madrid y poder firmar con los madridistas. El segundo le daría una mejor salida al balón desde la zaga. Pero sería el sorteo de la Copa de Europa la que condicionaría toda la pretemporada y el comienzo liguero. Nada más y nada menos que se tenían que enfrentar al Nápoles de Maradona. Eso provocó que Beenhakker diseñara una preparación para que el equipo estuviera a tope desde el mes de septiembre. El resultado de esa puesta a punto ideal tan temprana fue que los ocho primeros partidos de Liga se saldaran con otras tantas victorias. Hubo goleadas escandalosas (Sporting (7-0) y Zaragoza (1-7)), y toda Europa empezó a hablar del fútbol de alta escuela que practicaba el Madrid. La eliminatoria con el Nápoles reforzó esa sensación. Los blancos no aminoraron el ritmo, pero el Atlético de Madrid le bajó de las nubes al ganarle (0-4) en el derbi jugado en el Bernabéu. Luego le derrotaría el Real Betis (2-1) y Athletic y Murcia supieron frenarle con sendos empates. Aún así, los blancos se irían con cinco puntos de ventaja al término de la primera vuelta. Mientras los blancos iban superando obstáculos en la Copa de Europa. El desgaste se iba haciendo más evidente, pero nadie era capaz de hacerle sombra a los de Beenhakker que, con un fútbol excelso iban goleando dejando un gran sabor de boca a los aficionados. Sin embargo, fue el PSV holandés quien pondría punto final a la trayectoria blanca en Europa. Aún con el dolor de la reciente eliminación europea, cuatro días después goleaba al Betis (6-0) para proclamarse campeón liguero. Era la tercera Liga consecutiva, lo que le otorgaba la Copa en propiedad. Un consuelo a corto plazo para hacer olvidar la eliminación europea…

DIARIO AS
La principal tarea que tuvo Leo Beenhakker en su tercera campaña como entrenador del Real Madrid fue la de acoplar a un jugadorazo como Bernd Schuster a un equipo que jugaba primorosamente bien de la mano de Milan Jankovic. Precisamente, la llegada del alemán, procedente del Barcelona, significó la salida del centrocampista balcánico. Los blancos se habían habituado a ser dirigidos por la batuta del exfutbolista del Estrella Roja, y ahora lo harían de la mano de uno de los mejores centrocampistas que han pasado por el fútbol español. Pero Beenhakker fue más allá: pidió a Schuster que, aparte de sus precisos y habituales pases largos, se descolgara en ataque para romper el centro del campo rival con salidas por sorpresa y tambiñen, para aprovechar su buen disparo lejano. Una vez acoplado al equipo y a las exigencias, el equipo volvió a exhibir un fútbol de altura y de nivel. Pero las críticas y el debate volvieron a saltar en el comienzo de la temporada: tres empates consecutivos en los tres primeros partidos de Liga hicieron saltar las alarmas. Beenhakker comenzaba a no ver las cosas claras y aspectos de algunos jugadores que no le gustaban. La primera victoria, ante el Betis en la cuarta jornada, serenó el ambiente hasta que se supo que el técnico quería sentar a Butragueño, el niño mimado del presidente y de la afición, algo que pasó en la decimotercera jornada ante el Sevilla en el Ramón Sánchez Pizjuán. Cinco victorias consecutivas y un empate para finalizar la primera vuelta liderando la tabla serenaron las aguas de cara a la afición. Por dentro subyacía la idea de que el técnico holandés no confiaba demasiado en las tareas defensivas de El Buitre. Algo que se repetiría a lo largo de la segunda vuelta: los blancos sólo caerían en un encuentro ante el Celta en Balaídos, pero fueron dos hechos los que marcarían el futuro de Beenhakker. El primero fue dejar al 7 blanco en el partido de vuelta ante el PSV, el campeón europeo: dispuso a Llorente para tapar las subidas de Gerets (“Nadie juega con el patrimonio del club”, le diría Mendoza). Esa decisión traería consecuencias en el futuro. La segunda fue la debacle madridista ante el Milán. Cayó goleado en San Siro (5-0) en una de las noches más aciagas en la historia del conjunto blanco. Pese a ganar la Liga con unos números impresionantes (25 triunfos, 12 empates y una derrota, con 91 goles a favor, pero 37 en contra) y la Copa, Beenhakker diría adiós al final de la temporada.
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24.- 1988-89.- Vigesimocuarta Liga. El mejor fútbol de La Quinta

La principal tarea que tuvo Leo Beenhakker en su tercera campaña como entrenador del Real Madrid fue la de acoplar a un jugadorazo como Bernd Schuster a un equipo que jugaba primorosamente bien de la mano de Milan Jankovic. Precisamente, la llegada del alemán, procedente del Barcelona, significó la salida del centrocampista balcánico. Los blancos se habían habituado a ser dirigidos por la batuta del exfutbolista del Estrella Roja, y ahora lo harían de la mano de uno de los mejores centrocampistas que han pasado por el fútbol español. Pero Beenhakker fue más allá: pidió a Schuster que, aparte de sus precisos y habituales pases largos, se descolgara en ataque para romper el centro del campo rival con salidas por sorpresa y tambiñen, para aprovechar su buen disparo lejano. Una vez acoplado al equipo y a las exigencias, el equipo volvió a exhibir un fútbol de altura y de nivel. Pero las críticas y el debate volvieron a saltar en el comienzo de la temporada: tres empates consecutivos en los tres primeros partidos de Liga hicieron saltar las alarmas. Beenhakker comenzaba a no ver las cosas claras y aspectos de algunos jugadores que no le gustaban. La primera victoria, ante el Betis en la cuarta jornada, serenó el ambiente hasta que se supo que el técnico quería sentar a Butragueño, el niño mimado del presidente y de la afición, algo que pasó en la decimotercera jornada ante el Sevilla en el Ramón Sánchez Pizjuán. Cinco victorias consecutivas y un empate para finalizar la primera vuelta liderando la tabla serenaron las aguas de cara a la afición. Por dentro subyacía la idea de que el técnico holandés no confiaba demasiado en las tareas defensivas de El Buitre. Algo que se repetiría a lo largo de la segunda vuelta: los blancos sólo caerían en un encuentro ante el Celta en Balaídos, pero fueron dos hechos los que marcarían el futuro de Beenhakker. El primero fue dejar al 7 blanco en el partido de vuelta ante el PSV, el campeón europeo: dispuso a Llorente para tapar las subidas de Gerets (“Nadie juega con el patrimonio del club”, le diría Mendoza). Esa decisión traería consecuencias en el futuro. La segunda fue la debacle madridista ante el Milán. Cayó goleado en San Siro (5-0) en una de las noches más aciagas en la historia del conjunto blanco. Pese a ganar la Liga con unos números impresionantes (25 triunfos, 12 empates y una derrota, con 91 goles a favor, pero 37 en contra) y la Copa, Beenhakker diría adiós al final de la temporada.

El galés John Benjamin Toshack fue el elegido por Ramón Mendoza para sustituir a Leo Beenhakker en el banquillo madridista. El galés había ganado prestigio en la Real Sociedad con su sistema de tres centrales y dos carrileros que también aplicó en el Madrid. En su primera temporada dio resultado y el equipo batió el récord de goles en una Liga al lograr la friolera de 107 tantos…  Toshack llegó al equipo para aportar mano dura (se comentaba que Mendoza le había fichado para enderezar un vestuario que se había acomodado y que tenía demasiado poder en todos los estamentos del club) pero, sobre todo, un sistema sólido que evitara debacles como la de Milán. Sin embargo, su contratación no gustó a gran parte del núcleo duro del vestuario porque les había criticado públicamente cuando entrenaba a la Real. En especial tuvo fijación con Buyo, Tendillo y Butragueño, aunque los tres acabaron siendo importantes. Ganó la Liga, pero fracasó con el Milán (por segunda temporada consecutiva). Sería destituido la siguiente temporada porque la plantilla no soportaba sus críticas y su presencia constante en los medios de comunicación. El galés aplicó sin dudar el sistema que le había catapultado tanto en el Swansea como en la Real: tres centrales, uno de los cuales ejercía de líbero, dos carrileros, tres jugadores en el centro del campo, con Butragueño ejerciendo de segundo delantero y nexo de unión entre el medio y Hugo Sánchez. Su mayor acierto fue darle absoluta libertad de movimientos a Martín Vázquez. El resultado fue la explosión del madrileño hasta ser uno de los mejores jugadores del mundo. La producción ofensiva fue brutal: 107 goles en 38 partidos (casi tres goles por partido). También intentó convertir a Chendo en un pivote defensivo, pero esa apuesta no le salió bien.  Los blancos arrancaron con dudas (sendos empates sin goles ante el Castellón y el Mallorca) en las cuatro primeras jornadas, pero cuando todas las piezas encajaron, la maquinaria blanca se puso en funcionamiento. El equipo dominó la primera vuelta con comodidad. Sólo Barcelona (3-1) y Real Sociedad (2-1) fueron capaces de derrotarles en todo el campeonato. Las goleadas se sucedían y nadie era capaz de frenar a los blancos. Al término de la primera vuelta ya todos pensaban en que el récord de goles se podía batir, como así fue: marcó tres o más goles en 21 de los 38 encuentros, pero por encima del grupo sobresalieron dos jugadores: Hugo Sánchez (marcó 38 goles, todos a un solo toque, ganando la Bota de Oro) y Martín Vázquez que, con su juego, dominaba todos los encuentros. Al final de esa temporada acabó marchándose al Torino italiano. Los blancos dejaron de marcar en cuatro partidos (Castellón, Mallorca, Celta y Valladolid, todos jugados lejos del Bernabéu), marcaron 78 goles en el Bernabéu y curiosamente lograron el mismo número de puntos en casa como jugando fuera: 31. Así lograba La Quinta su quinta Liga consecutiva, algo que sólo se había logrado en otra ocasión en la historia: el Madrid de comienzos de la década de los 60 (ganaron el título en 1961, 1962, 1963, 1964 y 1965).
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25.- 1989-90.- Vigesimoquinta Liga. Toshack y la mano dura

