No apto para cardiacos

Se acabaron las medias tintas. El margen de error está más que consumido. Se terminó el "ha sido un golpe fuerte, pero hay que levantarse". El Celta se juega su presente y su futuro a una sola carta. Hoy, a las 20:30 horas, si le han ganado al Alavés, podrán resoplar y respirar al fin tranquilos: la permanencia estará asegurada por la más pura matemática.

Pero si, por el contrario, pierden por más de un gol, caerán a puesto de descenso y ya pueden ir poniéndole una velita al patrón de la honestidad para que el Alavés pierda algún punto contra Alicante y Albacete. Tal y como está de revuelta la Segunda División, con la presunta (cada vez menos presunta) compra de partidos, parece difícil que los vitorianos dejen escapar un sólo punto.

Seamos sinceros, lo normal es que el Celta gane fácil. Los de Eusebio (y antes con Pepe Murcia) están firmando una campaña lamentable, pero su plantilla es infinitamente superior a la vasca. Con Balaídos a rebosar, parece difícil que el limitadísimo Alavés pueda poner en peligro la salvación celeste. Por si acaso, empero, en Vigo nadie echa las campanas al vuelo, porque empiezan a estar curados de espanto.

Batalla mental.

En Álava son conscientes de la superioridad céltica en el plano futbolístico y, por eso, han centrado la batalla en la debilidad de su rival: lo psicológico. Llevan semanas calentando el encuentro e incluso Astudillo prometió correr desnudo por Vitoria si lograban la permanencia. En todo caso, suena a la típica apuesta de quien está convencido de que la va a perder.

Lo peor para el Celta es la merma que sufre en el ataque. Ghilas (13 goles) y Dinei (10) no estarán. Con todo, David liderará el ataque y el talaverano también es una garantía.

El extraño encuentro que condenó al Racing

En el recuerdo de célticos y alavesistas está el partido que hace ahora un año enfrentó a ambos en Balaídos (2-3). Era en la última jornada y, con el Celta salvado, los que se jugaban la vida eran los vascos. Necesitaban vencer y que fallasen sus rivales. Empezó ganando el Celta, con un gol de Canobbio, pero extrañamente en la segunda parte los vigueses se hundieron y el Alavés se puso 1-3. En Vigo se extendió entonces el rumor de que los vitorianos habían comprado el partido en el descanso. La víctima fue el Racing de Ferrol, que descendió a Segunda B.