Cano: “Por mucho que sepas de fútbol, si no conectas con las jugadoras, no las puedes ayudar”
El entrenador cordobés, con 22 años de experiencia en banquillos de equipos masculinos, hace balance en AS de su primer año en el Atlético femenino: “Nunca había vivido nada como la final de Copa”.
Su sueño era ser jugador profesional, pero llegó antes a los banquillos. Nació en Hospitalet de Llobregat, pero es de Córdoba (Puente Genil). Y fue el técnico más joven en estrenarse en Segunda masculina, pero su mayor éxito ha sido liderando al Atlético femenino. Manolo Cano (1975) comenzó entrenando a niños en fútbol sala y después pasó a 11 mientras seguía jugando al fútbol. Con 23 años, dejó su ciudad para estudiar INEF en Madrid y entró en las categorías inferiores del Getafe en 1998. “Fue mi primer equipo aquí, rápidamente hubo una necesidad en el primer equipo y tiraron de mí para ser segundo. Después despidieron al primero y tuve un debut precoz, con 25 años me vi entrenando a un equipo profesional de Segunda, fue en la temporada 2000-01″, cuenta en una conversación con AS en la que hace balance de su primer año en la Liga F. Presente en el Alcorconazo, también supuso una pesadilla para el Real Madrid en la final de Copa de la Reina...
—¿Qué le llevó a ser entrenador?
—Quería ser futbolista, pero era muy difícil. Rápidamente vi que no iba a pasar de un nivel amateur en el fútbol como jugador y, sin embargo, como entrenador con 25 años me vi como entrenador profesional. Si no, hubiese seguido intentándolo un poco más como jugador...
—Ha sido asistente de grandes técnicos, ¿cuál le marcó más?
—Con todos aprendí muchísimo. Desde el primero con el que empecé, Juanjo Enríquez, y con el que continué, Gonzalo Hurtado. Después apareció en el Getafe un entrenador que me marcó mucho, un ídolo del Rayo, Felines, porque tenía mucha experiencia, mucha solera, era muy de vestuario y muy de calle. Pasé unos años increíbles con él, me enseñó muchas de las cosas que no vienen en los libros, en cuanto a vestuario, intuición... Y luego apareció en mi carrera otro entrenador que me marcó mucho, que fue Juan Antonio Anquela en el Alcorcón. Estuve siete años con él, después también en el Granada en Primera y con el Numancia. Me enseñaron cosas que se adquieren en un vestuario. Me sirvió para mucho porque cuando un entrenador no ha conseguido llegar a ser jugador profesional es un hándicap desconocer un poco el funcionamiento de un vestuario a nivel profesional.
—Como primero ganó el triplete con el juvenil del Atlético, ¿ve ahora los frutos de aquel éxito en la élite?
—Tuvimos dos años muy buenos, en el primero llegamos a todas las finales contra un equipazo que tenía el Real Madrid, que ganó el triplete con Guti como entrenador. Y al siguiente, nos tomamos la revancha y ganamos todos los títulos que había en juego, excepto el de campeón de Europa que lo ganó el Barça. Pero es muy gratificante sobre todo ver a jugadores llegar al fútbol profesional. De todos esos chicos, casi todos llegaron al fútbol profesional. Es muy difícil llegar al primer equipo del Atleti. Afortunadamente Roro Riquelme sí que está ahí, es el principal exponente de aquel equipo y estamos muy orgullosos de lo que ha conseguido, que no se lo ha regalado nadie. Los coges siendo niños, que están muy verdes en todo, pero con una ilusión tremenda, lo dan todo por conseguir un sueño y luego cuando lo ves que lo van consiguiendo, la verdad que es algo que no tiene precio.
—Unos años después regresa al club, pero al primer equipo femenino, ¿cuánto conocía la Liga F?