El galés John Benjamin Toshack fue el elegido por Ramón Mendoza para sustituir a Leo Beenhakker en el banquillo madridista. El galés había ganado prestigio en la Real Sociedad con su sistema de tres centrales y dos carrileros que también aplicó en el Madrid. En su primera temporada dio resultado y el equipo batió el récord de goles en una Liga al lograr la friolera de 107 tantos… Toshack llegó al equipo para aportar mano dura (se comentaba que Mendoza le había fichado para enderezar un vestuario que se había acomodado y que tenía demasiado poder en todos los estamentos del club) pero, sobre todo, un sistema sólido que evitara debacles como la de Milán. Sin embargo, su contratación no gustó a gran parte del núcleo duro del vestuario porque les había criticado públicamente cuando entrenaba a la Real. En especial tuvo fijación con Buyo, Tendillo y Butragueño, aunque los tres acabaron siendo importantes. Ganó la Liga, pero fracasó con el Milán (por segunda temporada consecutiva). Sería destituido la siguiente temporada porque la plantilla no soportaba sus críticas y su presencia constante en los medios de comunicación. El galés aplicó sin dudar el sistema que le había catapultado tanto en el Swansea como en la Real: tres centrales, uno de los cuales ejercía de líbero, dos carrileros, tres jugadores en el centro del campo, con Butragueño ejerciendo de segundo delantero y nexo de unión entre el medio y Hugo Sánchez. Su mayor acierto fue darle absoluta libertad de movimientos a Martín Vázquez. El resultado fue la explosión del madrileño hasta ser uno de los mejores jugadores del mundo. La producción ofensiva fue brutal: 107 goles en 38 partidos (casi tres goles por partido). También intentó convertir a Chendo en un pivote defensivo, pero esa apuesta no le salió bien. Los blancos arrancaron con dudas (sendos empates sin goles ante el Castellón y el Mallorca) en las cuatro primeras jornadas, pero cuando todas las piezas encajaron, la maquinaria blanca se puso en funcionamiento. El equipo dominó la primera vuelta con comodidad. Sólo Barcelona (3-1) y Real Sociedad (2-1) fueron capaces de derrotarles en todo el campeonato. Las goleadas se sucedían y nadie era capaz de frenar a los blancos. Al término de la primera vuelta ya todos pensaban en que el récord de goles se podía batir, como así fue: marcó tres o más goles en 21 de los 38 encuentros, pero por encima del grupo sobresalieron dos jugadores: Hugo Sánchez (marcó 38 goles, todos a un solo toque, ganando la Bota de Oro) y Martín Vázquez que, con su juego, dominaba todos los encuentros. Al final de esa temporada acabó marchándose al Torino italiano. Los blancos dejaron de marcar en cuatro partidos (Castellón, Mallorca, Celta y Valladolid, todos jugados lejos del Bernabéu), marcaron 78 goles en el Bernabéu y curiosamente lograron el mismo número de puntos en casa como jugando fuera: 31. Así lograba La Quinta su quinta Liga consecutiva, algo que sólo se había logrado en otra ocasión en la historia: el Madrid de comienzos de la década de los 60 (ganaron el título en 1961, 1962, 1963, 1964 y 1965).

Tras una larga hegemonía del Barcelona en la Liga, con cuatro títulos incluidos, el Real Madrid recuperó el trono en una gran temporada de juego. Con el club sumido en una gravísima crisis económica, y viendo los títulos que ganaban los azulgrana (cuatro Ligas, dos de ellas al Madrid en la última jornada del campeonato, más una Copa de Europa), Ramón Mendoza decidió dar un golpe de timón. Sabía que ‘La Quinta del Buitre’ estaba ya en sus últimos coletazos y decidió ponerse manos a la obra en la creación de un proyecto sólido. Apostó por Jorge Valdano como nuevo entrenador, en parte por sus excelentes resultados como técnico del Tenerife y por su apuesta por el buen fútbol se consideró un punto fuerte de cara a la afición, y fichó a dos jugadorazos como eran Michael Laudrup y Fernando Redondo.  Para llevar a cabo su plan, Valdano apostó por el fichaje de Redondo por encima de Simeone, con el que ya había más que un acuerdo con el Sevilla para traerlo al Bernabéu. Redondo iba a ser el eje pivotal por el que pasaría todo el juego madridista en esta nueva etapa. Además, contaba con Míchel (sufrió una grave lesión y su puesto fue ocupado por Luis Enrique con notable solvencia) y Martín Vázquez para jugar por las bandas, con Laudrup como enlace con el ataque, donde brillaban Zamorano (marcó 28 goles en 38 encuentros) y Amavisca (10 goles). Curiosamente, Valdano no contaba con ellos al principio de la campaña y solicitó su venta para poder traer al uruguayo Rubén Sosa (incluso llegó a posar con una camiseta madridista en su casa del Lago de Como), y fueron una de las sensaciones de la temporada. Con quien tampoco se contaba al principio de la temporada fue con un canterano llamado Raúl y que estaba predestinado a convertirse en una estrella. Por el contrario, la trayectoria de Butragueño como madridista daba visos de agotamiento.  La campaña madridista comenzó con un estruendoso triunfo en Sevilla (1-4), con Zamorano marcando en el primer minuto de partido, aunque sus actuaciones más espectaculares fueron ante el Atlético de Madrid (4-2, en el debut de Raúl en el Bernabéu), y sobre todo, la devolución de la manita que el Barcelona le había endosado en 1994. El 7 de enero de 1995, los blancos ofrecieron un recital de juego ofensivo para golear (5-0) a los azulgrana. Más allá del resultado, el partido significaba un evidente cambio de ciclo en el fútbol español. La realidad es que los blancos prácticamente liquidaron el campeonato en las 30 primeras jornadas jugando a un altísimo nivel. Sólo el cansancio físico le dio algo de aliciente a la Liga. En la antepenúltima jornada, los blancos recibían al Deportivo de La Coruña: un gol de Amavisca y otro de Zamorano dejaron la Liga en las vitrinas del Bernabéu. Los blancos rompían así una larga travesía del desierto: cuatro campañas sin ganar la Liga.
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26.- 1994-95.- Vigesimosexta Liga. Raúl y Zamorano para acabar con una sequía de cuatro años

Tras una larga hegemonía del Barcelona en la Liga, con cuatro títulos incluidos, el Real Madrid recuperó el trono en una gran temporada de juego. Con el club sumido en una gravísima crisis económica, y viendo los títulos que ganaban los azulgrana (cuatro Ligas, dos de ellas al Madrid en la última jornada del campeonato, más una Copa de Europa), Ramón Mendoza decidió dar un golpe de timón. Sabía que ‘La Quinta del Buitre’ estaba ya en sus últimos coletazos y decidió ponerse manos a la obra en la creación de un proyecto sólido. Apostó por Jorge Valdano como nuevo entrenador, en parte por sus excelentes resultados como técnico del Tenerife y por su apuesta por el buen fútbol se consideró un punto fuerte de cara a la afición, y fichó a dos jugadorazos como eran Michael Laudrup y Fernando Redondo. Para llevar a cabo su plan, Valdano apostó por el fichaje de Redondo por encima de Simeone, con el que ya había más que un acuerdo con el Sevilla para traerlo al Bernabéu. Redondo iba a ser el eje pivotal por el que pasaría todo el juego madridista en esta nueva etapa. Además, contaba con Míchel (sufrió una grave lesión y su puesto fue ocupado por Luis Enrique con notable solvencia) y Martín Vázquez para jugar por las bandas, con Laudrup como enlace con el ataque, donde brillaban Zamorano (marcó 28 goles en 38 encuentros) y Amavisca (10 goles). Curiosamente, Valdano no contaba con ellos al principio de la campaña y solicitó su venta para poder traer al uruguayo Rubén Sosa (incluso llegó a posar con una camiseta madridista en su casa del Lago de Como), y fueron una de las sensaciones de la temporada. Con quien tampoco se contaba al principio de la temporada fue con un canterano llamado Raúl y que estaba predestinado a convertirse en una estrella. Por el contrario, la trayectoria de Butragueño como madridista daba visos de agotamiento. La campaña madridista comenzó con un estruendoso triunfo en Sevilla (1-4), con Zamorano marcando en el primer minuto de partido, aunque sus actuaciones más espectaculares fueron ante el Atlético de Madrid (4-2, en el debut de Raúl en el Bernabéu), y sobre todo, la devolución de la manita que el Barcelona le había endosado en 1994. El 7 de enero de 1995, los blancos ofrecieron un recital de juego ofensivo para golear (5-0) a los azulgrana. Más allá del resultado, el partido significaba un evidente cambio de ciclo en el fútbol español. La realidad es que los blancos prácticamente liquidaron el campeonato en las 30 primeras jornadas jugando a un altísimo nivel. Sólo el cansancio físico le dio algo de aliciente a la Liga. En la antepenúltima jornada, los blancos recibían al Deportivo de La Coruña: un gol de Amavisca y otro de Zamorano dejaron la Liga en las vitrinas del Bernabéu. Los blancos rompían así una larga travesía del desierto: cuatro campañas sin ganar la Liga.

