El Sevilla salva una crisis en un partido de manicomio
Raba y Bacca pusieron 0-2 al Villarreal y el Sevilla se quedó con diez por roja a Ben Yedder. Nolito falló un penalti pero hizo el 1-2 y Nzonzi empató.
Una apasionante matinal de locos en Nervión acabó en un empate (2-2) entre Sevilla y Villarreal que deja un difícil análisis. En el minuto 68, el escenario era de siniestro total para el Sevilla, que perdía 0-2 y se había quedado con diez jugadores por la infantil expulsión de Ben Yedder. El roto amenazaba con ser mayor pero en los últimos 25 minutos de partido pasó de todo. Jaume Costa cometió penalti por mano y vio la segunda amarilla. Asenjo, que ya le había parado uno a Nasri la temporada pasada, dejó en evidencia a Nolito adivinando con sencillez la pena máxima. Lejos de hundirse, el Sevilla y el de Sanlúcar persistieron. El mismo Nolito hizo el 1-2 y Nzonzi empató con un misil espectacular. Con ocho minutos hasta el final más el descuento, todo invitaba a pensar en una de esas remontadas memorables pero el partido se quedó en un 2-2 que deja al Villarreal en ventaja por la sexta plaza pero vivo al Sevilla en esa pelea y con el goalaverage favorable.
El partido dejó además un aroma de lío arbitral. González Fuertes dejó en el limbo un derribo a Banega en el minuto 38 (ya con 0-1) y, tal vez, un empujón de Mercado a Bacca en la segunda parte. Equilibró errores pero, por momentos, perdió el control. Queda la sensación de que ese descontrol terminó por beneficiar al Sevilla, que siempre encuentra en algún lugar su espíritu de supervivencia.
El quilombo del árbitro le espoleó porque en la primera parte estuvo muy tibio. Jugó con mucho espacio entre líneas y el Villarreal, que salió con concentración y equilibrio, lo aprovechó. Raba hizo el 0-1 después de una combinación casi de balonmano al borde del área entre Bacca, Trigueros y Castillejo. El 0-1 activó al fin a Montella, poco propenso a cambios. Ben Yedder sustituyó a un Muriel desaparecido el combate pero el francés, que pidió un penalti (pudo serlo) se olvidó de jugar y aplaudió a González Fuertes. Un menosprecio pardillo de libro que podría costarle la final de Copa. Bacca aumentó la herida con el 0-2, un golazo que retrató aún más los problemas del Sevilla este año con el gol. Donde no llegan Ben Yedder ni Muriel, el colombiano cruzó con precisión de cirujano el 0-2 que pareció cerrar el partido. Bacca pidió perdón al Gol Norte y vio el partido liquidado.
Luego vino la locura de los últimos 25 minutos en los que Calleja no supo darle pausa a su equipo desde el banquillo. Sus jugadores, contagiados por el descontrol, tampoco le ayudaron en nada. Nolito y Nzonzi hicieron el empate y cuando todo apuntaba a éxtasis…., se quedó así. La lucha para Europa sigue abierta y el Sevilla no ganó, pero evitó una crisis.
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