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CHAMPIONS | CELTIC-ATLÉTICO DE MADRID

“La batalla no terminó hasta que nos subimos al avión y llegamos a casa”

Adelardo y Heredia, leyendas del Atlético, rememoran la Batalla de Glasgow, la visita al Celtic de 1974: un meritorio 0-0 con tres rojiblancos expulsados, juego durísimo, bronca final...

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Heredia y Adelardo, que jugaron con el Atlético aquella eliminatoria contra el Celtic en la 73-74, posan para AS junto a algunas fotos del partido de ida en Glasgow.
JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

El Celtic-Atlético de mañana tiene su miga, pero raro será que se parezca mínimamente al de 1974. Fue la batalla de Glasgow, así ha quedado en la memoria el partido de ida de aquellas semifinales de Copa de Europa. 10 de abril, miércoles santo. El equipo rojiblanco —ese día de rojo y azul, como la Selección— arañó un 0-0 pese a terminar con ocho futbolistas y lo hizo bueno en el Calderón con un 2-0 (Gárate y Adelardo) que le catapultó a su primera final. Adelardo y Heredia reviven con AS aquel emblemático encuentro: resistencia épica desde el punto de vista colchonero, todo lo contrario en Escocia.

Ha pasado casi medio siglo de aquella noche en Celtic Park, así que para quienes ni habíamos nacido y solo hemos visto vídeos toca preguntar. ¿Batalla de Glasgow? ¿Fue tan así? “Fue para tanto… y mucho más”, sentencia Adelardo, uno de los ocho rojiblancos que soportó el asedio de principio a fin. El partido fue durísimo, con patadas constantes e impactantes, amonestaciones y tres expulsiones, pero la bronca ni siquiera acabó con el pitido final del turco Babacan, absoluto villano en el imaginario rojiblanco. La pelea continuó con la aparición en el campo de aficionados, directivos e incluso policías. “En serio, la batalla no terminó hasta que nos subimos al avión y llegamos a Barajas”, insiste el entonces capitán.

“Cuando luego vi la entrada de Panadero a Johnstone, dije ‘ostras, Pedrín”

Adelardo

La chispa que prendió todo, cuando ya se iba calentando la noche, fue una entrada de Panadero. “Estaba encendido con Johnstone. Cuando luego vi la jugada, dije ‘ostras, Pedrín”, reconoce Adelardo. En verdad, todo había empezado mucho antes. En 1967. En la Intercontinental que disputaron el propio Celtic, con Johnstone, y el Racing de Avellaneda, con Panadero Díaz. “Ambos se conocían ya y se buscaban, hasta que Rubén lo encontró”, explica Heredia. “La entrada fue horrible, pero para decirle ‘aquí estoy yo’ y ‘acuérdate de cuando te marqué en Argentina”, agrega Adelardo.

La portada de AS del día siguiente: 'Pese al turco Babacan, el Atlético (con ocho hombres), un bravo".
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La portada de AS del día siguiente: 'Pese al turco Babacan, el Atlético (con ocho hombres), un bravo". JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Panadero y Ovejero, tensión en la previa

Cuando se acercaba esta semifinal del 74, la prensa escocesa no dejó pasar la oportunidad de airear aquello. “Asesino” y “carnicero” fueron algunos calificativos que dedicaron a Panadero, por el duro marcaje del 67, y al resto de argentinos del Atlético. También salió en los medios un incidente ocurrido en la víspera, ya en Glasgow: “Estábamos comiendo y de repente vemos que tiran una silla al suelo y dos se empiezan a pelear. Eran Ovejero y Panadero. Fuimos corriendo a separarlos. ¿Pero sabéis lo que habéis hecho? Que nos jugamos la vida. Nos juntamos todos y les dijimos que o se daban un abrazo ahí mismo o se iban fuera del hotel”, recuerda Adelardo. “Había mucha tensión acumulada. Pero nos sentó mal. Se arregló, se abrazaron y nos pidieron perdón. Nos habíamos quedado tiesos. ¡Si eran amigos y vecinos! Pensábamos ‘¿qué va a pasar mañana?’.

