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Liga BBVA | Real Zaragoza 2 - Sporting 2

Sinama redime a un suicida

El francés igualó el 0-2. Dos favores dieron ventaja a los asturianos. Autogol de Obradovic y penalti de Jarosik. El Sporting debió sentenciar contra diez

<b>POR FIN APARECIÓ SINAMA. </b>El francés marcó sus dos primeros goles con la camiseta del Zaragoza. En la primera parte estrelló este balón en la barrera del Sporting.
POR FIN APARECIÓ SINAMA. El francés marcó sus dos primeros goles con la camiseta del Zaragoza. En la primera parte estrelló este balón en la barrera del Sporting.

El fútbol produce cada tanto partidos así, repletos de giros, de exageraciones gestuales, de inexplicables vaivenes. Son partidos hechos de un tremendismo flamenco que divierten y amargan, lo que delata su parentesco con la tragicomedia. Veamos... Bajo la extenuación de los futbolistas del Zaragoza, que regresaron de dos goles atrás con uno menos y sendos zapallazos de Sinama, prevalece la sensación de impotencia. El francés desenterró a un suicida, empeñado en dispararse al pie y a la cabeza. El Sporting, mientras, jugó un partido inverso. Su listeza y el infortunio del Zaragoza le permitieron situarse al gobierno de la tarde cuando menos había hecho y mejor, aunque de forma improductiva, había jugado el Zaragoza. Aún alejó más a su rival con el penalti que inauguró el segundo periodo, facturado por Diego Castro. Con todo de su parte, el equipo de Preciado no acertó a mandar, a hacer en ventaja lo que había sabido en igualdad: contener la soflama anímica del Zaragoza y acabarlo al contrapié.

Los dos equipos se fueron con la impresión de que algo se les había escapado de las manos. El tanto primero del Sporting convocó la desdicha zaragocista: Rivera anduvo listo en el saque de la falta con una diagonal ventajosa hacia Lora, mientras la defensa reculaba, fuera de posición y desatenta. Ponzio había protestado el pitido de Ayza. Lora quiso tocar y Obradovic, muy condescendiente en el cierre, desvió lo justo para que la pelota se le clavara a Doblas entre pecho y espalda. En el hueco que su salida había abierto junto al primer palo. Escena típica. En los periodos sombríos prolifera el infortunio. Son las pulgas del can flaco. Al catálogo de sus estrecheces, el Zaragoza tuvo que añadir esta vez el fatal corolario de un primer tiempo tan apreciable en la asociación como huero en la llegada.

La heróica.

Nada más regresar del intermedio vendría el exagerado penalti con el que Jarosik corrió el nudo al cuello de su equipo. Barral había sembrado la semana con una de esas frases especiadas que tan poco se ven en el fútbol aséptico de hoy: "Los centrales del Zaragoza son lentos". Podría ser una incorrección profesional, pero el titular poseía la virtud de lo cierto. La jugada del penalti lo mostró: Jarosik pareció un elefante persiguiendo a una gallina. A la intemperie de la evidencia, le arreó un hachazo a Barral por lo dicho y para que no metiera gol. Penalti y roja. Gol y 0-2.

Gay había apelado a la vía heróica con Braulio por Obradovic en el descanso. El mazazo hizo de aldabón y el Zaragoza mutó al equipo montaraz que fue contra el Málaga. Es un muerto con espíritu. Quizá la ontología pueda explicar tal desacuerdo metafísico... O quizás pueda hacerlo Gabi, autor de un partido oceánico, repleto de capitanía, potencia aeróbica y fútbol: un pase recortado por su pie como si fuera mortadela liberó a Sinama para el zapatazo del 1-2. El Sporting se enfrentaba a una rebelión que no sabría sofocar. El Zaragoza, con Diogo y Ponzio inflamados atrás, junto a Contini, se dio al fútbol visceral y la persecución del indetenible Barral. Todo el control que Rivera y Eguren habían ejercido antes quedó en solfa ahora. Sólo Ander había generado desequilibrios severos en la primera parte. En la segunda se uniría Bertolo, confuso antes, profundo después. Lora, que diera un recital el año pasado en Zaragoza, no guardó su rancho. Estaba fuera (como medio equipo) cuando Braulio prolongó un balón para Sinama por la cuesta del lado izquierdo. Juan Pablo salió y el francés la tocó con la de palo. El balón se hizo espuma hasta el gol.

De ahí al final, Bilic apareció enmarcado en un cálido aplauso y con el encargo de la sentencia. El Sporting tuvo tres bien claras: Barral, una vez más, puso la suya a la madera. Ese tramo último pareció de verdad una final, con el juego descarnado en esfuerzos individuales. La única lógica tuvo que ver con el empate, honesto con la gallardía local y la impericia del Sporting. De justiciero hubo de hacer Toni Doblas: asomó dos veces Bilic a su perilla de hidalgo al final y las dos ganó el portero.

Barral, Jarosik y la frasecita...

"Los centrales del Zaragoza son lentos", había dicho Barral durante la semana. La sonora frase encontró demostración ayer en La Romareda: escapó el sportinguista y Jarosik quedó en evidencia. Tuvo que tirarlo con un hachazo excesivo y Ayza le mostró roja, además de pitar el penalti.