—Está claro que, de mis 23 años como profesional, he estado 22 en fútbol masculino y este último en fútbol femenino como entrenador. Pero como aficionado siempre he seguido el fútbol femenino, incluso el fútbol sala. Siempre he sido un seguidor del deporte femenino en general. Cuando estudié INEF aquí en Madrid había muchas jugadoras de fútbol en mi clase, del Rayo Vallecano, que en ese momento era de los punteros. Siempre he seguido el fútbol femenino como aficionado y siempre me ha encantado.
—Lola Romero contó en AS el año pasado que ya le habían tenido en cuenta hace unos cuatro años...
—A raíz de mi paso por el Juvenil del Atlético establecí una serie de relaciones con el equipo femenino, porque nosotros acabábamos de entrenar y empezaban ellas. Siempre compartíamos espacio en el Cerro del Espino y la verdad que había muy buena sintonía y muy buen rollo. Después de mi entrenamiento yo me quedaba a ver sus entrenamientos. Teníamos relación con el cuerpo técnico, con la dirección, con María Vargas, con miembros del staff que siguen de esa época... Siempre he seguido el fútbol femenino desde la distancia, sin llegar a ser un experto por supuesto, porque al final la experiencia muy concreta de algo te la da realmente estar en ese algo. Y eso evidentemente no lo tenía. Ahora, después de un año, sí me siento más preparado y más entrenador de Liga femenina. Pero siempre he sido, la verdad, un amante del deporte femenino y del fútbol en concreto.
—¿Qué diferencias ha encontrado con respecto a un equipo masculino?
—Al final es fútbol y, si lo has seguido, también tienes un punto de partida. Pero a los dos días de estar aquí el año pasado me di cuenta de que era un terreno totalmente distinto. Tiene muchas cosas específicas del fútbol femenino y de la mujer, tanto a nivel físico como mental, que tienes que ser un especialista en el fútbol femenino para poder ayudar al máximo. Por muchos conocimientos que tengas de fútbol, si no consigues conectar con ellas, no las puedes ayudar. Ha sido un año de un aprendizaje tremendo, me ha enganchado por completo el fútbol femenino. Y la verdad que a día de hoy me siento muy, muy feliz, sobre todo, por sentirme capaz de ayudarlas más. Y todavía tengo que seguir adaptándome todavía más a ellas.
—¿En qué sentido?
—A nivel de comunicación, a nivel de transmitir, tenemos que seguir dando pasos hacia adelante. En el fútbol masculino muchas veces tiendes a dar cosas por sobreentendidas porque, a lo mejor nosotros, necesitamos menos explicaciones o menos información, o no somos capaces de asumir tanta información. Pero ellas sí lo necesitan. Cuanta más información les des, más las vas a ayudar y más se van a sentir en el contexto que tú quieres y más van a entender el mensaje. Entonces hay que cuidar mucho la comunicación, dedicar mucho tiempo a eso, realmente conseguir una conexión con la jugadora para poder ayudarla y para poder llevarla hacia un nivel superior.
—¿En quién se apoyó más para esa adaptación al femenino?
—Sí, en un primer momento, el año pasado, se quedó como la mitad del staff del anterior cuerpo técnico y fueron una pieza muy importante. Porque cuando llegué dije “guau” esto requiere estar mucho en los detalles. Es fútbol, pero no es igual. Me ayudaron mucho y, sobre todo, una figura que para mí ha sido muy importante ha sido la de María Vargas, la directora deportiva, con la que yo tenía una muy buena sintonía de mi etapa anterior en la Academia y que me ha ido un poco explicando y guiando en lo que es el fútbol femenino y lo que la jugadora necesita en determinados momentos. Además, por supuesto, de que la principal ayuda de un entrenador, que es escuchar a su jugadora, coger el pulso del vestuario y saber ir modificando cosas para que el bienestar diario, el trabajo y el resultado final.
—Se adaptó tan bien que acabó levantando la Copa... ¿Cómo lo recuerda?
—Pensaba que había vivido todo en el fútbol después de 22 años, pero ese desenlace... Nunca había vivido algo igual. Fue maravilloso, inolvidable. Entramos todos en una fase de locura. Es algo que nos acompañará siempre y que nos tiene que espolear en momentos malos, cuando el fútbol nos golpee, nos desilusione... agarrarnos a ese momento para decir “mientras hay vida, hay esperanza” y lucharlo siempre hasta el final. Porque si luchas hasta el final hay veces, no siempre, que pasan este tipo de cosas.
