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RAYO VALLECANO

Isi se jubila tras 30 años en el Rayo: "Lo echaré de menos"

El utillero ha vivido siete ascensos y ha trabajado con 31 entrenadores, formando parte de las páginas más importantes de la historia del club. Abonado desde los 13 años, entró a trabajar con el Rayo de Felines en la 88-89. "De niño era forofo y cuando entré no quería ni librar".

Actualizado a
Isi, utillero del Rayo, posa para As antes de su jubilación.

Cuando un futbolista se retira cuelga las botas; cuando lo hace un utillero, “cuelga millones”. Vallecas dirá adiós este sábado a Isidoro Prieto González, más conocido como Isi, el utillero del Rayo los últimos 30 años. Se jubila y lo hace tras el partido del Barça. Palabras mayores. “¿El mejor regalo? Ganarle. Eso sería salir por la puerta grande. ¿No lo hizo el Leganés?”, argumenta.

Isi es vallecano y abonado del Rayo desde los 13 años. Lo respiraba en el barrio y en casa, ya que su padre y su hermano eran quienes le llevaban al campo, donde vio “al Matagigantes, a ese que afeitó el bigote al Racing...”. Su pasión por la Franja era tal que ni la 'mili' le impedía ver a su equipo. “La hacía en Vicálvaro y una vez cambié una guardia con un compañero para irme un domingo a un Málaga-Rayo en Segunda”, ríe.

El presidente Pedro García le abrió las puertas del club, ofreciéndole ser utillero. Corría la temporada 88-89 y entrenaba Felines. “Él me marcó, igual que Juande, Mel y El Niño Míchel. Ha cumplido 43, pero siempre será El Niño. Le he visto crecer, así que le tengo que querer a la fuerza”, confiesa Isi, que mantiene el contacto con Orúe y recuerda los nombres de los 31 técnicos con los que trabajó. También ha convivido con cuatro presidentes.

"Cambié una guardia para irme a Málaga a ver al Rayo"

La 'mili'

Por algo es el empleado más antiguo del Rayo y el 'hombre ascenso'. Nadie colecciona más que él: seis a Primera (88-89, 91-92, 94-95, 98-99, 10-11 y 17-18) y uno a Segunda (07-08). Ninguno le supo tan dulce como el último: "Ha sido el más especial. Todo por El Niño. Cogió al equipo hundido, lo mantuvo, lo subió... Lo que ha hecho es espectacular. Por eso la gente está a muerte con él".

Isi forma parte de las páginas más importantes de la historia del club, como aquella UEFA. “La ida a Moscú se me hizo corta porque íbamos jugando a las cartas, pero de la vuelta ni me enteré. Mami Quevedo y yo estuvimos comiendo caviar y bebiendo Moscatel... Y para viaje largo, aquel de pretemporada a China. Paco Jémez me dejó su asiento VIP en la ida y fui acostado, pero a la vuelta no me lo dejó, se conoce que lo pasó muy mal y vine que madre mía... No se acababa nunca”, cuenta entre carcajadas. Anécdotas no le faltan.

Aquel duelo con el Lokomotiv dejó alguna más: “Salimos a pasear a la Plaza Roja y vimos los gorros típicos. Por señas le dije a un vendedor que le cambiaba el mío de lana con el escudo por uno suyo y aceptó. Salí ganando, daba más calorcito en las orejas. De China me traje el gato que mueve el brazo”.

"Quiero que el Rayo siga en Primera, sobre todo por Míchel"

Un deseo

El jugador con quien más risas compartió fue Coke y con Kiko, el otro utillero, mil aventuras. Yendo a Girona con la 'furgo' paramos a comer en Zaragoza. El del bar conocía a Movilla y nos dio un atajo. Nos perdimos y acabamos en Jaca. Llegamos de madrugada”, narra.

Quedan horas para su adiós y las lágrimas se agolpan en sus ojos al decirlo. Echaré de menos el Rayo. De niño era forofo y cuando entré a trabajar no quería ni librar. Pensé en acabar el curso, pero estoy cansado. Ser utillero antes era más tranquilo”. Al futuro le pide una cosa: “Quiero que el Rayo se quede en Primera, sobre todo por Míchel. Yo seguiré rezando y poniendo velas”.

Así le recuerdan...

Felines: "¿Se jubila? Si pensaba que iba a ser perpetuo. Es muy eficaz. En nuestra época no había mucha ropa y para tenerla lista en las dobles sesiones... las pasaban canutas".

Míchel: "Hemos estado toda la vida juntos. En el ascenso a Primera con Sandoval, nos fuimos en el coche a celebrarlo: nuestras mujeres y nosotros, los cuatro juntos”.

Coke: "No olvido esas cenas y capeas tras los ascensos o cuando nos tomábamos algo en el bar de los pinchos morunos. Aunque fuese gruñón a veces, siempre se preocupó por mí. Desde que subí del Juvenil”.