El Racing se quedó en el pasillo
El equipo santanderino exhibió en Tudela, tras una semana de festejos por el ascenso, una versión muy pobre y acabó con su racha de cinco meses sin perder
Jugar bien al fútbol es complicado. Si no tienes ni piernas ni cabeza, es imposible. Eso es exactamente lo que le pasó al Racing en Tudela. Como era previsible, las cosas como son. La concentración de los jugadores, y de sus seguidores, que esta vez no viajaron, se quedó en el balcón del Ayuntamiento y las energias racinguistas se habían gastado en una semana de fastos más que merecidos. Sin más. Menos mal que la anomalía que fue el Tudelano-Racing no afecta a ningún otro equipo. Seguro que los tres partidos que restan por jugar a los santanderinos, lejos ya de los festejos, serán más de verdad.
Nada más arrancar el partido se vió que el Racing no estaba. Desmotivado, cansado tras una semana de festejos, fastidiado por el mal estado del terreno de juego, desnortado por los cambios en el once..., por lo que sea, pero no estaba. Los jugadores del Tudelano, con más cosas que demostrar, sobre todo a sí mismos, iban con dos marchas por encima de los racinguistas y así, claro, comenzaron a llegar los goles. Sin oposición dentro del área chica Iván López para el primero, solo en la frontal Caballero para el segundo y adelantándose a Pol Moreno el mismo Caballero a Pol Moreno, la diferencia entre ir a por el balón o esperarlo, para el tercero.
Es obvio que el Racing, tras cinco meses impecables y el objetivo conseguido, tenía todos los eximentes del mundo, pero costaba encontrar algo positivo en el primer tiempo de los de Romo, que se fueron al vestuario sin haber rematado una sola vez entre palos en 45'. Si acaso, el interés, sin acierto, de los dos extremos, Soko y Camus de intentar irse por fuera o un par de pugnas con un puntito de orgullo de Íñigo. Por decir algo. En el Tudelano, más intenso en todo el campo, destacaban sus dos puntas, Bassirou y Caballero, que abusaban de unos desconocidos Bobadilla y Pol Moreno.
Los tres cambios que realizó Romo en el descanso parecían denotar el cabreo del míster más que señalar a los sustituidos, Mantilla, Soko y Manu Justo. No porque ellos estuvieran bien, sino porque exactamente por la mism razón, remover el agua en el caldero, podrían haberse quedado en el vestuario cualquiera de sus ocho compañeros (más tarde, en rueda de prensa, Romo explicó que el cántabro y el gallego sufrieron sendos golpes de calor). Lo cierto es que en el cuarto de hora que pasó hasta el siguiente relevo, Sergio Marcos por Borja, no pasó nada. En ninguna parte del campo, porque al Tudelano parecía que también se le agotaba el gas.
Como estaría de desesperado Romo (dentro de un orden, que acaba de ascender dando un recital en la segunda vuelta), que cambió el sistema. Por una vez. Aparcó en 4-2-3-1 para dejar a Bobadilla, Pol Moreno y Satrústegui solos atrás, Unai Medina y Javi Vázquez de carrileros largos, Íñigo y Marcos por dentro y Harper, Cedric y Camus en punta. Una suerte de 3-4-3 nunca visto. Y nunca ensayado. Tal vez, claro, porque nunca hizo falta. Luego el dibujo mutó, en algo había que entretenerse fijándose en estas cosas, a 3-4-1-2, con la entrada de Pablo Torre por Camus. El Racing pisó más el campo rival, el Tudelano no volvió a chutar a portería..., pero en realidad, lo único que pasaba era el tiempo.