La expedición del Atlético se temía una encerrona. “El estadio era fuego. Dentro lleno, fuera lleno. Rodearon incluso a los autobuses de la afición”, describe Cacho, que relata: “La intención era que no nos hicieran goles. El Celtic era muy fuerte y salió con voluntad de pegar. Te hablaban, pero casi no les entendíamos”. Era el plan de Juan Carlos Lorenzo, el míster rojiblanco: puerta a cero y, para ello, frenar como fuera a Johnstone, un extremo pelirrojo, menudo y muy habilidoso. El once era ultradefensivo: Reina; Melo, Ovejero, Eusebio, Panadero; Heredia, Benegas, Adelardo, Irureta; Gárate y Ayala. Y comenzó la semifinal. La batalla. El partido de Babacan.

“Babacan puso el partido en cuesta y no se le podía decir nada”

Heredia

“El turco puso el campo en cuesta. Nosotros atacábamos hacia arriba. Y no se le podía decir nada”, se arranca Heredia. Y Adelardo, con él: “Nosotros no empezamos. Vimos cómo nos estaban tratando, no futbolísticamente, sino personalmente. Estaba al lado un tío y, cuando ibas a atacar, te había dado una patada y ahí no pasaba nada. En el descanso hablamos: o nos ponemos bien las botas o nos desgracian”.

Y el partido se le fue complicando al Atlético. Ayala (63′), Panadero (64′) y Quique (78′), que apenas llevaba doce minutos en el partido, fueron expulsados. Los dos últimos, por entradas a Johnstone. “Y de ellos, a ninguno, y también estaban dando”, lamenta Heredia. Así que ocho contra once. Adelardo dibuja el esquema: “Ellos siete en el área y yo por delante intentando tapar, que ni tiempo me daba. Hubo una jugada que cogí la pelota y salí corriendo hacia delante, pero me vi solo: ¿y ahora dónde voy yo?”. “Mirabas para cualquier lado y los lobos te estaban comiendo”, ríe el Cacho.

Y Reina se convirtió en el héroe. “Fue impresionante. Cuando el balón volaba al área, el público zapateaba, hacía ‘uuuh’ y él salía y despejaba de puños (hace el gesto) hasta el centro del campo. Mientras la pelota iba y volvía, nosotros nos colocábamos. Yo le gritaba cuándo salir”, narra el capitán. “Y algún coscorrón en la cabeza también nos pegó a alguno”, completa el argentino.

Adelardo se dirige a Johnstone al final del partido.
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Adelardo se dirige a Johnstone al final del partido.DIARIO AS

Bronca hasta en el aeropuerto

Pitó Babacan el final y los ocho rojiblancos se fundieron en un abrazo. “Te esperamos en Madrid”, recuerda Adelardo que le espetó a Johnstone justo antes de que se armara el lío. “Hubo bronca en el campo y acabó entrando gente hasta el vestuario. Todos los de la comitiva recibimos, incluidos los directivos”, recuerda Heredia, que confiesa: “Un policía pegó a un compañero nuestro con un palito y yo le di a otro que estaba al lado y se cayó. Me fui pitando al baño, vinieron y no me encontraron. También al presidente, Vicente Calderón, le propinaron una patada por detrás. Le dije ‘presi, no se deje pegar, déjemelo”. Incluso Jock Stein, técnico local, trató de agredir al Toto Lorenzo.

“Un policía pegó a un compañero nuestro y yo le di a otro que estaba al lado y cayó. Salí pitando al baño...”

Heredia

Carlos Rodrigo, masajista del Atlético, denunciaba en AS al día siguiente: “Nos pegaron sin piedad en el túnel. Ovejero está lesionado por los golpes”. Y relataba un parte de 13 jugadores y varios directivos heridos. Al propio Ovejero, en el aeropuerto, le escupieron en el pasaporte y se lo tiraron al suelo. El Atlético salió con un meritorio 0-0, pero lleno de magulladuras, con tres expulsados que se perdieron la vuelta y los dos partidos de la final y tres suspendidos por acumulación (Melo, Alberto y Ovejero, este por error del acta), además de una multa de dos millones de pesetas y una advertencia para el choque de vuelta.

La cita en Madrid fue mucho más dulce. “Jamás vi otro ambiente igual. Yo no era de ponerme nervioso, pero aquel día en el vestuario me sudaba todo. ¡Qué felicidad!”, presume Heredia. “Hicimos un partidazo”, resume Adelardo, autor de uno de los dos goles que dieron el pase a la final con el Bayern. De todo aquello hace casi medio siglo, aunque los protagonistas lo recuerdan con nitidez y cierto cariño: “Cuando nos juntamos, sí que decimos ‘la de patadas que hemos pegado...”. Una eliminatoria para la eternidad.

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