Llorente elimina un problema
Dio una lección de 'mediocentrismo' ante el Valencia, como ya hizo en Roma. Roba más balones de los que pierde, y un 91% de acierto en el pase. "Ha estado a la altura", le bendice Solari.
En tiempos en los que azuza la necesidad a veces aparecen futbolistas con los que nadie, ni siquiera su propio entrenador, contaba. Le ha pasado a Marcos Llorente. Su cara angelical quizá engañó a Zidane, Lopetegui y Solari. Al argentino, al menos, hasta que se le rompió Casemiro en Vigo y el experimento con Ceballos en Eibar saltó por los aires.
Al hijo de Paco Llorente le avala su árbol genealógico-familiar de hemoglobina blanca (nieto de Grosso y sobrino-nieto de Gento) pero le ha perjudicado una timidez futbolística que no se le veía en el Castilla ni el Alavés. En una semana ha pasado de tener su mirada en otra cesión en Vitoria a sostener al Madrid en Roma y dar ayer un clase de mediocentrismo al Bernabéu. El Lechuguita, como le conocen los veteranos de Valdebebas y Concha Espina (a su padre Paco le apodaban El Lechuga por su rigurosa dieta cuando cabalgaba junto a la Quinta del Buitre), ha sido durante 180 minutos el ancla perfecta: robó más balones (15) de los que perdió (14) y dotó al equipo de sintonía, con un 91% de acierto en el pase. “Ha estado a la altura de los dos grandes partidos que ha tenido que jugar”, señaló Solari anoche. “Es fantástico, esto es lo que hace que los equipos sean sólidos...”.
La cascada de parabienes a Marcos Llorente no se limitó a su entrenador. “Ha hecho dos partidazos y me alegro porque es muy querido en el vestuario”, decía Carvajal en la flash interview. Y tanto. También fue felicitado por otros que han salido, como le iba a tocar a él ahora, cedidos. “Enhorabuena por tu segundo partidazo consecutivo. Es el premio a tu gran trabajo, la dedicación y todo lo que te cuidas. A seguir así, hermano”, le tuiteó Borja Mayoral.
Dos partidos que cambian un rumbo. Hasta el Olímpico, apenas le habían dado 101 minutos (Lopetegui le utilizó 11’ ante el Espanyol y Solari sólo había contado con él en Melilla). No jugaba pero estaba en perfecto estado de revista, otro de sus avales para confirmarse como alternativa real a Casemiro, porque nunca se lesiona. Marcos Llorente es un devoto, como era su padre, de la preparación física, y también del cuidado de la alimentación. Desde Juveniles hace la dieta paleolítica (pollo, carne, pescado y huevos de cultivo ecológico, arroz y nada de trigo) y lleva seis años sin sufrir problemas físicos. El ancla que buscaba el Madrid es de hierro.