Corrían tiempos difíciles en el Real Madrid. A nivel institucional, Ramón Mendoza había dimitido como presidente en noviembre de 1995 y la sucesión de Lorenzo Sanz en el cargo no se estabilizó hasta que hubo elecciones de febrero de 1996. La situación económica del equipo pasaba por un momento delicado y en lo deportivo había completado una de las peores temporadas de los últimos tiempos: acabó en sexta posición, quedándose fuera de las competiciones europeas por tercera vez en su historia. La situación requería un giro radical en todos los sentidos. Consciente de todo ello, Lorenzo Sanz se lanzó a fichar a jugadores reconocidos internacionalmente: Mijatovic, Suker, Seedorf, Roberto Carlos, Secretario, Illgner… todos ellos bajo el mandato del técnico Fabio Capello, que llegaba con una Champions ganada al Barcelona (4-0 en 1994) y cuatro Ligas italianas. Además, tenía fama de ganador y de técnico de carácter, virtudes que demostraría a lo largo de la temporada.  Capello partía de la idea de tener un bloque sólido y ordenado (sus principales premisas eran el trabajo y la disciplina) para intentar el asalto a la Liga. Eso sí, el fútbol-espectáculo lo dejaba para otros: su lema era la eficacia pura y dura. Y eso fue el Madrid durante toda la temporada: un Madrid intenso, granítico, al que le costó tiempo para que sus estrellas se amoldasen unos con otros (el portugués Secretario no acabó de convencerle ni de adaptarse a lo que le pedía y acabó fichando a Panucci en el mercado invernal). Pero poco a poco el equipo se fue amoldando: su primer gran partido llegó en la octava jornada, al derrotar a la Real Sociedad con un contundente 6-1. Los blancos estarían sin perder hasta la jornada 25, cuando cayeron en Vallecas por la mínima. El enfado de Capello fue tan brutal que el equipo enlazó otros 11 encuentros sin conocer la derrota. Pero con la lengua casi fuera por el esfuerzo desarrollado (los blancos no jugaban competición europea) porque Capello confiaba casi siempre en los mismos jugadores, los blancos sentenciaron el título al derrotar al Atlético de Madrid en el Bernabéu a falta de una jornada para el final. En la penúltima, los blancos liquidaron al Extremadura (5-0), mientras que el Barcelona perdía ante el Hércules en Alicante (2-1).  Anteriormente, los blancos habían dado un paso de gigante en la jornada 34: el Madrid recibía al Sevilla y el Barcelona viajaba a Valladolid. La diferencia era de siete puntos. A los 30 minutos de cada partido, los azulgrana vencían por la mínima y el Sevilla tomaba el Bernabéu con un contundente (0-2). Los locales (madridistas y pucelanos) remontaron en unas segundas partes de vértigo. Los de Capello ganaron 4-2. Los vallisoletanos, 3-1. De estar a apenas 4 puntos la distancia se ampliaba a 10. Toda la fiesta por el título ganado se evaporaría al conocer que Capello había adoptado la decisión de marcharse al final de la campaña. Pero dejaba a los blancos en lo más alto del fútbol español y dejaba asentada la base para posteriores triunfos…
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27.- 1996-97.- Vigesimoséptima Liga. Capello y la Liga de los ases

Corrían tiempos difíciles en el Real Madrid. A nivel institucional, Ramón Mendoza había dimitido como presidente en noviembre de 1995 y la sucesión de Lorenzo Sanz en el cargo no se estabilizó hasta que hubo elecciones de febrero de 1996. La situación económica del equipo pasaba por un momento delicado y en lo deportivo había completado una de las peores temporadas de los últimos tiempos: acabó en sexta posición, quedándose fuera de las competiciones europeas por tercera vez en su historia. La situación requería un giro radical en todos los sentidos. Consciente de todo ello, Lorenzo Sanz se lanzó a fichar a jugadores reconocidos internacionalmente: Mijatovic, Suker, Seedorf, Roberto Carlos, Secretario, Illgner… todos ellos bajo el mandato del técnico Fabio Capello, que llegaba con una Champions ganada al Barcelona (4-0 en 1994) y cuatro Ligas italianas. Además, tenía fama de ganador y de técnico de carácter, virtudes que demostraría a lo largo de la temporada. Capello partía de la idea de tener un bloque sólido y ordenado (sus principales premisas eran el trabajo y la disciplina) para intentar el asalto a la Liga. Eso sí, el fútbol-espectáculo lo dejaba para otros: su lema era la eficacia pura y dura. Y eso fue el Madrid durante toda la temporada: un Madrid intenso, granítico, al que le costó tiempo para que sus estrellas se amoldasen unos con otros (el portugués Secretario no acabó de convencerle ni de adaptarse a lo que le pedía y acabó fichando a Panucci en el mercado invernal). Pero poco a poco el equipo se fue amoldando: su primer gran partido llegó en la octava jornada, al derrotar a la Real Sociedad con un contundente 6-1. Los blancos estarían sin perder hasta la jornada 25, cuando cayeron en Vallecas por la mínima. El enfado de Capello fue tan brutal que el equipo enlazó otros 11 encuentros sin conocer la derrota. Pero con la lengua casi fuera por el esfuerzo desarrollado (los blancos no jugaban competición europea) porque Capello confiaba casi siempre en los mismos jugadores, los blancos sentenciaron el título al derrotar al Atlético de Madrid en el Bernabéu a falta de una jornada para el final. En la penúltima, los blancos liquidaron al Extremadura (5-0), mientras que el Barcelona perdía ante el Hércules en Alicante (2-1). Anteriormente, los blancos habían dado un paso de gigante en la jornada 34: el Madrid recibía al Sevilla y el Barcelona viajaba a Valladolid. La diferencia era de siete puntos. A los 30 minutos de cada partido, los azulgrana vencían por la mínima y el Sevilla tomaba el Bernabéu con un contundente (0-2). Los locales (madridistas y pucelanos) remontaron en unas segundas partes de vértigo. Los de Capello ganaron 4-2. Los vallisoletanos, 3-1. De estar a apenas 4 puntos la distancia se ampliaba a 10. Toda la fiesta por el título ganado se evaporaría al conocer que Capello había adoptado la decisión de marcharse al final de la campaña. Pero dejaba a los blancos en lo más alto del fútbol español y dejaba asentada la base para posteriores triunfos…

FOTO:JESUS RUBIODIARIO AS
Tras ganar la Octava Copa de Europa, Lorenzo Sanz decidió convocar elecciones para reafirmar su legitimidad como presidente, también para presidir el año del centenario madridista (2002) y comenzar a preparar tan magnánimo acontecimiento con tiempo. Sin embargo, en las elecciones celebradas el 16 de julio, los socios decidieron que el nuevo presidente fuese Florentino Pérez, un candidato que ya se había presentado en otras elecciones (en 1995, cuando le derrotó Ramón Mendoza). Días antes se extendió el rumor de que tenía atado a Luis Figo, capitán y líder del Barcelona. Dicho y hecho. Tras pagar 60 millones de euros (10.000 millones de pesetas) por el portugués, Figo fue presentado como nuevo jugador del Madrid. Pero el luso no llegó solo: también recalaron en el club blanco Makelele, Solari, Celades, Munitis y Flavio Conceiçao. También hubo bajas como la de Redondo (vendido al Milan por 18 millones de euros) o Anelka (traspasado por 30 millones al PSG). En el banquillo continuaba Vicente del Bosque como recompensa por su trabajo al hacer al equipo campeón de Europa.  Las cosas no fueron bien en los primeros meses de competición, con derrotas ante equipos como el Mallorca (0-2 en el Bernabéu) y el Numancia (3-1). También la derrota ante el Barcelona (2-0), con pitadas y lanzamientos de objetos al campo cada vez que Figo tocaba el balón. Pero a partir de la décima jornada de Liga las cosas empezaron a cambiar. El Real Madrid le endosó un claro 5-1 a Las Palmas. Una victoria que le ayudó a recuperar la confianza. A partir de ese partido encadenó nueve victorias consecutivas que le auparon al liderato antes del final de la primera vuelta. Sacaba cinco puntos al Deportivo (42 por 37) y seis al Barcelona (tenía 36 en su casillero). Y, de esa manera afrontó la segunda parte del campeonato: como si fuera una carrera de fondo. Los blancos aguantaron cómodamente su condición de líder del torneo. Tras caer ante el Mallorca (1-0) en la jornada 27, los blancos enlazaron otros 11 encuentros sin perder. A falta de dos jornadas para el final, una goleada ante el Alavés (5-0) le permitió levantar una nueva Liga. La 28. La primera de Florentino Pérez. La primera del Siglo XXI.
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28.- 2000-2001.- Vigesimoctava Liga. La primera del Siglo XXI

Tras ganar la Octava Copa de Europa, Lorenzo Sanz decidió convocar elecciones para reafirmar su legitimidad como presidente, también para presidir el año del centenario madridista (2002) y comenzar a preparar tan magnánimo acontecimiento con tiempo. Sin embargo, en las elecciones celebradas el 16 de julio, los socios decidieron que el nuevo presidente fuese Florentino Pérez, un candidato que ya se había presentado en otras elecciones (en 1995, cuando le derrotó Ramón Mendoza). Días antes se extendió el rumor de que tenía atado a Luis Figo, capitán y líder del Barcelona. Dicho y hecho. Tras pagar 60 millones de euros (10.000 millones de pesetas) por el portugués, Figo fue presentado como nuevo jugador del Madrid. Pero el luso no llegó solo: también recalaron en el club blanco Makelele, Solari, Celades, Munitis y Flavio Conceiçao. También hubo bajas como la de Redondo (vendido al Milan por 18 millones de euros) o Anelka (traspasado por 30 millones al PSG). En el banquillo continuaba Vicente del Bosque como recompensa por su trabajo al hacer al equipo campeón de Europa. Las cosas no fueron bien en los primeros meses de competición, con derrotas ante equipos como el Mallorca (0-2 en el Bernabéu) y el Numancia (3-1). También la derrota ante el Barcelona (2-0), con pitadas y lanzamientos de objetos al campo cada vez que Figo tocaba el balón. Pero a partir de la décima jornada de Liga las cosas empezaron a cambiar. El Real Madrid le endosó un claro 5-1 a Las Palmas. Una victoria que le ayudó a recuperar la confianza. A partir de ese partido encadenó nueve victorias consecutivas que le auparon al liderato antes del final de la primera vuelta. Sacaba cinco puntos al Deportivo (42 por 37) y seis al Barcelona (tenía 36 en su casillero). Y, de esa manera afrontó la segunda parte del campeonato: como si fuera una carrera de fondo. Los blancos aguantaron cómodamente su condición de líder del torneo. Tras caer ante el Mallorca (1-0) en la jornada 27, los blancos enlazaron otros 11 encuentros sin perder. A falta de dos jornadas para el final, una goleada ante el Alavés (5-0) le permitió levantar una nueva Liga. La 28. La primera de Florentino Pérez. La primera del Siglo XXI.

