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El fútbol chino

Supercopa, Anelka y Camacho devuelven la ilusión a China

El interés en el país renace después de decaer por los escándalos. China sólo jugó un Mundial, el de Corea, y no logró anotar ningún gol en todo el campeonato.

Supercopa, Anelka y Camacho devuelven la ilusión a China

Qué se puede esperar de un país que no ha marcado ningún gol en una Copa del Mundo?". La retórica procede de uno de los ocho periodistas que acompañan a China en el que, aunque amistoso, sea seguramente uno de los 10 partidos de fútbol más importantes de su historia: enfrentarse a España, la vigente campeona del Mundo y Europa. Apenas ocho informadores para casi 1.340 millones de habitantes. Háganse una idea de la frágil importancia que el deporte del balón se ha ganado en un país que sin embargo adora el bádminton y el tenis de mesa, disciplinas para las que no encuentra competidor, igual que su imparable economía. Un ocho por ciento crecerá China en medio de esta crisis y aseguran por allí que es poco. Que esperaban un 10.

El fútbol engorda mucho más lentamente. Hasta hace unos años más bien adelgazaba. En 1995 existían casi dos millones de jugadores con licencia y en 2010 apenas competían 700.000. ¿Por qué? Poco ayudaron los constantes escándalos sobre partidos comprados, apuestas ilegales y violencia fuera y dentro del campo que ha sufrido su Liga en los últimos tres lustros. Tiempo de locura al que parece quieren poner fin los rectores actuales con una férrea política de vigilancia anti-corrupción. Hace tres meses, 21 personas entre los que se encuentran directivos de la Federación, árbitros y jugadores fueron condenados a fuertes multas e incluso penas de cárcel por haber amañado encuentros desde 2005 a 2009.

Las ganas de limpiar esa imagen y el florecimiento económico han provocado que la Superliga (Primera), que ahora alberga a 16 equipos, haya comenzado a apostar incluso por estrellas de fuera. Inauguró la veda el Guangzhou Evergrande, actual campeón, que se adelantó a muchos equipos europeos fichando del Fluminense al argentino Darío Conca. Y le han seguido otros. Se paga tanto como para haber contratado al francés Anelka, que ha ejercido de entrenador-jugador en Shanghai, o al delantero Lucas Barrios. Se paga bien, y por eso se marcharon allí dos españoles que jugaban en la élite, los ex levantinistas Rafa Jordá y Nano.

La selección nacional sigue siendo una asignatura lejos del aprobado. Apenas ha disputado el Mundial de Corea y Japón y, ya está dicho, sin lograr un punto ni marcar un gol. Camacho llegó justo antes de encarar la clasificación para Brasil 2014 y fracasó en el intento. Pero con el murciano tendrán paciencia, como con el resto del fútbol español: porque allí, en los próximos siete años, se celebrarán nada menos que cinco Supercopas.