Los delanteros africanos del Marsella, Koné y Niang, mostraron su pegada y desestabilizaron un partido que no tuvo color. Los franceses salieron en tromba y el primer gol, el del Koné, llegó a a la media hora de partido. Antes ya habían dispuesto de varias ocasiones de gol.

El PSV, que mantenía opciones de meterse en los octavos de final de Champions, se mostró mezquino y poco ambicioso. Los de Stevens no crearon ocasiones ni llegaron a inquietar a Mandanda, que fue un espectador más en el paseo militar que sus compañeros organizaron ante el ruín planteamiento de los holandeses. El Marsella sigue optando a la tercera plaza, que le metería en UEFA, y el PSV se desinfla tras la goleada.