Tras una campaña exitosa coronada con la conquista de la Novena Copa de Europa, más el refuerzo añadido de Ronaldo Nazario, uno de los mejores goleadores de la historia del fútbol, el Madrid pasó a ser conocido como el ‘Madrid Galáctico’, un apelativo que con el paso del tiempo se convertiría más en un estigma que en un mote valorativo. La plantilla del Madrid contaba en sus filas con jugadores como Casillas, Hierro, Roberto Carlos, Zidane, Raúl, Figo y el ya mencionado Ronaldo: la combinación resultó ser maravillosa. El Madrid apuntalaba una plantilla nunca vista en un equipo de fútbol. El brasileño debutaría a comienzos del mes de octubre de 2002, ante el Alavés. El escenario fue el estadio Santiago Bernabéu. Entró en el campo en el minuto 64 y apenas 60 segundos después marcaba su primer gol de blanco: tras controlar con el pecho, dibujó una perfecta volea. Crecido por su debut, le dio una asistencia de gol a Figo, excompañero suyo en el Barcelona (temporada 1996-97), marcó un segundo tanto y rozó un tercer tanto. Con la llegada de Ronaldo el Madrid ganaba en pegada, pero no estaba todo ganado: una semana más tarde, el Racing cántabro le bajaba a la tierra al derrotarle por 2-0. Poco a poco el equipo se fue consolidando: enlazó 15 jornadas consecutivas sin perder, compitiendo en un feroz mano a mano con la Real Sociedad con apariciones del Deportivo de La Coruña también en lucha por el título.  La recta final del Real Madrid fue extraordinaria. Logró trece puntos de los últimos quince y venció con gran mérito en Valencia (1-2) y en el Vicente Calderón (0-4). Precisamente esta última victoria, con dobletes de Ronaldo y Raúl incluidos, hizo que el Madrid dependiese de sí mismo en la última jornada, tras la derrota de la Real Sociedad en Vigo (3-2). El equipo visitante era el Athletic Club bilbaíno. Todo parecía indicar un nuevo título liguero para los madridistas. Y así fue. Dos goles de Ronaldo y otro de Roberto Carlos dieron una nueva Liga al Madrid. Curiosamente era la primera Liga que ganaba el crack brasileño… pero tras las celebraciones, llegaron los cuchillos largos: ni Vicente del Bosque (el entrenador), ni Fernando Hierro (el capitán, un jugador con 14 temporadas defendiendo la elástica madridista), ni Claude Makelele (el futbolista que daba equilibrio al equipo) continuarían en la plantilla madridista.
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29.- 2002-2003.- Vigesimonovena Liga. Ronaldo se une al Madrid de los ‘Galácticos’

Tras una campaña exitosa coronada con la conquista de la Novena Copa de Europa, más el refuerzo añadido de Ronaldo Nazario, uno de los mejores goleadores de la historia del fútbol, el Madrid pasó a ser conocido como el ‘Madrid Galáctico’, un apelativo que con el paso del tiempo se convertiría más en un estigma que en un mote valorativo. La plantilla del Madrid contaba en sus filas con jugadores como Casillas, Hierro, Roberto Carlos, Zidane, Raúl, Figo y el ya mencionado Ronaldo: la combinación resultó ser maravillosa. El Madrid apuntalaba una plantilla nunca vista en un equipo de fútbol. El brasileño debutaría a comienzos del mes de octubre de 2002, ante el Alavés. El escenario fue el estadio Santiago Bernabéu. Entró en el campo en el minuto 64 y apenas 60 segundos después marcaba su primer gol de blanco: tras controlar con el pecho, dibujó una perfecta volea. Crecido por su debut, le dio una asistencia de gol a Figo, excompañero suyo en el Barcelona (temporada 1996-97), marcó un segundo tanto y rozó un tercer tanto. Con la llegada de Ronaldo el Madrid ganaba en pegada, pero no estaba todo ganado: una semana más tarde, el Racing cántabro le bajaba a la tierra al derrotarle por 2-0. Poco a poco el equipo se fue consolidando: enlazó 15 jornadas consecutivas sin perder, compitiendo en un feroz mano a mano con la Real Sociedad con apariciones del Deportivo de La Coruña también en lucha por el título. La recta final del Real Madrid fue extraordinaria. Logró trece puntos de los últimos quince y venció con gran mérito en Valencia (1-2) y en el Vicente Calderón (0-4). Precisamente esta última victoria, con dobletes de Ronaldo y Raúl incluidos, hizo que el Madrid dependiese de sí mismo en la última jornada, tras la derrota de la Real Sociedad en Vigo (3-2). El equipo visitante era el Athletic Club bilbaíno. Todo parecía indicar un nuevo título liguero para los madridistas. Y así fue. Dos goles de Ronaldo y otro de Roberto Carlos dieron una nueva Liga al Madrid. Curiosamente era la primera Liga que ganaba el crack brasileño… pero tras las celebraciones, llegaron los cuchillos largos: ni Vicente del Bosque (el entrenador), ni Fernando Hierro (el capitán, un jugador con 14 temporadas defendiendo la elástica madridista), ni Claude Makelele (el futbolista que daba equilibrio al equipo) continuarían en la plantilla madridista.

FOTO:MACARIO MUÑOZDIARIO AS
En febrero de 2006, Florentino Pérez renunciaba a seguir siendo presidente del Real Madrid. El máximo mandatario no pudo soportar la actitud de algunos jugadores en el banquillo ante una derrota en Mallorca. “El exceso de triunfos y quizás una mala asimilación de mis mensajes provoca que haya jugadores confundidos, a los que no he sabido más que maleducarles. Aceptando mi responsabilidad, dejando la presidencia se puede reconducir una dirección equivocada”, dijo como explicación para anunciar su renuncia a la presidencia blanca. Así pues, en el verano de 2006 hubo elecciones a la presidencia. Unos comicios que ganaría Ramón Calderón. Con él aterrizó Pedja Mijatovic como director deportivo. Y el montenegrino se puso manos a la obra: fichó de nuevo a Fabio Capello como entrenador, y con él llegaron Cannavaro, campeón del mundo con Italia ese verano: Emerson y Diarra para acorazar el centro del campo, y un veterano cazagoles, Ruud Van Nistelrooy. También llegarían Reyes (clave en el último partido) y en el mercado invernal tres jóvenes promesas: el lateral brasileño Marcelo y los argentinos Higuaín (delantero) y Gago (centrocampista).  En su presentación, Fabio Capello dijo una frase que marcaría el devenir del equipo blanco en esta edición de la competición liguera: “Quiero recuperar el espíritu de la camiseta”. Y efectivamente, así fue la Liga blanca: más casta y coraje que juego. Tras un comienzo flojo, sería en la séptima jornada, justo a los 100 días desde que comenzase la pretemporada, cuando el Barcelona se presentaba en el Bernabéu. En un intenso duelo, los blancos superaron a los de Rijkaard (2-0). Pero la temporada es un tobogán con triunfos y alegrías y derrotas y sinsabores. Después de ser eliminados de la Champions, los blancos tienen que medirse a Barcelona en el Camp Nou, donde en un encuentro con un gran lavado de cara de los blancos empatan (3-3) pese a ir dominando todo el partido. Sólo Messi evitó el triunfo blanco. A partir de ahí, los blancos comienzan a encadenar triunfos tras triunfos, hasta colocarse líder de la clasificación en la jornada 34 tras superar al Espanyol en un tensísimo encuentro (4-3), con un gol de Higuaín en el minuto 89.  Pero una vez más, sería en la penúltima jornada cuando los blancos se jugarían el título: en esa fecha, los blancos viajaban a Zaragoza, mientras que el Barcelona se medía al Espanyol en el Camp Nou. Ambos estaban empatados a 72 puntos. A falta de dos minutos para el final, el Zaragoza gana al Madrid 2-1. Justo, con el mismo resultado, vence el Barcelona al Espanyol. Un rechace de César, portero zaragocista, sube el empate a dos tantos al marcador… para 17 segundos después, un pase de Rufete a Tamudo significa el empate a dos goles del Espanyol. Todo se resolvería en la última jornada. El Madrid recibía al Mallorca. Parecía fácil sobre el tapete, pero…  El Mallorca salió a morder desde el principio del partido. Arango estrelló el balón en el poste de Casillas (segundo 38 de partido), antes de que Varela, en el minuto 16 abriese el marcador para los bermellones. Pese a los intentos del Madrid, el resultado al descanso daba el título de campeones a los azulgrana. Pero a falta de 25 minutos para el final del encuentro, Reyes empataba el encuentro para el Madrid. Diarra, con un potente remate de cabeza, le daba la vuelta al resultado antes de que Reyes, con un zurdazo inapelable, estableciese el 3-1 definitivo. El Madrid ganaba la Liga del Clavo Ardiendo. Un Campeonato en el que los blancos apelaron más a la épica, la garra, el carácter que al juego. Pero la trigésima Liga estaba en las arcas blancas.
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30.- 2006-2007.- Trigésima Liga. La Liga del Clavo Ardiendo

