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GETAFE 0 - ATLÉTICO 2

Y reapareció Lemar

Un zurdazo suyo provocó el gol en propia puerta de David Soria y abrochó el triunfo tras un jugadón coral del Atleti. El Getafe plantó cara pero la roja a Iván Alejo en el 68' le hundió.

MadridActualizado a
Y reapareció Lemar

La bandera del Atleti ondeaba a media asta a 19 kilómetros del Coliseum, en el Metropolitano, cuando los rojiblancos saltaron en Getafe, brazalete negro al brazo.

Esa tela, pater, lloraba por usted.

Porque se ha ido y no puede creerse, que ya no estará, y se hace muy difícil escribirle en pasado. Las piernas, a pesar de saberlo, de que su ausencia pese en las botas, porque se le quería padre Daniel, se le quería mucho, salen eléctricas. El fútbol sigue, la vida también, la pelota nada sabe de esa tristeza en la tela, de corazones de luto, sólo rueda y rueda. El Atleti necesita ganar en Liga, tras el mal comienzo, y a ganar sale en Getafe. Enérgico, combinando entre líneas y aupado en los centrales del 2025, Giménez-Lucas. Los de Bordalás se fían a las contras: el Atleti siempre terminaba sus jugadas con balones demasiado en largo a Costa. Hasta que una pelota la agarró Griezmann y dejó un adelanto de la película que vendría: un francés ve a un portero adelantado y, desde 40 metros, le lanza un balón, a ver si le sorprende. Éste se fue un palmo fuera. El siguiente ya no. Patearía Lemar.

Un Lemar titular en la derecha que asomaba mucho al centro, un Lemar como el de últimamente, impreciso, pero que a 27 metros se sacó la zurda para presentársela a esta Liga. Fiuuuuu voló el balón a la portería de Soria para estrellarse, violento, primero en el larguero y, después, cuando regresaba al campo, en la espalda del portero. Gol y respiro con pizca de suerte. ¿Ayudó usted desde allá, pater?

Comenzaría otro partido. Un partido con el Getafe lanzado y el Atleti dando tres pasos a atrás, su ruleta rusa. 21 hombres se encerraron a vivir en el área de Oblak: todo sucedería ante sus pies. Molina y Ángel, sobre todo Ángel, abarcaban metros, ocupaban espacios. Pero la amenaza fue más fogueo que fuego real. El mayor sobresalto a Jan se lo daría en realidad Giménez, al meter la puntera en un centro y casi convertirlo en gol. Los centrales del 2025 en el Atleti serían un frontón y, adonde ellos no llegaban, ya lo hacía Juanfran. Cuando el árbitro pitó el descanso los tres tenían el cuerpo lleno de agujetas pero cero balazos de un Getafe que dominaba juego y ocasiones, no así el marcador.

El partido volvió del descanso donde se quedó: el Getafe apretando a un Atleti que seguía encerrado a los pies de Oblak, le quedaban 45 minutos de frontón. Entonces, el primer cambio: Simeone llamaba a Thomas. El sacrificado sería, oh, sorpresa, otra vez Rodrigo, más horizontal que vertical. Si el Cholo parecía renunciar al pase por el músculo, nada más lejos de la realidad: dos minutos después el gol le daría la razón. Y con una jugada que duró 22 segundos y templaron las botas de casi todos sus jugadores. Robó Lucas y la pelota pasó por Koke, Filipe, Griezmann, Saúl y Juanfran para, en el centro, llegar a Lemar. Éste buscó a Griezmann, que prolongó de tacón para que Koke lanzara la diagonal al propio Lemar y... otra vez sonriera la suerte: Bruno tocaría lo suficiente para que el francés, escorado, evitara a Soria e hiciera el gol.

El Getafe respondió con una doble ocasión, remate a bocajarro de Ángel incluido y repelido por Oblak, y un tiro en el pie: se lo daría Alejo, a los cuatro minutos de pisar el campo. Plantillazo a Saúl y roja: su equipo quedaría sentenciado. Los últimos minutos fueron del Atleti, con otro ladrillo sobre el césped, Godín, que entró por un Filipe indispuesto. Lemar era otro, todo moverse, buscar y jugar entre líneas, el Lemar de los 70 millones, el de la Supercopa. Pero primero Costa y después Grizi errarían dos mano a mano, los guantes de Soria mediante, que evitó con dos grandes paradas.

Terminó el partido, ganó el Atleti pero lloró el Calderón en Madrid.

A él también le faltará usted, padre Daniel. Hágale sitio a su lado, aunque ocupe mucho, para cuando desaparezca de aquí y llegue también allá, al tercer anfiteatro.