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José Gomes: "Quiero un fútbol de calle"

El técnico del Almería promete un juego ofensivo en el que sus futbolistas se sientan "con libertad", aunque "deben ser muy fuertes" cuando pierdan el balón.

José Gomes.
José Gomes. CARLOS BARBADIARIO AS

José Gomes (1970, Matosinhos, Portugal) llegó sin apenas tiempo para preparar la eliminatoria de ascenso ante el Girona. Su planteamiento en Montilivi hizo que el entorno rojiblanco le etiquetase como un técnico ultradefensivo; sin embargo, el preparador luso promete un Almería que pretenda crear a través de la posesión -sin ser estéril- y en el que sus futbolistas se sientan con la máxima libertad en el aspecto ofensivo. El técnico charla con AS a pocas horas de su debut liguero (domingo, 12:00 horas, Anxo Carro), repasando su trayectoria en esta primera primera parte en la que recuerda como tras volver de la mili con sólo 20 años cambió las botas por la libreta entrenando a excompañeros mayores que él, a los que llamaba "señor" cuando era juvenil. Con la misma ilusión a la que iba a los entrenamientos del Oporto de Bobby Robson saltándose las clases de la universidad, busca ascender a Primera División con el Almería. Y lo quiere hacer tocando la fibra sensible de sus pupilos.

¿Qué ha encontrado en Almería?

Todo va muy, muy bien, pero la vida profesional y personal es muy difícil que estén en la misma línea. La vida profesional absorbe totalmente lo demás. Casi no hay tiempo para otra vida que no sea la profesional. Pero estoy muy a gusto, me siento muy bien aquí. Es una pena que la gente no pueda estar en los estadios. Se nota y se siente en la calle que la gente quiere a la Unión Deportiva Almería. Estoy muy contento.

Da la sensación de que sólo se ve lo bueno en el fútbol: altos sueldos, buenos coches. Pero tiene a su familia fuera y la carrera de un entrenador es longeva.

Estamos haciendo lo que realmente nos gusta. Todo entrenador tiene que tener pasión por lo que está haciendo, pero hay siempre una parte, la de la familia, que es duro. Aunque siempre es más duro para ellos que para nosotros. Hay momentos realmente difíciles. Cuando las cosas no van bien llegamos a casa y estamos solos. Pero para ellos, que están en otro sitio, todavía es más duro. Al final estamos haciendo lo que nos gusta y centrados y absorbidos al cien por cien en lo que nos gusta. Hay un lado duro, pero se compensa por lo que nos gusta el fútbol.

¿Cómo lleva la pandemia?

Es un tema que está afectando a todo el mundo y esperamos que se solucione. Los hombres se han desarrollado de tal forma que es muy difícil decir que no puedes ser un ser social con lo que significa eso. Hay que ponerse siempre una mascarilla y eso es como una barrera entre las personas. No podemos estar sentados en el mismo sitio hablando y compartiendo ideas, manifestando emociones... Eso es parte de la humanidad y hoy en día falta algo. La gente no es feliz de la misma manera.

Con 20 años ya entrenaba.

Tuve la consciencia del nivel que tenía como futbolista [risas]. Hay gente que a veces no se entera de eso, la consciencia de decir "yo como futbolista no voy a llegar al nivel donde me gustaría". Con 20 años fui a la mili y estaba jugando en Portugal en Tercera División, en el Valadares. En España hay un equipo con el mismo nombre. Pues estaba jugando ahí, llegué de la mili y terminé mi primer año en la universidad. Entonces empecé a trabajar con los sub-19 de ese club. Ahí empecé a entrenar. Siempre con la ilusión de ser entrenador.

¿Ha entrenado a gente mayor que usted?

Sí. En ese mismo club. En mitad de la temporada el cuerpo técnico de la sub-19 pasamos al primer equipo. Tenía en el vestuario jugadores que yo, como futbolista de la sub-19, iba a entrenar con ellos y les llamaba "señor". Dos o tres años después estaba delante de ellos, primero como segundo y después como primero. Fue una experiencia muy interesante para desarrollar el liderazgo y la forma de estar enfrente de los jugadores. Fue riquísima.

