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Atlético B
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Finalizado

ATLÉTICO B 0 - UCAM MURCIA 0

El Atlético B es de Primera RFEF

El filial rojiblanco logra el ascenso ante el UCAM en el Cerro con un resultado de 0-0 que valía a los de Tevenet por mejor clasificación en la fase regular.

Foto de familia del Atlético B que ha logrado el regreso a Primera RFEF.
Foto de familia del Atlético B que ha logrado el regreso a Primera RFEF.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Qué largos se hacen los minutos en el fútbol cuando se espera algo. Cada uno una muerte lenta agonizante, el reloj que no corre, eso que no llega. Ese momento que con sufrir rojiblanco esperaba el Cerro del Espino desde hacía 90 minutos, una parte de una prórroga y casi toda la segunda también ya. El 0-0 le daba al Atlético el ascenso a Primera RFEF, sin penaltis, solo porque en la liga regular su clasificación había sido mejor. Y en ese punto se encontraba el Atleti. Después de sobrevivir al empuje del UCAM y todos sus centros laterales y córner, con los 300 hinchas venidos de Murcia acallados. Y eso que el tiempo se había cumplido y el árbitro miraba el reloj en su muñeca, minuto 17 con veinte segundos de la segunda parte de la prórroga y no pitaba. El UCAM tendría un último córner y cuando éste se fue por encima de la portería de Iturbe todo el Cerro celebró a la vez: era, había pasado, Tevenet lo había vuelto a lograr, el Atleti B regresaba a su sitio: era equipo de Primera RFEF. El ascenso, suyo. Había sido largo todo lo anterior hasta llegar hasta aquí.

El atasco en la glorieta para entrar al Cerro acumulaba a coches nerviosos, nerviosos por llegar, por encontrar sitio para aparcar, para ir llenando el campo 1 de Majadahonda de banderas, como mandaba la ocasión, como en los días grandes: empatar o ganar era ascender para el Atlético B. Álvaro, de la peña los Medinenses había conducido 150 kilómetros para no faltar. Tampoco quisieron hacerlo ni Barrios, ni Reinildo, ni Antonio López, ni la mujer de Griezmann, Erika Choperena, con sus tres hijos, ni Andrea Berta, director deportivo del Atlético, ni el héroe del último ascenso, el del año pasado, Giuliano Simeone. Enrique Cerezo, presidente rojiblanco, y Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE), estaban en el palco. Nadie quería perdérselo, aunque el sol cayera vertical sobre una grada sin sombras donde el agua y los folios ejercían de parasoles. Sobre el césped, el Atlético B quiso mandar desde el inicio.

RESUMEN

Atlético B, 0: Iturbe; Boñar (Sergio Díez, 72’), F. González, Kostis, Joel Arumi; Gismera (Assan, 17’), Guerrero; Carlos Martín (Miguélez, 113’), Cala (Alber, 86’), Diego Bri (Cueto, 86’); y Dani G. (Ethyan, 72’).

UCAM Murcia, 0: Pau Torres; Oriol (Pescador, 71’), Lara, Ramírez, Cruz, Luna (José Fran, 61’); Javi Moreno (Ramírez, 109’), Vicente (Salazar, 85’), Mario (Mayo, 106’), Yasser; y Pito Camacho (Chumbi, 71’).

Árbitro: Cánovas García-Villarrubia, andaluz. Expulsó a Javi Moreno (118’). Amonestó a Pau Torres (54’), Oriol (63’), Gismera (66’), Lara (93’), Chumbi (93’), José Fran (105’), Guerrero (110’) e Iturbe (112’).

Cerro del Espino: 3.020 espectadores.

