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RAYO 1-0 LUGO

El Rayo prosigue su escalada a costa de un inofensivo Lugo

Embarba marcó el 1-0, después de que el VAR invalidase un gol de Mario Suárez por un ajustadísimo fuera de juego. Los franjirrojos siguen su buena racha y los lucenses, la mala.

Actualizado a

Gol de Embarba y tres puntos más para seguir firme la escalada (cuatro partidos sin derrotas en Liga). El Rayo no pierde de vista la cima y en el camino superó otra ladera. Los franjirrojos doblegaron a un inofensivo Lugo, agobiado por las urgencias de saberse inmerso en las arenas movedizas del descenso. Ni braceó. Los malos resultados (ocho jornadas sin ganar) le están succionando.

Se descorchó el partido y el Rayo salió disparado, controlando el balón y las ocasiones. Avisó Trejo y después, Mario Suárez dos veces. De hecho, el medio cazó un rechace de Cantero y marcó, pero el VAR lo revisó y anuló por un ajustadísimo fuera de juego. Mucho había tardado en comparecer este 2020 en Vallecas. El VAR es un habitual. Los madrileños continuaron el asedio al área lucense, con un Embarba omnipresente: tuvo una y pidió un penalti sobre él. A la ofensiva también se alistó Milic, quien hizo volar a Cantero para detener, en dos tiempos, su cabezazo. Al Lugo le costaba tejer jugadas: siempre había una pérdida, un jirón.

El peligro volvió a asomar en las botas de Embarba. Primero su tiro se marchó rozando el palo, pero después mandó a la red el rechace de Cantero a un disparo de Montiel. Esta vez, el VAR no aguó la fiesta y corroboró que el gol era legal. Ahí, con el 1-0, el Lugo se desperezó tímidamente. Dimitrievski tuvo que tirar de reflejos para desbaratar un trallazo de Barreiro. Apenas un espejismo porque los de Curro Torres ni pasaban del mediocampo y si lo hacían era fruto de algún error vallecano.

El descanso descafeinó el duelo. El Rayo bajó su frecuencia de visitas a la meta contraria, mientras que el Lugo tenía más posesión sin inquietar demasiado. Sólo Rahmani probó a Dimitrievski, que desactivó el peligro. Piovaccari aprovechó los últimos instantes para intentar una chilena y mandar fuera otro remate. Su rival achicaba aguas, esperando colgar algún balón y encontrarse el empate. No pasó.

Las caras de los jugadores fueron el fiel reflejo de la clasificación. La alegría local se daba de bruces con la preocupación visitante, a quien la necesidad aprieta y el tiempo ahoga. El Rayo volvió a ganar y Vallecas, a celebrar y creer. Aún quedan muchas montañas por trepar, pero ninguna imposible...