—Remontan un 2-0 al Real Madrid, ¿dejó de creer en algún momento?
—Notaba al equipo muy bien a pesar de ir perdiendo 1-0 en el descanso, pero precisamente cuando tenía las cosas más claras en cuanto a los cambios que tenía que hacer, nos hicieron el segundo gol. Igualmente hicimos los tres cambios porque valían igual con 1-0 que con 2-0. Era una situación muy adversa en la que todas, no solo yo, teníamos la sensación de que no habíamos dicho nuestra última palabra. No veíamos al equipo muerto, no lo veíamos derrotado. Los tres cambios que hicimos en ese momento, más los que luego entraron, cambiaron el signo del partido en ese momento. Y todo eso, mezclado con la que cayó, que yo no he visto una cosa igual. Estábamos empapados, daba hasta miedo, tenía a mis hijos en la grada y decía “si les va a caer un trueno”. Era de película, no podía pasarnos ya nada más... Y en ese momento metimos el 2-1 y todo lo que se vivió desde ese momento hasta el final es inolvidable. Representa mucho lo que es el Atlético de Madrid.
—¿Cómo valora el mercado veraniego?
—Hubo una reestructuración importante, sobre todo, en el staff. En la plantilla no tanto, porque solamente ha habido cinco incorporaciones y 19 jugadoras que continúan del año pasado, pero sí que se le dio una vuelta a todo. Se ha ido, se consiguieron cosas que no había el año anterior en cuanto al día a día, preparación física, servicio médico... Todo con el objetivo de ayudar más a la jugadora y que estén en las mejores condiciones para poder rendir más. Creo que fue un verano muy bueno, con el buen sabor de boca que nos dejó la Copa de la Reina. El comienzo de temporada creo que ha sido bueno y con esa regularidad que igual nos faltó el año pasado para mantenernos ahí en la pelea...
—Pero el empate ante la Real Sociedad provoca que en vez de acabar segundas el 2023, lo hacen quintas...
—Ese mal sabor de boca de la semana pasada para nada nos va a desviar del crecimiento que ha tenido el equipo. Es verdad que fue un partido malo, no lo supimos cerrar, no tuvimos una buena lectura de la situación y eso nos llevó a jugar con fuego y que el equipo que teníamos enfrente, que es un buen equipo, lo aprovechara. Sí que supuso un jarro de agua fría, nos vamos un poco disgustadas. A nivel de clasificación, si estás un punto por encima, no está hecho; ni si estás un punto por debajo está perdido. Pero a nivel psicológico es muy bonito verte segunda. Estábamos muy contentas la semana pasada. Pero el equipo está fuerte y sabiendo que tiene que seguir trabajando porque no puede haber lagunas, como también pasó ante el Betis. Fue un partido para reflexionar, para aprender, para crecer, para mejorar y afrontamos 2024 con la seguridad de que vamos a pelear en los puestos altos y esta vez no se nos va a escapar.
—¿Acabar con esas “lagunas” es lo que les falta para estar en puestos Champions?
—Al final es ir a tumba abierta, sea cual sea el resultado. No hacer un gol y pensar que el segundo va a caer solo por su peso. Me está gustando mucho que la Liga F cada vez hay más nivel y en el momento que das tregua, el rival se aprovecha y te hace sufrir. Es fundamental que el equipo tenga un plus de ambición en cuanto a seguir haciendo daño al rival y tener una buena seguridad defensiva en el partido, sea cual sea el resultado, y mantener esa regularidad en base a una mejor lectura de los minutos y de los resultados.
—En los últimos partidos está ganando peso Boe Risa, fichaje de última hora, ¿cómo fue aquello y qué aporta al equipo?
