Deschamps es eterno

Didier Deschamps es eterno. En su jardín, en el que no cabe ni un alfiler, hay periodistas, detractores, críticos, escépticos y una gran hornada de personas que han osado a criticarle por cada decisión que ha tomado en los últimos años. El seleccionador, que tiene mil vidas, se ha parapetado en un equipo que parece imbatible, al que hay que matarlo, al que no se le puede dar ni una sola vida porque acaba rematándote.

La última vez que Francia perdió un partido a 90 minutos en un gran torneo fue hace diez años, cuando Alemania, que sería campeona del mundo contra Argentina, le ganó 1-0 con un gol de Hummels. Desde entonces, únicamente los penaltis y las prórrogas han podido con este combinado de jugadores, siempre al borde de la lona, siempre casi en el precipicio, con un Deschamps sereno, el cual ha clasificado a la tricolor a semifinales de una Eurocopa tras haber únicamente marcado tres goles, dos en propia puerta y otro de penalti.

Las tandas de penaltis estaban malditas para Francia. Había perdido las últimas tres que había disputado, incluida la de la final del Mundial de 2022. Pero contra Portugal, en 2024, con un Mbappé noqueado, Deschamps, que sobrevuela las críticas como un obús, salió airoso, como casi siempre, porque es eterno y porque nadie puede con él. Espera España en semifinales.

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