NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

valencia el canterano ha convencido a capello

Quique pasa por alto el gesto de Rubén Baraja

Pero espera ansioso la vuelta del lesionado Edu

Rubén Baraja negó el saludo a Quique cuando fue sustituido ante el Getafe. Ni es un escándalo, ni tampoco es una nimiedad no noticiable, como mojigatamente algunos queridos amigos se encargan de obviar en sus tribunas. Esos mismos que sí hacen chascarrillo de, por ejemplo, cualquier especulación -no hecho- atribuida a Cañizares. Pero, desde luego, el gesto no va a tener ningún recorrido polémico ni repercusión en la estabilidad del grupo. La verdad es una: el vestuario valencianista ha superado momentos difíciles y comienza a estar cohesionado y articulado junto a su cuerpo técnico. El entrenador, pese a que no le gustó el detalle, entiende que la reacción fue comprensible porque el futbolista no esperaba el cambio y, si era sustituido, era más comprensible por su parte la entrada de Marchena que no la de Fernandes. Quique, no obstante, quiere ver a Baraja motivado y buscando protagonismo. Ayer le causó buena sensación que el vallisoletano se quedara voluntariamente a completar una sesión física que no era para todos los futbolistas. Mejor un jugador cabreado con ganas de deshacer una presunta injusticia deportiva que alguien desenganchado del carro y victimizándose con los brazos caídos, como ocurría la pasada campaña con algunos futbolistas.

No obstante, trabajo puede tener Baraja si quiere evitar que le adelanten compañeros en la rotación. El entrenador no oculta sus expectativas con el fichaje portugués y, sobre todo, con Edu cuando éste se recupere de la lesión. Quique acabó satisfecho de los (poquísimos) partidos que el brasileño completó la pasada campaña antes de caer lesionado en noviembre. Una idea sincera y en la que ha desterrado viejas polémicas, como la frase de Edu en la que expresó públicamente que su lesión de rodilla podía deberse a la dieta impuesta por el cuerpo técnico. De hecho, el entrenador confiesa que cada partido que se gana es una bendición, ya que falta uno menos para tener a toda la plantilla al completo.