En febrero de 2006, Florentino Pérez renunciaba a seguir siendo presidente del Real Madrid. El máximo mandatario no pudo soportar la actitud de algunos jugadores en el banquillo ante una derrota en Mallorca. “El exceso de triunfos y quizás una mala asimilación de mis mensajes provoca que haya jugadores confundidos, a los que no he sabido más que maleducarles. Aceptando mi responsabilidad, dejando la presidencia se puede reconducir una dirección equivocada”, dijo como explicación para anunciar su renuncia a la presidencia blanca. Así pues, en el verano de 2006 hubo elecciones a la presidencia. Unos comicios que ganaría Ramón Calderón. Con él aterrizó Pedja Mijatovic como director deportivo. Y el montenegrino se puso manos a la obra: fichó de nuevo a Fabio Capello como entrenador, y con él llegaron Cannavaro, campeón del mundo con Italia ese verano: Emerson y Diarra para acorazar el centro del campo, y un veterano cazagoles, Ruud Van Nistelrooy. También llegarían Reyes (clave en el último partido) y en el mercado invernal tres jóvenes promesas: el lateral brasileño Marcelo y los argentinos Higuaín (delantero) y Gago (centrocampista). En su presentación, Fabio Capello dijo una frase que marcaría el devenir del equipo blanco en esta edición de la competición liguera: “Quiero recuperar el espíritu de la camiseta”. Y efectivamente, así fue la Liga blanca: más casta y coraje que juego. Tras un comienzo flojo, sería en la séptima jornada, justo a los 100 días desde que comenzase la pretemporada, cuando el Barcelona se presentaba en el Bernabéu. En un intenso duelo, los blancos superaron a los de Rijkaard (2-0). Pero la temporada es un tobogán con triunfos y alegrías y derrotas y sinsabores. Después de ser eliminados de la Champions, los blancos tienen que medirse a Barcelona en el Camp Nou, donde en un encuentro con un gran lavado de cara de los blancos empatan (3-3) pese a ir dominando todo el partido. Sólo Messi evitó el triunfo blanco. A partir de ahí, los blancos comienzan a encadenar triunfos tras triunfos, hasta colocarse líder de la clasificación en la jornada 34 tras superar al Espanyol en un tensísimo encuentro (4-3), con un gol de Higuaín en el minuto 89. Pero una vez más, sería en la penúltima jornada cuando los blancos se jugarían el título: en esa fecha, los blancos viajaban a Zaragoza, mientras que el Barcelona se medía al Espanyol en el Camp Nou. Ambos estaban empatados a 72 puntos. A falta de dos minutos para el final, el Zaragoza gana al Madrid 2-1. Justo, con el mismo resultado, vence el Barcelona al Espanyol. Un rechace de César, portero zaragocista, sube el empate a dos tantos al marcador… para 17 segundos después, un pase de Rufete a Tamudo significa el empate a dos goles del Espanyol. Todo se resolvería en la última jornada. El Madrid recibía al Mallorca. Parecía fácil sobre el tapete, pero… El Mallorca salió a morder desde el principio del partido. Arango estrelló el balón en el poste de Casillas (segundo 38 de partido), antes de que Varela, en el minuto 16 abriese el marcador para los bermellones. Pese a los intentos del Madrid, el resultado al descanso daba el título de campeones a los azulgrana. Pero a falta de 25 minutos para el final del encuentro, Reyes empataba el encuentro para el Madrid. Diarra, con un potente remate de cabeza, le daba la vuelta al resultado antes de que Reyes, con un zurdazo inapelable, estableciese el 3-1 definitivo. El Madrid ganaba la Liga del Clavo Ardiendo. Un Campeonato en el que los blancos apelaron más a la épica, la garra, el carácter que al juego. Pero la trigésima Liga estaba en las arcas blancas.

FOTO:BRU GARCIAAFP
A pesar de conquistar el título liguero, el entrenador italiano Fabio Capello no siguió al frente del equipo. La diferencia radicó en que si en 1997 fue él mismo quien pidió salir para volver a Italia, al Milán, que atravesaba una mala racha de juegos y resultados, una década después era la directiva blanca la que no quería que continuara al frente de la nave blanca. Sus relaciones, frías y distantes para con directivos y jugadores le situaban en una posición delicada para seguir. En su puesto llegó Bernd Schuster, que había realizado una más que espléndida temporada con el Getafe. Al alemán le trajeron además, dos grandes talentos: los holandeses Robben y Sneijder. Venían a suplir a jugadores como Ronaldo y Beckham, que habían salido en cuestión de días: el brasileño fue traspasado al Milan por un precio irrisorio (unos siete millones de euros), mientras que el inglés anunció a comienzos de enero su marcha al fútbol de la MLS, a Los Ángeles Galaxy, algo que enfadó a Capello de tal manera que le mandó a la grada. También llegaron un central Pepe, que haría historia de blanco, Saviola, Metzelder, Drenthe, Heinze y el portero polaco Dudek.

Pero el debate se abrió en torno a la figura de Raúl. Unas palabras de Schuster (“Se merece decidir él mismo su futuro”) invitaban a pensar en una salida del 7 blanco. Raúl siguió de blanco, jugando, haciendo jugar y marcando goles. De hecho fue el autor del primer gol del Madrid en el campeonato liguero. El primer gran golpe de esta Liga lo dio en la segunda jornada de Liga. Los blancos tenían que viajar a El Madrigal para medirse al Villarreal. Los de Schuster no dieron ninguna opción a los amarillos, a los que golearon 0-5. Se colocaba líder de la tabla y nadie más volvería a encabezar la clasificación: estuvo 37 jornadas capitaneando la clasificación. 

Pese a caer ante el Espanyol, el segundo golpe en la mesa fue ante el Valencia. Con los valencianistas estando a la cola de los madridistas, éstos volvieron a golear con un contundente (1-5). Una nueva derrota, esta vez ante el Sevilla, seguidos de dos sustos ante el Mallorca (iba ganando por 2-3 antes de que Van Nistelrooy remontara) y el Murcia (empate a un tanto), hizo que los madridistas apretasen y acelerasen para ligar ocho victorias consecutivas, alejando a sus perseguidores. Tres derrotas en cuatro partidos volvieron a acercar a los azulgrana antes de que volvieran a apretar en el tramo final de la temporada: tres triunfos ante Murcia, Racing y Athletic le dejaban a punto de cantar el alirón. Para ello tenia que ganar a Osasuna en El Sadar. Y como siempre en Pamplona, el partido fue muy muy duro y disputado. Patxi Puñal marcó de penalti en el minuto 83 de partido. Los blancos no se amilanaron, y como hicieron en la campaña 2006-07, volvieron a tirar de casta y coraje para llevarse los tres puntos y la trigesimoprimera Liga: primero Robben (minuto 85) y después Higuaín (minuto 87) dejaron sentenciada la Liga.

El siguiente partido visitaba el Barcelona el estadio Santiago Bernabéu. Y como era preceptivo, los azulgrana hicieron el pasillo de honor a los blancos. Fueron los perfectos anfitriones para que los blancos les goleasen con un contundente 4-1 antes de recorrer el estadio madridista paseando la Copa de campeón de Liga. La número 31 de su historia.
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31.- 2007-2008.- Trigesimoprimera Liga. Dominio de principio a fin

A pesar de conquistar el título liguero, el entrenador italiano Fabio Capello no siguió al frente del equipo. La diferencia radicó en que si en 1997 fue él mismo quien pidió salir para volver a Italia, al Milán, que atravesaba una mala racha de juegos y resultados, una década después era la directiva blanca la que no quería que continuara al frente de la nave blanca. Sus relaciones, frías y distantes para con directivos y jugadores le situaban en una posición delicada para seguir. En su puesto llegó Bernd Schuster, que había realizado una más que espléndida temporada con el Getafe. Al alemán le trajeron además, dos grandes talentos: los holandeses Robben y Sneijder. Venían a suplir a jugadores como Ronaldo y Beckham, que habían salido en cuestión de días: el brasileño fue traspasado al Milan por un precio irrisorio (unos siete millones de euros), mientras que el inglés anunció a comienzos de enero su marcha al fútbol de la MLS, a Los Ángeles Galaxy, algo que enfadó a Capello de tal manera que le mandó a la grada. También llegaron un central Pepe, que haría historia de blanco, Saviola, Metzelder, Drenthe, Heinze y el portero polaco Dudek. Pero el debate se abrió en torno a la figura de Raúl. Unas palabras de Schuster (“Se merece decidir él mismo su futuro”) invitaban a pensar en una salida del 7 blanco. Raúl siguió de blanco, jugando, haciendo jugar y marcando goles. De hecho fue el autor del primer gol del Madrid en el campeonato liguero. El primer gran golpe de esta Liga lo dio en la segunda jornada de Liga. Los blancos tenían que viajar a El Madrigal para medirse al Villarreal. Los de Schuster no dieron ninguna opción a los amarillos, a los que golearon 0-5. Se colocaba líder de la tabla y nadie más volvería a encabezar la clasificación: estuvo 37 jornadas capitaneando la clasificación. Pese a caer ante el Espanyol, el segundo golpe en la mesa fue ante el Valencia. Con los valencianistas estando a la cola de los madridistas, éstos volvieron a golear con un contundente (1-5). Una nueva derrota, esta vez ante el Sevilla, seguidos de dos sustos ante el Mallorca (iba ganando por 2-3 antes de que Van Nistelrooy remontara) y el Murcia (empate a un tanto), hizo que los madridistas apretasen y acelerasen para ligar ocho victorias consecutivas, alejando a sus perseguidores. Tres derrotas en cuatro partidos volvieron a acercar a los azulgrana antes de que volvieran a apretar en el tramo final de la temporada: tres triunfos ante Murcia, Racing y Athletic le dejaban a punto de cantar el alirón. Para ello tenia que ganar a Osasuna en El Sadar. Y como siempre en Pamplona, el partido fue muy muy duro y disputado. Patxi Puñal marcó de penalti en el minuto 83 de partido. Los blancos no se amilanaron, y como hicieron en la campaña 2006-07, volvieron a tirar de casta y coraje para llevarse los tres puntos y la trigesimoprimera Liga: primero Robben (minuto 85) y después Higuaín (minuto 87) dejaron sentenciada la Liga. El siguiente partido visitaba el Barcelona el estadio Santiago Bernabéu. Y como era preceptivo, los azulgrana hicieron el pasillo de honor a los blancos. Fueron los perfectos anfitriones para que los blancos les goleasen con un contundente 4-1 antes de recorrer el estadio madridista paseando la Copa de campeón de Liga. La número 31 de su historia.

