Madrid, capital mundial

El cielo encapotado hizo que la nota de color corriera a cargo de una afición expectante en la inauguración de la quinta edición del Mundialito de la Inmigración. El Canódromo de Carabanchel se vistió de gala para acoger al fútbol en estado puro, donde la victoria es imprescindible para lograr la llave a un futuro mejor.

La fiesta comenzó de la mano de la Orquesta cubana de Joel Domínguez y acto seguido arrancó el desfile de los 28 países que participarán en el Mundialito. Quien más apuros pasó fue el representante venezolano que, ante el ímpetu mostrado agitando su bandera, terminó rompiendo el mástil.

Nervios.

Antes del choque, la tensión se respiraba en el vestuario paraguayo, donde el presidente Miguel Ángel Aguinaga se dirigía a sus jugadores: "Representamos a nuestro país. Ya logramos un campeonato con humildad y personalidad, ahora debemos hacerlo por nuestra gente. Pensad en todos aquellos que no lo están pasando bien".

Tras el discurso de Vicente Temprado, Presidente de la Federación Madrileña, y de Carlos Clemente, Viceconsejero de Inmigración, Gica Craioveanu procedió a hacer el saque de honor acompañado de su hijo. El rumano alabó la iniciativa y recordó lo duro de los comienzos. "No me veo como seleccionador en futuras ediciones, pero daría lo que fuese por volver a jugar. Vendré a animar a mi país, aunque no les veo campeones", sentenció.

Triunfo aplastante de la campeona ante Mali

La campeona del pasado Mundialito, Paraguay, demostró sobre el terreno el porqué de su reinado. Desde el primer minuto de partido, creó ocasiones constantemente a una inexperta selección de Mali que celebraba sus escasas llegadas al área rival como si de un gol se tratase. Paraguay logró nueve tantos, pero la goleada pudo ser aún más abultada. Arnaldo fue el jugador más destacado logrando un hat-trick. ­