Sólo Sabin evitó el sonrojo pepinero ante un buen colista
El Alcorcón rozó un empate que mereció por intensidad y disposición. Merino marcó a los 30 segundos de entrar. Laure fue expulsado y pese a ello, el Lega terminó pidiendo la hora.
Merodeó el Alcorcón la sorpresa en Butarque con forma de empate de no ser porque el Leganés (de nuevo) hizo valer la pegada de su plantilla frente a lo indefinido de su fútbol. Un tanto de Sabin Merino apenas salido del banquillo (llevaba 30 segundos) encarriló este partido en el que la intensidad fue cosa del colista. Defendieron mejor los alfareros que sus versiones precedentes, pero no les sirvió más que para salvar la imagen y prometer esperanzas nuevas bajo la tutela de Anquela. El Alcor encadena nueve derrotas seguidas y siguen sin marcar lejos de casa. Ahí, en casa, se ha blindado este Lega que encarrila cuatro triunfos de local y tres duelos sin encajar. No lo hacía desde 2017. Y pese a los números, acabó el Lega defendiendo cerca de Cuéllar. Laure terminó expulsado en el 86’ y el árbitro anuló un gol a León en el 89’ por falta de Reko a Javi Hernández. Sufrimiento eterno en Butarque.
El Alcorcón salió de azul camuflaje. Nada de amarillo chillón. Como si el cambio cromático implicara cambio de fortuna. Queriendo ser otros pese a ser los de siempre. Y ocurrió que sí, que mutó la imagen del colista, pero más por los estímulos del banquillo, que por la vestimenta. Inyección de Vitamina A que eyectó sus piernas hasta redoblar esfuerzos. La Anquilina fluyó y se hizo carne en un equipo vigoroso, con Laure como extensión del aullido constante con el que su técnico apelmazó al bloque en torno a la sagrada idea de defender por encima de todas las cosas. La alambrada de espinos de su novedoso 4-1-4-1 se enredó en las ideas de este Leganés que, de nuevo, lució fútbol de encefalograma plano para comenzar. Carente de imaginación y sorprendido por el brío del Alcor (como si la fe fuera única posesión rival), los de Martí trataron de dominar, pero se les olvidó sugerir. Nada nuevo últimamente en un bloque que crece en robustez al mismo ritmo que pierde empuje hacia la meta rival. Fue así como el partido se convirtió en un concierto de decibelios desatados sin letra que hacer entretenido el espectáculo. Sólo intensidad. Bostezos por aquí. Bostezos por allá.
El primer tiro/ocasión/acercamiento surgió en el 20’ y fue una oportunidad clarísima que Tarín cabeceó a las manos de Dani Jiménez tras un saque magnífico de falta lateral de Rubén Pardo. El riojano (única novedad del once pepinero) la ejecutó como si aquello fuera gotas de agua en el desierto. Una bendición. No fue hasta el 40’ que los contendientes regalaron un nuevo ‘Uy’ que llevarse a la boca. El zapatazo de Borja restalló en las manos de Jiménez. Iba a la escuadra. Paradón en otra clara. No hubo más antes de un descanso que se esperaba reconstituyente, pero que fracasó en las expectativas.
La segunda parte también inició muerta con la única variación de que el Alcorcón, ahora sí, se asomó más al balcón de Cuéllar en un amague que ahogó Sabin Merino. Apenas llevaba 30 segundos sobre el césped (suplió a Juan Muñoz) cuando empotró en la portería una asistencia delicatessen de Rubén Pardo. Gol de talento y tino. Gol que prometía con desbaratar al Alcor, pero que acabó empotrando al Leganés cerca de Cuéllar. Los locales lucieron de nuevo una versión temblorosa pese a que los visitantes no generaron ocasiones contra su meta. La expulsión de Laure en el 86’ no sirvió para dar respiro a este Leganés empantanado al que el gol anulado de León en el 89’ amenazó con desmoronar otra tarde con más puntos que juego. Con más dudas que fútbol.