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REAL MADRID

Lidera al Burdeos y deslumbra con la selección

Zidane llegó al Girondins de Burdeos en la temporada 92/93, y fue precisamente su técnico Roland Courbis quien le puso el apodo de Zizou. Atrás quedaba definitivamente el de Yazid, con el que sólo le conocen los que vivieron con él sus primeros años en Marsella.

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Lidera al Burdeos  y deslumbra con la selección

El éxito de Zidane en el Burdeos llegó como una centella. Con 12 goles en los 32 partidos de su primera temporada, y con su capacidad innata para dirigir al equipo, Zidane no tardó en hacerse con la afición, y de paso con el título de revelación de la temporada ofrecido por France Football. Todo, además, en un Burdeos sin estrellas, un equipo de perfil bajo en el que empezaba a despuntar el joven Lizarazu, y en el que los goles de Dugarry y el brasileño Valdeir les sacaban del anonimato.

Nunca se quitó la etiqueta de tímido, y por eso tuvieron que ser Courbis y Dugarry los que más le ayudaron. Cierto es que al principio le costó relacionarse mucho con sus compañeros, pero su etapa de aprendizaje en Cannes le sirvió, y más aún declaraciones de Courbis en las que le bautizaba como "el mayor fenómeno con el que había trabajado jamás". En ese momento, el gran sueño de Zidane era debutar con la selección francesa, algo que no tardaría en llegar.

Debut internacional

En plena decepción tras la ausencia del mundial de Estados Unidos y con la necesidad en Francia de suplir el hueco que dejó Platini, Zidane debutó con la absoluta el 17 de agosto de 1994. Un partido ya histórico ante la República Checa. Jacquet le llamó por la lesión de última hora de Djorkaeff, quizá porque el partido se jugaba en Burdeos.

En la alineación titular hombres como Lama, Blanc, Angloma, Thuram, Desailly, Cantona, Ginola y Dugarry, todos ellos nombres importantes en el intento de devolver al fútbol francés a lo más alto. En el banquillo, Zidane. Francia perdía 0-2, cuando el ya madridista escuchó a Aimé Jacquet. "Te toca a ti. Juega como sabes y no pienses en nada más". Sin duda Jacquet se refería a lo sucedido antes del partido, cuando a Zidane le había costado integrarse en el grupo y sólo le habían podido ayudar Dugarry y sobre todo Cantona, su compañero de habitación.

Pero Zidane salió en el minuto 63 por Martins y esos últimos 27 minutos cambiarían su carrera. Zidane maravilló, hizo los dos goles que sirvieron para empatar el partido y dejó a toda Francia con la boca abierta.

Recuerdo bien esos dos goles. El primero, un gran disparo desde más de 30 metros tras un servicio de Blanc. El segundo, de cabeza al primer palo tras un córner. Luego haría otro muy similar en la final de la Copa del mundo ante Brasil. Al día siguiente, Zidane ya fue la estrella, algo que no le abandonaría jamás. Titulares como "Ha nacido el nuevo Platini" o "La estrella ya llegó" lanzaban la mañana siguiente los periódicos, lo que no gustó nada a Zidane. "Platini ha sido único e indiscutible. Me molesta que me comparen con él", no se cansó de repetir. A pesar de eso, desde aquellos dos goles a los checos las comparaciones con Platini han sido constantes. El fútbol francés necesitaba un nuevo ídolo y ya lo había encontrado.

En las cuatro temporadas que Zidane pasó en Burdeos vivió como momento culminante la Copa de la UEFA 95/96. El Burdeos empezó la Intertoto después de una temporada anterior decepcionante. Llegó el zurdo holandés Richard Witschge y, junto a Lizarazu, Zidane y Dugarry, formaron un equipo agresivo, que lo puso todo en la UEFA. Entre otros eliminaron al Betis, con un golazo de Zidane desde más de 40 metros en Sevilla. Pero para la historia queda ya una remontada inolvidable ante el Milán en el Parc Lescure, con un 3-0 que anulaba el 2-0 de San Siro.

Esa UEFA consagró a Zidane a nivel internacional, y el Burdeos alcanzó la final ante el Bayern de Múnich. Una sanción impidió a Zidane jugar la ida en campo alemán, y poco pudo hacer ya en la vuelta en Burdeos. El nivel del Bayern, con un excelente Mehmet Scholl a la cabeza, sentenció. Zidane ya sabía que abandonaría el fútbol francés, que se le había quedado pequeño.

Marcha anunciada

En el Burdeos había alcanzado techo, y buscaba obtener títulos. Eso era imposible en un equipo que incluso el año en que rozaron la Copa de la UEFA anduvo cerca del descenso. Tenía contrato hasta junio de 1998, pero sus intenciones quedaron claras cuando sustituyó a su antiguo representante Charly Marouani por Alain Migliaccio. De nada sirvieron la promesa de su presidente de cuadruplicarle el sueldo mensual de 100.000 francos (uno dos millones y medio de pesetas), y las intentonas desesperadas al invitarle a su finca en la montaña junto a su íntimo amigo Dugarry.

Zidane y el Burdeos llevaban ya un par de años con ofertas de Italia y España sobre la mesa. La prensa aseguró el interés sobre todo del Inter del Milán, pero también de Real Madrid, Milan y Atlético de Madrid, con quien parece que llegó a firmar un precontrato secreto. Casado ya con Veronique Lentisco, su vida se asentaba en la élite del fútbol internacional.

Cuando la marcha del Girondins de Burdeos era inminente, la Prensa francesa le preguntó por sus prioridades. "Prefiero el fútbol español, al que adoro. Me encanta su ambiente, y además es el país de mi mujer". Habló del Real Madrid, del Atlético de Madrid y del Barcelona, e incluso él mismo añadió la posibilidad de recalar en el Valencia. La prensa en Francia se puso a trabajar porque justo en aquel verano del 96 el Valencia había traspasado a Mijatovic al Real Madrid, y el puesto había quedado vacante.

Pero su destino final sería Italia, tras un traspaso complicado a la Juventus de Turín. Atrás quedaban cuatro temporadas en el Girondins de Burdeos, en el que había dirigido al equipo con una media de siete goles por cada Liga y su consagración definitiva en la selección nacional.

El fútbol más duro del mundo le abría las puertas. Llegó a la concentración de la Juventus de Turín el miércoles 24 de julio de 1996, y para su adaptación inicial sería fundamental el hijo recién nacido de Gianluca Pessotto. Mañana averiguarán el porqué.

Amigo de Dugarry

Su compañero de selección Dugarry ha sido siempre uno de sus mejores amigos, además la persona que le ayudó a integrarse en el equipo nacional francés.

El sucesor de Platini

Su espectacular progresión en el Girondins hizo que Zinedine fuera llamado a la selección francesa por Aimé Jacquet para cubrir la baja de Djorkaeff. Un deslumbrante debut significó su eclosión mundial y, lógicamente, el principio de su marcha a Italia.