FOTO:ADRIAN JULIAN DIARIO AS
Tras dos Ligas conquistadas por el Barcelona, Florentino Pérez volvió a la presidencia en 2009. Con un proyecto espectacular, con jugadores fichados como Cristiano Ronaldo, Kaká y Benzema, rodeados por Xabi Alonso, Arbeloa y Albiol, y tras haber fracasado en su primera campaña tras su vuelta, el presidente blanco puso sus ojos en la figura de José Mourinho, entrenador del Inter que había ganado el triplete en Italia, y sobre todo, había impedido que el Barcelona pudiese disputar la final de la Champions en 2010 en el Bernabéu. Además, era el entrenador del momento junto con Pep Guardiola, técnico del Barcelona. Así que lo contrató. Tras una primera temporada que sirvió para que los blancos conquistasen la Copa, precisamente ante los azulgrana (1-0 en Valencia), su segunda temporada iba a ser la de su confirmación. Con jugadores como los ya mencionados, el argentino Di María, los alemanes Özil y Khedira, el joven francés Varane… el Madrid comenzó la competición con un ritmo infernal con goleadas al Zaragoza (2-6) y al Getafe (4-2). Perdió ante el Levante en la tercera jornada y empató ante el Racing (0-0), pero de nuevo, encadenó una racha de 11 triunfos, que fue frenada por el Barcelona, que le ganó con contundencia en el Bernabéu (1-3). 

Ahí comenzaría una racha en la que estuvo 22 partidos invicto, ganando en casi todos los estadios rivales. Se proclamó campeón en San Mamés, tras derrotar al Athletic por un 0-3 incontestable. Los blancos ganarían sus dos últimos partidos para alcanzar los 100 puntos (50 como local y otros 50 como visitante: sólo el Barcelona fue capaz de igualar esa cifra una temporada después), anotando la friolera de 121 goles (ningún otro equipo lo ha vuelto siquiera a igualar). Los 100 puntos (de 114 posibles) fueron producto de las 32 victorias que cosecharon (por cuatro empates y sólo dos derrotas), mientras que los 121 goles (51 lejos del Bernabéu, superando los 49 que tenía el Barcelona de la campaña 2010-11) pulverizaron el registro de 107 goles que logró el Madrid de Toschack en la temporada 1989-90.

Aquel Real Madrid fue obra de un equipo que construyó sus continuas goleadas al galope, contraatacando. Mourinho diseñó un Madrid rocoso en defensa (sólo 32 goles en 38 partidos) y vertiginoso en ataque, con un tridente demoledor: Cristiano (46 goles), Higuaín (22) y Benzema (21). 89 de los 121 goles (el 74%), llevaron la firma de alguno de los tres delanteros, y eso que el argentino y el francés se repartieron los minutos y apenas jugaron juntos: 2.251’ para Benzema y 1.708’ para Higuaín.
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32.- 2011-2012.- Trigesimosegunda Liga. La Liga de los 100 puntos y 121 goles

Tras dos Ligas conquistadas por el Barcelona, Florentino Pérez volvió a la presidencia en 2009. Con un proyecto espectacular, con jugadores fichados como Cristiano Ronaldo, Kaká y Benzema, rodeados por Xabi Alonso, Arbeloa y Albiol, y tras haber fracasado en su primera campaña tras su vuelta, el presidente blanco puso sus ojos en la figura de José Mourinho, entrenador del Inter que había ganado el triplete en Italia, y sobre todo, había impedido que el Barcelona pudiese disputar la final de la Champions en 2010 en el Bernabéu. Además, era el entrenador del momento junto con Pep Guardiola, técnico del Barcelona. Así que lo contrató. Tras una primera temporada que sirvió para que los blancos conquistasen la Copa, precisamente ante los azulgrana (1-0 en Valencia), su segunda temporada iba a ser la de su confirmación. Con jugadores como los ya mencionados, el argentino Di María, los alemanes Özil y Khedira, el joven francés Varane… el Madrid comenzó la competición con un ritmo infernal con goleadas al Zaragoza (2-6) y al Getafe (4-2). Perdió ante el Levante en la tercera jornada y empató ante el Racing (0-0), pero de nuevo, encadenó una racha de 11 triunfos, que fue frenada por el Barcelona, que le ganó con contundencia en el Bernabéu (1-3). Ahí comenzaría una racha en la que estuvo 22 partidos invicto, ganando en casi todos los estadios rivales. Se proclamó campeón en San Mamés, tras derrotar al Athletic por un 0-3 incontestable. Los blancos ganarían sus dos últimos partidos para alcanzar los 100 puntos (50 como local y otros 50 como visitante: sólo el Barcelona fue capaz de igualar esa cifra una temporada después), anotando la friolera de 121 goles (ningún otro equipo lo ha vuelto siquiera a igualar). Los 100 puntos (de 114 posibles) fueron producto de las 32 victorias que cosecharon (por cuatro empates y sólo dos derrotas), mientras que los 121 goles (51 lejos del Bernabéu, superando los 49 que tenía el Barcelona de la campaña 2010-11) pulverizaron el registro de 107 goles que logró el Madrid de Toschack en la temporada 1989-90. Aquel Real Madrid fue obra de un equipo que construyó sus continuas goleadas al galope, contraatacando. Mourinho diseñó un Madrid rocoso en defensa (sólo 32 goles en 38 partidos) y vertiginoso en ataque, con un tridente demoledor: Cristiano (46 goles), Higuaín (22) y Benzema (21). 89 de los 121 goles (el 74%), llevaron la firma de alguno de los tres delanteros, y eso que el argentino y el francés se repartieron los minutos y apenas jugaron juntos: 2.251’ para Benzema y 1.708’ para Higuaín.

FOTO:CESAR MANSOAFP
Zinedine Zidane fue nombrado entrenador del Real Madrid en enero de 2016. Sustituía así a Rafa Benítez, que había quedado seriamente golpeado tras perder en el Bernabéu ante el Barcelona (0-4). El entrenador francés dirigía al Castilla, y tanto jugadores como directiva comprendieron que era el momento de darle una oportunidad. Y Zidane no la desaprovechó. Ayudado por pesos pesados como el capitán Sergio Ramos (ambos compartieron vestuario en la campaña 2005-06), Cristiano Ronaldo, sus compatriotas Benzema y Varane, se fue haciendo con el control del vestuario: disputó 20 encuentros de Liga con unos datos apabullantes: 17 victorias, dos empates y una única derrota (ante el Atlético de Madrid). En Europa, sus cifras tampoco eran mancas: cuatro victorias, dos empates y otra derrota. Ganó la Champions. Y fue en el interior de San Siro donde Zizou ya avisó que su preferencia era ganar la Liga… y de nuevo la Champions.

Así que su primera campaña entera se presentaba apasionante. Y fue apasionante, con partidos épicos, remontadas al límite del tiempo reglamentario, goles salvadores, batallas inolvidables… Habían transcurrido cinco años desde el último trofeo liguero, y un lustro es mucho tiempo para un equipo como el Real Madrid. Los blancos, con una lujosa plantilla, en la que Zidane podía disponer numerosas variaciones tácticas (el famoso ‘Plan B’ con el que agitar y remover los partidos) ganaron 29 partidos, empataron seis y perdieron los tres duelos restantes para un total de 93 puntos: más de 20 jugadores sobrepasaron los 1.000 minutos de juego (sólo Kiko Casilla  (990 minutos), Yáñez, tercer portero y que no llegó a debutar, Coentrao (169 minitos) y Mariano (115 minutos) no llegaron a esa mágica cifra.