¿Qué diferencia hay entre el José Gomes que llegó para la eliminatoria ante el Girona y el de hoy?

Ahora conozco mejor a los jugadores que siguen de la temporada pasada. El conocimiento es distinto de verlos jugar que de entrenar cada día con ellos. Ese tiempo en el que trabajo con ellos me ha ayudado a conocer mucho mejor a los futbolistas que tengo. Y ellos me conocen mucho mejor, cómo pienso, qué quiero, cómo me gusta jugar, lo que quiero en cada momento de ello. Este tiempo ha sido precioso para que mis jugadores se enteren de lo que quiero yo para el equipo. Con sus características y cómo pienso se combinan con mi idea de juego. Va a ser nuestro carné de identidad. Las personas tienen uno, dónde han nacido, fecha de nacimiento... Y nuestro fútbol tiene que tener un carné de identidad. Somos así. Con todo el respeto para los rivales, que son fortísimos, tenemos que jugar con carácter y personalidad para enseñarle a la gente cómo queremos jugar.

¿Ha adquirido más experiencia de Segunda en ese tiempo o ya era una categoría que dominaba?

Cuando yo estaba de segundo en el Oporto con Jesualdo [Ferreira] el capitán era Pedro Emanuel. Un capitán buenísimo y muy importante para lo que ganamos. Entonces cuando fichó por el Almería lo seguía por los sentimientos que tengo con él. Empecé a ver partidos y la verdad es que hay muchísimos nivel, con jugadores muy buenos. Tiene de todo: futbolistas con mucha experiencia y capacitados para dar nivel, pero también otros jóvenes, que vienen de cantera de mucha calidad, para ayudar al equipo con esa energía. Lo seguía y ahora tengo más datos. Cada día te vas enterando de cómo fichan los equipos, cómo quieren jugar, cómo piensan los entrenadores contrarios. Esos datos se van acumulando en el conocimiento que tenemos de esta división.

Habla del tiempo de conocer a sus jugadores. ¿Se ha perdido algo de tiempo en pretemporada con jugadores que van a salir u otros que no han entrado o empezaron más tarde?

Quizás con nosotros ocurre más al haber terminado más tarde, también vamos a empezar en la tercera jornada, pero es un tema que pasa con todos los equipos del mundo. Hay una solución para eso: cerrar el mercado antes de que empiece la competición. Si dejas el mercado abierto hasta la segunda, tercera o cuarta jornada, en ese mercado siempre va a haber movimientos. Si hoy dicen que el mercado de la próxima temporada va a cerrar una semana antes del inicio de liga, la gente empieza a moverse y organizarse antes para tenerlo listo en la primera jornada. Para nosotros, los entrenadores, eso sería buenísimo. No moveríamos un jugador más después de empezar la liga. Pero hay que esperar hasta el 5 de octubre...

Hábleme de sus entrenadores referentes.

He trabajado con muchos entrenadores. Hay algunos en mi trayectoria que me han dejado marca. Jesualdo [Ferreira] es un maestro de los detalles técnicos y tácticos. Con él he aprendido muchísimo como ayudar a los jugadores a mejorar lo que hay que mejorar a nivel técnico y táctico. Jesualdo analizaba un partido y a cada segundo paraba imagen y decía "mira este detalle, mira cómo tiene los pies". Son pequeños detalles que parece que no tienen importancia, pero si los jugadores se enteran de las razones de por qué hablamos eso, haciendo tareas para ayudarlos a mejorar esos detalles, su calidad de juego sube muchísimo. Ahí Jesualdo ha sido muy importante. Me ha ayudado a afinar mi visión de analizar un partido, no sólo si este jugador está en un sitio u otro, sino cómo está su cuerpo y qué está pensando para tener el cuerpo así. Es fundamental para poder ayudar a estar mejorar el día de partido. También ha habido otros de los que he hablado ya, como José Antonio Camacho, con quien trabajé en el Benfica. Es una persona que me encanta por su frontalidad. Es lo que es. No te va a decir a ti una cosa, a mí otra y al jugador otra diferente. Esa forma genuina de decir las cosas como son hace que esté todo muy claro. Es una forma de vivir el fútbol y la vida de manera más sencilla. No hay que estar engañando y escondiendo cosas, sino que esa naturalidad queda claro para todo. Cada día de entreno con él fue un aprendizaje.

