La Copa del Rey de 1995 fue el primer título nacional del Deportivo y en 2000 ganó LaLiga, pero para muchos aficionados conquistar la Copa en el Bernabéu ante un Real Madrid que celebraba su centenario, no tuvo precio. Este 6 de marzo se cumplen 20 años de un título mítico lleno de curiosidades y anécdotas.

El Depor acudía como convidado de piedra a la final de Copa ante el Real Madrid de 2002, partido que se disputaba en el Santiago Bernabéu como homenaje de la RFEF al club blanco por sus 100 años de historia. Lo que ocurrió después lo explica perfectamente el propio Augusto César Lendoiro en una entrevista en AS: “Creo que el partido más histórico del Deportivo fue el Centenariazo. Ganar la Copa del Rey en un momento tan señalado para el torneo y para el Madrid, con todos los Galácticos, fue increíble. Un momento inolvidable en el fútbol español y quizás mundial, como lo fue el Maracanazo de Uruguay a Brasil. Se cumplían 100 años del Real Madrid y 100 años de la Copa de la Federación. Coincidían los dos hechos. Es una victoria para toda la vida”.

El partido empezó a decantarse del lado de los coruñeses muy pronto. En el minuto 6 Sergio, actual entrenador del Cádiz, comenzaba a darle forma a la sorpresa al marcar el 0-1. El 0-2 llevó la firma de Diego Tristán en el 38’, que esa temporada acabaría conquistando el trofeo pichichi con 21 goles. El de La Algaba había estado a un paso de fichar por el Real Madrid dos años antes cuando militaba en el Mallorca. Tan cerca que, en julio de 2000, a tres días de las elecciones en el club blanco, Lorenzo Sanz era así de tajante: "Diego Tristán será jugador del Madrid el próximo lunes si soy presidente, y si no, también". Las urnas se decantaron por Florentino Pérez, que terminó descartando la operación, cifrada en 3.000 millones de pesetas, por algunos informes sobre la vida extradeportiva del delantero andaluz. Ese verano ficharía por el Deportivo.

El Real Madrid, a diferencia del Deportivo, tenía cerrados todos los detalles de la fiesta posterior a la final de Copa. Uno de ellos era el restaurante elegido para la celebración del título. Se trataba del Asador Donostiarra, habitual templo gastronómico de los blancos. La derrota provocó la anulación de la cena, de lo que se enteró Lendoiro y llamó para ocupar el lugar del conjunto blanco. Así, el Deportivo no solo ganó el partido en el Santiago Bernabéu, se comió el menú que estaba destinado al Real Madrid. La decoración también estaba preparada, con un sinfín de globos blancos. El Asador tuvo cintura y añadió globos azules intercalados para que el color fuese el blanquiazul.

El Deportivo comenzó su aventura en la Copa con dos cruces a partido único, como actualmente. Los de Jabo Irureta eliminaron a Marino de Luanco (1-4) y Cultural Leonesa (1-2). En octavos, ya a doble partido, el rival era el Hospitalet. Los catalanes, que ya habían eliminado a un Primera como la Real Sociedad en la hierba artificial del Estadi de la Feixa Llarga, jugaban la ida en casa. El Deportivo invocó su derecho, entonces fijado por el reglamento, y se negó a jugar porque el terreno de juego era de césped sintético. La RFEF propuso entonces el Miniestadi, pero el Hospitalet no lo aceptó y no se presentó. La Federación lo excluyó, le impuso una multa y declaró clasificado al club gallego, que posteriormente eliminaría a Valladolid y Figueres para llegar a la gran final. Fran, como capitán, fue el encargado de levantar la Copa. Lo hacía por primera vez ya que en la anterior, la de 1995, el brazalete lo llevaba su hermano José Ramón.

Las entradas para poder asistir a aquella histórica final eran un bien muy preciado en A Coruña y su reparto fue objeto de controversia desde el inicio, ya que el club eliminó de la ecuación a las peñas para tomar las riendas directamente ante la enorme demanda. La escasez incluso llegó a los jugadores del Deportivo, que horas antes del partido se encontraron con que tenían menos de la mitad de las prometidas para sus familias y compromisos. La mañana fue muy tensa en el hotel de concentración entre los futbolistas y el club. Incluso hubo un pequeño amago de motín, pero finalmente la sangre no llegó al río. Algunos de ellos, especialmente los extranjeros, renunciaron a parte de su cupo y otras cuantas entradas acabaron apareciendo ‘por arte de magia’ pocas horas antes del inicio de la final.

