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Octavos | Brasil - Chile

Brasil se cruza otra vez en el camino y causa pánico en Chile

Fue verdugo de la Roja en los Mundiales de Francia (4-1) y Sudáfrica (3-0). Un cruce que invoca al recuerdo y que ha sumergido al aficionado en el pesimismo.

LA ROJA. Aficionados de Chile animando a su equipo en Brasil.
LA ROJA. Aficionados de Chile animando a su equipo en Brasil.AFP

Brasil otra vez en el camino de Chile, exactamente en el mismo lugar donde últimamente acaban sus Mundiales. Y en octavos de final, como en Francia 98 (4-1) y Sudáfrica 2010 (3-0). Un cruce que invoca al recuerdo y que ha sumergido al aficionado en el pesimismo y al jugador en el victimismo. Un cambio radical en el ánimo que habla de un complejo demasiado evidente. Chile, tan fiero y envalentonado en su asalto a la Selección española, tan creída de sí misma, se ha encogido a la que le han puesto frente a su bestia negra. No es el fútbol lo que la reduce, es la cabeza.

Una debilidad que trata de corregir ahora Sampaoli, aunque fue el primero en caer en las excusas y el mal perder cuando Holanda la sacó el lunes del camino por eludir al pentacampeón. No es un plan táctico esta vez el que fundamental el trabajo clandestino del técnico argentino, sino un plan reanimador basado precisamente en la memoria del Maracanazo y en los cuentos futboleros de Eduardo Sacheri. Un desafío complicado, porque la psicosis está extendida, pero absolutamente necesario para poder sortear un obstáculo que a estas horas parece el Everest.

La confianza de Brasil, extrema, esa seguridad de que Chile entra en pánico al cruzarse con la camiseta amarilla, es quizás el mejor argumento con el que se puede encontrar Chile. El cuento de la liebre y la tortuga. Brasil baila samba, como demuestra el vídeo que ha difundido la propia Confederación sobre el vuelo de regreso de su selección tras su pase a octavos, mientras que Chile trabaja.

Son 39 años los que lleva Brasil sin perder en casa; 68 enfrentamientos con Chile, de los que sólo ha perdido en siete; tres cruces directos en Mundiales, todos resueltos a favor. El anfitrión se relaja de pensar que vuelve a cruzarse con el casero, su víctima favorita. Una sensación que la Roja debe revertir: pasar el susto, vencer el miedo y atreverse a competir. Por fútbol puede. Es su cabeza la que tiene la última palabra.