Once malditos metros
España, la mejor selección de esta Eurocopa, se quedó a once metros de su primer título continental. Perdió el trofeo, pero ganó en las calles de un país que se volcó con ellas y paralizó España para apoyarlas.

El punto fatídico. Dicen que las tandas de penalti son una lotería. Y sí, tienen un componente de suerte, pero también de fuerza mental. El estrés y la presión le jugaron una mala pasada a Mariona. De igual modo que a una Salma perdida durante todo el campeonato. Y a Aitana, que ha sido el motor de España todo el torneo. La Roja fue mejor que Inglaterra durante los 90 minutos. También en el tiempo extra. Pero al final todo se decidió desde el punto de penalti (algo que, por cierto, no pasaba desde 1984). Sin duda la manera más cruel de perder una final. España se quedó a once malditos metros de la gloria...
Cabeza alta. España no regresa a casa con el trofeo en la maleta, uno de los pocos que faltan en las vitrinas de la RFEF, pero sí con la cabeza alta después de otro campeonato para recordar. Esta generación ha ganado mucho sobre el césped, pero más fuera de él. No se pudo cerrar el círculo esta vez, pero La Roja ha enamorado con su juego y con una idea de fútbol al que nunca ha renunciado. La tristeza de hoy es el legado que están dejando para el mañana. Una Selección unida, que cree en lo que hace y que ha conseguido que España se enganche.

Patri, la reina en la sombra. Los focos de esta España están sobre Aitana y Alexia, que entre las dos aglutinan cuatro Balones de Oro. En Irene Paredes, la capitana y líder tranquilo, en la catwoman Cata Coll o la correcaminos Ona Batlle. También en la agitadora Athenea. La legión de Marioners siguen reclamando que se valore más a la jugadora del Arsenal... pero si la maquinaria de esta España es tan perfecta es sin duda a Patri Guijarro. La pivote termina este torneo sin ningún MVP a pesar de ser la jugadora con más pases acertados, pases acertados en campo rival, pases largos y jugadas que acaban en disparo. Porque sin Patri ni Aitana ni Alexia brillarían como lo hacen. Un trabajo sucio que evita transiciones rivales, inicia la presión tras pérdida y es la que suministra los balones a las dos estrellas de La Roja. La reina silenciosa, la reina en la sombra.
Lo de Sarina. Lo de Sarina Wiegman no es normal. Inglaterra termina la Eurocopa como campeona, pero siendo peor equipo que Suecia en cuartos de final, que Italia en semifinales y que España en la final. Sin embargo, se creen invencibles. Y tienen a su amuleto en el banquillo. La entrenadora neerlandesa ha llegado a la final en todos los torneos que disputó (Mundiales y Eurocopas), ha ganado tres entorchados consecutivos con dos selecciones diferentes y mantiene su racha en las tandas de penaltis: nunca ha perdido una siendo entrenadora. Sin ser la mejor selección, pero con un trabajo psicológico muy importante ha vuelto a llevar a Inglaterra a la gloria para ser el único país, junto a Alemania, que repite cetro continental.

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Sin límites. En 2011 empecé a informar del fútbol femenino. Entonces, apenas éramos un puñado de periodistas y unos pocos aficionados los que seguíamos de cerca este deporte. Han pasado 14 años y la evolución ha sido impresionante. Ahora España entera se paraliza para ver a La Roja, más de cien municipios colocan pantallas gigantes para seguir a las nuevas referentes, niños y niñas lucen los nombres de Alexia, Aitana u Olga Carmona con orgullo en su espalda. El fútbol ya no parece que esté prohibido para las mujeres ni que sea un deporte minoritario para unas cuantas. Y este es el verdadero triunfo de esta Selección, una Selección de pioneras y luchadoras.
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