Rubiales presidirá la Federación tras 29 años de Villarato
Ganó 80-56 en la votación a Larrea y dirigirá la FEF hasta 2020. Ausentes: Iago Aspas y Pedro León no ejercieron su derecho al voto.
Luis Rubiales (Las Palmas, 1977) se comporta con corbata como lo hacía vestido de corto. Así que, por gestas como la de ayer, seguirá con el apodo de su época de jugador: Pundonor. El expresidente de AFE comenzó la jornada viajando a Valencia para declarar como demandante en un asunto de honor. Regresó en AVE a Madrid a toda prisa para acudir a las elecciones sabedor de que a esas horas LaLiga se reunía para atar el apoyo de los clubes a Larrea. Y, aun así, sin que nadie pudiera estropearle su día, entró a las 16:05 en Las Rozas feliz y repitiendo que “iba a ganar de goleada”, para salir cuatro horas más tarde de la Federación dando saltos de alegría. No era para menos. Lo hacía de la mano de sus tres niñas y arropado por sus padres tras confirmar su pronóstico, victoria a su adversario por 80-56, y después de ser investido nuevo presidente hasta 2020, acabar con 29 años de Villarato y recibir la felicitación de Tebas.
En las últimas semanas Rubiales parecía favorito. Sobre todo cuando se aireó que Larrea, que había logrado 70 avales para ser candidato, meditaba no presentarse al final. Pero pocos confiaban en que las cuentas de Rubiales (“llegaré a los 90 votos”) fueran tan reales. Se esperaba un resultado muy apretado. El abogado decía que tenía 87 avales, pero que había presentado el mínimo exigido, algo más de 30, por estrategia, ya que al promover la moción contra Villar meses antes se filtraron cuáles eran sus apoyos y casi le cuesta un disgusto. Sin embargo, el resultado de las elecciones le dio la razón. Logró un apoyo mayoritario de los 137 de 139 asambleístas (hubo un voto en blanco) que se dieron cita en el salón Luis Aragonés y en el que sólo faltaron dos futbolistas: Iago Aspas y Pedro León. Votó hasta Juan Padrón.
Lo primero que hizo Rubiales tras conocer que era ganador fue abrazar a los barones más fieles que le han acompañado en la vuelta a España que ha dado durante meses para concienciar a todos los estamentos de que, como decía el lema de su campaña, el cambio era imparable. Después se acercó a dar deportivamente la mano a Larrea antes de que se fuera a toda prisa (“quería animarle”) y a continuación subió al estrado y dio, emocionado, su primer discurso como presidente. Con una parte en inglés dirigida a FIFA y UEFA, apeló a la unión, a la transparencia y a la buena gobernanza diez meses después de que la Guardia Civil pusiera patas arriba la Federación. Por último, atendió a los medios avisando de que solicitará una auditoría de inmediato y que desde hoy a las 8:00 de la mañana estará en su despacho para “ordenar” su nueva casa.
A corto plazo, el domingo tiene el final de la Liga en el Camp Nou en el que se propuso dar la copa a Iniesta como medida innovadora. En una semana se le espera en Kiev. Y en menos de un mes estará con España en el Mundial de la mano de un seleccionador al que está entregado y de varios jugadores con los que se han enfrentado, a los que incluso tuvo en su Junta en AFE y a los que arengará cuando haya dificultades con el pundonor que ya conocen.