—La teníamos en el foco desde hace un tiempo atrás, aunque es verdad que no pensaba que fuéramos a hacer ningún movimiento más, fue de última hora. Cuando se produjo ese interés del Manchester United por Irene Guerrero y esa posibilidad de que el intercambio fuese por Boe Risa, tras hablar con Irene y saber que quería vivir esa experiencia, yo di el ok porque también era una jugadora que me encantaba. Se podía adaptar bien a lo que queríamos en cuanto a mover el equipo, tener una salida de balón con calidad entre la línea defensiva y la de medio campo y las bandas. Es técnica, con visión de juego, gran golpeo en las acciones a balón parado y mucho trabajo. Ha encajado muy bien en el vestuario, está haciendo muchos progresos con el idioma y es una chica con mucha cultura futbolística a nivel táctico. Es una jugadora de equipo, de las que quizás no sean un 10, pero siempre se mantienen en un 7 u 8.
—Otro nombre propio es el de Ludmila. Con Sheila fija arriba, ¿qué posibilidades abre en ataque su regreso?
—Fue la mejor noticia del partido contra la Real Sociedad. Supone sobre todo esa amenaza para el equipo rival y esa profundidad que nos da al provocar que el rival se convierta en un equipo más largo. Hay más espacios a la espalda y entre líneas. Y por supuesto que se nos abren un montón de posibilidades porque ella puede entrar perfectamente desde el extremo hacia adentro como jugar con doble 9, con Sheila más de referencia o sostén, que mantenga el balón, y Ludmi correr a los espacios que se queden a la espalda. Pueden ser una pareja complementaria muy buena.
—Sheila es una de las jugadoras con números para ir a la Selección, pero solo está siendo convocada Eva Navarro. ¿Cree que merecen ser llamadas más de sus futbolistas?
—Creo que es algo evidente que sí. Tenemos jugadoras con nivel para estar en la Selección española. Todas las que van se merecen ir, pero las mías también se lo merecen porque lo están haciendo muy bien, porque son muy buenas en su puesto. Tanto jugadoras que ya han estado en la Selección anteriormente como otras que no han estado nunca y hacen méritos para ir por primera vez. Yo solo puedo seguir ayudándolas a que crezcan, a que mejoren su nivel y su rendimiento en el Atlético de Madrid, que es lo que nos interesa.
—En 2024 empieza la Copa, está la Supercopa... ¿Alguna les hace especial ilusión?
—Nuestro objetivo principal es devolver este equipo a jugar la Champions. No solamente entrar entre las tres primeras, sino que intentar hacerlo como segundas, que nos ahorraría una eliminatoria, porque nuestro objetivo real es estar en fase de grupos. Y luego las otras dos competiciones nos provocan toda la ilusión del mundo, una la jugamos por ser campeonas de Copa y en la otra defendemos el título. Iremos a pelearlos a muerte. En el partido aquí contra el Barça nos vimos con posibilidades de competir contra ellas.
—Y la última, usted es de los pocos que ha defendido la dificultad del trabajo de las árbitras, ¿qué le parece que se les diga constantemente que son “malas”?
—Creo que es un comentario muy dañino el decir que son muy malas. Porque además no es verdad. Cada vez tienen menos errores, cada vez su porcentaje de aciertos es más alto. Están superpreparadas. Hace poco tuvimos una reunión los entrenadores con las árbitras y tuvimos la oportunidad de conocernos más fuera del contexto competitivo y es que realmente están muy preparadas y les fastidia muchísimo cometer un error y saben cuando se han equivocado. Porque luego se analizan y se requeteanalizan. Lo que hacen es muy difícil y hacerlo sin el VAR lo complica todavía más. Creo que tiene muchísimo mérito. Lo que ocurre al final es como todo, que se mira el error, no los aciertos anteriores. Esto es fútbol y estamos acostumbrados a que sea así en todo, para futbolistas y entrenadores también. Las tenemos que apoyar, las tenemos que dejar tranquilas, cuanta más experiencia tengan, mejores serán. Creo que tenemos que dejar esa frase hecha porque no ayuda en nada y devalúa nuestro fútbol. Además es algo que creo que es injusto porque no es verdad.
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