CORONAVIRUS

Detección del virus en aguas residuales: clave para detectar un rebrote

El tracto gastrointestinal puede verse afectado por el SARS-CoV-2, según estudios. El material genético está presente en heces con COVID-19 y puede ser excretado durante mucho tiempo.

Pavel Golovkin

Una nueva investigación podría ser la alerta temprana sobre un posible rebrote. Es lo que afirma este estudio del Instituto de Salud Carlos III, donde se afirma que el material genético de una persona infectada por COVID-19 se mantiene durante mucho tiempo en su organismo, siendo eliminado poco a poco, y podría ser la señal que indicar la población real afectada en un territorio, y podría llegar a dar la alerta de un rebrote.

El primer estudio sobre detección de SARS-CoV-2 en aguas residuales se hizo en los Países Bajos en muestras procedentes de varias ciudades y un aeropuerto (26). Los autores pudieron identificar el virus en todas las muestras recogidas durante el mes de marzo, cuando la prevalencia de COVID-19 era muy baja, de aproximadamente de 1-3 casos por 100.000 habitantes. Posteriormente, se han analizado aguas residuales en diferentes países (Estados Unidos (27,28), Australia (29), Francia (30), Italia (31,32), Israel (33) y Turquía (34,35)) detectándose en todos ellos la presencia del SARS-CoV-2.

Estudios en España de aguas residuales

En España hay dos estudios del grupo de investigación, liderados por la doctora G. Sánchez, del IATA-CSIC, que analizaron muestras de aguas residuales recogidas entre febrero y abril procedentes de diferentes EDAR (estación depuradora de agua residual) metropolitanas de Valencia y Murcia pudiendo detectar RNA de SARS-CoV-2 en más de un 80% de ellas (36,37).

Lo más interesante es que, al igual que en los estudios de Países bajos, Italia o Francia, las muestras ya eran positivas días antes de que llegase el pico epidémico, cuando el número de casos clínicos confirmados era bajo.

En España se pudo confirmar que el SARS-CoV-2 circulaba en diferentes comunidades antes de la declaración de casos por parte de las autoridades sanitarias: en tres municipios de Murcia, el ARN viral aparecía en las aguas residuales hasta 16 días antes de confirmarse el primer contagio y, de manera similar, en los Países Bajos se detectó el virus en agua residual de la EDAR de Amersfoort, cerca de Utrecht, semanas antes de que se confirmase el primer caso en dicha localidad.

Por qué vigilar aguas fecales

La detección del virus en aguas residuales cuando la incidencia de casos clínicos notificados es muy baja, podría deberse a la capacidad que tiene la vigilancia en aguas residuales para detectar casos leves o asintomáticos. Estos individuos estarían también excretando virus en las heces y contribuyendo a la circulación del virus al tiempo que permanecerían indetectables si solo se hiciera vigilancia de pacientes sintomáticos.

Síntomas gastrointestinales sin cuadro respiratorio

Aunque los síntomas respiratorios son los que se describen más frecuentemente en pacientes con COVID-19, varios estudios sugieren que el tracto gastrointestinal podría también verse afectado por SARS-CoV-2. En un reciente meta-análisis se ha visto que en 29 de las 35 publicaciones científicas analizadas con más de 6000 pacientes con COVID-19, un 15% de los pacientes presentaban síntomas gastrointestinales siendo los más comunes las náuseas o vómitos y la diarrea. Cabe señalar que un 10% de estos pacientes con COVID-19 presentaron síntomas gastrointestinales sin cuadro respiratorio.

Además, diferentes estudios han demostrado que el RNA del SARS-CoV-2 está presente en heces de pacientes con COVID-19 independientemente de que haya o no síntomas gastrointestinales o de la gravedad de la enfermedad.

El caso de Hong Kong en 2003

La razón de la afectación del tracto intestinal parece estar en la interacción del virus con ACE2, el principal receptor del SARS-CoV-2, presente no solo en células pulmonares sino también en las células epiteliales gastrointestinales. La interacción con estos receptores ha sido también descrita para el SARS-CoV causante de la epidemia de SARS en 2003, el cual también se consiguió aislar en cultivos celulares a partir de muestras de heces y para el que se llegó a evidenciar transmisión a partir de aguas residuales en un brote ocurrido en viviendas de Hong Kong con instalaciones de fontanería deficientes.