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Aitana, el The Best, y aquella ‘fiesta’ en Auckland

“Hay que pensar que quedan pocos días para la final. Mañana viajamos a Australia, es un viaje largo. Hay que cuidarse, queda un último escalón, un último esfuerzo. Toca suplementación, comer bien, hidratarse, descansar...”. Fue la respuesta que nos dio Aitana Bonmatí tras lograr el histórico pase a la final del Mundial. Nada de celebración pasaba por su cabeza, aunque quedaban cinco días para la gran cita de Sídney. Mientras sus compañeras -Jenni, Laia, Guerrero, Cata o Eva-gritaban, lloraban, bailaban y corrían por los pasillos fríos del Edén Park de Auckland, la catalana atendía con mesura uno a uno a todos los periodistas allí presentes. Fue la última en subirse al autobús, ya pasada la medianoche. Había logrado otro de sus objetivos, no le pesaban las piernas. Más de una hora respondiendo y hablando de fútbol.

Así es la vida de Aitana. Meta a meta. Objetivo a objetivo, partido a partido. Sin descanso. Una jugadora que tiene un talento inigualable, pero que vive por y para el sacrificio. Estos dos factores han hecho posible, a sus 25 años, haberlo ganado todo. Quería otra Champions y ser la mejor del torneo: lo tiene. Quería el Mundial y ser la mejor del planeta: lo logró. Quería suceder a Alexia en el Balón de Oro: lo cumplió. No hay nada que se le resista. Porque Aitana no deja nunca de trabajar, nunca baja la guardia. “Sufro, porque no me conformo. Siempre quiero más”, se atreve a confesar. Aitana lleva grabado en sus piernas las patadas que le daban cuando jugaba con los chicos y era la mejor. Nunca se quejó, nunca se rindió. Ya tiene el The Best en casa. Más que merecido. Ahora sí, date un respiro Aitana…

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