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ESPANYOL

Un estadio que iba a salir gratis y que costó 82 millones

Su gestión impidió ir a concurso de acreedores y sanear el club. Chen liquidó el crédito sindicado y la deuda con la UTE: 63 millones.

Cornellà-El Prat.
Rodolfo Molina

Que Cornellà-El Prat se ha convertido en una losa económica para el Espanyol lo confirma cualquier Balance de Cuentas del club desde que se inició su construcción. Pero, ¿es culpa del estadio o de la gestión?

En la fase embrionaria, cuando Dani Sánchez Llibre lamentaba que en Montjuïc el Espanyol no podía “ni vender un frankfurt”, desde la directiva se llegó a asegurar que Cornellà le saldría gratis al club. Pero nunca llegaron ayudas públicas y el presupuesto se fue inflando en cada Junta de Accionistas. Hasta el punto de que en 2009, en la misma asamblea, se dieron dos cifras distintas: José Luis Perelló habló de 80 millones y Emilio Gutiérrez situó en 82 el coste final.

Uno de los enredos estuvo en los terrenos destinados al centro lúdico anexo, que el Espanyol vendió por 39 millones a Lar y Grosvenor (y ni con esas se rebajaba la deuda), quienes para colmo lo traspasarían a Acciona por 50. Pero el principal quebradero de cabeza estuvo en la urbanización, que se llevó 15 millones, y en imprevistos como los colectores de agua (4,6 se abonaron a la Agència Catalana de l’Aigua) o el refuerzo de la cubierta para instalar placas fotovoltaicas (1’2).

Así, tuvieron que suscribir los directivos de la época un crédito sindicado, principalmente con el Institut Català de Finances, por 65 millones. Un documento que permitía construir el estadio, pero impedía la entrada en un concurso de acreedores que hubiera saneado al Espanyol, como hicieron muchos otros clubes hoy libres de deuda.

Al final, Chen Yansheng salvó a Dani y compañía, cancelando el crédito (quedaban por pagar 40 millones) y la deuda con la UTE constructora, que ascendía a 23: 63 millones de deuda nueve años después de la inauguración.