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Cómo cocinar sin levadura: alternativas y opciones

La levadura es uno de los ingredientes que más se están demandando para realizar bizcochos o panes, y por ello os dejamos unos productos sustitutivos.

Daria Gerashchenko / GETTY IMAGE

Estos días la cocina se encuentra más poblada por aquellos que buscan matar el tiempo de alguna forma. Desde panes, hasta galletas, pasando por bizcochos, así hasta un sin fin de comida. El problema llega cuando nos falta algún ingrediente, asi que hoy os dejamos unos trucos para sustituir la levadura que no tenemos o no hemos podido comprar en el supermercado.

La función de la levadura no es otra que la de hacer que los productos crezcan en el horno y ofrezcan una textura esponjosa y tierna. Esta puede ser fresca (granulada o en forma de cubitos) o la química (en polvo), y se puede sustituir por:

Huevos

Se pueden utilizar los huevos o las claras de los mismos como levadura en algunas recetas. Si se logra batir mucho, esto puede conseguir que el volumen de nuestro producto se duplique por la acción del aire incorporado. Es efectivo en pasteles o bizcochos, pero no en panes.

Bicarbonato de sodio

Cumple la misma función que la levadura, pero este necesita de un medio ácido como puede ser un yogur, zumo de limón o vinagre. Se echa media cucharada de bicarbonato y la otra media del ingrediente ácido por cada dos tazas de harina que se empleen con la receta elegida.

Cerveza

Gracias a la acidez y al carbónico de la cerveza, las masas pueden crecer. Se puede utilizar para hacer pizzas, cocas o focaccias mezclando la cerveza junto con harina para conseguir una textura esponjosa.

Masa madre

Otro de los productos sustitutivos de la levadura es este, aunque se requiere de mucho más tiempo para que tenga el mismo efecto sobre nuestras recetas. Para hacer la masa madre se pueden seguir estos pasos:

Primero, mezclamos media taza de agua y otra media de harina, y la dejaremos reposar tapado con un papel film, con un paño o con papel de cocina, a temperatura ambiente durante 24 horas. Al día siguiente, se procede a realizar lo mismo. Se echa la misma cantidad que en el primer paso, tanto de agua como de harina, y se mezcla todo bien. Procedemos a dejar otras 24 horas de reposo a temperatura ambiente.

Después, volvemos a echar agua y harina, esta vez una taza de cada ingrediente. Y será aquí cuando debamos notar que nuestra masa madre está haciéndose bien, cuando desprenda un olor rancio y se vean pequeñas burbujas de aire. Dejamos otras 24 horas de reposo y tendríamos ya la masa madre para usarla en todos nuestros productos.