“Si Ronald Koeman tropezase caería sobre un Rolex de oro”

Ronald Koeman estuvo allí en el Olympiastadion de Múnich para detener a los delanteros soviéticos, entre ellos el Balón de Oro Igor Belanov, cuando Países Bajos rompió su maldición con los grandes torneos y levantó la Eurocopa de Alemania 88. Y también en Wembley, 1992, para acabar (golazo de falta incluido) con la trágica serie histórica de desgracias que amargaba al Barcelona en la Copa de Europa. En el Valencia lo lapidaron mediáticamente, pero terminó ganando la Copa del Rey... Aparte de un magnífico defensa y de un buen entrenador, bastante mejor de lo que alguna aventura sobre todo en España ha indicado, Koeman tiene suerte, fortuna, potra, chorra o como se le quiera llamar. Ese algo inexplicable que en los momentos de zozobra te da el empujón hacia adelante en vez del golpe hacia atrás.

“En el Feyenoord decíamos: si Ronald tropieza, caerá sobre un Rolex de oro”, resumía hace tiempo con bastante expresividad Gio Van Brockhorst, exjugador del Barcelona que ahora entrena al Besiktas turco y ejerció de ayudante de Koeman en el club de Rotterdam. Efectivamente: si no sobre un reloj caro, por muchas vueltas que dé Ronald siempre acaba cayendo de pie. La Prensa neerlandesa que convive cada día en la concentración de Wolfsburgo sonríe con la papa del técnico también en esta Euro: a su debut contra Polonia faltó Robert Lewandowski. En la segunda jornada, ante Francia, no estaba Kylian Mbappé. Y la Turquía a la que se enfrentó en cuartos de final no tenía a Demiral, bigoleador en octavos, ni a buena parte de su centro del campo, también sancionado.

“¿En Inglaterra parecen todos sanos, no?”, ha bromeado durante estos días previos a la semifinal algún veterano informador de la Oranje. “Pues que se cuide Bellingham...”. Lejos de tomarse a mal esa suerte que se la adjudica, Koeman presume de ella. “Hay que tener buena suerte para todo, hasta para levantarse cada mañana”, respondió hace algunos meses a un periodista que le inquirió sobre su proverbial potra.

Esa capacidad para el acierto, accidental o no, suele incluir sustituciones muy aplaudidas durante este torneo. Como cuando ha metido al gigante Weghorst en momentos complicados de los partidos; o la llegada a la titularidad de Tijjani Reijnders; hasta la inclusión del defensa del Tottenham Micky van de Ven, que ante Turquía salvó con su cuerpo el empate que ya cantaban los otomanos. En Qatar 2022, sólo la tanda de Dibu Martínez (del que se dice también está tocado por alguna varita) y la presencia de Lionel Messi evitaron por los pelos que volviera a meter a Países Bajos en semifinales de un Mundial. Aquí en Alemania ya pisa esa penúltima ronda, en la que le pitará por cierto Felix Zwayer, un árbitro alemán al que temen (y mucho) los ingleses. A ver si no es casualidad...

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