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Pepe Viyuela

“El Atleti está en el territorio de los grandes y pasará a semis”

Pepe Viyuela es un cómico de múltiples registros. Le pedimos un sketch y se come unas botas de fútbol. Sencillo y auténtico, se emociona en Las Estaciones de Juan.

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“El Atleti está en el territorio de los grandes y pasará a semis”

—¿Pasará a semifinales el Atlético o el Barça?

—Estoy seguro que el Atleti.

—¿Qué final de Champions visualiza?

—Me encantaría un Real Madrid-Atlético, una final madrileña. Sería algo novedoso, inesperado, algo que si te lo hubieran dicho a principio de temporada hubieras pensado que era imposible.

—Desde luego.

—Lo mejor es que pase lo que nadie imagina. Para chascos ya está la realidad. Que nos regale la vida algo distinto de lo que esperábamos. Esa final sería un bombazo.

—¿El Atlético ha abandonado definitivamente el lastre de sufridor?

—Bueno, mire dónde está. En el territorio de los grandes. Tengo un amigo que es actor que tiene puesto en su twitter: “Gracias Atlético”. Creo que el Atlético está ahora donde debía estar hacer mucho tiempo.

—Está haciendo teatro, ¿los actores esperan con espanto la llegada de los partidos importantes?

—Nunca le puedes echar la culpa ni al fútbol ni al tiempo. Si la gente no viene al teatro a verte es porque no has conseguido conectar, hay que ser honestos.

—¿Por qué cree que el fútbol conecta siempre, sea cual sea la obra?

—El fútbol es vida en estado puro. Es algo imprevisible. Si los actores consiguiéramos transmitir la emoción que consigue transmitir un partido de fútbol, sería maravilloso. El fútbol es un espectáculo irrepetible. El teatro también, lo que pasa es que a lo mejor no tenemos la capacidad para hacer que la gente vibre de la manera que lo consigue el fútbol, la emoción que despierta un gol, una buena jugada. Y si además estás en el campo contagiado por la gente, entonces ni te cuento.

—Ahora en el fútbol se llevan los bajitos, pero en su época igual usted no daba la talla.

—Pues le diré que jugaba de portero y no se me daba mal. No me cortaba si había que tirarse al barro. Soy menudo pero tenía muy buena coordinación y era rápido, con muchos reflejos. Paraba mucho a pesar de ser bajito.

—¿Dónde empezó a jugar al fútbol?

—Nací en Logroño, pero me vine enseguida a Madrid. Mis primeros recuerdos jugando al fútbol son de un campo en San Sebastián de los Reyes, que estaba pegado a la Nacional I­­­­, y cuando se caía la pelota y rodaba por la carretera se producía un momento de suspense digno de película de Alfred Hitchcock. Veías acercarse el camión a cámara lenta.

—¿Y se metían en la N-I a coger la pelota?

—Si no estaba tu madre en el balcón vigilando, sí. A mí una vez me mandaron mis primos de Buenos Aires un balón de cuero azul y blanco, precioso, parece que lo estoy viendo. Era muy, muy bonito. Y al cuarto día se cayó a la carretera y me lo reventaron. Fue uno de los momentos más tristes de mi vida. Yo no había tenido un balón jamás y perder ese balón argentino fue algo desolador.

—¿En aquella época explotaba ya su vis cómica con los amigos?

—No, eso fue posterior. Yo he sido siempre un niño muy tímido. Lo pasaba bien con mis amigos, pero cuando nos relacionábamos con gente de fuera, me venía un poco abajo. Era muy cortado. Y eso que siempre me he relacionado muy bien con las chicas.

—¿Tenía un swing especial con las mujeres?

—No es que ligara, pero me entendía muy bien con ellas. Recuerdo en primero de BUP que entablé relación con un grupo de chicas y me iba con ellas al Parque de Atracciones. La verdad es que podían llegar a pensar que perdía aceite porque no ligaba. Siempre me ha parecido más fácil dialogar con una mujer. Eso sí, me trataban como al amigo. Y era duro no se crea.

—Luego ya de famoso ha ligado usted más, supongo.

—La verdad es que no. Tengo más posibilidad. Se acercan a saludarme, a pedirme fotos, a decir que les encanta la serie, mi personaje de Chema, pero de ahí a ligar es otra cosa.

—Y para un tímido, ¿cómo fue ponerse a actuar delante de la gente?

—Es compatible. La timidez la tienes en la vida pero luego utilizas el teatro para ponerte una máscara. En los grupos del instituto y la parroquia descubrí que me lo pasaba bien y podía vivir cosas que en la vida real no te pasaban. Es un juego que te satisface, lo pasas genial y quieres repetir.

—Pero antes de dar ese paso, estuvo dándole vueltas a la idea de ser cura.

—¿Cómo lo sabían? ¿Se me nota? Bueno les diré que tiene una explicación muy lógica porque conocí a unos frailes magníficos que además eran de ideas avanzadas y muy valientes. Se iban a África y te hablaban de mundos desconocidos y yo quería ser como ellos y hacer algo tan heroico como entregar la vida a los demás. El caso es que luego me hice mayor y me gustó más mi novia.

—Y ese chaval de San Sebastián de los Reyes, ¿de qué equipo era?

