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REAL MADRID

La pasión turca

Montella convoca a Güler para la Eurocopa y desata el furor nacional. Con 19 años ya es la estrella del equipo. Comparte grupo con Portugal.

Madrid
La pasión turca
AnadoluAnadolu via Getty Images

Y Montella empezó a dar nombres: “Çalhanoğlu, Yokuşlu, Tosun, Enes Ünal...”. Un carrusel que Turquía escuchaba ilusionada pero, sobre todo, impaciente. Faltaba uno. Y llegó: “Arda Güler”. No hay registros oficiales de los decibelios que se detectaron de Estambul a Batman pero, de tenerlos, confirmarían lo evidente: dos palabras desataron la euforia nacional. Porque no por esperado –lo contrario a una convocatoria habría sido una sorpresa mayúscula–, dejó de ser ilusionante. El diamante del Real Madrid, el niño Altındağ, el pequeño Arda, estará en la Eurocopa. Confirmado. Ya es la estrella del equipo.

Podría estudiarse en las universidades lo que puede cambiar la vida de una persona en un año. El verano pasado era un joven prometedor que llegó a Madrid de manera abrupta (el interés de media Europa precipitó la oferta del club, que lo tenía perfilado para 2024) y en una presentación inolvidable. Aquel 7 de julio, primero, se subió al escenario antes de tiempo y regaló una imagen memorable (de pie, junto a Florentino, esperando a que acabase su discurso; con el traductor en la mano y la mirada perdida), pero minutos después desafió a su propio destino: “Descarto salir cedido. De los nervios, a la osadía. Cambio radical.

Ocho kilos de peso

Y tanto que si se quedó, compitiendo por minutos en una sala de máquinas abarrotada (Tchouameni, Camavinga, Modric, Kroos, Valverde, Bellingham y Ceballos). Pero era prácticamente un niño, hasta el punto que el cuerpo técnico le recomendó una evolución física que acabó llegando: en nueve meses subió ocho kilos. Entre medias, tres lesiones y una “depresión”, como lamentó Ancelotti. Un infierno que le hizo plantarse en Navidad sin debutar; no lo hizo hasta el día de Reyes, en Aranda. Y ahí despegó, creciendo muy poco a poco... hasta hoy.

Güler trabaja en el gimnasio, de manera voluntaria, durante sus días libres.
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Güler trabaja en el gimnasio, de manera voluntaria, durante sus días libres.

Seis tiros, seis goles

Sus números son impresionantes: ha marcado seis goles en 373 minutos (uno cada 62′). Pero hay más: sólo ha realizado seis disparos entre los tres palos... y han sido seis goles. Es decir, a 24 de mayo, ni un sólo portero le ha hecho una parada. Cuando arma la bota, marca. “Un chico que lleva más goles que minutos jugados... es evidente que tiene un don. No sé cuál es su techo, es difícil decirlo a día de hoy, pero posee un talento natural”, dijo Carletto. Para confirmar, por si no fuera suficiente, que la próxima temporada se quedará en Chamartín: nada de cesiones o similares. Cada vez irá jugando más, la afición lo pide y el rendimiento, lo exige.

“Es nuestro Messi”

Tras Wembley llegará el momento de Turquía. De la Eurocopa. Liderar, con 19 años, a su país. El gran momento de relucir madurez y asumir la enorme responsabilidad que se le ha depositado. Porque desde aquí no se percibe con nitidez pero, sólo con entrevistar a aficionados o charlar con periodistas turcos, uno percibe lo que Güler está significando para su fútbol. Para sus ilusiones. Algo que roza –o incluso supera– lo racional. “Es nuestro Messi”, se dice.

Arda Güler, con la absoluta de Turquía.
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Arda Güler, con la absoluta de Turquía.

Turquía se aferra a Güler, quien debutase con la absoluta teniendo 17 años, ocho meses y 25 días (11º más joven en toda la historia). Un futbolista que sólo ha disputado seis partidos oficiales y marcado un gol. Casi sin bagaje, a una Eurocopa. Ya tiene la confianza de Montella y la experiencia de haber entrenado durante un año con los mejores. De haber marcado seis goles con el Real Madrid, los seis disparos que ha hecho. Turquía comparte grupo con Georgia, Portugal y República Checa (se enfrentará a ellos en este orden). De quedar segunda jugaría, previsiblemente, contra Francia. De quedar primera, contra uno de los mejores terceros. Camino empedrado que, con Güler, parecen baldosas amarillas. Así respira Turquía, que ya tiene a su diamante confirmado. A su otra pasión.

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