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Primera | Trigésima jornada

Multifútbol

Edu trajo de cabeza, cómo no, al Barcelona. Son siete puntos detrás del Madrid otra vez, y algo peor: los culés han perdido el segundo puesto a manos del Villarreal, que ganó al Atlético. Empatados con los rojiblancos se coloca el increíble Racing de Marcelino, revelación de la Liga junto a Emery: ayer, el Almería se ancló a Primera.

Raúl

Emery: una salvación (o más) en la pizarra

El Almería selló la salvación oficiosa con otros dos goles fabricados en el laboratorio. A Unai Emery se lo imagina uno vestido con bata blanca, entre alambiques sobre césped, buscando cada noche la piedra filosofal que convierta en oro otro domingo más todo lo que pase por su pizarra. Los resúmenes nos han acostumbrado a sus llegadas al área con tres toques, sus faltas al tercer palo, sus córners dignos de estudiarse en las más vanguardistas escuelas de diseño. Quedan ocho jornadas y, seguramente, muchos más goles a balón parado para este Almería de computadora. Y quizá Emery se encuentre, el año que viene, predicando su ciencia más allá de nuestras fronteras.

Cazorla es como Zola y Roig, un ejemplo

Cazorla me recuerda a Zola, aquel menudo fantasista italiano que jugó en un Chelsea al que aún no habían seducido los dineros de Abramovich. El asturiano salta al campo encendido, con esa sonrisa seductora del que está nadando en su propia salsa. Y tiene, como Zola, una diabólica capacidad para decidir lo correcto en el lugar más difícil, el campo de minas, la línea del área. A Cazorla le descubrió uno de los ojeadores que Fernando Roig manda silenciosamente por España. Roig, sí: un ejemplo de cordura en este fútbol acostumbrado al desorden. Un presidente que dirige, con metódica filosofía empresarial, esa máquina de construir ilusiones que es el Villarreal.

Edu, héroe a cabezazos

Otra vez, otra víctima (el Barça), otro gol con la parte más delicada del cuerpo. De la cabeza de Edu, ésa arma mortífera para los rivales, han emanado todas, las pocas alegrías béticas durante estos últimos meses: la salvación en Santander y las victorias ante Madrid y Barça. Ya es un Atila vestido de verdiblanco, con salto en lugar de caballo, y su enésimo acto de fe rescató al Betis ante los culés, le llevo al éxtasis cuando menos lo esperaba la sufrida grada de Heliópolis. Ni siquiera le reclamaron el haber fallado un penalti. Los aficionados verdiblancos la tomaron con la International Board: "Es una pena que las penas máximas no se puedan chutar con la cabeza". Suena poco romántico, pero no hay manera más descriptiva de expresarlo: Edu ha entrado en la historia del Betis a cabezazos.

Villa consigue que koeman tenga la razón

"Los jugadores están jugando para ellos, no para el equipo", se quejó Koeman en otra de sus huidas hacia delante. La frase nace del feo gesto de David Villa, que se marchó del campo sin esperar a que saliera al campo Joaquín, su sustituto. El Guaje se quitó del cartel, en argot taurino, cuando el Mallorca burreaba ya a los ches con un vergonzante 0-3 (y no es el primero, este año, en Mestalla). Sus últimos goles han mantenido a flote al Valencia y hace apenas cinco días coronó un mes grande cuando fusiló a Buffon. Pero ayer Villa sacó a pasear las frustraciones de delantero desesperado, harto de luchar contra la corriente autodestructiva de su propio equipo. Puede que sólo piense en la Selección, en la final de Copa ante el Getafe. Y quizá no le falte razón (por una vez) a Ronald Koeman. Pero lo de Villa es al menos comprensible: cansa demasiado remar en solitario.

El personaje: Raúl

Otra gran noche y otro gran récord para Raúl, que igualó los 290 goles oficiales del Puma Santillana (a la izquierda, el último que anotó, al Valladolid). El capitán lleva dos semanas especializado en marcar el 2-1 y poner al Madrid por delante cuando el rival acaba de empatar el partido. Ante el Valencia, la falta de suerte convirtió en estéril el arreón de furia del siete blanco, pero contra el Sevilla sí sirvió de puente hacia la victoria. Qué bien le sienta ahora su nuevo papel de apagafuegos. �Raúl, el siete de España�, gritó anoche Arturo Sisó, ese polémico speaker que ha contratado el Real Madrid, en un gesto que parece reprobable. Más allá de forofismos, alguien en la alturas de Chamartín debería recordarle al vocero que sus palabras son reflejo del club. Speaker significa eso: portavoz. Y, en los últimos meses, el siete de la Selección lo ha llevado Villa. Eso sí: más allá de diplomacias necesarias, es completamente legítimo que se expresara el público del Bernabéu, reclamando la presencia de Raúl con la Roja. El capitán sigue acumulando méritos, esperanzado aún en acudir a la Eurocopa. Pero ya no le obsesiona. Y eso le ayuda a soltarse con su equipo de todas las semanas, el Madrid.