También hay que destacar los 106 goles marcados (por 41 encajados: una diferencia de +65). De esa cifra, marcó más goles fuera de casa (58) que en el propio Bernabéu (48) y sacó más puntos (47 por 46 como local). Esa cifra de 47 puntos lejos del coliseo madridista significó batir otro récord en la historia de la Liga. Además, marcó en todos y cada uno de los 38 partidos ligueros: por octava Liga consecutiva, los blancos superaban la barrera de los 100 goles. Y de nuevo, fue lejos del Bernabéu: en La Rosaleda. Los blancos tenían que ganar para evitar disgustos en el último partido. Y salieron convencidos de ello: Cristiano, en el minuto 2, y Benzema, al poco de comenzar la segunda mitad, aseguraron la Liga. Habían pasado 1.846 días del último alirón en San Mamés. Más de cinco años. Más de un lustro. El Madrid volvía a ser campeón de Liga.
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33.- 2016-2017.- Trigesimotercera Liga. La Liga de Zidane: La Liga más coral

Zinedine Zidane fue nombrado entrenador del Real Madrid en enero de 2016. Sustituía así a Rafa Benítez, que había quedado seriamente golpeado tras perder en el Bernabéu ante el Barcelona (0-4). El entrenador francés dirigía al Castilla, y tanto jugadores como directiva comprendieron que era el momento de darle una oportunidad. Y Zidane no la desaprovechó. Ayudado por pesos pesados como el capitán Sergio Ramos (ambos compartieron vestuario en la campaña 2005-06), Cristiano Ronaldo, sus compatriotas Benzema y Varane, se fue haciendo con el control del vestuario: disputó 20 encuentros de Liga con unos datos apabullantes: 17 victorias, dos empates y una única derrota (ante el Atlético de Madrid). En Europa, sus cifras tampoco eran mancas: cuatro victorias, dos empates y otra derrota. Ganó la Champions. Y fue en el interior de San Siro donde Zizou ya avisó que su preferencia era ganar la Liga… y de nuevo la Champions. Así que su primera campaña entera se presentaba apasionante. Y fue apasionante, con partidos épicos, remontadas al límite del tiempo reglamentario, goles salvadores, batallas inolvidables… Habían transcurrido cinco años desde el último trofeo liguero, y un lustro es mucho tiempo para un equipo como el Real Madrid. Los blancos, con una lujosa plantilla, en la que Zidane podía disponer numerosas variaciones tácticas (el famoso ‘Plan B’ con el que agitar y remover los partidos) ganaron 29 partidos, empataron seis y perdieron los tres duelos restantes para un total de 93 puntos: más de 20 jugadores sobrepasaron los 1.000 minutos de juego (sólo Kiko Casilla (990 minutos), Yáñez, tercer portero y que no llegó a debutar, Coentrao (169 minitos) y Mariano (115 minutos) no llegaron a esa mágica cifra. También hay que destacar los 106 goles marcados (por 41 encajados: una diferencia de +65). De esa cifra, marcó más goles fuera de casa (58) que en el propio Bernabéu (48) y sacó más puntos (47 por 46 como local). Esa cifra de 47 puntos lejos del coliseo madridista significó batir otro récord en la historia de la Liga. Además, marcó en todos y cada uno de los 38 partidos ligueros: por octava Liga consecutiva, los blancos superaban la barrera de los 100 goles. Y de nuevo, fue lejos del Bernabéu: en La Rosaleda. Los blancos tenían que ganar para evitar disgustos en el último partido. Y salieron convencidos de ello: Cristiano, en el minuto 2, y Benzema, al poco de comenzar la segunda mitad, aseguraron la Liga. Habían pasado 1.846 días del último alirón en San Mamés. Más de cinco años. Más de un lustro. El Madrid volvía a ser campeón de Liga.

FOTO:Aitor AlcaldeGetty Images
La tercera Liga que empezaba Zidane desde el banquillo empezaba mal para los seguidores blancos. Mal por los resultados de la pretemporada, coronada con una debacle en Miami ante el Atlético de Madrid. Los de Simeone golearon a su histórico archienemigo con un resultado feroz (7-3) que hacía rumiar que algo peor se estaba barajando para una temporada que tenía que servir de revulsivo tras una campaña anterior que vio desfilar hasta a tres inquilinos por el banquillo blanco: Lopetegui, Solari y el propio Zidane. Así las cosas, el partido de debut tampoco parecía ser fácil a primera vista. Sin embargo, los de Zidane, liderados por un Bale en estado de gracia, se imponían en Vigo con un marcador prometedor (1-3), Sin embargo, los blancos comenzaron a enlazar resultados (que no juego) hasta que en la novena jornada cayó en Mallorca. Allí, con un gol encajado a los 7 minutos de partido, sobrevino la primera gran crisis de la campaña: el Madrid viajaba a Turquía en Champions con la necesidad imperiosa de ganar para poder seguir optando a pasar de fase. Ante el Galatasaray brilló de manera espectacular Thibaut Courtois, que con tres prodigiosas intervenciones, mantuvo al equipo en la competición. Sería el punto de inflexión de los de Zidane, que encarrilarían 15 encuentros seguidos sin perder (lo harían ante el Levante, con un gol encajado en el último tramo de partido). Los madridistas volverían a perder ante el Betis en el último encuentro antes del parón por la pandemia del Coronavirus. Los 11 partidos restantes se jugarían en el estadio Alfredo Di Stéfano, el lugar conde juega el Castilla y donde Zizou empezó a graduarse en el banquillo blanco. No le había ido mal entonces, y no le iría mal ahora…  Pero tras dos meses de parón de todas las competiciones, los blancos volvieron con el colmillo afilado: ganaron diez partidos de diez posibles, remontando los dos puntos que les aventajaba el Barcelona para acabar superando a los de Quique Setién. Zidane ganaba su segunda Liga (en tres temporadas completas), pero alterando su librillo: ha dispuesto partidos utilizando un sistema 1-4-4-2, otras veces ha usado un 1-4-3-3, más habitual cuando estaba Cristiano en el equipo, otras veces ha colocado cinco centrocampistas… ha crecido a la hora de leer el partido, se le ha visto más suelto a la hora de hacer variaciones durante un encuentro. Ha dispuesto prácticamente de todos los miembros de su plantilla, volviendo a la famosa Unidad B de la campaña 2016-17, algo que han agradecido los jugadores. Al irse Cristiano (aseguraba 30 goles por campaña), la tarea de marcar se ha repartido entre todos los jugadores: salvo Militao y los tres porteros, todos los jugadores han marcado al menos un gol. Y a la hora de defender, apareció Courtois, que desde la derrota en Mallorca, selló su portería: la dejó sin perforar en 18 ocasiones. Y para manejar con puño de hierro en guante de seda se apoyó en dos pilares básicos: los capitanes Sergio Ramos, un auténtico mariscal tanto dentro como fuera de los terrenos de juego, y Karim Benzema, compatriota suyo y azote de las metas rivales. El tercer pivote es Casemiro, silencioso, laborioso y jefe en la oscuridad del vestuario. Y tras tres años de ausencia, los blancos volvieron a abrir el cajón donde guardan las Copas de la Liga.
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34.- 2019-2020.- Trigesimocuarta Liga. La Liga del COVID-19, la Liga del Alfredo Di Stéfano

La tercera Liga que empezaba Zidane desde el banquillo empezaba mal para los seguidores blancos. Mal por los resultados de la pretemporada, coronada con una debacle en Miami ante el Atlético de Madrid. Los de Simeone golearon a su histórico archienemigo con un resultado feroz (7-3) que hacía rumiar que algo peor se estaba barajando para una temporada que tenía que servir de revulsivo tras una campaña anterior que vio desfilar hasta a tres inquilinos por el banquillo blanco: Lopetegui, Solari y el propio Zidane. Así las cosas, el partido de debut tampoco parecía ser fácil a primera vista. Sin embargo, los de Zidane, liderados por un Bale en estado de gracia, se imponían en Vigo con un marcador prometedor (1-3), Sin embargo, los blancos comenzaron a enlazar resultados (que no juego) hasta que en la novena jornada cayó en Mallorca. Allí, con un gol encajado a los 7 minutos de partido, sobrevino la primera gran crisis de la campaña: el Madrid viajaba a Turquía en Champions con la necesidad imperiosa de ganar para poder seguir optando a pasar de fase. Ante el Galatasaray brilló de manera espectacular Thibaut Courtois, que con tres prodigiosas intervenciones, mantuvo al equipo en la competición. Sería el punto de inflexión de los de Zidane, que encarrilarían 15 encuentros seguidos sin perder (lo harían ante el Levante, con un gol encajado en el último tramo de partido). Los madridistas volverían a perder ante el Betis en el último encuentro antes del parón por la pandemia del Coronavirus. Los 11 partidos restantes se jugarían en el estadio Alfredo Di Stéfano, el lugar conde juega el Castilla y donde Zizou empezó a graduarse en el banquillo blanco. No le había ido mal entonces, y no le iría mal ahora… Pero tras dos meses de parón de todas las competiciones, los blancos volvieron con el colmillo afilado: ganaron diez partidos de diez posibles, remontando los dos puntos que les aventajaba el Barcelona para acabar superando a los de Quique Setién. Zidane ganaba su segunda Liga (en tres temporadas completas), pero alterando su librillo: ha dispuesto partidos utilizando un sistema 1-4-4-2, otras veces ha usado un 1-4-3-3, más habitual cuando estaba Cristiano en el equipo, otras veces ha colocado cinco centrocampistas… ha crecido a la hora de leer el partido, se le ha visto más suelto a la hora de hacer variaciones durante un encuentro. Ha dispuesto prácticamente de todos los miembros de su plantilla, volviendo a la famosa Unidad B de la campaña 2016-17, algo que han agradecido los jugadores. Al irse Cristiano (aseguraba 30 goles por campaña), la tarea de marcar se ha repartido entre todos los jugadores: salvo Militao y los tres porteros, todos los jugadores han marcado al menos un gol. Y a la hora de defender, apareció Courtois, que desde la derrota en Mallorca, selló su portería: la dejó sin perforar en 18 ocasiones. Y para manejar con puño de hierro en guante de seda se apoyó en dos pilares básicos: los capitanes Sergio Ramos, un auténtico mariscal tanto dentro como fuera de los terrenos de juego, y Karim Benzema, compatriota suyo y azote de las metas rivales. El tercer pivote es Casemiro, silencioso, laborioso y jefe en la oscuridad del vestuario. Y tras tres años de ausencia, los blancos volvieron a abrir el cajón donde guardan las Copas de la Liga.

