Ni el campeón de Liga puede parar al Sevilla

El Valencia sólo piensa en la Supercopa del próximo día 21 contra el Zaragoza. El Sevilla tampoco quiere desgastarse con las batallitas de pretemporada para llegar cojo a la guerra liguera. En fin. Que la final del Trofeo Carranza dejó completamente decepcionados y dormidos a los que soñábamos con ver un mínimo de espectáculo. Ni Baptista, a quien los defensas empiezan a acosar como si fuera una bestia, brilló como antaño. Y eso que estaban in situ sus representantes, el incombustible Juan Figger y el otrora medallista olímpico en piragüismo Herminio Menéndez, que negocian una ampliación contractual, a prueba de Laportas y otros moscones. Aun así, marcó un gol y le hicieron un penalti no señalado por Medina Cantalejo.

El Valencia es nuevo por su cambio de look (espantosa palabreja que significa imagen o algo así) ceñido más o menos al aterrizaje del locuaz, dicharachero, dinámico y transalpino Claudio Ranieri, quien, no sé si muy a su pesar, está trabajando a su Valencia con los cimientos dejados por Rafael Benítez, suponemos que para no repetir espectaculitos tan penosos como los cinco goles que le colocaron en cierto y nefasto partidito de esa gira asiática, tan de moda en este siglo XXI de reciente cuño. Dicho de otra forma, que mandan los de siempre. Un Marchena atrás que anda muy bien, Carboni, de eterno pacto con Dorian Grey, o Angulo, siempre eficaz y que, supo estar atentísimo a la jugada del empate che.

El error.

Fue a los 36 minutos. Notario no sujetó un flojo disparo de Silva y el rubio angulo la rebañó. Fue el único error del excelente portero sevillista, quizá propiciado por el irregular estado del césped del estadio Bahía Sur.

El tiempo transcurría y para salir de este sueño de tal noche de verano como ayer. Hubo que esperar a que Redondo y Baraja tuvieran un conato de pique o a que nuestra bestia favorita nos regalase con alguna de sus arrancadas. Y cuando el tostón alcanzaba los niveles de La casa de tu vida apareció Fernando Sales con un sensacional gol, para disolver el esquema plomizo y tacaño del que ayer, al menos, fue Don Claudio Racanieri. En lo único que los valencianistas ganaron al Sevilla fue en tarjetas. Más italianizado, imposible. Pero bueno...

En fin. El Sevilla sigue imparable con Baptista en genio y figura, y el Valencia, anda buscando su norte. P.D. Nos quedamos con las ganas de ver a Makukula. Todo llegará.