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REAL MADRID

La frustración en la Juve le dirigió hacia España

Maravillando a unos y otros con la facilidad de un juego que asombraba por su desparpajo, Zidane fue subiendo escalones hasta llegar a la cima del fútbol mundial. Ahora, el madridismo podrá disfrutar de él en directo.

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La frustración en la Juve le dirigió hacia España

En julio de 1996 se formalizó el traspaso de Zidane a la Juventus, que pagó por el francés 35 millones de francos, unos 900 millones de pesetas. Para el fichaje insistió sobre todo Marcelo Lippi, convencido de que Zidane sería indispensable para su proyecto.

El miércoles 24 de julio, a las cinco menos diez de la tarde con exactitud, Zidane llegó al hotel de concentración de la Juventus en Chatillon. Muy pronto se le vio bastante unido a Deschamps, compañero suyo en la selección y único francés en la plantilla.

Pero también de inmediato hizo mucha amistad con el croata Alen Boksic, que se convirtió en su mejor compañero. Boksic había jugado en el Marsella, y por lo tanto le sirvió de traductor al italiano.

Pero en esas primeras horas, de nuevo, a Zidane le costaba integrarse al grupo, como ya le había ocurrido en Cannes o en Burdeos. Aquella primera noche Gianluca Pessotto celebró el nacimiento de su hijo, y hubo una fiesta con champán incluido que a Zidane le sirvió para abrirse más. A las nueve y media de la mañana del jueves 25 de julio acudió al primer entrenamiento, y a la una y media de la tarde dio en Chatillon su primera conferencia de prensa como juventino. Poco antes tuvo su primera charla con el preparador físico Narciso Pezzotti, que le habló claro. “No dudo de su calidad como jugador, porque si no el club no le hubiese fichado. Pero tiene que mejorar, y mucho, su parte física. Para eso estoy yo, que con su ayuda le voy a convertir en un auténtico atleta.” Un primer contacto con el exigente fútbol italiano. Desde ese día y hasta hoy Zidane ha trabajado mucho en el gimnasio, y siempre ha reconocido su enorme importancia.

Adaptación a Turín

La adaptación a la ciudad tampoco fue sencilla. Zidane tuvo que aguantar muchas comparaciones con Platini, algo a lo que se expuso nada más firmar por la Juventus. Y también sufrió en la alta competición, porque Lippi insistía en un esquema 4-4-2, con Zidane en el centro del campo al lado de Deschamps. Una posición que ahogaba las salidas a su mejor fútbol. Platini le defendió, y pronunció la famosa frase en la que “Zidane no es como Deschamps, tiene que jugar donde mejor sabe”.

Lippi insistía a pesar de la influencia de Platini en la Juve, hasta que se lesionó Antonio Conte. El Scudetto se había iniciado un par de meses antes, y Lippi se vio obligado a jugar con un 4-3-1-2, con Zidane más cerca del área rival y con libertad. La Juventus mejoró tanto que cerró la temporada con el Scudetto, la Supercopa de Europa y la Copa Intercontinental, ganada a River Plate en Tokio con un gol de Alessandro Del Piero. Ya nunca repetiría un éxito igual. El único borrón, la derrota en la final de la Copa de Europa en Múnich, ante el Borussia de Dortmund de Ottmar Hitzfeld. La temporada siguiente la Juve volvería a caer en la final de la Champions ante el Real Madrid. Junto a la que perdió con el Burdeos ante el Bayern, la de Ámsterdam supuso la tercera final seguida perdida por Zidane, y por ello se ganó la fama de futbolista con mala suerte en las finales.

Un fenómeno incapaz de aparecer en los momentos decisivos, debieron pensar muchos. Por eso las ya famosas palabras de “¿lo vieron?, yo también sé ganar” al Guerin Sportivo italiano tras el título del mundo con la selección meses después. La Liga 97/98 sí fue para la Juventus, en un mano a mano dramático con el Inter de Ronaldo. Zidane rindió a buen nivel, aunque eclipsado por la mejor temporada de Del Piero en toda su vida. Ya se había adaptado mejor a la ciudad, y tenía a la afición en el bolsillo.

Frustración vendedora

Pero a pesar de las dos buenas primeras temporadas, Zidane se dio cuenta del tipo de club al que había llegado. Una Juventus vendedora, que en los años que pasó el francés no dudó en deshacerse de Vieri, Roberto Baggio, Ravanelli o Jugovic, futbolistas clave en el esquema del equipo. Agnelli siempre quiso formar una Juventus con la base de Del Piero y Zidane, y eso terminó por romper muchas relaciones. De la Juventus con la delantera Amoruso-Padovano a la última Juve con Inzaghi-Del Piero, Zidane tuvo que adaptarse a un fútbol cada vez más rígido, con menos socios del estilo de Zidane en el centro del campo.

Cuando la Juventus cesó a Marcelo Lippi, Zidane esperaba la llegada de un técnico con mejor paladar por el fútbol espectáculo, pero la firma de Ancelotti destrozó toda su ilusión.

Al final, el francés terminó por quemarse. Incluso en su tercera temporada en Italia llegó a declarar que “en realidad la Juventus no es el mejor club del mundo, y ni siquiera de Italia”. Unas palabras llenas de rebeldía hacia un club que vendía a muchas estrellas y en el que no disfrutaba jugando. Las relaciones con la familia Agnelli nunca se deterioraron, e incluso llegó a renovar por cinco años, pero Zidane en el último años dio muestras de no ser feliz. Sintonizaba con la hinchada, pero los partidos con Francia servían para aliviarle.

Para colmo, la grave lesión de Del Piero en Udine le dejó sin su mejor socio en el campo. Cuando Del Piero se recuperó, nunca fue el mismo. Zidane se cansó de jugar junto a hombres del corte de Di Livio o Conte, y cada vez más lejos de la posición adelantada que a él le gusta. Un regreso progresivo a la primera Juventus de Lippi, en definitiva. La última temporada la empezó bien, con dos goles en Nápoles. Pero, en el último año, Zidane siempre dio la sensación de motivarse solo ante los grandes. Por eso no repitió sus cifras de otras temporadas, y por eso plasmó toda su frustración con el cabezazo al alemán del Hamburgo Kienst, que le significó una expulsión merecida.

Antes también había visto la tarjeta roja contra el Deportivo. La suspensión de la UEFA será una carga que acarreará en Madrid como último símbolo de la dureza del calcio.

Gran palmarés en Italia

Hacía tiempo que Zidane deseaba dejar el fútbol italiano, de eso no cabe duda. En sus cinco temporadas en la Juventus ha ganado en capacidad física con su trabajo en los gimnasios, y en nivel competitivo por la exigencia del Calcio. Pero también se ha visto envuelto en el escándalo del doping que destapó Zdenek Zeman en julio de 1998, justo después del último scudetto que ganó Zidane con la Juve. Deja perlas inolvidables, como un golazo a la Reggina y su capacidad para cambiarle la cara a un equipo construido para pelear y correr. La repercusión internacional del Calcio le ayudó para obtener dos balones de oro, dos ONZE de oro y la elección de segundo mejor futbolista francés del siglo tras Michel Platini. Se demostró a sí mismo su condición de ganador, y ya nadie le pudo parar en Italia. Pero ha decidido divertirse de verdad, algo que sólo conseguía en las competiciones que disputaba con la selección francesa. Eso lo analizaremos mañana.