¿De qué conoce exactamente a Turki?

Ministro Turki es un señor muy fuerte en Arabia Saudí. Detrás de ese señor hay una gran pasión por fútbol. Le gusta el fútbol, los entrenamientos, conocer a jugadores y qué estilos de juego tienen los equipos. He estado cuatro años trabajando en su país. Llegué a un equipo pequeño [Al-Taawoun], que tradicionalmente luchaba para no descender. Y en la segunda temporada nos clasificamos para jugar Champions. Jugábamos muy bien [sonríe]. De ahí me conoce. En esa segunda temporada fuimos los segundos máximos anotadores, sólo por un gol. Eso no es fácil de hacer con un equipo que normalmente lucha por no bajar. Teníamos un fútbol muy atractivo y que gustaba a la gente.

Ha sonreído cuando ha hablado de ese fútbol que hacía ahí. Pero en su primer partido aquí se le recuerda por esa alineación ultradefensiva. Si tuviese que formar un equipo de cero con futbolistas que se adaptasen perfectamente a su juego, ¿cómo sería?

[Sonríe de nuevo] A mí me encanta el fútbol bonito y que estéticamente sea agradable de ver, un fútbol ofensivo y que no sea muy pesado de posesión por tenerla. Quiero tener el balón con el objetivo de llegar al gol, pero al mismo tiempo tener un equilibrio permanente porque siempre va a haber un momento en el que se pierde el balón. Ahí es necesario estar preparado para hacer la transición defensiva. Ese equilibrio se puede conseguir con mucho trabajo y organización. Lo que quiero decir es que me gusta un fútbol en el que los jugadores se sientan libres atacando, que no estén pendientes de no poder ir para un lado porque luego tendo que defender en otro, que los jugadores se sientan con la posibilidad de terminar la jugada como extremo izquierdo siendo lateral derecho porque el equipo se va a replegar bien. Ese equilibrio es la base y lo que permite que seamos ofensivamente imprevisibles, con una dinámica fuerte y con la alegría de jugar. Porque el fútbol debe ser alegría y sentir que los futbolistas están disfrutando y haciendo lo máximo para intentar marcar. Para que esa pureza, ese fútbol de calle que quiero en mis equipos, hay que dar una base de control y de equilibrio. En cada momento en el que estemos atacando, sea en la zona que sea, el equipo tiene que estar preparado para el momento en el que lo va a perder. Si no es gol o saque de puerta, tenemos que estar preparados para solucionar.

Contestando concretamente a la cuestión, me gusta un fútbol positivo, de jugar y darle libertad a los jugadores. Hay reglas en nuestro juego ofensivo que hay que cumplir para no perder el equilibrio mencionado anteriormente, pero pretendo mucha dinámica ofensiva. Para eso, si metemos más gente en ataque, en el momento en el que la perdemos, deberemos ser muy fuertes para hacer la transición defensiva y parar contraataques. Eso es muy bonito de decir, es muy fácil estar aquí hablando y comentar "a mí me gusta esto y esto", pero estamos hablando de una liga muy fuerte, con muchos equipos que defienden muy bien y con mucha gente que no te va a conceder espacios a sus espaldas. Para tenerlos hay que construir mucho.

¿Su Almería presionará fuerte arriba o buscará más el repliegue atrás?

Hasta el Liverpool, que en los últimos dos años es el equipo que más aprieta arriba sin balón junto al Bayern de Munich y el Atlético, no aprieta permanentemente. En la transición defensiva es obligatorio hacerlo cuando el contrario está saliendo. Podemos recuperar el balón fuerte y rápido. Pero si nos pasan esa presión, es mejor replegar y estar organizado que intentar presionar en la otra banda y que nos pillen de nuevo en desequilibrio.

