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INGLATERRA

El declive terminal de Mourinho

Goal da las razones del por qué de la crisis del United. A 19 puntos del líder, rivalizado con la prensa, desconectado con la grada y con su vestuario, el técnico se la juega ante el Arsenal.

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El declive terminal de Mourinho
JASON CAIRNDUFFAction Images via Reuters

Un ganador que no gana. Goal traza la paradoja que dibuja la comprometedora situación en la que se encuentra actualmente Jose Mourinho en el Manchester United. Fuera de puestos Champions y ubicado en la octava posición de la tabla clasificatoria de la Premier League, el reciente empate de los diablos rojos ante el Southampton en un Old Trafford que ha dejado de ser inexpugnable hace que miren más de cerca al Everton o al Bournemouth que al Manchester City, del que le separan ya 19 puntos cuando no hemos llegado ni al ecuador de la temporada.

Viven en ambas ciudades pero les separa un océano. Mientras que el Manchester City domina por el qué, imbatido y de camino a su segunda Premier consecutiva, y el cómo, de forma atractiva; su vecino se ahoga en arenas movedizas. Su homólogo y antagonista Pep Guardiola llegó en el mismo año que él y las arcas del United son de las únicas que pueden competir con las citizens. Fue capaz de quitarle a Pep a Fred y Alexis Sánchez. En ese tiempo al de Santpedor le ha dado tiempo a construir un sólido proyecto que domina la competición doméstica con mano firme y aspira a la Champions. Al de Setubal se le acaban las excusas.

El Manchester se desangra y Mourinho, experto en tapar heridas terminales, es incapaz de suturar la hemorragia. La imperiosa necesidad de una victoria contundente, tanto en el resultado como en el juego, asola a un equipo con un técnico inmerso en rencillas y que es elocuente en todos los sitios menos donde debe, en el campo. Necesita fomentar y recuperar el nexo emocional que antes caracterizaba con los jugadores, especialmente con Pogba, jugador franquicia del proyecto y del que dijo que era como un virus tras el último empate en casa. También con la afición, cuya paciencia agota por sus extravagantes decisiones, como la de no saber exprimir el prometedor talento de sus múltiples bazas ofensivas como Rashford o Alexis Sánchez. Además, se han multiplicado sus ya frecuentes rencillas con la prensa, a la que no consiente que le cuestionen.

Sin ganar en liga desde hace un mes, cuando lo hizo in extremis ante el Bournemouth, acumula desde entonces una derrota y dos empates que podrían ser peor sin David de Gea y recibe esta noche a un sonriente Arsenal en vuelo tras ganar con solvencia el derbi de Londres ante el Tottenham. Para colmo, una plaga de bajas asola la retaguardia del United, a la que acecha un enrachado Pierre-Emerick Aubameyang, pichichi del campeonato inglés.

Es tangible su capacidad y experiencia para salir del agujero en que se encuentra el equipo actualmente, pero las dudas de que pueda ejecutarlas son casi mayores. Su vestuario, carente de carisma y liderazgo, reclama orientación e inspiración y solo recibe culpa y desprecio, al tiempo que añora la alquimia pasada de un técnico capaz de sacar el máximo rendimiento de sus jugadores y que ahora solo añora glorias pasadas. Un Mourinho del que solo queda, por ahora, la cáscara y con la oportunidad, todavía, de mostrar que hay algo dentro.