Intertoto | Buducnost 2 - Deportivo 1
Pobre fondo de armario
El Buducnost se adelantó 2-0. Acuña marcó de penalti sobre el tiempo. Las pruebas de Caparrós no funcionaron. Munitis lideró a un flojo Depor
El Deportivo realizó una pésima segunda parte ante el Buducnost que lo colocó a las puertas de la prórroga. El limitado equipo montenegrino, que disparó dos veces a puerta e hizo dos goles, puso en evidencia a un equipo que mostró unas limitaciones que recordaron a tiempos no muy lejanos. Munitis, el mejor del partido, salvó los muebles con su actuación y forzó un proverbial penalti en la prolongación.
Los hombres de Caparrós tardaron poco tiempo en comprobar que el Buducnost en su casa no era el mismo de Riazor. Los jugadores de Milacic intentaron desde el primer minuto hacerse con el control del balón, tocando y buscando profundidad por banda cuando veían su oportunidad. Si en A Coruña los montenegrinos se limitaron a enviar balones largos en busca de un milagro, en su estadio plantearon un fútbol cuidado, aunque con poca pegada. Claro que en todo esto también colaboró el cómodo resultado de la ida con la que llegaron los coruñeses (3-0) y las rotaciones y cambios de posiciones que decidió Joaquín Caparrós para este encuentro.
A pesar de que la mejoría del Buducnost, este equipo está a años luz del Deportivo, que con pocas cosas estuvo a punto de adelantarse en el marcador en el minuto 11. Munitis, que es una pesadilla para el rival juegue donde juegue, dio una asistencia de oro a Xisco. El canterano, en el área pequeña, logró rematar, pero Vujadinovic respondió con una extraordinaria parada. En Riazor el protagonista del equipo balcánico fue su guardameta Bozovic, que se tragó los tres goles del Deportivo. Sin embargo, esta vez el Buducnost sí tenía portero.
Si en Riazor se vio un centro del campo dominador del juego y presente cerca del área, ayer se echó en falta. En el encuentro de ida jugaron en esa posición De Guzmán, todo un pulmón, y Sergio, que se puso los galones de director de orquesta. Ayer Caparrós tiró de Toro Acuña y Lionel Scaloni para cubrir esa posición. El paraguayo pudo acusar su largo divorcio con los terrenos de juego, mientras que el capitán blanquiazul juega en esa demarcación como apagafuegos, pero su posición natural sigue siendo en banda derecha. La consecuencia fue una pérdida de control del ritmo del partido y una nula presencia en ataque. Poca pólvora y gasolina para lo que quiere el entrenador utrerano.
Con este panorama, el Deportivo quedaba encomendado a las bandas para crear algo de peligro, y tampoco por ahí llegó. Víctor mantuvo el tipo por la derecha, aunque sin desbordar. Por la izquierda le tocaba despuntar a la gran apuesta de Caparrós, Iván Carril. Al canterano o se le vino grande el debut como titular o se contagió del ritmo cansino de sus compañeros. Pasó la primera parte inadvertido, y lo único reseñable fue una dura patada que le costó la tarjeta amarilla.
Acoso serbio. Con un 3-0 en el partido de ida en Riazor, quién más y quién menos, esperaba una salida en tromba del Buducnost. Nada de nada. Hubo que esperar a los últimos diez minutos de la primera parte para ver una ofensiva más o menos constante de los jugadores de Milacic. Aún así, todo fueron fuegos de artificio, ya que Molina se marchó a los vestuarios sin tener que realizar ni una sola parada.
El segundo tiempo empezó con los mismos protagonistas. El entrenador local, contento por llevar el peso del partido, no movió pieza, mientras que Caparrós debió decidir dar algunos minutos más a sus jugadores para que pusiesen las cosas en su sitio, para que la diferencia real entre ambos equipos también se reflejase en el marcador. Sin embargo, la balanza se inclinó hacia el lado montenegrino, que exhibió una gran eficacia, ya que en su primer disparo a puerta logró batir a Molina. La jugada llegó en el minuto 64 y su protagonista fue el lateral Lakic, el mejor del partido. Un tiro, un gol, y la fe de los serbios renovada.
Siesta. En el momento que la eliminatoria cogía vida, en ese que se esperaba que el Deportivo sacase los galones, los blanquiazules se echaron una siesta que a punto estuvo de costarles un susto de grandes dimensiones. El Buducnost empezó a creer en sus posibilidades por la apatía deportivista, por su falta de control en el partido y por el escaso o nulo peligro que fue capaz de crear.
A pesar de todo, el Buducnost es el Buducnost, y los balcánicos fueron incapaces de rematar a puerta hasta el minuto 87, eso sí, les valió para poner el 2-0 en el marcador y llevar el susto al banquillo, a la Plaza de Pontevedra y a toda A Coruña.
Menos mal que nos queda Munitis, diría más de un aficionado ayer. En el tramo final se fue al córner y se dedicó a perder un tiempo precioso para evitar una posible prórroga. Tras hacerlo, se internó en el área y provocó un penalti que hizo suspirar a Caparrós. Acuña, desaparecido durante todo el partido, lo transformó con sangre fría y terminó con un sufrimiento que pocos podían imaginar en el descanso.
Las conclusiones de este partido no son buenas, son malísimas. Con correr no llega, y los que tienen que hacerlo para ganarse una plaza en esta plantilla, tampoco parecen dispuestos a hacerlo. Los cambios de posición no funcionaron, y si no que se lo pregunten a Héctor y Romero. La cantera tampoco solventó la papeleta, aunque esto es lógico. Acuña volvía a un once del Deportivo después de casi dos años y parecía que estaba aburrido de jugar partidos. Rubén tuvo minutos de nuevo, pero nada de nada. Momo, con el 10 a la espalda, tampoco apareció. Así, difícilmente ninguno de los dos se ganarán un puesto en la plantilla. Como suele suceder en estos casos, se dirá que faltaban Andrade, Coloccini, Tristán, Sergio, Valerón... Queda mucho trabajo por hacer, pero el fondo de armario de este equipo no pinta demasiado bien.
El detalle: las primeras amonestaciones
El Deportivo vio sus primeras tarjetas amarilas en la competición de la Intertoto. El partido tuvo muchas fases de dureza y el colegiado fue permisivo. Los amonestados fueron Víctor e Iván Carril, ambos en el primer tiempo. En esta competición, la tercera tarjeta amarilla acarrea suspensión.