FOTO:JAVIER GANDULDIARIO AS
Cuando en 2015, Florentino Pérez decidió relevar a Carlo Ancelotti por Rafa Beníez debido a su fracaso tanto en Liga como en la Champions (fue superado por el Barcelona y eliminado por la Juventus en una agónica tanda de penaltis en semifinales y en el mismísimo estadio Santiago Bernabéu), le preguntaron por qué ese cambio. Todo el entorno madridista (afición, jugadores buena parte de los directivos que manejaban los intríngulis de una entidad como la madridista) quería la continuidad del entrenador italiano. Florentino replicó con un mero: “Simplemente, no lo sé”. Por eso sorprendió que en el verano de 2021, el propio Florentino anunciaba que el veterano técnico italiano regresaba a Valdebebas. Empezaba un nuevo proyecto. Se iba Sergio Ramos, uno de los pesos pesados del vestuario y una de las mejores personas en las que el de Reggiolo podía apoyarse en caso de que las cosas fuesen mal. Sin embargo, se encontró con un vestuario unido, comprometido, trabajador y que a cada golpe que sufría reaccionaba con carácter, nobleza y lealtad: los blancos ganaron 26 partidos, empataron ocho y perdieron los cuatro restantes. Tras el revolcón de la negativa de Mbappé a firmar por los blancos, estos se rehicieron. Le sacaron 13 puntos al segundo, el Barcelona, y tuvieron en Karim Benzema a su jugador estrella, siempre rodeado de jugadores como Modric, Kroos, Alaba, Courtois, Casemiro… unidos a los jóvenes Vinicius, Rodrygo y Camavinga. Esa mezcla de veteranía, de saber estar, unido a ese espíritu salvaje y aventurero le llevó a conformar un grupo sólido, aislado de las críticas y siempre mirando hacia adelante. Ancelotti supo rodearse, escuchar a los suyos, apuntar y corregir defectos cuando fue necesario, dando con la tecla: si Valverde y Camavinga eran necesarios, se les hacía hueco. Si Hazard y Bale no acababan de dar el paso adelante que se les solicitaba, se quedaban en el banquillo. Ancelotti no se casó con nadie. Y eso a ojos de los jugadores marcaba un territorio: el del respeto. Y el respeto lleva asociado a cumplir con lo establecido, con los roles que la plantilla manejaba. Y el resultado no pudo ser mejor: Liga y Champions. Y una sensación de que se seguía abriendo una etapa más que brillante. Una etapa gloriosa.
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35.- 2021-2022.- Trigesimoquinta Liga. La primera de Ancelotti

Cuando en 2015, Florentino Pérez decidió relevar a Carlo Ancelotti por Rafa Beníez debido a su fracaso tanto en Liga como en la Champions (fue superado por el Barcelona y eliminado por la Juventus en una agónica tanda de penaltis en semifinales y en el mismísimo estadio Santiago Bernabéu), le preguntaron por qué ese cambio. Todo el entorno madridista (afición, jugadores buena parte de los directivos que manejaban los intríngulis de una entidad como la madridista) quería la continuidad del entrenador italiano. Florentino replicó con un mero: “Simplemente, no lo sé”. Por eso sorprendió que en el verano de 2021, el propio Florentino anunciaba que el veterano técnico italiano regresaba a Valdebebas. Empezaba un nuevo proyecto. Se iba Sergio Ramos, uno de los pesos pesados del vestuario y una de las mejores personas en las que el de Reggiolo podía apoyarse en caso de que las cosas fuesen mal. Sin embargo, se encontró con un vestuario unido, comprometido, trabajador y que a cada golpe que sufría reaccionaba con carácter, nobleza y lealtad: los blancos ganaron 26 partidos, empataron ocho y perdieron los cuatro restantes. Tras el revolcón de la negativa de Mbappé a firmar por los blancos, estos se rehicieron. Le sacaron 13 puntos al segundo, el Barcelona, y tuvieron en Karim Benzema a su jugador estrella, siempre rodeado de jugadores como Modric, Kroos, Alaba, Courtois, Casemiro… unidos a los jóvenes Vinicius, Rodrygo y Camavinga. Esa mezcla de veteranía, de saber estar, unido a ese espíritu salvaje y aventurero le llevó a conformar un grupo sólido, aislado de las críticas y siempre mirando hacia adelante. Ancelotti supo rodearse, escuchar a los suyos, apuntar y corregir defectos cuando fue necesario, dando con la tecla: si Valverde y Camavinga eran necesarios, se les hacía hueco. Si Hazard y Bale no acababan de dar el paso adelante que se les solicitaba, se quedaban en el banquillo. Ancelotti no se casó con nadie. Y eso a ojos de los jugadores marcaba un territorio: el del respeto. Y el respeto lleva asociado a cumplir con lo establecido, con los roles que la plantilla manejaba. Y el resultado no pudo ser mejor: Liga y Champions. Y una sensación de que se seguía abriendo una etapa más que brillante. Una etapa gloriosa.

FOTO:JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS
La última Liga que ha ganado el Real Madrid es una Liga similar a las de antes. Un equipo que ha dominado el campeonato desde la primera jornada hasta prácticamente el final del Campoenato. Ganando 27 encuentros, perdiendo sólo uno a falta de cuatro jornadas para el final del mismo, encajando apenas 22 goles, dejando su portería a cero en 18 partidos, anotando 74 (una media de más de dos goles marcados por encuentro), sólo se ha quedado una vez sin ver puerta (ante el Rayo, 0-0 en el estadio Santiago Bernabéu)… y eso que antes de empezar se quedó sin su delantero titular (Benzema decidió emprender una aventura exótica en Arabia Saudí), sin su portero (Courtois cayó lesionado a escasos días de comenzar la temporada: sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y en marzo, cuando todo apuntaba a su reintegro con el resto de compañeros de la plantilla blanca se rompió el menisco, que le ha tenido seis semanas más apartado de la competición) y de uno de sus mejores zagueros (Éder Militao, que al igual a Courtois, se rompió el ligamento cruzado de su rodilla a los 50 minutos del primer partido de Liga en San Mamés… Todo un dispendio que indicaba una penosa campaña para los blancos. Y sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario: el Real Madrid se ha convertido en una especie de Rafa Nadal que compite contra su historia y contra sí mismo. Buscando lo imposible y convirtiéndolo en fácil y accesible. En una campaña en la que ha tenido a varios jugadores que se han echado el equipo a la espalda: empezó Bellingham. Un novato inglés que ha resultado ser un pura sangre llegador, marcando las diferencias entre los blancos y el resto de equipos y eso pese a estar jugando lesionado con una lesión en su hombro, producto de un caída en una entrada de un jugador del Rayo. A continuación fue Rodrygo quien empezó a ver puerta justo antes de las Navidades. Luego fue el turno de Vinicius…  el brasileño no ha parado desde comienzos de año: goles, juego, asistencias y una superioridad manifiesta sobre el resto de equipos de la competición. Y con secundarios que partían como suplentes y se han consagrado como Lunin, Rüdiger, Nacho, Joselu y Brahim. El trabajo sucio pero eficazmente ejecutado por jugadores como Camavinga, Valverde, Tchouameni y Mendy, y todo ello liderado por Carlo Ancelotti y su staff. Guerreros indómitos para una Liga como las de antes…
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36.- 2023-2024.- Trigesimosexta Liga. Una Liga como las de antes

La última Liga que ha ganado el Real Madrid es una Liga similar a las de antes. Un equipo que ha dominado el campeonato desde la primera jornada hasta prácticamente el final del Campoenato. Ganando 27 encuentros, perdiendo sólo uno a falta de cuatro jornadas para el final del mismo, encajando apenas 22 goles, dejando su portería a cero en 18 partidos, anotando 74 (una media de más de dos goles marcados por encuentro), sólo se ha quedado una vez sin ver puerta (ante el Rayo, 0-0 en el estadio Santiago Bernabéu)… y eso que antes de empezar se quedó sin su delantero titular (Benzema decidió emprender una aventura exótica en Arabia Saudí), sin su portero (Courtois cayó lesionado a escasos días de comenzar la temporada: sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y en marzo, cuando todo apuntaba a su reintegro con el resto de compañeros de la plantilla blanca se rompió el menisco, que le ha tenido seis semanas más apartado de la competición) y de uno de sus mejores zagueros (Éder Militao, que al igual a Courtois, se rompió el ligamento cruzado de su rodilla a los 50 minutos del primer partido de Liga en San Mamés… Todo un dispendio que indicaba una penosa campaña para los blancos. Y sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario: el Real Madrid se ha convertido en una especie de Rafa Nadal que compite contra su historia y contra sí mismo. Buscando lo imposible y convirtiéndolo en fácil y accesible. En una campaña en la que ha tenido a varios jugadores que se han echado el equipo a la espalda: empezó Bellingham. Un novato inglés que ha resultado ser un pura sangre llegador, marcando las diferencias entre los blancos y el resto de equipos y eso pese a estar jugando lesionado con una lesión en su hombro, producto de un caída en una entrada de un jugador del Rayo. A continuación fue Rodrygo quien empezó a ver puerta justo antes de las Navidades. Luego fue el turno de Vinicius… el brasileño no ha parado desde comienzos de año: goles, juego, asistencias y una superioridad manifiesta sobre el resto de equipos de la competición. Y con secundarios que partían como suplentes y se han consagrado como Lunin, Rüdiger, Nacho, Joselu y Brahim. El trabajo sucio pero eficazmente ejecutado por jugadores como Camavinga, Valverde, Tchouameni y Mendy, y todo ello liderado por Carlo Ancelotti y su staff. Guerreros indómitos para una Liga como las de antes…

FOTO:JAVIER GANDULDIARIO AS
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