Italia cambia el chip
La remontada a Albania provoca que la Azzurra pase de pesimismo a la ilusión justo antes de enfrentarse a España en Gelsenkirchen.
Luciano Spalletti sonríe a los fotógrafos mientras hace estiramientos, “¿a ver cómo me sacas, eh?”, y luego no para de bromear con los suplentes del duelo ante Albania, únicos que han saltado a entrenar el día después de que Italia estrenara la Euro con una victoria. Todo parece alegría en la concentración Azzurra. Se comprueba por enésima vez que no existe en el mundo nada más balsámico que ganar, ese espejo capaz de convertir a lo que antes era un adefesio en algo muy atractivo, de capaz de cambiarle la cara al más deprimido de los equipos.
Spalletti tenía preparado para el domingo un partidillo a puerta cerrada (15 minutos abiertos, pero para la Prensa) contra un sparring muy especial: los chavales Sub-17 del Borussia Dortmund. Varios cientos de italianos que viven en Alemania se acercan a las puertas de la casa Azzurra en Iserlohn con la esperanza de ver a sus ídolos... Y Luciano aprovecha el momento para dar su brazo a torcer: pueden entrar a la sesión. Y hasta quedarse más de una hora. Al rato los titulares en Dortmund pasan por la banda camino del gimnasio y se desata la locura en el Hemberg-Stadion, mientras el técnico, que anda corrigiendo a los otros futbolistas sobre el césped, mira sonriente de reojo.
Se confirma: Italia ha cambiado por completo el chip que llevaba antes de la Euro. Aquel pesimismo generalizado, aquellas dudas sobre un equipo joven que había sufrido muchísimo en la fase de clasificación. Aquel recelo acerca de una generación que, en principio, no posee el talento de otras anteriores. Tanta negatividad comienza a tornarse en euforia al comprobar que en partidos de máxima tensión que además se tuercen a las primeras de cambio, como el de Albania, pilares como Barella, Jorginho, Donnarumma, Di Lorenzo o Chiesa tiran de personalidad y contagian a los nuevos valores: Bastoni, Calafiori, Scamacca o Frattesi. Italia da la cara y se atreve de nuevo a soñar, como en 2021.
El carácter lo pone el técnico, sin duda. La fe en Spalletti vuelve a sacudir las portadas de la Prensa transalpina, que realmente nunca dejó de creer en Luciano: más allá de su forma de entender el fútbol, siempre lejos del clásico catenaccio, el seleccionador de Certaldo impone un tremendo respeto entre jugadores, afición y medios.
La victoria en el estreno y la manera en que se produjo, con una gran reacción y un buen manejo del balón a ratos, refuerza esa comunión con Spalletti justo antes de otro envite, el de España en Gelsenkirchen el próximo jueves, a priori mucho más duro que el que hubo que remontar contra Albania. Pero Italia ya ha dado un gran y fundamental primer paso: ha vuelto la ilusión.
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