—Del Atlético de Madrid. Ese aire de equipo sufridor, perdedor, a mí me resultaba irresistible. Si hubiera sido más alto, más guapo y hubiera ligado más quizá me habría hecho del Madrid. Pero era un chico de barrio, que intentaba emular a Luis y Gárate. Tenía una camiseta del Atleti y me iba al colegio con ella.

—¿A quién admiraba más?

—Ya le digo que a Luis Aragonés. Siempre. Ha marcado una estela profunda en el fútbol y un estilo de ser humano, de líder indiscutible allí donde estuviera. Fue un revolucionario. Si hubiera estado en un partido político yo le hubiera votado, porque a ese señor me lo creía. Cualquier futbolista le adoraba a pesar de que antes le hubiera dado un revés.

—¿A qué futbolista interpretaría?

—Siento debilidad por Maradona. Muchas veces denostado pero me parece un genio absoluto. Por mi vinculación con el teatro creo que Maradona es algo más que un futbolista.

—¿Es cierto que guarda una camiseta de Naranjito?

—No, ese es Paco León. Que tiene miles de camisetas de Naranjito. Yo en el 82 estaba en la mili en el cuartel de Fuencarral.

—Es usted payaso, actor, filósofo, poeta, ¿con qué faceta se queda?

—Me quedo con la de payaso, porque dentro de esa faceta también hay un filósofo y algo de poesía. Es la que más me gusta. Creo que hacer reír es una de las cosas más bonitas que te pueden pasar. Descubrir que haces algo y provoca risa, sobre todo a los niños, le puedo garantizar que es lo más grande del mundo.

—A veces el término payaso se utiliza como insulto, ¿le molesta?

—Todos cada día cometemos errores. El payaso representa cosas muy humanas. La posibilidad de hacer el ridículo sin agobiarse, a mí me parece bonito. Es una forma de ir por la vida más suelto, más libre, sin tener que avergonzarse de que uno falle un gol.

—Usted ha practicado un humor muy clásico, de movimientos, casi sin hablar.

—Es un humor recogido de Chaplin, Buster Keaton, artistas del cine mudo. Es tan antiguo como el mundo: un tropezón es eterno y la gente se ríe; el desastre del otro provoca la risa.

—Pero en el fútbol nadie se ríe por un tropezón, una caída o un fallo.

—La gente se ríe en el teatro porque sabe que es mentira. Nadie se suele reír de la desgracia ajena, te ríes de la ficticia. El fútbol es la vida, es real, no te puedes reír de determinadas circunstancias.

—¿Hay algún elemento especialmente cómico en el fútbol?

—El contraste que se produce entre la euforia desbordante del que ha ganado, y el hundimiento absoluto del que ha perdido. Esa es la tragicomedia de la vida. Dicen los maestros que los actores tenemos que fijarnos mucho de las instantáneas del deporte, porque allí se produce la entrega absoluta. En el fútbol las emociones se llevan al límite.

—Su alter ego en la tele, Chema, ¿de qué equipo es?

—Del Rayo. Además entregado por ideología. Es un equipo menor, luchador, que algún día espera llegar a lo más alto y batalla desesperadamente por ello. A Chema le encanta.

—¿Se lleva bien con su personaje?

—Me llevo muy bien. Le debo a Chema mucho, lo llevo dentro y para siempre. A mí en la calle me llaman Chema y no me molesta para nada. Son casi diez años. La pena es que la serie acaba en mayo.

—Ahora, de la tele al teatro.

—Acabamos de estrenar en el Fernán Gómez, de Madrid, la obra El baile, de Edgar Neville. Tiene un punto transgresor y divertido, porque habla de un trío, dos hombres enamorados de la misma mujer. Es una fábula que destaca la importancia de la amistad, el amor y el paso del tiempo.

—¿Qué tal la faceta de productor?

—Una de las cosas más bonitas del productor es que puede crear equipo. Tienes que cuidar mucho el conjunto, tener los ojos puestos en que todo el mundo esté contento, participe, se integre. Es una forma de tener en cuenta que todo es importante.

—¿Y cuenta con que va a perder pasta?

—Lo sé ya. Es muy difícil ganar dinero en el teatro. Tengo todavía la esperanza de no llegar a perder mucho. Si recupero el dinero que hemos invertido, ya tenemos lo suficiente para hacer otras cosas y me doy por satisfecho. Desde luego lo que tengo claro es que no voy a ganar dinero.

—La televisión le ha servido para meterse en otras aventuras.

—Si puedo hacer teatro, producirlo y pagarlo es porque he hecho televisión. Eso lo tengo clarísimo y es una cosa que le agradezco a la serie Aída durante estos últimos diez años. El dinero lo tengo, lo pongo y si lo pierdo, mala suerte, pero es que no sé hacer otra cosa. Hacer teatro es lo que me gusta y es donde quiero invertir el dinero que he ganado.

—¿Se volverá a presentar a unas elecciones?

—Si me lo proponen sí. Con mi partido, Izquierda Independiente de San Sebastián que tiene sólo implantación municipal. Me gusta la política de la calle porque tus decisiones afectan a la gente que conoces.

—Por último, ¿qué le pide a su carrera de actor?

—Seguir divirtiéndome. Mi recompensa es pasármelo bien. Cuando he estado en proyectos en que he sufrido, he pensado que no merece la pena. La vida es muy corta, hay que pasarlo bien, hay que divertirse y si al final te equivocas, pues mala suerte. Entonces seguiremos adelante. Partido a partido, como el Atleti del Cholo Simeone.