El fútbol, de padres a hijas: “Quiero que se divierta siempre”
El futbolista español David Timor y su hija Valeria, que juega en las categorías inferiores del Valencia, hablan de su pasión compartida.


En los campos donde el balón corre y los sueños se dibujan a base de diversión, a veces el fútbol trasciende más allá del terreno de juego y se convierte en un puente entre generaciones. Sobre todo, si están unidas por lazos familiares. Es el caso de David Timor, futbolista español que acaba de firmar por el Goa indio, y su hija Valeria, quien con apenas 10 años ya empieza a escribir su propia historia con el esférico como acompañante ideal. Seguro que, además de su padre, las jugadoras de esta Selección española subcampeona de Europa también le hicieron creer que sí, que se puede.
Por supuesto, el gusto de la pequeña por el balón nació en casa, en las tardes de fútbol... “Al final es lo que ha visto desde que nació”, dice Timor, con la serenidad de quien entiende que más allá de la genética, lo que se hereda son las pasiones vividas con amor: “Me dijo que quería apuntarse a fútbol, y adelante. La apoyaré en todo lo que haga siempre. Me gusta porque es un deporte de equipo y del que yo estoy disfrutando desde que empecé a jugar con 7 años”.
“Cada vez juego mejor… Este año he aprendido y mejorado mucho. La temporada que viene espero seguir disfrutando y mejorando”.
Valeria, hija del futbolista David Timor, que juega en las categorías inferiores del Valencia
Valeria ha terminado ya su tercera temporada como futbolista, la primera en el Valencia CF, y lo dice con orgullo y una sonrisa: “Cada vez juego mejor… Este año he aprendido y mejorado mucho. La temporada que viene espero seguir disfrutando y mejorando”.
En ese disfrutar está la clave. Para David Timor, más allá de resultados o categorías, el verdadero objetivo es que su hija se divierta: “Lo que yo le intento inculcar es que se divierta siempre. Al ser un deporte de equipo, los valores de compañerismo, esfuerzo, constancia, sacrificio, deportividad… son los que intento transmitirle”.
La conversación entre ellos fluye en un terreno que conocen bien. A veces Valeria pregunta, otras veces David aconseja, corrige, acompaña. Pero nunca impone. Porque entiende cuál debe ser el papel de los padres en este proceso: “Deberíamos tener la mínima importancia. Para eso están las escuelas y los entrenadores y entrenadoras. Nosotros estamos para apoyar”.

El fútbol, en su esencia más pura, también se juega en las gradas. Valeria no falta cuando el equipo de su padre juega cerca. “Siempre que puedo ir a verlo me encanta, y sé que a él también le gusta verme en la grada”, cuenta con brillo en los ojos al hablar de su padre.
Y aunque el fútbol lo sea “todo” para ella, Valeria también se divierte con otros deportes como el pádel. Porque en su casa el deporte no es una obligación, es una elección libre, acompañada siempre de respeto y cariño.
David lo tiene claro: su mayor deseo no es que su hija sea futbolista profesional, sino algo mucho más profundo. “Que disfrute cada vez que salga a entrenar o a jugar, ahora que puede… porque luego, cuando crezca, si sigue jugando, ya se disfruta menos”.
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Quizás el tiempo y la vida lleven a Valeria por otros caminos. O quizás el apellido Timor vuelva a escucharse en los campos, pero esta vez durante partidos femeninos de fútbol. El legado, sin duda, ya está sembrado. Y está lleno de amor, valores y todo lo bueno del fútbol. Una pasión que también se transmite de padres a hijas.
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