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REAL MADRID

El Rey del mundo y de Europa con Francia

El verano de 96 se presentaba para Zidane con la expectativa de la Eurocopa de Inglaterra. Un accidente de tráfico mermó muchas de sus posibilidades, pero su obsesión por triunfar con Francia y sobre todo la proximidad del mundial pudo con todo y acudió a la llamada de Amié Jacquet.

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El Rey del mundo y de Europa con Francia

Zidane había tenido un espléndido debut dos años antes frente la República checa, pero el buen momento de Djorkaeff en el Inter aún no le concedía el liderazgo absoluto. Zidane arriesgó y perdió, porque jugó una Eurocopa decepcionante, que aumentó las dudas sobre el futuro del equipo.

Jacquet buscaba el once tipo para el mundial y probó hombres como Reynald Pedros en el centro del campo. Una selección de entretiempo, que cayó en semifinales ante la República checa por penaltis. Un disparo al larguero de Djorkaeff fue lo único que hicieron los franceses en todo el partido. Todo un varapalo para Zidane, pero tardarían poco en llegar los buenos tiempos.

Mientras seguía en la Juventus con los problemas que ayer analizábamos, no tuvo problemas para consolidarse con Francia.Se sucedían los amistosos como el torneo de Lyon en 1997, en el que Roberto Carlos inventó la famosa bomba inteligente ante Barthez. Se inauguró el estadio de Saint Denis en enero del 98, ante España. Francia ganó con un gol suyo y empezó a convencer un poco más. La selección no terminaba de arrancar, pero Zidane ya intuía un buen futuro.

El once titular se iba perfilando, con Barthez, Thuram, Blanc, Desailly, Lizarazu, Deschamps y Zidane como hombres fijos. Faltaba un delentero de garantías. Por eso cuando llegó a la concentración previa de Clairefontaine, olvidó rápido su derrota días antes ante el Real Madrid en la final de la Champions.

No hizo caso de las críticas italianas y se refugió en el nacimiento de su segundo hijo Luca. Seguía su gran relación con Dugarry, su amigo del alma y autor de uno de los goles en el debut mundialista ante Sudáfrica en Marsella. En el segundo partido, Zidane fue expulsado por pisar en el suelo al Saudí Faid Amin, y se tuvo que enfrentar a los mismos fantasmas de siempre. De aquel día quedan las imágenes míticas de la película de Canal Plus Francia “Les yeux dans les bleus”, en el que Zidane choca contra la soledad del vestuario tras su expulsión. Reflexiona, piensa y no hace un solo gesto de alegría cuando el masajista irrumpe en la sala para anunciarle un gol de Thierry Henry.

Críticas

Los días siguientes son difíciles. Zidane se enfrenta a las críticas, y solo cuenta con el apoyo de la plantilla encabezada por el capitán Blanc y de la música de su adorado Eros Ramazzotti. Sin Zidane Francia gana a Dinamarca y se enfrenta a Paraguay en Lens, en un partido que Zidane ve desde el borde del campo. El gol de Blanc en la prórroga catapulta a Francia y a Zidane hacia el título. Ya nunca saldrían de Saint Denis, donde eliminan a Italia por penaltis en cuartos. Un partido especial para Zidane, en el que se enfrenta a Pessotto, Del Piero y Vieri, grandes amigos suyos de la Juventus.

Roberto Baggio falla un gol de oro en la prórroga, Zidane marca un penalti en la tanda y el error de Di Biagio coloca a Francia en semifinales. Allí eliminan a Croacia después del susto del gol de Suker con dos tantos de Thuram. En la final, Brasil. Sin Blanc sancionado y con Zidane como principal artífice del triunfo más grande en la historia del fútbol francés. Sus dos goles de cabeza marcan un hito inolvidable, y elevan a Zidane a la categoría de mito.

A pesar de eso jamás pierde su timidez, y termina el año con la concesión del balón de oro de France Football y el ONZE de oro. Zidane era más feliz con la selección que en la Juventus, de eso no cabe duda. Además, el carisma de líder lo tenía Deschamps, lo que siempre le gustó. Zidane siempre se desmarcó del brazalete de capitán, como seguía demostrando en la Juventus y en la Euro 2000. La etiqueta de hombre estrella es otra cosa, y Zidane se convirtió de nuevo fue el mejor en la Eurocopa del año pasado.

Invencibles

Una Francia superior a la del mundial, con una delantera mucho mejor con Henry y Trezeguet y con Zidane en un nivel sublime. Dinamarca y la República checa sufrieron a un Zidane centro de todo, con su repertorio inmenso y enorme calidad. No hubo un segundo futbolista comparable a Zidane en toda la primera fase. Tuvo bastantes minutos con Djorkaeff al lado y Deschamps por detrás, y la velocidad de Henry para aprovechar sus envíos en largo. Le hizo un golazo a Cañizares de libre directo, otro a Portugal en semifinales y lideró al equipo en la final contra Italia, que sucumbió en la prórroga con un el gol de Trezeguet, su compañero en la Juve.

Francia y Zidane fueron de más a menos en el torneo, pero aún así lograron el título y Zidane fue elegido mejor jugador de la Eurocopa. Lo festejó con toda la prantilla en unas fiestas inolvidables en Ibiza. Mientras, en Francia el mito crecía aún más. Con el billete para el próximo mundial asegurado, más que la serie de amistosos de Francia, Zidane ha sido protagonista por su enorne crecimiento en su país. En el año 2000 el semanario “Le journal du dimanche” hizo su encuenta anual de los 50 franceses más influyentes. Por primera vez en 12 años no lo ganó el comandante Cousteau y el triunfo fue para Zidane.

Antes de seguir con más ejemplos de la Zidanemanía en Francia es importante recordar que el fútbol no es el deporte mayoritario en un país enamorado del rugby y el ciclismo, y cuyo diario deportivo estrella “L’Equipe” solo dedica al fútbol su portada en un cuarenta por ciento de los días.

“Zidane es la encarnación de la Francia de los emigrantes” sentenció en su editorial el propio Journal Du Dimanche. El mito había traspasado con creces las fronteras del futbolista.

La cadena de televisión estatal TF1 también sirve para calibrar su popularidad. En su programa para niños Le Petit Prince, Zidane fue elegido personaje preferido por la infancia francesa, y en el espacio estrella “L’actu”, los adultos le eligieron el segundo francés más influyente del siglo tras el general Charles de Gaulle.

Hoy Zidane es embajador de la ONU, no duda en ofrecer su imagen a favor de los niños pobres y ya publicó su libro “Le roman de une victoire”

Incluso la revista ONZE proclamó que Zidane debería ya aparecer en el diccionario de la Academia Francesa, entre la ciudad china Zibo y la Zidovudina, un medicamento contra la enfermedad del SIDA. “No soy más que un futbolista que hago bien mi trabajo”, pensará mientras tanto un Zidane que jamás ha perdido ni su timidez ni su amor por la familia. Es su forma de ser, que le ha hecho muy grande.Tanto no ha cambiado del crío de Marsella que un día recorrió aquellos 200 kilómetros hasta Cannes.