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Primera | Barcelona

Laporta-Rijkaard: una relación que se agrieta

Presidente y técnico discreparon sobre los cracks

<b>CON LOS CRACKS. </b>Rijkaard no quería en el mismo equipo a Ronaldinho y Etoo.
enric fontcuberta

Sólo hay que fijarse en la retransmisión de los partidos (o en los resúmenes) para ver que Frank Rijkaard anda un poco excitado cuando sus jugadores están en acción. Y sólo hay que afinar un poco el oído para confirmar que Joan Laporta, presidente del club, está molesto con lo que ve en el terreno de juego participen o no los Cuatro Fantásticos.

Lo cierto es que el arranque del Barça no ha sido el prometido por todos los estamentos del club. El juego del equipo ha decepcionado y el máximo dirigente se ha encargado de recordarlo. "Aún nos falta mucho para aspirar a la Liga y tenemos presente la mala experiencia del año pasado para que no se repita lo mismo", dijo Laporta hace unos días, tirando un torpedo dirigido a los despachos del área deportiva y demostrando que teme un nuevo fracaso como el de la pasada campaña.

Pero desde el club tratan de ocultar cualquier tipo de enfrentamiento. Pretenden que todo sea tranquilidad y que la calma sea la base para asaltar el trono conseguido por el Madrid el pasado mes de junio. Lo cierto es que la química entre el presidente y el entrenador hace tiempo que desapareció. Las órdenes que dio Rijkaard a la secretaría técnica (mensaje que recibió Laporta) fue el de vender a Samuel Etoo o a Ronaldinho Gaúcho el pasado verano, mientras que el ofrecimiento del presidente fue el de tratar de colocar a Anderson da Souza, Deco, en el mercado. Se interesaron por él varias entidades y ver al brasileño (con pasaporte portugués) en el banquillo, alimentaron cualquier tipo de rumor. Pero Deco se quedó en el Camp Nou y ante el Athletic Club (3-1) ocupó un puesto en el equipo titular.

Rijkaard meditó dejar el banquillo azulgrana a final de la pasada temporada por graves problemas familiares, pero en principio se solucionaron y decidió comenzar la temporada. Pero es evidente que las sensaciones no son las mismas que en 2003. Decisiones y decepciones tienen la culpa. Viene una temporada movidita.