NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

REAL MADRID

Desde la cuna al Girondins, una carrera imparable

El nuevo fichaje del Real Madrid, descendiente de argelinos y hombre de pocas palabras, se inició en el fútbol en las calles de un barrio conflictivo de Marsella.

Actualizado a
Desde la cuna al Girondins, una carrera imparable

Maravillando a unos y otros con la facilidad de un juego que asombraba por su desparpajo, fue subiendo escalones hasta llegar a la cima del fútbol mundial. Ahora, el madridismo podrá disfrutar de él en directo.

¿Sabían que Zidane creció en el barrio de La Castellana, en Marsella? Para empezar su biografía, el primer guiño del destino para un genio como él. Sus padres son de Kabylie, la ciudad que saca pecho con el Jeunese Sportive, el equipo argelino con más títulos internacionales.

Argelino de sangre, por tanto, no extraña que todo el mundo le llamase Yazid en sus primeros años. La Castellana de Marsella tiene poco que ver con la de Madrid. Zidane creció en una zona peligrosa de la ciudad, el barrio con mayor índice de delincuencia la zona.

Por eso su padre Smail y su madre Malika tuvieron claro como educar a sus cinco hijos, Nordine, Djamel, Farid, Zinedine y Lila. En su infancia, muchos estudios y pocas salidas a la calle.

Incluso, al joven Yazid su padre le prohibía mirar la televisión. Sólo le dejaba unas horas los martes por la tarde, un día poco futbolístico por cierto. Y de visitas al barrio, ni una. Smail no quería que su hijo pudiese mezclarse con delincuentes.

Los inicios

Pero el joven Zidane ya podía empezar a enamorarse del fúbol en el patio de su colegio, Septemes-les-Vallous. En aquella época le fascinó el uruguayo Enzo Francescoli, sin duda por su corto paso por el Marsella.

De Francescoli le gustó a Zidane su capacidad para mover la pelota, y empezó a imitar muchos de sus movimientos. Se obsesionó con el número 10, y empapeló su pequeño cuarto con fotos del príncipe uruguayo, el único ídolo del ídolo.

En realidad para Zidane sus primeros contactos con el fútbol organizado fueron el Sports Olimpique de Septemes, el equipo del colegio. Allí jugó entre los 11 y los 14 años. Por las mañanas, algunos pelotazos entre clase y clase en el patio, y por las tardes entrenamientos en el campo Pierre Bedini, propiedad del colegio.

En esos días Zidane se encontró con dos personas que marcarían su futuro. Por un lado, su entrenador Loic Fagon. Por otro, el ojeador del Cannes Jean Varraud. Le había visto en algún partido, y de Zidane la había impresionado sobre todo la movilidad de sus pies.

Siempre fue un crío más desarrollado que el resto, pero más allá de eso y de su inteligencia en el campo le había sorprendido su velocidad para cambiarse el balón de pie, algo en lo que Zidane no tiene rival hoy. Entonces tenía 14 años, y Varraud decidió llevárselo al Cannes. Sólo faltaba convencer a Smail, tan preocupado por el entorno en el que se movía su hijo. Pero se le convenció, y en el verano del 86 Zidane se marchó a Cannes.

Mientras Maradona asombraba al mundo en México, Zinedine Zidane recorría los 200 kilómetros que separan La Castellana de Marsella y Cannes.

Deslumbra a todos

Zidane llegó a Cannes en verano del 86, listo para deslumbrar en los juveniles. Allí pasaría dos años hasta debutar en Primera División. Atrás quedaban sus años en Marsella, muy distintos a lo que llegaría después. Zidane se encontraría con dos personas claves en su vida.

El matrimonio Elinau, con Jean Claude y su mujer Nicole, le acogieron como a un hijo en su casa de Pegomas. Así lo quiso Zidane y también el Cannes, y de esa forma la futura estrella no tuvo que sufrir el impacto de una vida tan nueva. Fueron días fundamentales en la carrera de Zidane, que según su madre adoptiva Nicole era "un chico extremadamente tímido, hablaba muy poco y siempre muy educado.".

El joven Zidane ya volvía locos a todos los juveniles a los que se enfrentaba, dirigido por un técnico tan experto en jóvenes como Guy Lacombe.

A los 17 años otro episodio marcaría su vida. Conoció a Veronique, bailarina de danza en Cannes y hoy su mujer. Todo le sonreía, hasta el punto de que se decidió a dejar la hospitalidad de la familia Elineau para instalarse en Foyes de Jeunes de Provence, el centro de formación del Cannes.

En realidad no todo, porque en uno de sus primeros partidos con los juveniles fue expulsado y suspendido por tres encuentros. Desde entonces le acompañó la fama de descontrolado que tanto le persiguió tras su famosa expulsión ante Arabia Saudí en el mundial 98. En realidad, Zidane siempre ha tenido que sobrevivir entre la dureza de los rivales, que se acrecentó aún más en su etapa de la Juventus.

Debut en Primera

Tras dos años en los juveniles del Cannes le llegó el debut en Primera División. Con Jean Fernández como técnico, Zidane apareció entre los más grandes el 20 de mayo de 1989 ante el Nantes, justo un mes antes de cumplir los 17 años.

Sólo por jugar ese primer partido recibió una prima de 5.000 francos, más del sueldo mensual que recibía en los juveniles. Le mandó el dinero a sus padres en Marsella, en un gesto que recuerdan muchos de sus admiradores. Los buenos tiempos seguían para un Zidane que se instalaba a pasos agigantados entre la élite del fútbol mundial. Marcó su primer gol un año después ante el Nantes, y como premio el presidente del Cannes Alain Pedrette le regaló un Renault Clio rojo.

Fin de un ciclo

Poco a poco su fama creció, y en el Cannes tuvieron muy claro que la etapa de Zidane llegaría pronto al final. Por eso cuando se marchó al servicio militar todos se llevaron las manos a la cabeza.

Era la temporada 91/92, y como casi todos presagiaban, con la estrella del equipo sujeta a los toques de corneta en la Mili, el Cannes descendió a Segunda División. Al menos, el equipo tenía el consuelo que le dejaba el dinero del traspaso del jugador que durante tanto tiempo había abanderado el proyecto de un club humilde.

Zidane recibió muchas ofertas, pero quien más le sedujo fue Roland Courbis y el Girondins de Burdeos. Por varias razones, pero dos de ellas muy poderosas. Por un lado, el Burdeos había jugado un excelente fútbol a mediados de los años 80, y Zidane no había olvidado aquello.

Pero, además, en el Girondins de Burdeos militaba Christophe Dugarry, su gran amigo del alma y con quien ya había jugado en la selección francesa sub-15. El Burdeos tuvo suerte, porque con Zidane incluso rozó una competición europea.