ALBANIA - ESPAÑA | LA INTRAHISTORIA
Paco Arriola, el español con corazón albanés
Ferviente aficionado futbolero, seguidor del Real Madrid y de la Selección, viajero habitual no se perderá un partido histórico. Su paso por Masterchef le hizo muy célebre en todo el país.
Hay bastantes películas mucho más aburridas que la vida de Francisco Arriola (Madrid, 1984). Estudió Derecho y Periodismo, fue misionero en Kenia durante un año, creó una exitosa agencia de representación de artistas, fue promotor de conciertos, jefe de recursos humanos de una empresa, abogado y actualmente dirige, desde Málaga, la academia de oposiciones a Guardia Civil más importante de España, con 3.600 alumnos. Sin embargo, su gran aventura comenzó cuando un amigo albanés le invitó a conocer su país. Con 27 años, Paco, intrépido y curioso por naturaleza, no lo dudó. Abandonó el mundo jurídico en España para emprender un viaje a lo desconocido. Jamás imaginó el giro que aquella decisión daría a su vida.
Albania, pequeño país bañado por el Adriático, le tenía reservadas una infinidad de sorpresas. Aprendió el idioma con suma facilidad y se integró a la perfección en la dinámica de un territorio hospitalario, pero anclado en el pasado en muchos ámbitos. Allí encontró pareja, se casó y tuvo un hijo. Por aquella época, en el año 2011, comenzó a emitirse en televisión el programa Masterchef. Aficionado a la cocina y convencido por su pareja, venció a las dudas y se apuntó a un casting de 500 candidatos. Su habilidad en los fogones y su simpatía de serie le llevaron de cabeza a la fama.
Semana a semana, Paco se fue ganando el corazón de los albaneses. Su popularidad crecía a pasos de gigante con cuotas de pantalla del 87% como promedio. Superó rondas con solvencia y el gazpacho fue la bala definitiva para acertar en la diana del éxito. El pase a la final de aquel extranjero campechano y jovial le convirtió en una celebridad en cada rincón del país. Al tiempo que su notoriedad se extendía, inauguró un restaurante español en Tirana antes de hacer lo propio en Pristina, capital de Kosovo. No era difícil predecir su éxito. Tocado techo en la nación del águila en la bandera, optó por el regreso a casa con su familia, dejando atrás un reguero de amigos y recuerdos inolvidables.
Ferviente aficionado futbolero, seguidor del Real Madrid y de la Selección, viajero habitual (estuvo en la final de la Champions en Wembley) no se perderá un partido histórico. “Soy español y deseo que ganemos la Euro, pero esta vez voy con Albania porque lo necesita más”, aseguró poco antes de viajar a Düsseldorf para presenciar en directo, junto a su hijo Fran, de diez años y canterano del Málaga, el duelo entre las selecciones de los dos países que han marcado su vida. “Mi hijo va con los dos, pero en esta ocasión también apoyará a los más débiles porque se merecen una alegría”, confiesa Paco. “Los albaneses tienen un sentimiento nacionalista profundamente arraigado y el escaparate internacional que supone para ellos una Eurocopa les hace vivir este evento con una pasión inusitada”, explica el aventurero que se marchó a Albania buscando nuevos horizontes y acabó “conquistando” el corazón de un país que le cautivó y le dio mucho más de lo que jamás pudo suponer.
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