Uno de los héroes del Deportivo en el Centenariazo fue Juan Carlos Valerón, que dio un auténtico recital sobre el césped del Santiago Bernabéu. El Flaco había llegado un año antes al Deportivo junto a Molina y Capdevila procedente del Atlético de Madrid, que acaba de bajar a Segunda. El descenso no había sido el único golpe para el mago de Arguineguín, que tenía un auténtico gafe con la Copa. En 1998 había perdido una final con el Mallorca, título que se llevó en los penaltis el Barcelona (1-1). Al año siguiente se le presentó una nueva oportunidad, ya en las filas del Atlético, pero la derrota ante el Valencia fue mucho más contundente (3-0). En 2000, pese al descenso, los colchoneros también llegaron a la final. Esta vez el rival fue el Espanyol, que se impuso 2-1 para que Valerón perdiese su tercera final de Copa consecutiva en un partido en el que su futuro compañero Sergio González fue uno de los verdugos. En 2002, a la cuarta oportunidad, Valerón por fin pudo levantar con el Deportivo su primera y quizás más inesperada Copa del Rey.

En la celebración del centenario había una canción en el imaginario que a nadie se le escapaba, el conocidísimo ‘Cumpleaños Feliz’. En el tramo final del partido y en la fiesta de la expedición del Deportivo en el Asador Donostiarra se dejaron escuchar los acordes, pero Lendoiro fue un poco más allá. El carismático presidente blanquiazul se atrevió a cantarla a capela a altas horas de la madrugada en la fiesta coruñesa en la discoteca del hotel Eurobuilding. Todavía más fuerte sonó diez días después. El Deportivo visitaba El Sadar y pese a ganar 1-3 con un hat-trick de Diego Tristán, la afición rojilla despidió a los coruñeses con una sonora ovación y con los acordes del… ‘Cumpleaños Feliz’. Los aplausos a aquel Depor se repetirían en más estadios, en los que las aficiones locales se veían representadas en parte por la gesta copera del modesto.

El Deportivo de principios de siglo era algo más que un buen equipo, estaba a la altura de los grandes. Tras ganar la Copa, los de Irureta se convirtieron en el único equipo que podía optar al triplete. Acabaron LaLiga segundos, por debajo del Valencia. En Champions, solo una semana después del Centenariazo y con el mismo once inicial, los coruñeses conquistaron Highbury. Se impusieron al Arsenal 0-2 con goles de Naybet y Valerón en una nueva exhibición, en un partido que para muchos es el mejor a domicilio en Europa de los blanquiazules por encima de conquistas como las de Old Trafford o el Olímpico de Munich. El Depor caería en cuartos ante el Manchester de David Beckham. Los de Vicente del Bosque, por su parte, terminaron LaLiga terceros a dos puntos de los blanquiazules, pero se sacaron el mal sabor de boca del Centenariazo ganando la novena en Glasgow ante el Bayer Leverkusen (2-1). Curiosamente, los blancos habían ganado la octava ante el Valencia (3-0) dos años antes coincidiendo con otro título del Depor: LaLiga.

La final de Copa vivió su momento más tenso al poco de comenzar el partido. Con 0-1 ya en el marcador, una contra blanca llevada por Raúl fue cortada de manera contundente de Scaloni a los ocho minutos. El capitán blanco se revolvió y se montó una tangana en la que estaban los dos protagonistas, Roberto Carlos, Mauro Silva, Zidane y a la que se incorporó a la carrera Molina desde su portería. El portero deportivista se fue de cabeza a por Raúl y ambos se empujaron y encararon. Intensidad en el césped con algunas cuentas pendientes de la Selección también en la cartera. El colegiado Mejuto González no se complicó en exceso la vida y zanjó el conflicto con una amarilla para Mauro Silva.

La final de Copa se jugó en varios planos. El primero en el campo, donde el Depor se adelantó 0-2 en el primer tiempo (Sergio y Tristán), Raúl acortó distancias (58’), pero los blanquiazules aguantaron perfectamente. El segundo en la grada, dominada por el blanco, pero con un fondo con 25.000 deportivistas. “Está toda Coruña”, comentaban los jugadores en el vestuario ante de salir a jugar. El ambiente de fiesta previo al partido era claramente local, con la policía en constante comunicación con el Bernabéu para decidir sobre las vallas de La Cibeles. El tercero estaba en el vestuario del Real Madrid, repleto de cajas de champagne para festejar el título. Según revelaron varios jugadores deportivistas, la idea era “llenar el jacuzzi de champagne. Pero fue que no”. Finalmente, no hubo descorche y la fiesta se trasladó a la fuente de Cuatro Caminos, invadida por miles de deportivistas y sin vallas porque no estaban previstas.