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M. CITY-BARCELONA

Walsh: una batalla contra su corazón

La jugadora del Barcelona se enfrentará al club de sus amores, un City del que es seguidora desde su más tierna infancia.

Walsh: una batalla contra su corazón

Al noroeste de Manchester, en el Gran Mánchester nació Keira Walsh (1997). Fue el Rochdale donde la pequeña Keira empezó a jugar al fútbol y donde nació su pasión por el Manchester City. Su padre era seguidor del equipo citizien. Quizá por ser el equipo local, porque su abuelo apoyaba al Liverpool, su tío del Burnley. Así que su madre, vista la pasión de su retoña, también decidió seguir al equipo de Mánchester. “Cuando era niña, estaba obsesionada con el Manchester City”, explicó la propia Keira en una entrevista con el City que contó toda su infancia. “Supongo que el City era simplemente el equipo local para mi padre; él los eligió y empezó a apoyarlos y, a partir de ahí, todo ha ido cambiando. Como mi padre es un gran fanático de los Blues, mi madre tenía que elegir el City y decía que era hincha del City”, recordó.

Su pasión era tal que todo giraba entorno al City. “Incluso tuve dos peces de colores llamados Shaun Goater y Nicolas Anelka y cuando miro hacia atrás y veo todas las fotos mías con mis uniformes del City, recuerdo que cada vez que salía el nuevo uniforme, hacía que mi madre me esperara afuera de la tienda a las ocho y corría adentro cuando abría. Tuve el uniforme de local y visitante todas las temporadas e incluso tuve el uniforme de portero con Kasper Schmeichel en la parte posterior porque mi padre me dijo que sería un jugador de primer nivel”, relató la inglesa. Porque el City lo era todo. Si perdía se enfadaba, apagaba la televisión. De sus ídolos citizien aprendió casi todo. Ellos, los jugadores, y su padre fueron los que le llevaron a ser la jugadora que es hoy.

“Cuando fui mayor, mi padre solía sentarme, poner el balón y decirme que mirara a diferentes jugadores como Yaya Touré o David Silva y decía: ‘Mira cómo juegan’. Me sentaba a su lado en el sofá y miraba cómo jugaban durante 90 minutos. Él decía: ‘Puedes hacerlo mejor, mira la forma en que gira con el balón, intenta copiarlo...’”, así fue aprendiendo de los mejores y ensayando con su padre en el campo de enfrente de su casa: “Salíamos al campo a practicar pases durante dos horas. Creo que si no hubiera hecho esos pases entonces, no jugaría mi posición como lo hago. Es la base de mi juego. Aprecio el tiempo y el esfuerzo que pusieron mis padres porque no sería la jugadora que soy hoy si él no hubiera hecho eso conmigo”.

Los años pasaron y el City decidió crear la sección femenina cuando Keira iba a dar el paso a profesional. Parecía que el destino tenía preparado algo muy bonito para la centrocampista que, sin embargo, decidió irse al Everton. Menos mal que apareció su madre, la que mejor conoce el corazón de Keira, y le convenció para que probase con el City. Siempre tendría tiempo de irse si quería. “Mi madre me dijo que hiciera una prueba para el City, diciendo que si no me gustaba, no tenía que quedarme. Así que hice una prueba para el equipo de desarrollo del City, con mi uniforme del Blackburn porque no tenía otro, ¡cosa por la que las chicas todavía se burlan de mí!, y creo que ni siquiera terminé las pruebas cuando Nick Cushing llamó a mi madre y le dijo que quería que entrenara y jugara con el primer equipo”.

La vida de Walsh cambió. Jugaba con el primer equipo citizien con sólo 17 años y a los 18, cuando la ley lo permitía, firmó su primer contrato con el club de su corazón. Una aficionada del Mánchester City, que había crecido soñando con ser como los Silva, Anelka, Agüero, Dzeko, Tévez… ahora sería la que daría alegría a los mancunianos. No tardó en hacerse un sitio en el equipo, donde fue creciendo y madurando a un ritmo inusual. En su recuerdo el primer derbi de Mánchester. “Cuando vencimos al United en el Etihad en el primer derbi femenino profesional, tuve que asimilar el momento. Nunca había celebrado un gol como celebré el gol de Caroline Weir. Hay una foto mía de pie en el campo de juego en el momento del final del partido, gritando al aire. ¡No podría haber gritado más fuerte! Fue especial”.

Diez años estuvo viviendo su sueño, defendiendo la camiseta celeste del City con orgullo, disfrutando del fútbol y convirtiéndose en una de las mejores medios del fútbol femenino mundial. Hasta que, en 2022, el Barcelona llamó a su puerta. Le costó, había que salir de casa, pero era el mejor equipo del mundo el que quería su incorporación para llenar el hueco que dejaba la Balón de Oro Alexia. Qué más podía pedir. Pues además, las azulgrana pagaron 400 mil euros por hacerse con sus servicios, traspaso récord en aquel momento. No pudo decir que no. Se fue a Barcelona para seguir creciendo, vivir una nueva aventura y mejorar, aún más su fútbol.

“Ser hincha del City es algo que siempre vivirá en mí y tengo que intentar controlarlo un poco, quizás mejor que en el pasado. Es un aspecto que otras personas no tienen porque no son hinchas del City, pero, en algunos momentos, el hincha que llevo dentro se apodera de mí”, declaró entonces al City. Una batalla contra su corazón, contra sus orígenes, contra su pasado. “Será la primera vez que vuelva a jugar a Mánchester desde que me fui, creo que mi abuela, que no me ha podido venir a ver los últimos tres años, vendrá al partido y también estarán mis amigos y familiares”, explicó en una entrevista con el club azulgrana y recalcó: “No será fácil, pero sé que tengo un trabajo profesional que hacer”. Durante 90 minutos, Keira, por primera vez en su vida, no irá con su City…

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