El partido comenzó igualado. Los dos equipos midiéndose y con miradas de frente. Al UCAM de Cea, de blanco impoluto, solo le valía ganar. Los tocados Mario y Oriol estaban en el once. El Atlético de Tevenet golpeó primero, con un disparo desde fuera del área, y fuera, de Cala. En el área de Iturbe el mayor peligro en veinte minutos fue una cesión de Kostis hacia Iturbe, titular por delante de Gomis. Las internadas de Boñar por la derecha eran el camino de entrada de los de Tevenet al área de Pau Torres una y otra vez. Pero Dani González cabeceaba alta la más clara. Mientras, el UCAM amenazaba cada vez más cerca de Iturbe.

En el 23′ el portero saltaba para atrapar con dificultad un cabezazo de Pito Camacho que instalaba el miedo en el Cerro del Espino. Valía el empate pero no especular con éste, no fuera a ser que al despertar el ascenso ya no estuviera ahí. El Atleti estaba mejor, el juego se desarrollaba en el campo del UCAM, repiqueteando los de Tevenet en el área de Pau Torres, aunque sin terminar de derribar la puerta. Guerrero cabeceaba fuera una falta lanzada por Carlos Martín que gritaba gol y Dani González, en la más clara rojiblanca de la primera parte, estrellaba en el mano a mano la pelota en el cuerpo de Pau Torres. El UCAM respondía saliendo por primera vez de su campo en un largo rato. Abigarrado atrás, cuatro, cinco toques, le bastaban para plantarse sin dificultad en el área de Iturbe. El descanso llegó con una carrera de Luna por la banda izquierda que terminó en un centro lateral a Pito Camacho que sobrevoló la portería de Iturbe con silbido de bala.

Los jugadores del Atlético B celebran el ascenso a Primera RFEF en el Cerro, ante el UCAM Murcia. Una camada que apunta a la élite.
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Alegría del Atlético B en el momento en que logra el ascenso a Primera RFEF ante el UCAM en el Cerro. JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Boñar robó una pelota para marcharse en velocidad y plantarse ante Pau Torres nada más comenzar la segunda parte y que el partido dejara de encaminarse hacia aquello que parecía, la prórroga, la temporada dirimida en unos últimos treinta minutos para el todo o la nada, seguir en Segunda RFEF. La ocasión desmantelada por el UCAM dejaba otra muesca rojiblanca en el área que cuando Carlos Martín se introdujo en el área con velocidad y la pelota terminó en córner vaticinaba lo que inmediatamente después llegó: gol del Atlético B. Lanzó meridiano Carlos Martín para el cabezazo impecable de Dani González, pero el árbitro lo anuló por falta en ataque de Kostis, en su toma y daca previo con un futbolista del UCAM mientras cogía posición. La decisión le subió dos tonos al grito en la grada, los nervios latentes unidos a cada tic-tac del reloj que era como un mordisco, con el marcador aún 0-0, que beneficiaba a un Atleti que con ese resultado ascendía, pero demasiado alambre. Demasiado pendiente de que el UCAM no marcara. Un UCAM que en quince minutos de la segunda parte aún no había pisado el área de Iturbe.

Dos goles anulados a los rojiblancos

Pero cuando lo hizo fue para que Vicente enviara un zapatazo desde fuera del área que se marchó a milímetros de la base del poste y los 300 hinchas venidos de Murcia alzaban la voz. Se les escucharía mucho durante el partido, plantando cuerdas vocales ante los 3.500 hinchas rojiblancos, porque, ya saben, como canta Viva Suecia, “todo lo que importa está en el aire”. El partido seguía como en la primera parte. El dominio, rojiblanco, pero el UCAM cuando pisaba el área chica de Uturbe lo hacía con las sirenas rojas encendidas. Y gritando warning, warning. Ese disparo de Vicente instaló durante unos minutos a los de Cea en el área rojiblanca, buscando con centros laterales y córners la red, con peligro y obligando al Atlético a solo defenderse y a fiarse a las contras, si arañaba alguna.