Hace dos años metió al Río Ave en Europa y después salvó al Reading del descenso a la tercera inglesa cuando nadie apostaba un duro. ¿Le gusta 'rescatar' a equipos?

Intento aprovechar cada día. Si ahora estoy aquí, tengo que aprovechar lo máximo para ayudar a los jugadores en cada entrenamiento y partido. Esa forma íntegra de estar de cuerpo y alma, esa entrega, la sienten los jugadores. Me entrego totalmente a las tareas, vivo con mucha emoción lo que estoy haciendo. Y ese amor a lo que realizo acaba por sentirlo los jugadores, lo que ayuda para que las cosas funcionen bien. Me habla del Reading. Después del Río Ave, estando ocho años en Portugal, me llamaron del Reading para ese gran desafío. Inglaterra siempre ha sido un sueño cuando empecé a imaginar trabajar como entrenador por todo lo que hay alrededor del juego, esa gente, esa emoción, esa intensidad. También por un señor que entrenó al Oporto y al que yo veía entrenar faltando a la universidad: Bobby Robson. Hace tiempo no había centros de entrenamiento, sino campos alrededor del estadio y cuando entrenaban en campos que se veían desde la calle, faltaba a las clases para asistir a sus entrenamientos. Ha sido otro de los entrenadores que sin haber entrenado con él directamente, me ha marcado muchísimo por el número de entrenamientos que he visto. Con 64 años tenía una energía y una forma de comunicar con los jugadores impresionante. Entonces tenía muchas ganas de ir al fútbol inglés, pero nunca había podido. No es fácil entrar en Inglaterra.

Me llamaron, hablé con el presidente de Río Ave, llegaron a un acuerdo, llegué y ni jugadores ni directivos tenían un mínimo de esperanza de que el Reading se iba a mantener en Championship. Estaban convencidos de que iban a bajar. Fue una tarea fantástica, muy dura, y con partidos fortísimos. Hubo que echar a jugadores porque con 40 no se puede trabajar. Imagínese que tenemos 40 jugadores y todos muy buenos. Pero no pueden jugar. No se puede hacer un equipo. Partido tras partido va a llegar un momento en el que siempre los que están fuera (unos juegan, otros al banquillo y otros siempre están fuera porque trabajan mejor o rinden más) no se sienten parte de la solución. Y cuando un jugador no se siente parte de la solución... No un jugador, sino una persona. Cuando no se siente parte de la solución de un grupo donde está metido naturalmente su cerebro corta la energía y no mete toda la que debería. Entonces hay que reducir el número de jugadores para que todos puedan jugar y se sientan parte de la solución de los problemas que hay. Lo hicimos y en dos o tres semanas sacamos catorce jugadores y otros al filial. En enero firmaros a cinco cedidos de otros clubes, pagando sólo por uno y la mitad de su traspaso. Fueron cinco que funcionaron muy bien.

Antes de llegar había 8.000 personas en la grada y cuando terminamos la temporada, 20.000. La esperanza se instauró y la afición empezó a ayudar y a sentir. Se creó un ambiente muy bonito. Tanto que cuando certificamos la permanencia un grupo organizó 'el día de Portugal'. Yo lo escuché en Twitter, pero no le di importancia. Nunca imaginé que los ingleses, que son más distantes y fríos que los latinos, podían hacer eso. Pero cuando llegué al estadio y vi a gente pintada de verde y rojo con los colores de Portugal, bufandas y banderas de mi país, fue emocionante porque parecía un partido de la selección nacional. Fue un momento que me ha tocado mucho. Ese momento acaba por representar todo el trabajo realizado a nivel humano, profesional y social. Fue riquísimo. Y con el resultado que todos deseaban. Detrás de cada jugador hay una persona: hay que trabajar con cada uno, hacerlo sentir parte de la solución.