El partido entró en un punto muerto, el Atleti esperando la prórroga, abrazado a ese empate que le valía, y el UCAM sintiendo cómo ese mordisco del reloj amenazaba sobre todo sus pies. Su marcaba ni prórroga ni nada, el ascenso para Murcia. Arumi trató de evitar ese destino, fiarlo todo a una prórroga que podía saltar por los aires en cualquier momento, con un intento de vaselina que se fue un palmo por encima del travesaño. A cinco minutos del final, Cea sentaba a Vicente, su jugador fetiche y uno de sus mejores futbolistas en la mañana, para dar entrada a Salazar. Chumbi volvía a encender el warning, warning alrededor de Iturbe con una pelota que se iba casi besando el palo. La rojiblanca alzaba la voz para llenar de energía a unos chicos que parecían atenazados ante el empuje murciano con solo una cosa entre los ojos y las botas: el gol que les diera el ascenso, sin prórroga. Con uno bastaba. El asistente alzaba el cartelón anunciando cuatro minutos de tiempo añadido mientras el UCAM buscaba la red con córner. Uno se fue fuera por alto, el otro, de jugaba ensayada, también. Tres mil personas en el Cerro respiraron a la vez, con el tic-tac del reloj ahora como globos de oxígeno. La última jugada de los 90 minutos fue un córner que lanzó Carlos Martín rodeado de “Atleeetis, Atleeetis, Atleeetis” y que hubiera sido el cierre perfecto, de haber entrado. Pero se fue fuera. Llegada la prórroga. El 0-0 al Atleti le seguía valiendo para subir. Al UCAM se le acababa el tiempo. Comenzaba la prórroga después del agua necesaria (noticia era que no hubiese aún golpes de calor en la grada) y los dos equipos en piña.

La prórroga infinita

Una prórroga que llegó como los 90 minutos de partido se habían marchado: la necesidad del UCAM empujando sus piernas hacia el área de Iturbe y Fran González, insuperable y totémico, y Kostis achicando balones. Eran los guardianes del área y no, por ahí no pasarían los murcianos, que en ese momento tenían muy cerca a sus 300 hinchas que se dejaban la garganta animando porque derribaran el muro. El Atlético B, desde aquel gol anulado de Kostis, era como un ‘bicho bola’ sobre el césped. Repeliendo los ataques del rival y enviando cada pelota cerca lejos. Y a sobrevivir. Los minutos seguían pasando. Cada uno más era uno menos, más cerca de la Primera RFEF, ese sitio que es el sitio natural del filial rojiblanco. Y que el UCAM también deseaba con todo su fútbol.

Bordeaba éste el final de una primera parte de la prórroga con muchas más caídas e interrupciones que en todo el tiempo anterior, cuando Guerrero encontraba de nuevo la red y el Cerro estallaba aunque el silbato del árbitro detenía el frenesí. El balón había pegado en el árbitro antes de caerle franco a Guerrero. Anulado. El 0-0 seguía siendo el resultado, el paraíso de goles que llevaba a Primera.

La segunda parte de la prórroga comenzó después de un emocionante aplauso de los presentes a esos equipos que se mantenían en pie en una batalla llena de nervios y ese sol vertical que a las dos de la tarde era como un rival para los dos. Al primer minuto Ethyan quiso ponerle el gol a la emoción rojiblanca, pero Pau Torres mandó fuera. El UCAM contestó con una ocasión que obligó a Iturbe a detener en dos tiempos. El Cerro cantaba el himno en esos momentos como solo se oía en el Calderón. Quedaban quince minutos de sufrir rojiblanco. El UCAM volcado, achuchando, con Pescador sirviendo, los delanteros rematando, obligando a Iturbe a sacar gachetobrazos para llegar a cada rincón. Encastrado el UCAM en su campo, a diez minutos del final, a nueve, a ocho, a siete, a cinco, córner a córner, los nervios llenando el aire, solo eso, nervios, tan cerca, aún tan lejos el silbido final del árbitro. Ese que llegó, al fin llegó, medio del estallido. Y ese grito: “El Atleti es de Primera”. Pues eso.